jueves, 1 de septiembre de 2011

Ofrecernos con Cristo (adoración eucarística)

Un rasgo espiritual de Eucharisticum Mysterium, n. 50, señala otra dimensión sacerdotal, en este caso, la oblación, la ofrenda de uno mismo uniéndose a Cristo: 
“ofreciendo con Cristo toda su vida al Padre en el Espíritu Santo, sacan de este trato admirable un aumento de su fe, su esperanza y su caridad” (n. 50). 
 No son víctimas animales, ni algo exterior al bautizado, sino él mismo, su persona entera, la que en la adoración eucarística se ofrece con Cristo al Padre, “ofreciéndose como hostia viva, santa, agradable a Dios. Éste es vuestro culto racional” (o razonable, Rm 12,1). Con Cristo, en su presencia sacramental, reconocen la voluntad divina y se ofrecen: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hb 10,10) y se ofrecen buscando realizar en todo la voluntad de Dios como san Pablo: “Señor, ¿qué quieres que haga?” (Hch 22,10).

    El dinamismo teologal se pone en juego: la fe, la esperanza y la caridad se ven aumentadas por la unión con Cristo, viviendo la vida espiritual, vida cristificada de los hijos de Dios. La adoración eucarística expone al fiel ante el fuego de la zarza ardiente, el Misterio fascinante de Dios que quema purificando: ¿Cómo no arderá el corazón en fe, esperanza y caridad, ante Aquél que es Fuego, Vida, Luz y Amor?

   
La adoración al Sacramento permite la intimidad amorosa con Cristo, la dulzura de su amistad, y, como verdadero culto litúrgico, por su dinamismo propio, favorece la contemplación, la oración contemplativa, la quietud del amor (“mire que le mira”, dirá santa Teresa en Vida 13,22, o también: “No os pido más que le miréis”, Camino 26,3). El silencio sagrado de la liturgia, el amplio tiempo de silencio que conlleva siempre la exposición del Santísimo (RCCE, nn. 89. 90. 95) quiere conducir a esta contemplación, a esta oración de unión de amor, diríamos, casi forjando místicos y contemplativos, enamorados de Cristo.

    Descripción magistral, casi emotiva, la que ofrece la encíclica Ecclesia de Eucharistia considerando la intimidad y el amor contemplativo en la adoración eucarística:
    Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto, palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el “arte de la oración”, ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ... Numerosos santos nos han dado ejemplo de esta práctica, alabada y recomendada repetidamente por el Magisterio (n. 25).

12 comentarios:

  1. Me acuerdo de la adoración en la Vigilia de Cuatro Vientos...todavía tengo los pelos de punta y cosquillas en la tripa¡¡¡

    Un abrazo

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  2. Carolina:

    Ese mismo lo puedes revivir cada vez que vayas a la parroquia -o a la capilla de la Facultad- y se exponga el Santísimo.

    Lo de Cuatro Vientos no debe ser lo excepcional, sino lo habitual en la vida cristiana: estar mucho tiempo con el Señor en la custodia. Ahí crecemos en la fe, esperanza y caridad, y viendo a Cristo ofrecido, nos ofrecemos a él.

    Un beso.

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  3. Con la dinámica de la vida moderna la adoración ha pasado a ser una desconocida. Es curioso, pero cuando se adora se tiene consciencia de la cercanía de Dios. Mientras el planteamiento de la oración normal nos predispone a sentir que existe una distancia mayor con Dios.

    Que Dios les bendiga. Unidos en oración :)

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  4. Pues yo cuando me siento frente al Santisimo sin necesidad de decir nada. Experimento como todo mi ser se queda en paz el tiempo que estoy alli, no tengo nada que hablar, nada que decir, que rezar. Le digo Señor vengo ha hacerte compañia, tu diras. A veces habla otras simplemente me libera de todo mi dolor y mis tristezas.
    Un abrazo para todos.

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  5. La adoración en una necesidad vital en mi vida.
    Como el comer o el beber.
    Donde haya una adoración, si mis necesidades, me
    lo permite allá voy.
    Allí, ante Jesucristo VIVO......
    Unidos en oración. Dios les bendiga.

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  6. He querido decir responsabilidades.
    ¡Gracias don Javier!

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  7. Miserere:

    A mí, por lo menos, ver al Señor en la custodia y poder orar tranquilamente ante Él, me parece la máxima Presencia y Cercanía de Cristo. Es una gozada.

    Mento:

    Es genial. No se trata de hacer muchas cosas ante el Señor, sino recibir de Él lo que quiera darnos. Es aprender un día y otro a ofrecernos con Él, vivir con Él, amar como Él.

