Acudir a Cristo Médico es siempre el primer paso para la salvación. En Él está la salud y la vida para quien las quiera y necesite. Pero hay que acercarse a Él confiadamente, dejar que Él nos examine, vea nuestro mal, aplique los remedios necesarios. Ante Él no se pueden ocultar los síntomas de nuestra enfermedad ni disimularlos.
A Él se llega quien se reconoce enfermo, se ve enfermo, y tiene un deseo de salvación, porque es el deseo lo que nos mueve en todo.
"Aunque Dios no nos otorga lo que queremos, nos otorga lo adecuado para nuestra salvación. ¿Cómo actuaría un médico al que pidieras algo que te daña, sabiéndolo él? No es cierto que no te escuche el médico cuando, tal vez, tú le pides un vaso de agua fría; si te es provechosa, te la da al instante; si no lo es, te la niega. ¿Se ha de decir que no te escuchó porque no te satisfizo tu voluntad o más bien que te escuchó en lo referente a tu salvación?" (S. Agustín, In I. Io., 6,9).
El Médico celestial siempre busca lo mejor para nosotros, enfermos. Sus remedios y medicinas tal vez no sean agradables ni gratas, pero son curativas y así se han de recibir.
"Es poco decir que éramos peregrinos muy distantes de la patria. Por hallarnos débiles no podíamos movernos. Vino el médico a visitar a los enfermos, ofreció el camino, se alargó hasta los peregrinos. Dejémonos salvar por él, caminemos por él" (In 1 Io., 10,1).
Es un Médico que prepara los medicamentos Él mismo para sus enfermos, por lo que son tremendamente eficaces:
"Con frecuencia, también el señor sirve a sus siervos enfermos para poder tener siervos sanos que le sirvan; sirve a los enfermos hasta que se curen. A enfermos sirve nuestro Señor. ¿No preparó medicinas para los enfermos de su misma debilidad? Por los enfermos derramó su sangre y con el colirio de su sangre ungió los ojos de los cielos" (S. Agustín, Serm. 265F, 1).
La situación del hombre caído sirvió de argumento a San Agustín contra los pelagianos para defender la necesidad de una gracia que cure en él los efectos causados por el pecado de origen. A esta gracia se llama medicinal. El mismo se presenta en sus Confesiones como un enfermo universal para expresar al género humano enfermo: “No escondo mis heridas; Vos sois el Médico, yo el enfermo” 1. Y en otro lugar, comentando un salmo, dice: “A Vos me dirijo como enfermo, reconozco al Médico, no me lisonjeo de estar sano”
ResponderEliminarSanarás de todas tus enfermedades.- Pero es que son muy
grandes, me dices.-.Pues mayor es el Médico. Para el Médico omnipotente no hay enfermedad incurable, ponte
en sus manos, déjate curar por El.
Aparta de nuestros pecados tu vista, y borra en nosotros toda culpa (de las Preces de Laudes)