jueves, 17 de diciembre de 2015

Las antífonas de la "O"



Un elemento simpático y muy popular fueron las antífonas de la “O”, una para cada feria mayor del Adviento.

Son las antífonas del Magníficat en el canto de las Vísperas. El pueblo cristiano –no sólo los monjes y monjas o los canónigos en la Catedral- acudían a Vísperas por la tarde (la Misa se celebraba entonces sólo por la mañana). Cuando se entonaba el inicio de esta antífona, con la “O” inicial, se tocaban las campanillas o la campana grande del campanario durante la antífona, el Magníficat y su repetición final; la voz del cantor se alargaba con varias notas en esta “O”: era un momento alegre que anunciaba la cercanía ya de la Navidad. Era un honor entonar la antífona: lo hacía el de mayor dignidad en el Cabildo Catedral o alguno de los principales responsables del Monasterio.

Con esto se entiende la importancia que se le daba, su alegría y también la popularidad que gozaban entre los fieles cristianos.

            Para situarnos mejor, veamos el texto de estas antífonas:


17 Diciembre: “Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ¡ven y muéstranos el camino de la salvación!”

18 Diciembre: “Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ¡ven a librarnos con el poder de tu brazo!”

19 Diciembre: “Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ¡ven a librarnos, no tardes más!”

20 Diciembre: “Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ¡ven y libra los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte!”

21 Diciembre: “Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la Luz Eterna, Sol de justicia, ¡ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte!”

22 Diciembre: “Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ¡ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra!”

23 Diciembre: “Oh Emmanuel, Rey y Legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ¡ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!”


            Tienen una profunda raigambre bíblica… ¡como todos los textos litúrgicos!, porque la liturgia se inspira y da forma a los textos de la Biblia. Toman estas antífonas distintos nombres que el Antiguo Testamento aplicaba al Mesías, y se dirigen a Cristo, insistiéndole: “Ven”, “no tardes más”, “ven y salva”, “ven a librarnos”. “Es un grito dirigido al Mesías y en la que cada día se aplica al Mesías alguno de los títulos que la Escritura le atribuye” (Dom Guéranger).

            Así vemos que se llama a Cristo “sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo” (Eclo 24,5; Sb 7,30-8,2), “Adonai, Pastor de la casa de Israel” (Sal 79; Ex 6,2; 3,14; Mq 5,1), “Raíz de Jesé” (Is 11,1; 54,15; Ha 2,3), “Llave de David y centro de la casa de Israel” (Is 22,22; 42,7; Ap 3,7), “Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia” (Za 6,1; Ml 3,20; Lc 1,78), “Rey de las naciones y Deseado de los pueblos” (Ag 2,6-9; Is 28,16; cf. 1P 2,6; Gn 2,7), y finalmente “Emmanuel, rey y legislador nuestro” (Is 7,14; 8,8; 33,17-24; Gn 49,10).



            Su origen es antiguo, probablemente en los siglos VIII-IX, aunque algunos incluso sitúan como autor a san Gregorio Magno (+ 604).

            Cada antífona recibe el nombre de sus palabras iniciales: O Sapientia, O Adonai, O Radix, O Clavis, O Oriens, O Rex, O Emmanuel… con la originalidad de que, si remontamos de la última a la primera antífona, se forma un acróstico con la inicial: “ERO CRAS”, que significa “Estaré aquí mañana”, “llegaré mañana”. Los antiguos jugaban mucho con los acrósticos al componer en latín: les encantaban los juegos literarios en las antífonas o en los himnos. Es un hermoso modo de avanzar con las ferias mayores deseando que llegue el Nacimiento del Señor.

            Aun cuando son antífonas para cantar el Magnificat en las Vísperas, se ofrecen también algo más reducidas, en libre versión (más breves, ¡y sin la clásica “Oh” inicial!), como versículo para el canto del Aleluya en la Misa de las ferias mayores, de modo que quienes no participen en Vísperas puedan oírlas resonar cantadas cada día en la Santa Misa: “Sabiduría del Altísimo, que lo ordenas todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la prudencia” (17 de diciembre), “Pastor de la casa de Israel, que en el Sinaí diste a Moisés tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo” (18 de diciembre), “Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ven a librarnos, no tardes más” (19 de diciembre), “Llave de David, que abres las puertas del reino eterno, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas” (20 de diciembre), “Emmanuel, rey y legislador nuestro, ven a salvarnos, Señor, Dios nuestro” (21 de diciembre), “Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra” (22 y 23 de diciembre).

            Valdría la pena cantar el Aleluya y su versículo en la Misa de las ferias mayores, destacando la intensidad de esta preparación inmediataza. También para que todos se uniesen a estas antiguas súplicas: “ven”.

            Realmente, si nos damos cuenta, estas antífonas de la “O” contienen toda la espiritualidad del Adviento. Señalan cómo todo el Antiguo Testamento anunciaba a Cristo –Cristo es la plenitud del AT- y cómo lo esperamos hoy que vuelva glorioso. “Entremos con recogimiento en el Espíritu de la Iglesia a fin de unirnos, con todo nuestro corazón, a la santa Iglesia en este momento en el que ella hace escuchar a su Esposo estas últimas y tiernas súplicas, a las que él acaba por rendirse” (Dom Guéranger).

            Sería bueno, por ejemplo, que estas antífonas de la “O” formaran parte de nuestra oración personal. Meditarlas. Saborearlas. Interiorizarlas.

2 comentarios:

  1. "Sería bueno, por ejemplo, que estas antífonas de la “O” formaran parte de nuestra oración personal. Meditarlas. Saborearlas. Interiorizarlas"... CANTARLAAAAAAS. jejeje. Un abrazo, amigo.

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    1. Óscar:

      porque somos amigos de hace mucho tiempo, si no... ¡¡¡te ibas a enterar!!!! jejejejej

      En primer lugar, creo que está claro por el contexto, que SE CANTAN, o deben CANTARSE. Ya sea en su lugar exacto, como antífona del Magníficat de estas ferias mayores, ya sea como versículo del Aleluya del Evangelio.

      En segundo lugar.... ¿vienes a fastidiarme? ¡¡Ya te vale!! pero yo no te censuro ni elimino tus cometnarios y tú sí lo ahces conmigo en tu magnífico blog.

      ¡¡Cría amigos para esto!!

      Un abrazo inmenso!!!!!!!!!

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