miércoles, 24 de noviembre de 2010

Necesidad de belleza

Sabemos que no es la primera vez que el papa Benedicto XVI habla de la belleza. Es, para él, un tema recurrente por necesario. Y lo es, porque, entre otras cosas, ha bebido de los trabajos de Von Balthasar que ofrecía el acceso a Dios y la Verdad revelada en forma de Belleza que seduce y atrae revelándose así la Gloria de Dios; y que Balthasar, genial teólogo, ofrece su "estética teológica" como un método hondo y precioso, no esteticista, para toda la dogmática.


La belleza es un atributo de Dios mismo, una cualidad esencial de su Ser, mostrándose así, para atraer el corazón de los hombres. El camino de la belleza, la via pulchritudinis, es un acceso privilegiado a Dios mismo. Lo que sea bello en sí mismo va unido indisolublemente a la Verdad y al Bien.

El Papa, en Barcelona, señalaba y recordaba:

"E hizo [Gaudí] algo que es una de las tareas más importantes hoy: superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza. Esto lo realizó Antoni Gaudí no con palabras sino con piedras, trazos, planos y cumbres. Y es que la belleza es la gran necesidad del hombre; es la raíz de la que brota el tronco de nuestra paz y los frutos de nuestra esperanza. La belleza es también reveladora de Dios porque, como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad y arranca del egoísmo" (Benedicto XVI, Homilía en la basílica de la Sagrada Familia, Barcelona, 7-noviembre-2010).

La verdadera belleza se origina en Dios. El mundo queda transfigurado por la belleza de Dios y esta belleza de Dios embellece y hermosea las cosas. Lo que es bello en sí, entonces, es bueno, y nos remite a Dios y nos eleva a Dios. Lo que no es bello, sino artificioso, retiene al hombre en sí mismo, en las cosas, sin elevarse ni trascenderse.
La gran necesidad del hombre es la belleza; sin ella, nada se puede vivir; sin ella, la esperanza se pierde. Es la belleza de un abrazo o de un gesto de ternura o misericordia, es la belleza de la música que envuelve o de la arquitectura que revela al hombre su pequeña estatura y tiende a situarlo en el misterio; es la belleza de la pintura o de la escultura que revela el "algo más" que el corazón desea y busca; es la belleza de la creación entera que descubre al hombre el orden del Creador y su grandeza...

La gran necesidad del hombre es la belleza.

Pero esta belleza se disuelve y se pierde ante el arte que desde hace mucho ya es simplemente "arte de consumo"; la música de hoy lejos de elevar al hombre y despertar en él lo más noble de su alma, es una música de ruidos (contradictoria en sí misma); la arquitectura busca sólo lo funcional y lineal; la pintura es el absurdo de la angustia; el cine deja de ser obra de arte bella para ser transmisión de ideología y de la miseria moral, mostrando al hombre en el drama de su existencia, llevado por sus pasiones y contradicciones, por su bajeza y limitación (¡¡y a todos estos los llaman "los intelectuales del mundo de la cultura"!!).

Todas estas creaciones no son ni obras de arte ni son bellas; han dejado la belleza para mostrar un nihilismo aterrador, que provoca angustia y decepción, situando al hombre a ras de tierra, aferrado a lo que es y tiene sin desear lo verdadero, aquello para lo que está hecho su corazón.

La Iglesia siempre cuidó las artes como expresión de la belleza embriagadora que eleva al hombre a Dios: ahí está todo el patrimonio cultural de la Iglesia para demostrarlo, la música para la liturgia, los templos para el oficio divino. Renunciar a seguir hoy cuidando la belleza y mostrando la belleza y potenciando la belleza en sus obras, en su liturgia, en su arquitectura, en su vida y obras de misericordia, es renunciar a lo más básico y necesario.

No olvidemos nunca que seguimos y amamos a Aquel que cantamos "eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia" (Sal 44), a quien decimos: "Esplendor y belleza son su obra".

Intentemos responder a esta gran necesidad de belleza para el hombre en la Iglesia.

Hecho el planteamiento teórico (los comentarios seguro que sacarán más jugo a las palabras del Papa), planteemos: ¿cómo cuidar y potenciar la belleza en la Iglesia, y desde la Iglesia al mundo? ¿Qué piensan? ¿Qué proponen?

