Anteriormente vimos cómo en las Escrituras aparece la oración de rodillas en tres contextos o con tres sentidos diferentes:
a) oración de petición-súplicab) oración penitencialc) adoración ante Dios.
La liturgia ayuda a los fieles a participar en el Misterio prescribiendo los momentos en que todos, unánimemente, se ponen de rodillas. Y esta postura, arrodillada, es ya un medio de participación activa en la liturgia.
En la liturgia -¡cuántas veces habrá que repetirlo hasta que se asuma y se cree una mentalidad!- no se participa interviniendo y haciendo "cosas" para que se vean a muchos subir y bajar constantemente del presbiterio. Se participa, y mucho, adoptando las distintas posturas corporales en la liturgia que expresan actitudes interiores y que ayudan a vivir la liturgia más conscientemente.
Estar de rodillas en los momentos en que hay que estar, es un medio de participación de todos en la liturgia santa.
Ahora,
en el rito romano, de rodillas participamos en la Misa durante la consagración,
y es obligatorio para todos los
fieles y ministros (diáconos, acólitos):
“estarán de
rodillas, a no ser por causa de salud, por la estrechez del lugar, por el gran
número de asistentes o que otras causas razonables lo impidan, durante la
consagración. Pero los que no se arrodillen para la consagración, que hagan
inclinación profunda mientras el sacerdote hace la genuflexión después de la
consagración” (IGMR 43).
También
se puede estar de rodillas para recibir la Comunión:
“No está
permitido a los fieles tomar por sí mismos el pan consagrado ni el cáliz
sagrado, ni mucho menos pasarlo de mano en mano entre ellos. Los fieles
comulgan estando de rodillas o de pie, según lo haya determinado la Conferencia
de Obispos. Cuando comulgan estando de pie, se recomienda que antes de recibir
el Sacramento, hagan la debida reverencia, la cual debe ser determinada por las
mismas normas” (IGMR 160).
En
los demás ritos occidentales y sobre todo orientales, tanto en la consagración (la plegaria eucarística
entera) como en la comunión, los fieles están de pie, pero con inclinaciones
profundas de adoración, siguiendo el uso más tradicional y primitivo.
Una
acción litúrgica propia y original del rito romano es la exposición del
Santísimo y la bendición eucarística, de tanta raigambre y beneficio espiritual
Su carácter de adoración y culto a Jesucristo presente real y sustancialmente
se expresa con la postura de rodillas. Cuando se expone el Santísimo, los
fieles están arrodillados y transcurrido el tiempo de la adoración, el
sacerdote o diácono se acerca, hace genuflexión sencilla y a continuación, de
rodillas, inciensa el Sacramento; tras rezar una oración, hace genuflexión e
imparte la Bendición con el Santísimo. Todos mientras permanecen de rodillas
(cf. RCCE 97).
El Viernes Santo, todos se arrodillan cuando se desvela la cruz
en tres veces, en señal de adoración[1]. Y de
rodillas se cantará “Et incarnatus est” en el Credo del día de la Natividad del
Señor y de la Anunciación[2],
adorando el Misterio, así como de rodillas estarán todos, en silencio, cuando
leída la Pasión el Domingo de Ramos y el Viernes Santo, se llega al versículo
en que Jesús expira[3].
Distinto
sentido tiene estar de rodillas penitencialmente. La Iglesia conoció desde el
principio este uso, y lo prohibió expresamente en los domingos y en todo el tiempo
pascual. Y oró de rodillas en señal de penitencia y aún hoy continúa. El
sacramento de la Penitencia, al menos en el momento de la absolución en la
Forma A, se recibe de rodillas, mientras el sacerdote impone las manos al
recitar la fórmula de la absolución. También en la Forma B, celebración
comunitaria de la penitencia con confesión y absolución individual, cuando
todos juntos piden perdón a Dios antes del Sacramento, el diácono invita a
todos a ponerse de rodillas (o profundamente inclinados) para recitar el “Yo
confieso…” y las peticiones de perdón o letanías penitenciales (RP 27).
