martes, 15 de diciembre de 2015

Un gran Médico para el hombre

Un gran Médico nos visita, Jesucristo, ante cuya mirada las enfermedades y las llagas quedan al descubierto, y ante quien el enfermo ve renacer la esperanza.

Un gran Médico con poder y eficacia en su palabra, que cura y salva, es lo que descubrimos en la persona del Salvador.


Nada se resiste a su poder. Viene a salvar, es decir, por analogía, a curar al hombre en su integridad pues enfermo está: la mayor enfermedad, el pecado y sus consecuencias de decrepitud, debilidad.

Salvar es algo más que un acto jurídico o una sentencia del tribunal absolviendo. Más bien habría que entender la salvación como la recuperación total del hombre caído, herido y debilitado, restableciendo el equilibrio vital, aquel que se perdió por el pecado original. 

Incluso si acudiéramos a la etimología de las palabras veríamos estos significados. Salvar viene del griego "sôtería", con su verbo "Sôs", y que corresponde al "sanus" del latín: por tanto salvar es devolver la salud al que la ha perdido, salvar de la muerte en la que desemboca la enfermedad.

El Señor salva, es decir, cura al hombre completamente. Ya sabemos que las curaciones físicas de los enfermos, leprosos, paralíticos, ciegos, etc., expresaban a la vez y sobre todo, la curación total del hombre.

La fe en Él -"tu fe te ha curado"- es condición indispensable para Cristo. Hay que creer en Él y en su poder, reconocerle como Señor, y esperar su salvación, siempre gratuita.

Jesús Salvador realiza la curación, manifestando así su poder divino que actúa a través de su santísima humanidad. Salva, sana y redime: para eso ha venido por amor a los hombres, a esta humanidad.

"Jesús Salvador aparece así como Curador divino, 'generador de la salud' (Nicolás Cabasilas), diciendo: 'no necesitan médico los sanos, sino lo senfermos...' Los pecadores son los enfermos amenazados de muerte en su cuerpo y en su espíritu, y el sentido terapéutico de la salvación significa la curación del ser entero, la eliminación universal del germen de la corrupción-mortalidad. La redención se presenta como un corolario de la resurrección de los cuerpos. 'Con la muerte ha vencido él a la muerte', este aspecto físico de la salvación comporta la victoria física también sobre todas las consecuencias de la caída" (EVDOKIMOV, P., El arte del icono. Teología de la belleza, Madrid 1991, p. 119s).

Médico admirable, Jesucristo sana a la persona del pecado en su cuerpo y en su alma, es decir, al hombre completo. Y esta sanación apunta ya a la resurrección de los muertos y a la vida eterna, donde la enfermedad, el pecado y la muerte son vencidos.

Su cuerpo glorioso es la señal máxima de la salud y de la salvación al que se incorporarán los que en Cristo resuciten para la vida. Para eso se encarna, toma un cuerpo como el nuestro: para redimir y sanar.

1 comentario:

  1. Para alguien como yo que agradece profundamente la Encarnación y, que por ello, es para mí tan importante la Nochebuena, me quedo con: "Para eso se encarna, toma un cuerpo como el nuestro: para redimir y sanar".

    Concédenos, Señor, dar aquel fruto que pide la conversión,
    para que podamos recibir tu reino que se acerca (de las preces de Laudes)

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