miércoles, 6 de febrero de 2013

Salmo 42: Envía tu luz y tu verdad...

El salmo 42 es un salmo que es un salmo de deseo del Templo, de memoria de Dios. 

En primer lugar la lectura cristológica. ¿Qué dice Cristo? “Hazme justicia, ¡oh Dios! Defiende mi causa contra gente sin piedad. Sálvame del hombre traidor y malvado”


Cristo en la tierra por su Encarnación  está como en un exilio, un destierro de su patria celestial; Cristo “siendo Dios tomó la condición de esclavo”, se rebajó, su sitio no es éste. Es Dios, de naturaleza divina, su sitio es el cielo. Por eso clama y se aplica este salmo al deseo de Cristo de entrar en el Templo, el Templo de la Presencia de Dios, de la Gloria de Dios. 

En este destierro Cristo es perseguido, es calumniado, es insultado; como Él mismo señala en el evangelio, tiene “que ser desechado por los sumos sacerdotes y ancianos, padecer, morir y resucitar al tercer día”. Por eso la plegaria de este salmo: “hazme justicia, ¡oh  Dios! Defiende mi causa contra gente sin piedad”, que tienen la maldad metida en el corazón, que no dejan de tramar planes de iniquidad y no dejan de hacer daño. Cristo clama “hazme justicia”, dame tu salvación, “contra gente sin piedad; sálvame del hombre traidor y malvado”. El hombre que acecha, que se burla de todo, que no tiene conciencia alguna o si la tiene, la tiene absolutamente deformada, y que está persiguiendo a Cristo.  

Dice Cristo en el salmo: “Tú eres mi Dios y protector, ¿por qué me rechazas? ¿Por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo?” 

Cristo está en absoluta oscuridad, no le beneficia en ese sentido, el hecho de ser Dios: padece exactamente como nosotros, sufre como nosotros.  Su conciencia humana sabe que está haciendo la voluntad del Padre, pero al mismo tiempo que su conciencia sabe que está haciendo la voluntad del Padre, su sensibilidad humana  está en oscuridad, está sufriendo. No tenía ventaja por el hecho de ser Hijo de Dios; como hombre padeció como nosotros. Y es legítimo, el preguntarle a Dios el porqué de las cosas, eso no es pecado; lo que es ilegítimo es la pregunta a modo de exigencia y recriminación. Distinto es el preguntarle: “¿Por qué me rechazas?”; no se rebela, pregunta al Señor en la oscuridad.

   “Envíame tu luz y tu verdad, que ellas me guíen”. Envíame tu Espíritu Santo que me guíe en esta Encarnación mía hasta llegar a la cruz, y que después de la cruz y del descenso a los infiernos, “me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada”; que yo pueda entrar en tu gloria, “que me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias, al son de la cítara, Dios, Dios mío”.  Que Cristo en el cielo está cantando al son de la cítara, el instrumento de cuerda para acompañar los salmos; que Cristo está expresando el deseo de entrar en la gloria del Padre, ser glorificado, y cantar y poder cantar delante del Padre, “Dios, Dios mío”.

Se pone en boca de Cristo el versículo que dice: “Espera en Dios”; tú que atraviesas o que puedes estar atravesando circunstancias muy semejantes a las de Cristo, “espera en Dios”, espera “porque volverás a alabarlo”. Ahora mismo no le alabas, ahora sólo le preguntas: “¿por qué me rechazas? ¿por qué...?”

“Espera en Dios que volverás a alabarlo” y contemplarás  a Dios, la salud de tu vida, y quedarás iluminado. “Salud de mi  rostro, Dios mío”. Cristo esperó y fue resucitado por la gloria del Padre, entrando en el Templo del cielo con cantos de júbilo y alabanza.

7 comentarios:

  1. Disculpad que dos días seguidos la catequesis del blog sean dos salmos. No sé cómo me he equivocado al programar porque me gusta que haya cierta variedad y no ser repetitivo.

    Las anteriores de salmos eran artículos míos; esta catequesis de hoy y las que vengan sobre salmos son transcripciones de ciclos de homilías mías sobre los salmos.

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  2. Encatado de recibir estas catequesis sobre los salmos. El Señor siga bendiciendo tu labor. La Paz

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  3. “Envíame tu luz y tu verdad, que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada”

    Los Salmos siempre son bienvenidos, alabamos, lloramos, gritamos, descansamos, como si llegásemos con ellos al oasis de la esperanza hecha de confianza y humildad.

    Y, además, el blog ¡es suyo! (risas; hace mucho que no me río). En serio: ¿Qué tendríamos que disculparle?

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Julia Mª: tendríais que disculpar el ser repetitivo, dos días seguidos en la misma línea y tema.

      Y más que "mío", el blog espero que vaya siendo de todos los que aquí acudís.

      Una sana pedagogía es no ser cansino, sino saber repetir profundizando, alternando temas, volviendo a otros anteriores con otros matices, repetir una vez más, avanzar...

      Un saludo cordial

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  4. Me gustan mucho los salmos, en ocasiones los disfruto leyendo sin atreverme a ir más allá y desentrañarlos. En alguna homilía, las explicaciones me han resultado como muy traídas por los pelos. Tiendo a pensar que así ha de ser, puesto que abarcar con un intelecto finito a DIOS Creador infinito no me parece posible. Y es que DIOS es también un misterio.
    Sigo rezando. Muchas gracias, Padre. DIOS le bendiga.

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    1. Hombre, "por los pelos"... será que la homilía no está bien preparada.

      A Dios no lo podemos abarcar desde luego, pero la mente está creada por Dios con capacidad para conocerle y más desde la revelación sobrenatural. Sería aberrante que no pudiéramos conocer a Dios; sería una postura fideísta, totalmente contraria a la concepción de la razón que la fe católica defiende (yo creo que la única que defiende la capacidad de la razón hoy es la Iglesia, los demás se limitan a desconfiar, hablar del "pensamiento débil", y poner toda la carga en los sentimientos-lo afectivo).

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