miércoles, 16 de febrero de 2022

Iniciación al silencio (Silencio - I)



La dificultad para el silencio es evidente. No sólo nos falta educación interna para vivirlo, sino que estamos viviendo en un mundo ruidoso que ni favorece ni alienta el silencio, sino que, por el contrario, lo dificulta y no deja ver los beneficios de un fecundo silencio interior.



            Vivimos con ruido:

            “El progreso técnico, especialmente en el campo de los transportes y de las comunicaciones, ha hecho la vida del hombre más confortable, pero también más agitada, a veces convulsa. Las ciudades son casi siempre ruidosas: raramente hay silencio en ellas, porque siempre persiste un ruido de fondo, en algunas zonas también de noche. 

En las últimas décadas, además, el desarrollo de los medios de comunicación ha difundido y amplificado un fenómeno que ya se perfilaba en los años sesenta: la virtualidad, que corre el peligro de dominar sobre la realidad. Cada vez más, incluso sin darse cuenta, las personas están inmersas en una dimensión virtual a causa de mensajes audiovisuales que acompañan su vida desde la mañana hasta la noche. Los más jóvenes, que han nacido ya en esta situación, parecen querer llenar de música y de imágenes cada momento vacío, casi por el miedo de sentir, precisamente, este vacío. 


Se trata de una tendencia que siempre ha existido, especialmente entre los jóvenes y en los contextos urbanos más desarrollados, pero hoy ha alcanzado tal nivel que se habla de mutación antropológica. Algunas personas ya no son capaces de permanecer por mucho tiempo en silencio y en soledad” (Benedicto XVI, Hom. de Vísperas con los cartujos, 9-octubre-2011).


¿Qué pretendemos, qué es necesario? ¡Formar en el silencio! 

“La formación litúrgica debería considerar tarea propia ayudar a que se dé este proceso interior, para que la comunión del silencio se convierta verdaderamente en un acontecimiento litúrgico y, por tanto, en un silencio lleno de contenido”[1].

Dedicaremos una serie amplia de artículo sobre los valores del silencio... hasta desembocar en el silencio en las distintas celebraciones litúrgicas.


[1] J. RATZINGER, El espíritu de la liturgia, en OC, vol. XI, 121.

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