Un hombre que sabe a dónde va y se ha trazado una meta, no teme los sufrimientos que se le presentan porque el fin es apetecible para él. Ese sufrimiento tiene un sentido en este camino. Las dificultades que se presentan para alcanzar algo deseable eran previsibles y se asumen, se integran en el recorrido. Lo duro y difícil es sufrir sin saber porqué, sin sentido.
“Y yo me atrevería a decir que no hay nada en el mundo capaz de ayudarnos a sobrevivir, aun en las peores condiciones, como el hecho de saber que la vida tiene un sentido. Hay mucha sabiduría en Nietzsche cuando dice: «Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo»" (Viktor Frankl).
El Espíritu Santo nos infunde el don de ciencia que nos permite conocer de modo sobrenatural, con una visión distinta, una visión de fe que siempre es más completa, de toda la realidad. Ello incluye el sufrimiento que vivimos.
El don de ciencia nos permite comprender el valor último y el sentido de aquello que sufrimos y nos causa dolor. Este don de ciencia nos revela el sentido del sufrimiento. Permite descubrir a Cristo mismo en nuestro sufrimiento y se ve con claridad cómo nuestro sufrimiento es participación en el sufrimiento del Redentor, hallando así consuelo y paz.
El sentido del sufrimiento es la comunión con la pasión de Cristo. Difícil de entender racionalmente, con la mera inteligencia, el don de ciencia nos da la comprensión verdadera y última de lo que vivimos.
"Es un gran consuelo para el alma piadosa pensar que Jesús es quien sufre en ella, quien se humilla en ella, quien es tentado y abofeteado en ella por el demonio, comolo fue en el desierto y en la Pasión. Así, todas las pruebas, sean las que sean, incluso las más humillantes, se hacen amables y deseables, no por ellas mismas, desde luego, sino por la ocasión que nos brindan de comulgar en la Pasión de nuestro Salvador" (RIAUD, A., La acción del Espíritu Santo en las almas, Rialp, Madrid 1998, 12ª ed., p. 124).
En las etapas de crisis y sufrimiento, ya sea sufrimiento físico, moral o espiritual, hemos de invocar al Espíritu Santo constantemente para que nos dé su don de ciencia y así saber vivir el sufrimiento, hallando su sentido en la comunión personal con Cristo.
- A la entrada, "Sobresaliente".
ResponderEliminar- En la Palabra, el versículo del salmo responsorial de hoy, "Bendito sea Dios, que nos ha devuelto la vida".
¿Se terminó ya la tesis? ¡Ánimo!
Saludos.
¡¡¡SIL!!!!
EliminarDios nos devuelve la vida cuando andamos casi muertos por el pecado, o físicamente muertos. ¡Qué bondad tiene el Dios de la vida, Dios de vivos y no de muertos!
¿La tesis? Estoy con el capítulo IV. He terminado 54 folios de un análisis bíblico y hay que seguir con otros análisis. Ahora estoy preparando los apuntes para las asignaturas que daré este año y escribiendo artículos. Espero que todo eso esté acabado a finales de agosto y de septiembre en adelante sólo sea redactar tesis.
Más tarde o más temprano todos sufrimos y tenemos así la oportunidad de ofrecernos a Dios en comunión con Cristo.
ResponderEliminarRealiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza (de las antífonas de Laudes)
Julia María:
EliminarPensando, como san Ignacio, que en los tiempos de consolación hay que pensar en la desolación, y viceversa, esta catequesis del blog pretende ser educadora para cuando venga cualquier sufrimiento (físico, moral o espiritual) que lo sepamos vivir, ofrecer, siempre en comunión con Cristo.
"Comunión personal con Cristo" es como darnos cuenta que nos ayuda a llevar la cruz. Me he dado cuenta que mi sufrimiento el cual en ocasiones he podido catalogar de insoportable, no es absolutamente nada comparado con el de otros. He dado gracias por mi cruz llevadera.
ResponderEliminarMaría Auxiliadora:
EliminarEs legítimo y natural pensar que el sufrimiento de uno es mayor que el de nadie... Porque el sufrimiento, además, tiene resonancias distintas según sea la persona. Lo que para uno no es nada, para el otro es todo un dolor y quebrantamiento.
El Señor nos da gracia para llevar la cruz. Y en comunión con Cristo es unirse a Jesús crucificado siempre.
Un abrazo!