miércoles, 16 de junio de 2010

Eclesialidad de la liturgia: ¡por favor, no tocar!


La dimensión eclesial de la liturgia ha de ser considerada una y otra vez como una nota característica para evitar los particularismos. La liturgia, con sus distintos ritos, evidencian la comunión del pueblo cristiano y la unidad de la Iglesia, y las creatividades, invenciones, arbitrariedades, distorsionan ese sentir eclesial de la liturgia reduciéndola al gusto de un grupo, de una comunidad, de una parroquia. ¡Cuánta diferencia hay en la celebración de la Eucaristía en una parroquia o en otra! Simplemente faltaría el sentido eclesial de recibir la liturgia como un don y un regalo que entrega la Iglesia y que vivimos agradecidos, con sentido de respeto, deponiendo la imaginación y la inventiva personal.

No sólo los ritos, las mismas fórmulas de oración, las plegarias litúrgicas (es decir, los textos eucológicos) son de la Iglesia y expresan la fe de la Iglesia; alterarlos o modificarlos pueden en ocasiones variar aspectos de esta fe de la Iglesia, apartándose de la ortodoxia.

La celebración litúrgica posee un sentido sagrado inherente; en la liturgia, en cierto modo, se reproduce el misterio de la zarza ardiente ante Moisés, y sólo podemos descalzarnos con respeto porque el sitio que pisamos es sagrado. El sentido de adoración, de veneración, de oración, de amor, debe impregnar el culto litúrgico, pero despojado del sentido sagrado –desacralizado, secularizado- la liturgia se convierte en aparato humano vacío e intrascendente.

Otra vez pongámonos a la escucha del papa Pablo VI, con la finura de su lenguaje, con la elevación de su pensamiento:

“Las fórmulas litúrgicas de oración no deben ser consideradas como asunto privado cuya incumbencia corresponde a los individuos, a la parroquia, a la diócesis o a una nación determinada, sino que pertenecen a la Iglesia universal y son la expresión viva e su voz suplicante. Por ello a nadie le es permitido cambiar estas fórmulas, introducir otras nuevas o sustituirlas por otras. Lo prohibe la misma dignidad de la sagrada liturgia, por cuya mediación el hombre se comunica con Dios, lo prohibe también el bien de las almas y la eficacia de la acción pastoral, puesta en peligro por semejante manera de proceder...

Mucho más nos preocupa la conducta de quienes se proponen despojar al culto litúrgico de su carácter sagrado y, por eso, erróneamente sostienen que no deben emplearse objetos y ornamentos sagrados, sino que éstos deben sustituirse por otros usados en la vida común y vulgar. Hemos de declarar que tales opiniones no sólo son contrarias al carácter auténtico de la sagrada liturgia, sino también al verdadero concepto de la religión católica” (Alocución al Consilium ad exequendam Constitutionem de sacra liturgia, 14-octubre-1968).

3 comentarios:

  1. Pedro Arroyo Gómez16 junio, 2010 12:44

    Cuanto echamos de menos esas Celebraciones cuidadosamente preparadas.
    Hoy todo vale con tal de atraer a los fieles, siendo el resultado al contrario.
    Aboguemos en nuestras Parroquias por unas Celebraciones preparadas, con un caracter verdaderamente sagrado y seguro que las disfrutaremos profundamente.
    Javier, sigue predicando la verdad del Evangelio con rigurosidad y rectitud, hay muchas personas que te seguimos y es lo único que practicamente tenemos.

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  2. Te responderé como el Señor:

    Eso es lo que os decía mientras estuve con vosotros.

    Que hoy todo valga con tal de atraer a los fieles, es de broma, porque, tú bien lo dices, el resultado es el CONTRARIO. Hay que pensar que quien busque a Dios con sinceridad puede salir corriendo asustado al ver muchísimas de nuestras celebraciones, Misas, Vigilias y demás: hay de todo, menos Fe y Presencia de Dios.

    Si la liturgia se cuidara de verdad, con esmero y profunda espiritualidad, las cosas funcionarían de otra forma.

    Un abrazo

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  3. Realmente padecemos de una profunda ignorancia de la liturgia. Para la mayoría de las personas, es una costumbre antigua sin más sentido que ser repetida hasta la saciedad por personas incapaces de mover una coma.

    Es evidente que si no la conocemos, no podemos amarla... pero para conocerla, es necesario saber que existe un maravilloso sentido en toda ella y tener la voluntad de formarse un poquito.

    Gracias por acercarnos ese conocimiento. Dios le bendiga D. Javier :)

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