En la Edad Media se empiezan a distinguir tres elementos, tres grados de profundidad de la Eucaristía, y los tres necesarios para su integridad:
1. Sacramentum tantum: el signo exterior (junto a los ritos del sacrificio, las especies de pan y vino)
2. Sacramentum-et-res: lo contenido bajo el signo, el mismo cuerpo de Cristo
3. Res et tantum: el fruto definitivo del sacramento, es decir, la unidad de la Iglesia.
Así como el pan significaba el Cuerpo de Cristo y el vino su Sangre, así también la Iglesia era significada en el pan consagrado y el vino símbolo de la caridad que aglutina el Cuerpo, “la sangre en donde reside la vida de ese gran Cuerpo” (De Lubac, Catolicismo, p. 71). La comunión eucarística es, por eso mismo, comunión eclesial; recordemos que corpus “mysticum” y corpus “verum” son, en cierto modo, intercambiables, y uno se ordena al otro y viceversa por aquel principio de De Lubac formulado en Meditación sobre la Iglesia: “la Iglesia hace la Eucaristía, y la Eucaristía hace la Iglesia”.
1. Sacramentum tantum: el signo exterior (junto a los ritos del sacrificio, las especies de pan y vino)
2. Sacramentum-et-res: lo contenido bajo el signo, el mismo cuerpo de Cristo
3. Res et tantum: el fruto definitivo del sacramento, es decir, la unidad de la Iglesia.
Así como el pan significaba el Cuerpo de Cristo y el vino su Sangre, así también la Iglesia era significada en el pan consagrado y el vino símbolo de la caridad que aglutina el Cuerpo, “la sangre en donde reside la vida de ese gran Cuerpo” (De Lubac, Catolicismo, p. 71). La comunión eucarística es, por eso mismo, comunión eclesial; recordemos que corpus “mysticum” y corpus “verum” son, en cierto modo, intercambiables, y uno se ordena al otro y viceversa por aquel principio de De Lubac formulado en Meditación sobre la Iglesia: “la Iglesia hace la Eucaristía, y la Eucaristía hace la Iglesia”.
Esta doctrina es corroborada por los ritos litúrgicos y por la misma eucología. Los autores tanto patrísticos como medievales coinciden, y ya es patrimonio eclesial, al decir que “es el “Sacrificio de la Iglesia”, “de toda la Iglesia”, pastores y fieles, presentes y ausentes en el cuerpo. Y todavía su fin es la unidad, pues es ofrecido para la Iglesia, para una Iglesia más vasta y más una; pro totius mundi salute” (Catolicismo, p. 74). Las ceremonias litúrgicas lo avalan y son acompañadas, muchas de ellas, por los liturgistas medievales, tan dados a lo simbólico-representativo, como Amalario o Durando de Mende.
Cita como primera ceremonia litúrgica el fermentum y su interpretación alegórica, y los usos orientales con el scyphus (o patena) donde se derraman algunas gotas del Sanguis. Incluso el mismo rito de la paz. Recordemos qué es el "fermentum": su origen histórico da el sentido, y este origen radica en el Papa que enviaba en los primeros siglos un trozo de la Hostia consagrada a los diversos "tituli" o basílicas romanas de la ciudad expresando cómo la Eucaristía presidida por los presbíteros en sus tituli estaban en comunión con el Papa. Como la Hostia consagrada era pan normal, ya duro, se mezclaba con el cáliz para que se esponjara y se pudiera tomar.
