miércoles, 17 de noviembre de 2010

Testigos que testimonian

En línea con la Deus caritas est, el papa Benedicto XVI en Santiago de Compostela volvía a lo esencial del cristianismo, aquello mismo que tal vez hemos recubierto de tantas cosas que lo hemos perdido de vista.

Vamos entonces al centro de las cosas.
¿En torno a qué gira todo?


El cristianismo es la Persona misma de Cristo: ha venido al encuentro del hombre y lo ha salvado y redimido, lo ha agraciado y derramado su Espíritu, entablando amistad con el hombre. Esto fue lo que impactó a los primeros testigos, apóstoles y discípulos, y viéndolo Resucitado, comprendieron el alcance de su Persona y sus Palabras, testimoniándolo ante los hombres.

En la Deus caritas est -que en la columna de la derecha del blog aparece como un principio que sustenta este blog-catequesis- el Papa decía de manera sublime:

"Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva" (Benedicto XVI, Deus charitas est, n. 1)

Este principio y fundamento lo expresa con la palabra "testimonio" en la homilía de Santiago:
"Una  frase de la primera lectura afirma con admirable sencillez: «Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor» (Hch 4,33). En efecto, en el punto de partida de todo lo que el cristianismo ha sido y sigue siendo no se halla una gesta o un proyecto humano, sino Dios, que declara a Jesús justo y santo frente a la sentencia del tribunal humano que lo condenó por blasfemo y subversivo; Dios, que ha arrancado a Jesucristo de la muerte; Dios, que hará justicia a todos los injustamente humillados de la historia.
«Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen» (Hch 5,32), dicen los apóstoles. Así pues, ellos dieron testimonio de la vida, muerte y resurrección de Cristo Jesús, a quien conocieron mientras predicaba y hacía milagros. A nosotros, queridos hermanos, nos toca hoy seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio. No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos. Así imitaremos también a San Pablo que, en medio de tantas tribulaciones, naufragios y soledades, proclamaba exultante: «Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que esa fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros» (2 Co 4,7)" (Benedicto XVI, Homilía en Santiago de Compostela, 6-noviembre-2010).
El Papa nos recuerda que el cristianismo es una acción de Dios, una gesta divina; esto amplía el horizonte mental que tal vez se haya forjado: el cristianismo no es mera acción humana que se pueda convertir en un fruto o resultado de esfuerzos y compromisos, planes pastorales, normas de vida u objetivos pastorales; el cristianismo no es la empresa de la voluntad humana que busque algo bueno, o que luche por las transformaciones sociales-revolucionarias o, en su vertiente humanitaria, que busque la promoción de los hombres y ofrecer determinadas prestaciones al desarrollo... Es decir, el cristianismo ni es filantropía, ni es ideología, ni es fuerza revolucionaria, ni es un moralismo, ni es la oferta de servicios sociales. No nos hemos dado a nosotros mismos el cristianismo.


"En el punto de partida de todo lo que el cristianismo ha sido y sigue siendo no se halla una gesta o un proyecto humano, sino Dios": Dios ha tomado la iniciativa y ha generado una corriente de vida y santificación en el mundo, llamado cristianismo. Y... ¡cuántos proyectos en la Iglesia, en las parroquias, en los grupos, son simplemente acciones humanas, filantrópicas, con poca visión de fe! ¡En cuántas ocasiones hemos rebajado el cristianismo a lo humanitario, despojándolo de la Gracia y de la Vida!

Los apóstoles fueron testigos de esta corriente de Vida que era Cristo mismo, quedaron impactados por la Belleza del Misterio, abrazaron a Cristo, gozaron de Él Resucitado y dieron testimonio. ¡Cristo llenó sus corazones! ¡Los transformó! Y ellos dieron testimonio del Señor Jesucristo.

¿Y nosotros?

A nosotros "nos toca hoy seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio": para este mundo hoy y ahora, nosotros, sus discípulos, habremos de vivir la experiencia, siempre nueva, de conocer al Señor cada día más (oración y formación, formación y oración) y, en segundo lugar, dando un testimonio "claro y valiente de su Evangelio", sin complejos, ni miedos, ni tibieza, ni medianías, en esta situación cultural en la que vivimos.

¿Por qué?

Porque Cristo y su Evangelio son el mayor tesoro. "No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos": ¡Sí, el mayor tesoro, dice el Papa! Lo primero es mostrar a Cristo y su Evangelio, y es lo mejor y más preciado que podemos entregar: más que moralismo, más que proyectos, más que cualquier otra cosa. 

¿No estaremos fabricando muchas veces un "cristianismo sin Cristo", sustituido por lo humano-filantrópico?

Ahí están las palabras del Papa, orientadoras, correctivas, seductoras.


3 comentarios:

  1. Hola D. Javier, usted da en el clavo. Sobre el centrado papal. El origen del sistema de referencia sólo puede ser Dios mismo. 3/4 partes necesitan encontrarse con Cristo, 1/4 no perderlo de vista y llevar con paciencia a esas 3/4...al encuentro.
    Mi vida está en Cristo.No quiero a hablar de nuestra Madre, pero sabe que no es fácil encontrar un S A C E R D O T E digno de rebaño.Cada día me agrada más leer sus entradas, porque no tengo que estar a la defensiva o expulsado, aquí hay sólida doctrina y salgo enriquecido en el tesoro que no se corrompe, en formación contínua, tengo que seguir voceando su blog.

    ResponderEliminar
  2. NIP:

    Para mí es fundamental (en mi pensamiento, en mi espiritualidad, en mi predicación...) la categoría "encuentro"; este encuentro responde a la verdad del corazón y se constituye como un acontecimiento de Gracia. Todo a partir de ahora queda iluminado de una forma distinta.

    Me alegra que se entusiasme con el blog. Pero queda advertido: no se entusiasme con el sacerdote que lo escribe (por si acaso le decepciona, por si acaso no llega a la altura de la medida de Cristo en su plenitud).

    ResponderEliminar
  3. Dice: "¿No estaremos fabricando muchas veces un "cristianismo sin Cristo", sustituido por lo humano-filantrópico?"

    Cierto.

    En efecto, el problema de muchos, muchos católicos de hoy en día es que han dejado de creer en la Redención de Cristo. Centran su cristianismo en solidaridades. Sin embargo, sólo la Gracia salva, sólo las obras en Gracia aumentan la gracia y prefiguran la gloria. Por muchas obras fraternas que se hagan, no por ellas conseguimos la salvación, pues ni la ley ni la naturaleza justifican, como enseña el Concilio Tridentino, sesión VI.

    Sólo nuestras obras en Gracia son fruto de salvación, pues nos aplican los méritos del Señor.

    De acuerdo con el artículo.

    Respecto a lo de dar testimonio, es cierto. Y no sólo debemos dar testimonio, sino darlo en Él, transformándonos en Cristo por la Gracia, alter Christus, ipse Christus. Así el testimonio lo dará Él, a través nuestra. En esta identificación el papel del sacerdote es crucial, como dispensador de la Gracia Transformante.

    Enhorabuena por el blog. Me parece magnífico.

    Dios le bendiga

    ResponderEliminar