¿Por qué oramos?
¿Cuál debe ser el fin de nuestra oración?
San Agustín nos señala que hemos de orar pidiendo la perseverancia en el bien y el conocimiento del bien, no vaya a ser que por ignorancia obremos el mal u omitamos un bien posible. En definitiva, es una súplica de Gracia humilde al Señor.
Una de las claves en la teología agustiniana es la humildad. Por ella, la redención se ha realizado de manera que la soberbia ha sido desplazada por la humildad de Dios. La encarnación del Verbo y su muerte en la cruz son las grandes demostraciones del poder de la humildad frente al precipicio en que caímos por la soberbia.
En cualquier momento hemos de orar y pedir gracia al Señor, y hemos de pensar en lo que pedimos y cómo pedimos pero siempre con una confianza absoluta en Dios.
La ignorancia es siempre un mal, una carencia. Y posee la ignorancia raíces teológicas: o porque no se quiere conocer la Verdad o porque el pecado ha convertida en ciega a la razón, al intelecto. Sin embargo, Dios ama el conocimiento, ya que Él mismo es Logos, Sabiduría.
Si en el Padrenuestro Cristo nos enseñó siempre una condición, "como también nosotros perdonamos...", esta condición se cumple y se realiza en toda actuación divina como una ley inexorable. Nos dará gracia si nosotros también hemos dado gracia (perdón, misericordia, ayuda, etc.) a los demás.
Dios es el Bien Absoluto, el mayor Bien. Participamos de Dios si obramos el bien y, además, todos los bienes que recibimos son una referencia a Él, el sumo Bien.
La oración es esencialmente comunión. Dios desea tener comunión del hombre y el hombre necesita de la amistad de Dios.
ResponderEliminarY, al hilo del post, yo diría que ese necesidad de amistad del hombre con Dios, san Agustín lo llama el "deseo". ¡Qué bien trata del deseo cada vez que predica!
EliminarUn abrazo, amiga mía.