10 comentarios:

  1. Hola D. Javier:

    Lo bello siempre trasciende. Antiguamente se le llamaba el "genio" del artista, y es precisamente la clave de la obra, de cualquier obra, máxime si es religiosa. La inspiración, porque más allá de parecer ser un movimiento nacido del hombre, lo es del Espíritu que lo habita, es un movimiento de Cristo en nosotros, que muy bien no sé explicar cómo obra en uno, pero que por la belleza del resultado se manifiesta, trascendente, hay obras, no sólo religiosas, que llevan la huella del autor, aún sin firma, no quedan ignotas. Todos sabemos que los iconos se pintan en oración y muchos de ellos de rodillas en un monasterio en el silencio de Dios, las obras que participan son también realizadas en ese silencio interior del artista, del escultor, del arquitecto, del compositor. A menudo todo el soplo de Dios viene de golpe, florece en el alma y apresuradamente se escribe en la partitura o pincelan los rasgos o se crea el espacio. Los autores deben venir aquí a la Catequésis, leer la Palabra y directrices de nuestra madre Iglesia y estar en comunión, formar parte viva del Cuerpo.

    Sobre lo que hay; se reduce a invertir plata y no sobra, tiempo del que escasea y explicar-implicar para su conservación y cuidado al pueblo cumplidor, cumplidor de sentarse atrás que ya es estar dentro, y al horror retirar y quemar -no me olvido que en muchas obras la Iglesia ha orado, consagrado, dedicado con un librito específico según que objeto sea y de quién se trate, sería interesante saber algo de ello...-


    [En estas navidades voy a tener que excederme en el ahumado y aplicarme a fondo en una "Operación Salmón" remontando el blog, volviendo al origen. Raíz, radix, todas las 519 radicales.]

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  2. "El mundo queda transfigurado por la belleza de Dios y esta belleza de Dios embellece y hermosea las cosas".

    No he podido dejar de acordarme de los versos de S. J. de la Cruz:

    Mil gracias derramando
    pasó por estos sotos con presura
    y yéndolos mirando
    con sola su figura
    vestidos los dejó de hermosura"

    Cuando nuestra generación haya pasado, otras generaciones seguirán estremeciéndose al leerlos, o al contemplar la Sagrada Familia y seguirán sintiéndose atraidas a la búsqueda de Dios.

    Pero es cierto que la tendencia actual va en otra dirección: parece que en lugar de buscar la belleza, los artistas buscan la originalidad y el llamar la atención como sea, aunque sea a base de exaltar lo feo.
    El otro día me dí cuenta de que las preciosas iglesias de Madrid y alrededores de hace unos siglos, son fácilmente distinguibles de cualquiera otras de cualquier parte del mundo: sus características torres de pizarra negra con su forma peculiar y sus fachadas de piedra. Viendo su foto, uno las ubica en seguida.

    En cambio, las que se vienen construyendo actualmente no conservan ningún rasgo característico. Podrían haberse construido en cualquier lugar del mundo. Parece algo así como "la globalización en el arte", que quizás no sea lo deseable.

    Y por último: la Iglesia debe potenciar la belleza desde la austeridad porque en los templos está Cristo sacramentado pero, el templo también somos cada uno de los cristianos que debemos tener una vida digna.

    Perdón por la extensión.

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  3. "eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia" (Sal 44)
    Esta belleza de Jesucristo nos cautiva al verlo en la cruz, llevando en su cuerpo todas la transgresiones de los hombres, perdonando a todos, derramando su Amor.
    Esta belleza salva al mundo. Encontrar este Amor misericordioso cambia la vida. Ya no se puede más que vivir para Él y llevarlo a los demás a través de la música, del canto, de la pintura, de la arquitectura...y de todo lo que se hace...El sólo paso de un cristiano hace presente este Amor, esta belleza.
    "desde los palacios de marfil, las cítaras cantan par ti, hijas de Reyes son tus favoritas. A tu derecha está la Reina en oro de ofir".
    Caritas Christi urget nos.
    El amor de Cristo nos apremia al pensar, que si uno murió por todos, todos por tanto murieron. Y murió por todos, para que los que viven, no vivan más para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

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  4. NIP:

    Perfecto. De acuerdo. Por cierto me sorprende su elegante forma de escribir; ingeniosa, incisiva.

