jueves, 5 de noviembre de 2009

Año sacerdotal. ¡Totalmente de Cristo!

La identidad sacerdotal hay que afirmarla y considerarla no sólo desde el punto de vista teológico o sacramental, sino asimismo desde su vivencia espiritual. Son puntos especialmente enriquecedores. El sacerdote, con una clara vocación, identidad y conciencia, debe ser, sentirse, saberse y manifestar su ser sacerdotal; y ser sacerdote y mostrarse como sacerdote en todo momento, en cualquier circunstancia. Los hombres esperan que el sacerdote sea sacerdote de verdad, completamente sacerdote, sin ocultarse ni disfrazarse de los ropajes modernos y populistas. ¡Siempre y en todo sacerdote de Cristo!, ¡sacerdote que ama su ministerio, que está apasionado por Cristo, que ama entrañablemente a la Iglesia, que es solícito del bien de los hombres, que acompaña al hombre y lo remite a Cristo, punto de convergencia de las miradas y los corazones! Y entonces, “como sacerdote”, servirá a los hombres y será fiel a Cristo, a la Iglesia y a sí mismo.

El sacerdote
sólo tiene un objetivo en su vida: la gloria de Dios, el bien de las almas y la edificación de la Iglesia. Ningún otro objetivo ni interés; este empeño da unidad a su entrega. “Aunque la solicitud por la salvación de los demás sea y deba ser también tarea de cada miembro de la gran comunidad del Pueblo de Dios... sin embargo se espera de vosotros, Sacerdotes, una solicitud y un empeño mayor diverso que el del seglar” (Juan Pablo II, Carta Novo Incipiente, n. 5).

Los campos donde se ejercita el ministerio sacerdotal son tan distintos como variados los lugares y situaciones en que vive el hombre (y ningún ministerio es más importante o digno que otro: parroquia, colegios, enseñanza, predicación, estudio, hospitales...). La condición sine qua non es
vivirlo con el corazón pastoral de Jesucristo: “No obstante, en medio de estas diferencias, sois siempre y en todo lugar portadores de vuestra específica vocación: sois portadores de la gracia de Cristo, Eterno Sacerdote y del carisma del Buen pastor. No lo olvidéis jamás; no renunciéis nunca a esto; debéis actuar conforme a ello en todo tiempo, lugar y modo” (Id., n. 6).

Los pastores santos son canon.
Vivieron entre los hombres sólo como sacerdotes y al servicio de ellos. Las nuevas situaciones requirieron nuevas respuestas que se originaron desde el Evangelio, fue una respuesta original al Evangelio, fruto de la santidad y el celo pastoral. “No existe otra regla fuera de ésta para “estar al día” en nuestro tiempo y en la actualidad del mundo. Indudablemente, no pueden considerarse un adecuado “estar al día” los diversos ensayos y proyectos de “laicización” de la vida sacerdotal” (Id., n. 6).

Una gracia que hay que pedir: ser siempre, en todo, en cada momento, sacerdotes, plenamente sacerdotes, sólo sacerdotes. Sacerdotes que vibren con pasión por el Evangelio en su ministerio concreto, sacerdotes con gran amor a Cristo que le hagan presente allí donde se encuentren, sacerdotes con alma eclesial. Siempre en el mundo, pero sin ser del mundo ni mundanizarse.


Oremos:

"Señor Dios nuestro,

que para regir a tu pueblo has querido servirte del ministerio de los sacerdotes,

concédeles perseverar al servicio de tu voluntad,

para que, en su ministerio y en su vida, busquen solamente tu gloria"
(O Colecta, Misa por los sacerdotes).

2 comentarios:

  1. La fiesta por la oveja perdida. hace tiempo que descubrí la importate misión y la necesidad que tenemos de los sacerdotes. Cada día en mi oración petición especial por las vocaciones, tambien por la perseverancia y servicio de los sacerdotes.

    ResponderEliminar
  2. Mari Trini:

    A veces a los sacerdotes no se les valora en su ministerio (primer problema), simplemente quieren los fieles ciertos "caprichitos": la misa por mi difunto el día y la hora que yo quiero, el bautizo a la hora que a uno le place... y si no qué malo es el cura "que no tiene nada que hacer".

    Otras veces (segundo problema) los fieles buscan de entrada el cura simpático, el que no parece cura, un compadre de cervezas... Sólo que cuando necesitan un sacerdote de verdad, en ése no van a confiar y se encuentran solos.

    El ministerio es muy difícil: saber ser sacerdote, estar siempre como sacerdote, ser recto y flexible a un tiempo, ser hombre de Dios... Los fieles suelen tardar en descubrirlo y apreciarlo.

    Sigue rezando por los sacerdotes. Sigue, incansablemente.

    ResponderEliminar