Pero además de las “ceremonias litúrgicas”, De Lubac acude en ayuda de los textos eucológicos romanos y también ambrosianos y mozárabes que expresan a las claras cómo el fruto supremo de la Eucaristía es la unidad de la Iglesia, la concordia. Destaca singularmente cómo en el Canon, en las plegarias eucarísticas más antiguas (como la de Hipólito o el texto de acción de gracias de la Didajé o una anáfora armenia) piden como fruto de la Eucaristía la unidad de la Iglesia en el contexto de la epíclesis, (invocación al Espíritu que realiza el sacerdote extendiendo en rito romano solemnemente las manos sobre la Oblata, el pan y el vino) pues es el Espíritu Santo que el que realiza la unidad:
“la Epíclesis, al igual que todo el sacrificio, pero de una manera más habitualmente explícita, está bajo el signo del Espíritu Santo. El Espíritu cuya operación divina ha preparado a Cristo su cuerpo de carne, interviene también en la confección de la Eucaristía para la formación de su cuerpo místico. Del mismo modo que se abatió como un fuego devorador sobre el sacrificio de Elías, consume las escorias que resisten a la virtud unificadora del sacramento. Y del mismo modo que descendióuna vez sobre los apóstoles no para unirlos en un grupo cerrado sino par aalumbrar en ellos el fuego de la caridad universal, así hace todavía el Espíritu de Cristo, cada vez que Cristo de nuevo se entrega para que sean reunidos todos los hijos de Dios que estaban dispersos. En ese Cenáculo que son todas nuestras iglesias, Pentecostés, al mismo tiempo que la Cena, se renueva” (De Lubac, Catolicismo, p. 80).Sería terrible una perspectiva individual de la Eucaristía, tejida de pietismo: ¡la res sacramenti, el fruto de la Eucaristía es la unidad de la Iglesia! ¡Sería terrible vivir y plantear la celebración eucarística como la reducción a un grupo cerrado, con sus gustos, de corte intimista! ¡Sería terrible, asimismo, considerar la comunión sacramental como una devoción o gusto personal, al margen de la existencia cristiana y la comunión eclesial en el mundo, viviendo al margen de la disciplina y la doctrina de la Iglesia e incluso haciendo alarde de ello!
Es un texto para subrayar y enmarcar y guardar en "mis favoritos", el que nos trae hoy de De Lubac. Al menos para mí, que nunca hasta ahora había leído o escuchado nada sobre el Espíritu Santo y su relación con la Misa. Habla de la epíclesis, el momento que yo considero más importante de la Misa, si se puede hablar así.
ResponderEliminar..."así hace todavía el Espíritu de Cristo, cada vez que Cristo de nuevo se entrega... En ese Cenáculo que son todas nuestras iglesias, Pentecostés, al mismo tiempo que la Cena, se renueva”
"Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en tí ...que también ellos sean uno en nosotros...Yo en ellos y tú en mí para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado..." Así ora Jesús por nosotros según san Juan. La unidad y caridad universal sólo la podemos llevar a cumplimiento en Cristo, en su Cuerpo y en su Sangre que al comulgar producen el milagro de su presencia real en nosotros.
ResponderEliminarFeliz y santo domingo ¡Qué Dios les bendiga!
¡Uy, uy! Cómo se nota el sábado y el domingo... pocos leen o, mejor, pocos comentan.
ResponderEliminarLa catequesis de hoy aborda un tema apasionante, conociendo un poco al autor, De Lubac.
aprendiz:
epíclesis y palabras de la consagración forman un todo, una unidad, porque el Espíritu Santo verifica las palabras de la consagración y obra el milagro de la transustanciación como en otro tiempo obró el milagro de la encarnación del Verbo.
La epíclesis es muy importante aunque pasa desapercibida: y en todos los sacramentos hay una epíclesis, una invocación al Espíritu Santo.
Julia María:
la Unidad es el milagro de la Eucaristía, formándonos en un solo Cuerpo, el del Señor.
A todos, pax +
En "Meditación sobre la Iglesia", esta bellísima e importante doctrina, en lenguaje bíblico-tradicional:
ResponderEliminar"La Iglesia es un misterio, lo cual equivale a decir que es también un sacramento. Además de ser la depositaria total de los sacramentos cristianos, ella misma es el gran sacramento que contiene y vivifica a todos los demás. Ella es en el mundo el sacramento de Jesucristo, de igual manera que el mismo Jesucristo es para nosotros, en su humanidad, el sacramento de Dios” (p.197).
Cristo es sacramento de Dios, como la Iglesia es sacramento de Cristo.
La Eucaristía edifica la Ciudad Celeste. Es sublime idea expresada asimismo por el Magisterio eclesiástico.
