martes, 19 de febrero de 2013

Introducción al Padrenuestro (I)

En el tiempo de Cuaresma, ya sobre la quinta semana, a los catecúmenos que ya eran "elegidos" y que iban a ser bautizados en la próxima Vigilia pascual, se les entregaba en un rito litúrgico primero el Credo, y a las dos semanas, el Padrenuestro, la Oración dominical.

Esto era ocasión para que el Obispo -o el catequista- impartiese unas catequesis tanto a los "elegidos" como a los fieles sobre cada uno de los documentos de nuestra fe.


Como la Cuaresma es tiempo bautismal porque mira a la Pascua, vamos a situarnos junto a los catecúmenos y recibir la catequesis sobre la Oración dominical.

Prestemos atención a las palabras de San Agustín, interioricemos cuanto él diga, apliquemos sus enseñanzas viviendo conforme a ellas.

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"n. 1. Para mostrar que, antes de que llegasen, fueron predichos por los profetas estos tiempos en que habían de creer en Dios todos los pueblos, el bienaventurado Apóstol adujo este testimonio de la Escritura: Y sucederá que todo el que invocare el nombre del Señor será salvo

Antes, sólo entre los israelitas era invocado el nombre del Señor que hizo el cielo y la tierra; los pueblos restantes invocaban a ídolos mudos y sordos, que no les podían oír, o a los demonios, por quienes eran escuchados para su mal. Mas cuando llegó la plenitud de los tiempos se cumplió lo predicho: Y sucederá que todo el que invocare el nombre del Señor será salvo. Y después, como los mismos judíos, aun los que habían creído en Cristo, veían con malos ojos a los gentiles que habían recibido el Evangelio, mantenían que no debía anunciarse a quienes no estaban circuncidados.

Contra ellos presentó el apóstol Pablo este testimonio: Y sucederá que todo el que invocare el nombre del Señor será salvo, añadiendo inmediatamente, para convencer a quienes no querían que se predicase el Evangelio a los gentiles, lo que sigue: ¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿O cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo van a oír si nadie les predica? ¿O cómo predicarán si no son enviados? 

Él dijo: ¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? Esta es la causa por la que no recibisteis primero la oración [el Padrenuestro] y luego el símbolo [el Credo], sino primero el símbolo para saber qué habéis de creer, y luego la oración en que conozcáis a quién habéis de invocar. El símbolo, por tanto, dice relación a la fe; la oración, a la súplica, puesto que quien cree es escuchado a través de su invocación.

n. 2. Hay muchos que piden lo que no debieran, por desconocer lo que no les conviene. Quien invoca a Dios, debe precaverse de dos cosas: pedir lo que no debe y pedirlo a quien no debe. Nada hay que pedir al diablo, a los ídolos y demonios. Si hay que pedir, hay que pedirlo a nuestro Señor Jesucristo; a Dios, padre de los profetas, apóstoles y mártires, al Padre de nuestro Señor Jesucristo, al Dios que hizo el cielo y la tierra y todo cuanto contienen. 

Mas hemos de guardarnos también de pedir lo que no debemos. Si la vida humana que debemos pedir la pides a ídolos mudos y sordos, ¿de qué te sirve? Lo mismo si pides a Dios Padre la muerte de tus enemigos, ¿qué te aprovecha? ¿No oíste o leíste, en el salmo que habla del detestable Judas, lo que dice respeto a él la profecía: Su oración le sea computada como pecado (Cf. Ps 145,6)? Si, pues, te levantas para pedir males para tus enemigos, tu oración se convertirá en pecado".

(S. Agustín, Serm. 56, 1-2).


7 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. No cabe duda que es mucho más práctico pedir justicia que males, que Dios ajusticie a nuestros enemigos es una petición muy loable, pedir que sus juicios se celebren lo antes posible es una impaciente debilidad que el Buen Juez seguro desestimará y no nos tendrá en cuenta.Je,je.Un abrazo.

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    1. Dejemos la justicia en manos del Justo Juez. Él sabe lo que tiene que hacer...

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  2. “Quien invoca a Dios, debe precaverse de dos cosas: pedir lo que no debe y pedirlo a quien no debe".

    ¿Pedirle a Dios males para nuestro enemigo? Un amigo mío suele decir: ¡Qué es Dios, no Santa Claus! “Nuestra venganza” es mil veces mejor: pedimos a Dios que convierta a nuestro enemigo, que le salve dándole el don del arrepentimiento. Y la verdadera contrición produce dolor, tal y como sabemos todos nosotros en nuestra pequeña experiencia vital que se consumará en el Purgatorio.

    Las fotografías me han trasladado por un momento a Tierra Santa rodeados de la algarabía de los cristianos etíopes.

    Bendice a mis enemigos, Señor. Yo también los bendigo y no los maldigo. Mis amigos me han atado a la tierra, mis enemigos han hecho que me desprenda de ella. Me resulta muy difícil decir quién me ha hecho más bien en este mundo: mis amigos o mis enemigos. (Nikolai de Zica).

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    1. Es muy duro, pero es una práctica sumamente sanante para la Cuaresma, rogar por los enemigos (quien los tenga) y rogar por quienes nos hacen daño de un modo u otro (eso sí los tenemos todos).

      Oremos. Oremos. Oremos e intercedamos.

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  3. A veces me da por pensar que es posible que sea inútil pedir cosas a DIOS, en el sentido de que DIOS sabe mucho mejor que nosotros lo que necesitamos. Esas mismas veces he agradecido a DIOS, que no me concediera mis peticiones y si me concediera mis necesidades, que en esos momentos yo mismo ignoraba. Alabado sea DIOS.
    Muchas gracias, Padre. Sigo rezando.

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    1. Pero el mismo Señor nos enseña a pedir, a presentar y exponer ante el Padre nuestras súplicas, necesidades e intenciones, siempre supeditándolo todo a su voluntad, es decir, al Bien objetivo y real. Tal vez pidamos cosas que no son buenas en sí mismas o en este momento, aunque creamos que lo son, y Dios las demora para más adelante o no nos las concede para no perjudicarnos.

      Pedid y se os dará.

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