jueves, 6 de mayo de 2010

Año sacerdotal. Ser lo que se es por Gracia


La doctrina del Magisterio sobre el sacerdocio siempre ha sido clarísima, con solidez teológica, con principios espirituales y normas disciplinares que ayudaban a vivir y preservar esa realidad. Pero... a veces hemos sido los sacerdotes los que nos hemos dedicado a cuestionar nuestra propia identidad, mientras que el pueblo cristiano la tenía clara, y esperaba de un sacerdote, simplemente, que fuese, siempre y en todo, sacerdote.

“El presbítero debería saber actuar siempre en cuanto sacerdote. Él, como decía San Juan Bosco, es sacerdote tanto en el altar y en el confesionario como en la escuela o por la calle: en cualquier sitio. Alguna vez los mismos sacerdotes son inducidos, por circunstancias actuales, a pensar que su ministerio se encuentra en la periferia de la vida, cuando en realidad se encuentra en el corazón mismo de ella, puesto que tiene la capacidad de iluminar, reconciliar y renovar todas las cosas” (Instrucción, El presbítero, pastor y guía de la comnidad parroquial, n. 11).

¡Cuántas decepciones no habremos provocado! ¡Cuántos escándalos en personas sencillas!

Con las palabras de Benedicto XVI podríamos pisar tierra y darnos cuenta de qué es lo que esperan nuestros fieles de nosotros, a los que hemos de servir y amar como Cristo Pastor los sirve y ama.

“Los fieles esperan de los sacerdotes solamente una cosa: que sean especialistas en promover el encuentro del hombre con Dios. Al sacerdote no se le pide que sea experto en economía, en construcción o en política. De él se espera que sea experto en la vida espiritual... Ante las tentaciones del relativismo o del permisivismo, no es necesario que el sacerdote conozca todas las corrientes actuales de pensamiento, que van cambiando; lo que los fieles esperan de él es que sea testigo de la sabiduría eterna, contenida en la palabra revelada” (Discurso al clero, Varsovia (Polonia), 25-mayo-2006).

Nuestra identidad sacerdotal debe ser renovada y cuidada día a día:
  • La oración silenciosa y la adoración eucarística, aunque Jesús calle, frente al activismo que nos vacía.
  • La caridad pastoral que nos mueve a echar las redes mar adentro con los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
  • La Eucaristía diaria celebrada con amor al Señor, vivida, y en ofrecimiento de la propia vida.
  • La ascesis y el combate para ser coherentes, auténticos, sinceros: la unidad interior de vida.
  • El cuidado y vigilancia de la propia afectividad, que no se ata a vínculos humanos o ideologías o ministerios concretos; que ama a Cristo y vuelca la afectividad en Cristo, sabiendo que Cristo colma de amor, amistad y compañía el corazón de sus sacerdotes.
  • El estudio, la actualización de la teología, la formación: todo contribuye a que vivamos lo que somos.
"Oh Dios,
que enseñaste a los ministros de tu Iglesia a servir a los hermanos y no ser servidos;
te rogamos les concedas disponibilidad para la acción

y que en el humilde ejercicio de su ministerio perseveren siempre en la plegaria"

(O Colecta ad libitum, Rito Ordenación de Presbíteros).

4 comentarios:

  1. Y ¡cuántas oraciones les habremos regateado los laicos! En lo que a mi respecta, demasiadas, demasiado tiempo. Hago propósito de enmienda, de veras.

    ¿Qué tal la ceremonia de ordenación del domingo?

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  2. Gracias ,recemos por los sacerdotes.
    un abrazo
    adriana
    te invito a conocer mis blog
    movimientounidoporlapazdelmundo
    y los otros dedicados a la comunion de los santos, a la Virgen Maria, al corazon como morada de Dios,y videos catolicos.

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  3. Seneka:

    La ordenación del domingo en Madrid, bien; equívoco con el ritual, que estaba registrado para la ordenación de diáconos (¡no de presbíteros1) y en página equivocada. Un poco más y los vuelven a ordenar de diáconos omitiendo encima las promesas de ordenación. Despiste...

    Aproveché para vivirla y renovar mi propia ordenación, pidiendo intensamente el Espíritu Santo tanto para los que se ordenaban (2 de ellos, amigos), como para mí.

    Y este domingo, D.m., voy a las ordenaciones de Getafe, en El Cerro, porque uno de los ordenandos es más que amigo, un hermano. (Supongo que, como me pasó en el diaconado, me hincharé de llorar, emocionado. ¡Sensible que es uno!)

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  4. ¡Que lástima, leñe! Este domingo voy a la 1ª comunión de un sobrino, si no hubiera ido al Cerro (Getafe es mi diocesis, ya sabe).

    Feliz día. Encomendamos.

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