ResponderEliminarEnseña De Lubac la unidad de la Iglesia como efecto de la Eucaristía, que construye en cada Sacrificio Eucarístico la Ciudad Celeste en el no-lugar de cada altar.
Esa unidad de la Iglesia no puede de ningún modo desvincularse de la unión por gracia de cada cristiano con el Señor, pues esa unidad es confluencia mística en Cristo y la gracia es el vínculo sobrenatural, generado por el sacrificio expiatorio de la Santa Misa:
“Cada uno, uniéndose a El (Cristo), se encuentra por eso mismo unido a todos los que como él, Le reciben” (p. 149).
Una catequesis profunda para estudiar, y para aumentar nuestra piedad eucarística.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte
Buenos días don Javier. Me está gustando De Lubac.Un abrazo.
ResponderEliminarTodas estas cosas, tan bien expresadas por Henry de Lubac, creo que las podemos vivir y experimentar, los que tenemos la fortuna de vivir la Santa Misa diaria. Dónde hay una Misa bien vivida, el primer fruto es el fluir de la dulce Caridad entre todos los participantes, y no sólo a nivel superficial y aparente, sino de forma profunda y real.
ResponderEliminarUn fruto hermoso del Amor Divino.
Un saludo a todos.
:)
Como es un Misterio inagotable, la Eucaristía puede ser considerada desde muchos ángulos y perspectivas complementarias y no aisladas o inconexas entre sí.
ResponderEliminarLa perspectiva 'social' de la Eucaristía nos ofrece la visión de la Unidad de la Iglesia por la Eucaristía. Sacándonos del intimismo, al que hemos reducido todo, entramos en la perspectiva 'social' del Cuerpo del Señor y de su Cuerpo Místico, que es la Eucaristía.
Veréis que leer a De Lubac es siempre enriquecedor. Con él no sólo se aprende teología sanísima, sino también una vida espiritual y litúrgica de sólidos cimientos.
Os aconsejo que os acerquéis a De Lubac.
Y también que celebrar la Santa Misa y comulgar sea expresión real y auténtica de incorporación vital y santa a su Cuerpo (no sólo el "recibir al Señor" con ribetes intimistas).
pax!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn aspecto muy importante de la teología eucarístico-eclesióloga, tan necesario de recordar hoy día, y que resalta muy bien De Lubac,
ResponderEliminares que la Eucaristía edifica asimismo la estructura jerárquica de la Iglesia,
que no es una imposición arbitraria, sino que pertenece a la esencia misma de la Iglesia, al "orden unificador" de su socialidad.
Con su permiso, don Javier,
ResponderEliminarno me resisto a comentar algo más acerca de la socialidad de la Eucaristía.
Los problemas que existen en torno al declive de la Misa en la vida cristiana de muchos católicos se deben en gran parte a la individulización de la Eucaristía.
La importancia de considerarla como sacramento social, comunitario, dador de universalidad y por ello unificador, radica en que
la Liturgia, en su particularidad sacral, conduce a lo universal, por el carácter asimismo universal del acto redentor de Cristo-Liturgo.
Pero si la liturgia se individualiza y personaliza, se convierte en algo privado, incapaz de conducir a lo universal.
Por esto el nefasto principio de creatividad agudiza el individualismo y crea división, desune en lugar de unir. Los gestos inventados, las oraciones particulares escritas al propio gusto, las catequesis personales etc., individualizan la liturgia y son como una privatización de lo comunitario y universal de la Eucaristía.
Y la individualización de la Liturgia no es sino antieclesial, en definitiva, antisocial, y perjudica a los miembros del Cuerpo Místico de Cristo.
Un abrazo muy fuerte
Alonso:
ResponderEliminarSu explicación última me parece muy pertinente y a mí me sugiere muchas cosas, entre ellas, el trato mismo individualizado y subjetivo de la liturgia que corresponde, no a "la pastoral", sino a las causas a las que Vd. apunta.
Me sorprende, amigo, que se lee las catequesis varias veces, en distintos días, y sigue sacándole jugo. Gracias. Eso me hace sentir reconfortado porque me parece una señal de que el trabajazo de este blog ni es inútil ni estéril ni tiempo perdido.
pax.