domingo, 26 de octubre de 2014

Plegaria: Cristo medianero (S. Juan de Ávila)

Un solo Mediador tenemos, Jesucristo, Sumo y eterno Sacerdote, en el Santuario del cielo.

Allí muestra sus llagas gloriosas ante el Padre e intercede por nosotros; desde allí, derrama el Espíritu Santo sobre sus hermanos y su Esposa la Iglesia.


Es el Mediador, el medianero -en palabras de san Juan de Ávila, doctor-. A Él podemos recurrir confiados en su omnipotencia salvadora.

A Él oramos hoy con palabras de san Juan de Ávila, para así, de paso, conocer y saborear la doctrina y estilo de este doctor de la Iglesia.



Cristo mediador


            Gracias, Señor, sean dadas a tu nombre, pues por él somos escuchados.

            Que no te contentas con ser nuestro medianero, para merecernos la gracia que de ti recibimos, ni con ser nuestra cabeza, que nos enseña y mueve a orar por tu Espíritu, como conviene, sino que también quieres ser nuestro pontífice en el cielo, para que, presentando a tu Padre la sagrada humanidad que tienes, y la pasión que recibiste, alcances el efecto de lo que en la tierra pedimos invocando tu nombre.



            Gracias, Señor, a tu amor y a tu bondad, que con tu muerte nos diste la vida. Y también gracias a ti, porque en tu vida guardas la nuestra, y nos tiene juntos contigo en este destierro, que, si perseveramos en tu servicio, nos llevarás contigo, y nos tendrás para siempre en el cielo, donde tú estás, según tú lo dijiste: Donde yo estoy, estará mi servidor (Jn 12,26)[1].



[1] S. Juan de Ávila, Audi filia, cap. 84.

3 comentarios:

  1. Jesucristo es único Mediador que reconcilió a Dios y los hombres. Siendo Dios, Jesús es uno con el Padre a Quién la humanidad no obedeció; siendo hombre, Jesús representa a la humanidad necesitada de reconciliación con Dios a Quién el hombre dio la espalda. Al igual que hay un solo Dios hay un solo mediador, único e insustituible, Dios hecho hombre, Jesucristo.

    Ayer celebramos en casa dos cumpleaños y un santo (tengo que comprar una nueva mesa porque ya no cabemos y eso que no estábamos todos). Tuve una interesante conversión con el novio de mi sobrina que se confiesa ateo. El muchacho es respetuoso e inteligente, pero repite todos los tópicos al uso. Le enfrenté con un hecho: que él no conocía la Biblia, que ni siquiera se la había leído y que, en consecuencia, no podía hablar sobre lo que no tenía conocimiento alguno.

    Muy sincero, me contó que al llegar a la universidad, él se planteó una serie de dudas y decidió no creer en Dios porque no necesitaba creer en Él. Lo más gracioso es que el debate, que comenzó porque yo exigía libertad para la predicación pública de un concreto obispo y podíamos estar hoy todavía debatiendo (a Alfonso, es su nombre, le gusta el debate), las niñas, ante su pregunta: ¿por qué tengo que oír la carta pastoral de un obispo en la radio? lo cerraron exclamaron a coro: ‘pues no la oigas, apaga la radio’.

    Cristo, nuestra Pascua, es nuestro rescate, nuestra salvación (del himno de Laudes)

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    1. Fe de erratas: en el segundo párrafo donde pone "conversión" debe poner "conversación" ¿Será que me ha traicionado mi deseo de que Alfonso se convierta?

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    2. Julia María:

      Gracias por aportarnos su experiencia.

      No dudo que fue un deseo subconsciente de que este chico, Alfonso, se convierta.

      ¡Cuánto daño hacen los tópicos acríticamente asumidos!

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