jueves, 3 de junio de 2010

Año sacerdotal. El camino humilde del sacerdote


El camino sacerdotal no es otro sino el de Cristo: beber apurando el cáliz, compartir con Cristo la tarea redentora, no buscando medrar humanamente, sino vivir como Cristo, ser como Cristo.

Benedicto XVI, con la claridad expositiva y la hondura espiritual que le caracterizan, en diversas homilías ha abordado temas sacerdotales que no deben pasar inadvertidos, sino convertirse en un punto de interiorización para todos.

"Esta palabra "sube" (anabainei) evoca la imagen de alguien que trepa al recinto para llegar, saltando, a donde legítimamente no podría llegar. "Subir": se puede ver aquí la imagen del arribismo, del intento de llegar "muy alto", de conseguir un puesto mediante la Iglesia: servirse, no servir. Es la imagen del hombre que, a través del sacerdocio, quiere llegar a ser importante, convertirse en un personaje; la imagen del que busca su propia exaltación y no el servicio humilde de Jesucristo. Pero el único camino para subir legítimamente hacia el ministerio de pastor es la cruz. Esta es la verdadera subida, esta es la verdadera puerta. No desear llegar a ser alguien, sino, por el contrario, ser para los demás, para Cristo, y así, mediante él y con él, ser para los hombres que él busca, que él quiere conducir por el camino de la vida. Se entra en el sacerdocio a través del sacramento; y esto significa precisamente: a través de la entrega a Cristo, para que él disponga de mí; para que yo lo sirva y siga su llamada, aunque no coincida con mis deseos de autorrealización y estima. Entrar por la puerta, que es Cristo, quiere decir conocerlo y amarlo cada vez más, para que nuestra voluntad se una a la suya y nuestro actuar llegue a ser uno con su actuar" (Benedicto XVI, Homilía en las ordenaciones sacerdotales, 7-mayo-2006).

El sacerdote no busca subir, escalar, el “arribismo”: sino vivir como Cristo Buen Pastor dando la vida. No es un salteador que tenga que escalar una tapia, sino que se agacha empequeñeciéndose para entrar por la puerta estrecha que es Cristo.

"Tú has querido, Señor,
que tus sacerdotes sean ministros del altar y del pueblo;
te rogamos que... su ministerio te sea siempre grato
y dé frutos permanentes en tu Iglesia"
(Cf. O Ofrendas, Rito Ordenación de Presbíteros).

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