domingo, 21 de noviembre de 2010

El Señor reina, ¡venga a nosotros tu reino!

El año litúrgico -como la vida misma- termina mirando a Cristo, el Señor, el Rey vencedor, al final de los tiempos, porque todo fue creado por Él y para Él, todo culmina en Él. La historia halla su clave de sentido en Cristo, Señor y Rey del Universo y de todas las cosas.

La liturgia de hoy encamina nuestros pasos a Cristo, orienta nuestro caminar hacia la meta: hacia Él, que tiene las llaves de la muerte y del abismo, al que Es y era y viene.

¡Hermoso día de esperanza! La victoria final es de nuestro Dios; las fuerzas del mal y del pecado en la historia, el odio y la mentira, son derrotados porque vence el Señor.

La preciosa oración colecta de hoy, entretejida de textos bíblicos, contiene el sentido del misterio de hoy.

Dios todopoderoso y eterno,
que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, 
Rey del universo,
haz que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado,
sirva a tu majestad y te glorifique sin fin.


Dios ha creado todo y lo ha cimentado en su Hijo. Todo fue creado por Él y para Él; Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo, porque ya desde el principio existía junto a Dios, todo fue hecho para Él y sin él nada se hizo.

Su Hijo muy amado, el predilecto, es el Rey del universo, porque el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante es recapitular en su Hijo todas las cosas del cieloy de la tierra, haciendo la paz del universo por su sangre en la cruz.

La creación ahora gime, aguarda la redención plena; pero mientras llega hay un desorden, hay esclavitudes, que la hacen gemir con dolores de parto. En Cristo Rey del universo, Alfa y Omega, Principio y fin, la creación se verá liberada del pecado y se entregará a los pies del Señor, sirviendo a su majestad y glorificándole sin fin: "Eres digno, Señor, Dios nuestro", "a Él gloria y alabanza por los siglos".

La preciosa oración colecta, digna de meditación personal y de asimilación interior, nos permite luego suplicar al Padre ese señorío de Cristo sobre todas las cosas aquí y ahora, ¡ya!. La petición del Pater noster , "Venga a nosotros tu reino", se despliega en las preciosas preces de Laudes de esta solemnidad, orientando y elevando nuestro espíritu:

Cristo Salvador, tú que eres nuestro Dios y Señor, nuestro rey y pastor, conduce a tu pueblo hacia los pastos de vida.

Buen Pastor, que diste tu vida por las ovejas, guíanos y nada nos faltará.

Redentor nuestro, que has sido establecido rey sobre toda la tierra, haz que sean recapituladas en ti todas las cosas.

Rey del universo, que viniste al mundo para ser testigo de la verdad, haz que todos los hombres reconozcan tu absoluta primacía.

Modelo y Maestro nuestro, que nos has trasladado a tu reino, haznos hoy santos, sin mancha y sin reproche en tu presencia.

4 comentarios:

  1. Amén.

    Origen, Palabra, Amor.

    Origen que se entiende.
    Palabra que actúa.
    Amor que se difunde.

    Somos templo que contiene la Palabra encarnada,
    por medio del Cuerpo y la Sangre que comemos.

    Y el Amor que nos hace uno con Él,
    nos hace semejantes al Hijo,
    para que vengamos a ser otras Palabras encarnadas del Padre, a mayor Gloria Suya.

    Obediencia al Amor.
    Obediencia al Señor.
    Obediencia a la Palabra que es fiel y no miente.

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  2. Tenemos a Cristo como Rey y a través del Adviento, aparece como tenue luz en el horizonte. Pronto el Sol aparecerá en toda su plenitud. Pronto el Rey estará presente en nuestra mesa.

    Dios bendiga D. Javier :)

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  3. Me ha encantado y me ha emocionado el canto de su primera homilía al Señor. Debe quererlo muchísimo para sentir y decirle tantos preciosos pensamientos.
    El Señor, también, vivirá en su alma encantadísimo de tener un hijo que lo ama tanto.

    Mil gracias y no cambie nunca.

    Que el Señor le bendiga y le cubra con su gracia.

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  4. Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

    Tú eres el Hijo único del Padre.

    Tú, para liberar al hombre,
    aceptaste la condición humana
    sin desdeñar el seno de la Virgen.

    Tú, rotas las cadenas de la muerte,
    abriste a los creyentes el reino del cielo.

    Tú te sientas a la derecha de Dios
    en la gloria del Padre.

    Creemos que un día
    has de venir como juez.

    Te rogamos, pues,
    que vengas en ayuda de tus siervos,
    a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

    Haz que en la gloria eterna
    nos asociemos a tus santos.

    Salva a tu pueblo, Señor,
    y bendice tu heredad.

    Sé su pastor
    y ensálzalo eternamente.

    Día tras día te bendecimos
    y alabamos tu nombre para siempre,
    por eternidad de eternidades.

    Dígnate, Señor, en este día
    guardarnos del pecado.

    Ten piedad de nosotros, Señor,
    ten piedad de nosotros.

    Que tu misericordia, Señor,
    venga sobre nosotros,
    como lo esperamos de ti.

    En ti, Señor, confié,
    no me veré defraudado para siempre.

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