La vida cristiana está amasada por la oración y ahí adquiere textura, peso, medida y sabor. Es connatural al ser cristiano el hecho de ser orante.
Por eso, para avanzar en la vida cristiana, y para vivir la fe plenamente, desplegando sus riquezas en nosotros, la oración espiritual -llevada y guiada por el Espíritu Santo, culto en Espíritu y Verdad- robustece la fe, nos permite captarla, abrazarla, integrarla, afianzarla.
La fe es un camino de oración, porque la Verdad se contempla en diálogo con Cristo.
Para ser iniciado en la oración hay que descubrir bien qué es la oración y cómo se integra en el dinamismo de la fe y de la vida cristiana. La teología de la oración establece los sólidos fundamentos para vivir nuestra plegaria y comprender lo que en ella ocurre.
"Más allá de la sensibilidad, la oración es el encuentro de dos amores en la fe, 'aunque es de noche' para una infusión de amor, en lo secreto hasta la santidad.
Cantar del alma que se huelga de conocer a Dios por fe.
Qué bien sé yo la fonte que mane y corre,
aunque es de noche.Su claridad nunca es oscurecida,
y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche (S. Juan de la Cruz).