    Marián:

    Es que al lado de Cristo-Eucaristía es donde se aprende todo. Allí se ama con Cristo y se intercede con Cristo.

    *****

    Ojalá todas estas catequesis nos ayuden a vivir una espiritualidad de la adoración más firme y más sólida, y a quienes no hayan hecho mucho su rato de adoración se animen a vivirla.

    También a las parroquias -en general-: verán muchos más frutos de vida cristiana si la adoración eucarística se potencia semanalmente durante varias horas.

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  8. Querido don Javier,
    a mi hija Julia, de 9 años, le hace mucha ilusión escribirle hoy un comentario sobre este tema. Ella misma se sienta al teclado, y lo escribe, yo sólo arreglo un poco la ortografía y ni quito ni pongo nada.

    Hola don Javier :
    Encantada de conocerte, mi papá ya me ha dicho que estábais hablado de cuando estamos con Jesús en el sagrario. Yo cuando la misa acaba me quedo con Jesús un rato y me da una sensación especial, una sensación que no tengo ni cuando me compro algún juguete que me gusta mucho, ni cuando estoy con mis amigas pasándolo bien.

    Esta sensación la tengo cuando acaba la Misa, se apagan algunas luces, y estoy sola con Jesús en el sagrario. Cada vez que estoy con Él no quiero hacer nada, solamente escucharle, y si te digo la verdad esto es lo más bonito del mundo. Bueno, adiós, padre.
    P.D. de mayor quiero ser monjita de clausura como Santa Teresita

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  9. ¡Hola Julia!

    (Hola Julia y papá).

    ¡Me has emocionado!

    Mira Julia; cuando vamos creciendo a veces no nos damos cuenta de lo bien que se está con Jesús y pensamos que se está mejor con otros amigos, con otras personas, con otras distracciones. Pero no: Tú ya lo has descubierto, lo mejor es estar con Jesús.

    Quédate siempre cerquita de Jesús en el Sagrario, ahora y para siempre.

    Yo también con tu edad -hace ya bastante- descubrí lo bueno que es estar así con el Señor y escucharle. Desde entonces el sagrario es para mí como un imán que me atrae.

    Dices que quieres ser carmelita: es una vocación hermosísima. ¿Sabes que quieren las carmelitas? ¡Rezar por las almas y muy especialmente por los sacerdotes! Así que ya desde ahora empieza a vivirlo así, ¿vale?: reza por todas las personas, especialmente por los que no conocen ni quieren a Jesús, y reza mucho por los sacerdotes.

    Un besazo. Escribe siempre que quieras. ¿Sabes que eres la más pequeña de esta comunidad? Pues entre todos te cuidaremos y también rezaremos por ti.

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  10. Esto es para Julia:
    Hola belleza; hermosas tus palabras, continúa hablando con Jesús como lo haces y yo rezaré por ti para que siempre puedas acompañarle.

    Padre Javier, que hermosa demostración del amor de Dios a su labor, su servicio.
    En mis oraciones presentes.

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  11. Hola querido don Javier, muchas gracias por escucharme, de vez en cuando te escribiré con la ayuda de mi papá. Tus palabras son preciosas, las he leído cuatro veces o más y también se las he leído a mis hermanas, sobre todo a la más chica, Teresita.

    A Jesús le gustan los sacerdotes como tú, porque así no se siente solo. Te mando un beso.

    Hola María Auxiliadora, gracias por tus palabras, voy a rezar mucho por ti y cuando sea monjita le pediré al Señor que te beneficie con todos los sacrificios que voy a hacer.

    JULIA y PAPÁ

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  12. ¡Hola Julia!

    No me tienes que dar las gracias por escucharte; como sacerdote soy padre, también de las almas pequeñas como tú, y como padre te escucho con todo el cariño que puedo.

    Escribe siempre que quieras y que tu papá vea bien. Ya sabes que este blog es una familia en Internet, que intentamos aprender todos, y ser buenos amigos de Jesús. Como es una familia, tú también formas parte de ella: eres nuestra pequeña, y te vamos a querer y rezar por ti. ¡Hasta mi madre reza ya por ti!

    Tú no te olvides de todos nosotros y pide por nosotros a Jesús. Necesitamos que reces por nosotros para ser santos y que nos parezcamos de verdad a Jesús, vivamos como Jesús, queramos a los demás como Jesús los quiere.

    Si necesitas algo, lo dices, que aquí estaremos. Y te acompañaremos siempre.

    Yo también te mando un beso. Y mi bendición como sacerdote (y a tus hermanas más pequeñas)+.

    Por cierto, ¿sabes de dónde es María Auxiliadora? ¡De Venezuela! Fíjate que familia más grande tenemos.

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