    Cuidado al remontar el río de todos los artículos aquí publicados; a ver si el salmón se va a cansar de ir tanto río arriba. Lo digo por su salud mental....... no quiero ser causa de una quiebra.

    Aprendiz:

    Es verdad que antes cualquier iglesia (por su arquitectura) tenía unas características exteriores que la identificaban y nos permitían situarlas. Hoy, a veces, ni el campanario tienen. No estoy en contra, ni mucho menos, de la arquitectura contemporánea, pero me gustaría que fuese elegante (no simplemente original), bella, apropiada.

    Desde Sevilla:

    ¡¡Cierto!! No puedo añadir nada más.

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  5. D. Javier, preciosísimo su texto. ¡Qué envidia tener esa preparación!
    Tengo preparada una entrada, que quizás le de salida ahora, para enlazarla con la suya sobre la belleza. He vivido muchas experiencias de todo tipo.

    Todas las intervenciones geniales. Matrículas de honor.
    Al de Sevilla le diría que abriese un blog que lo seguimos con mucho interés. Le he copiado algo que puso el otro día precioso. Que se anime. ¡Anímese!

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  6. Aprendiz:

    Remato el comentario. San Juan de la Cruz glosa el verso "Y vámonos a ver en tu hermosura" con una deliciosa composición:

    Y vámonos a ver en tu hermosura.
    Que quiere decir: hagamos de manera que,
    por medio de este ejercicio de amor ya dicho,
    lleguemos hasta vernos en tu hermosura
    en la vida eterna.
    Que de tal manera esté yo transformada
    en tu hermosura,
    que, siendo semejante en hermosura,
    nos veamos entrambos en tu hermosura,
    teniendo ya tu misma hermosura;
    de manera que, mirando el uno al otro,
    vea cada uno en el otro su hermosura,
    siendo la una y la del otro tu hermosura sola,
    absorta yo en tu hermosura: y así,
    te veré yo a ti en tu hermosura,
    y tú a mí en tu hermosura,
    y yo me veré en ti en tu hermosura,
    y tu te verás en mí en tu hermosura;
    y así parezca yo tú en tu hermosura,
    y parezcas tú yo en tu hermosura; y así
    seré yo tú en tu hermosura,
    y serás tú yo en tu hermosura,
    porque tu misma hermosura será mi hermosura;
    y así, nos veremos el uno al otro en tu hermosura" (CB 36,5)

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  7. Gracias don Javier, es una preciosidad:
    ...siendo la una y la del otro tu hermosura sola..

    Sí, ésto será en la vida eterna en plenitud, pero comienza ahora en los sacramentos, en la oración, etc.
    Aprovecho para decirle al que escribe "desde Sevilla" que también me ha gustado mucho su entrada. Ojalá ocurriera siempre como él dice:... El sólo paso de un cristiano hace presente este Amor, esta belleza. Realmente, así es como debería ser, deberíamos traslucir Su belleza ..."porque tu misma hermosura será mi hermosura"... "y así parezca yo Tú en tu hermosura"... Aunque mucho me temo que alguno estemos a años-luz...

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  8. Dice SS Juan Pablo II:

    "La belleza es clave del misterio y llamada a lo trascendente. Es una invitación a gustar la vida y a soñar el futuro. Por eso la belleza de las cosas creadas no puede saciar del todo y suscita esa arcana nostalgia de Dios que un enamorado de la belleza como san Agustín ha sabido interpretar de manera inigualable: «¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!»"

    y lo dice en la "Carta a los artistas" de 1999 (http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/documents/hf_jp-ii_let_23041999_artists_sp.html).

    IM PER DI BLE.

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  9. Cierto séneka:

    en dos palabras: IM PRESIONANTE. (JE,JE)

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  10. Certera reflexión sobre la belleza...

    Todavía sacaré fuerzas para ver una buena película, según uso y costumbre de un servidor, pero su meditación sobre la belleza, hermano sacerdote, me estimula para tenerla presente luego, cuando haga oración en la cama, provisto de una luz frontal -¡como si pareciera un rabino o así!-, con el Evangeliario y mi libro de oraciones en el regazo...

    Saludos. Salud y paz.

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