En
cierto sentido es igualmente penitencial, en el rito romano, el inicio de la
acción litúrgica de la Pasión del Señor en el Viernes Santo; mientras el
sacerdote se postra por completo en el suelo, delante del altar, en profundo
silencio –no hay canto de entrada-, todos los fieles se ponen de rodillas y
oran a Dios: “El sacerdote y los ministros, hecha la debida reverencia al
altar, se postran rostro en tierra; esta postración, que es un rito propio de
este día, se ha de conservar diligentemente por cuanto significa tanto la
humillación "del hombre terreno", cuanto la tristeza y el dolor de la
Iglesia. Los fieles durante el ingreso de los ministros están de pie, y después
se arrodillan y oran en silencio”[4].
También
la oración común y súplica se expresa con la postura arrodillada: las letanías
de los santos en las Ordenaciones y profesiones religiosas se cantan estando
todos de rodillas –y los candidatos postrados por completo en el suelo- excepto
los domingos y los cincuenta días de Pascua[5]. La
serie de oraciones en el Viernes Santo, después de la lectura de la Pasión, son
un vestigio, un testigo, del modo en que el rito romano desarrolló la oración
de los fieles u oración universal. Un diácono enunciaba la intención, a
continuación se invitaba a la oración silenciosa de rodillas (“Pongámonos de
rodillas”, “Flectamus genua”), transcurrido un lapso de tiempo se invitaba a
ponerse de pie (“Poneos en pie”, “Levate”), y el sacerdote rezaba la oración[6]. Lo
mismo habría que decir, antiguamente, para los dípticos de la Misa
hispano-mozárabe donde se recitaban y los fieles se arrodillaban reforzando la
plegaria común.
La
postura arrodillada concentra la súplica interior y la recepción del Don de
Dios. De rodillas recibe el candidato la imposición de manos del Obispo en la
ordenación y de rodillas permanecerá mientras se reza la plegaria de ordenación[7]. Los
nuevos profesos de rodillas permanecerán mientras se reza la solemne plegaria
de profesión[8] e igualmente en el rito de
consagración de vírgenes[9]. Los
nuevos esposos, en el sacramento del Matrimonio, después del Padrenuestro se
pondrán de rodillas y el sacerdote con las manos extendidas sobre ellos
recitará la solemne plegaria de bendición nupcial[10].
¿Qué
es participar y cómo logramos que todos participen? Entre otras cosas, con las
posturas corporales durante la celebración. Así, participar, es también ponerse
de rodillas en los momentos en que la liturgia lo prescribe y no quedarse de
pie.
Será también un modo de
participación más intenso para quienes reciben un sacramento (ordenación,
matrimonio, penitencia…) o una consagración (profesión, consagración de
vírgenes…) sin necesidad de buscar e introducir elementos añadidos para que
“participen más”. Orar de rodillas, pedir perdón de rodillas o adorar juntos de
rodillas son elementos para la participación de los fieles en la liturgia de
manera interior y exterior, activa, consciente.
[1] Caeremoniale episcoporum (: CE), 321. 322.
[2] CE, 143.
[3] CE, 273.
[4] Cong. Culto Divino, Carta sobre la
preparación y celebración de las fiestas pascuales, n. 65.
[5] Cf. CE, 507, 529, 580…
[6] “La Conferencia Episcopal
pueden establecer una aclamación del pueblo antes de la oración del sacerdote o
determinar que se conserve la tradicional monición del diácono: Pongámonos de
rodillas, y: Podéis levantaros, con un espacio de oración en silencio que todos
hacen arrodillados” (MR, Viernes Santo, n. 11).
[7] CE 509-510; 531-533.
[8] CE 762. 783.
[9] CE 733.
[10] Ritual del Matrimonio, n.
81. 112.
Como dice don Javier en torno a la liturgia: ¡Con lo fácil que es participar bien en ella!
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