lunes, 3 de febrero de 2014

Salmo 90: Al amparo del Altísimo no temo...


El salmo de hoy, salmo 90, lo canta la Iglesia en el rezo de Completas, el domingo, cuando en el descanso nocturno se pone en las manos de Dios. Este salmo es una plegaria de absoluta confianza en el Señor, un salmo de intimidad con el Señor, sabiendo que pase lo que pase, o mejor, viniendo los peligros que pudieren venir, el Señor nos protege. Es el Señor el que vela por nosotros.
Así es Cristo el primero el que reza este salmo; como siempre, en primer lugar la lectura cristológica del salmo; es Cristo el que reza: “Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: Refugio mío, alcázar mío, Dios mío confío en ti”. Reconocemos aquí la voz de Cristo que confía plenamente en el Padre; Cristo vive su relación con Dios Padre encontrando en Él su refugio y su alcázar y, por tanto, confiando siempre en Él. La fe es siempre confianza, la fe es depositar nuestra vida en las manos de alguien que no somos nosotros, que son las manos de Dios.  “Refugio mío, alcázar mío, Dios mío confío en ti”.

    La Iglesia le dice a Cristo: “Él –el Padre- te librará de la red del cazador, de la peste funesta”. La red del cazador hace referencia a otro salmo, el salmo 10, donde se habla de cómo han tendido una red los malvados. El demonio es el malvado, el pecado. Dios librará a Cristo de la red del cazador, el demonio no podrá con Cristo. Cristo no se quedará en la muerte, Cristo resucitará.  

“Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás. Su brazo es escudo y armadura”. También el lenguaje de los salmos utiliza esa figura de las alas, del águila, que con las plumas cubre a los polluelos para que nos les pase nada. Así es de tierno Dios con nosotros, así es el Padre con su Hijo Jesucristo. Por eso, “no temeré el espanto nocturno”, la noche siempre infunde temor, terror, es siempre recuerdo de la muerte; el día, la luz, la vida; la noche, la oscuridad, la muerte.

    Por eso “no temerás el espanto nocturno ni la flecha que vuela de día”, los peligros del día a día, de los problemas y las preocupaciones, “ni la peste que se desliza en las tinieblas ni la epidemia que devasta a mediodía”. Nada podrá con Cristo. También nosotros unidos a Cristo, por los sacramentos, por la Eucaristía, por la oración, tampoco a nosotros nos pasará nada.  

“No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos”. Es el Señor cercano, con Él, ¿a quién hemos de temer? Recordad el himno de S. Pablo en la carta a los Romanos, capítulo 8: “¿Quién nos podrá separar del amor de Dios? Ni a angustia, ni la tribulación, ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro, ni la espada”; lo mismo que este salmo: “ni la peste, ni la epidemia”, nada podrá con nosotros, porque lo que nos sostiene es el amor de Cristo.

    “A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos”. El Señor guardián de nuestras vidas vela por nuestros pasos.

4 comentarios:

  1. Al amparo del Altísimo no temo, y a veces no somos sino temores, al amparo del Altísimo no temo, y a veces nuestra fragilidad nos produce espanto.
    La confianza aniquila todo sufrimiento. ..... y aún así sufrimos, que extraña ceguera, que extraño velo es el pecado que no deja a nuestra inutilidad el acceso a la CONFIANZA. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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    1. Antonio Sebastián:

      La confianza no aniquila el sufrimiento, está ahí, como el sufrimiento en cruz de nuestro Salvador. Pero sí lo sublima, lo ofrece, le elimina la angustia del sin-sentido, ofreciéndolo...

      Sí, confianza, siempre confianza.

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  2. Lucha escatológica, el combate de Jesús. Jesús oró este salmo, lo vivió. Canto de victoria porque es canto de confianza. Vana será la acción de las fuerzas del mal porque la promesa de victoria ya se ha pronunciado; Dios está presente en la historia y el maligno será un día definitivamente vencido ¿Significa esto que podemos abandonar la lucha? ¿Relajarla? No, más bien somos estimulados a incrementarla pues Dios nos ha asociado a Su victoria pero aquellas fuerzas ¿a cuántos arrastrarán en el camino?

    Bellísimas palabras de Dios que escucho dirigidas también a mí: “Se puso junto a mí: lo libraré...; me invocará y lo escucharé…, y le haré ver mi salvación”. Gracias, Señor.

    ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Julia María:

      Sí, es la confianza de Cristo más allá del espanto nocturno, los tres días del sepulcro, sabiendo que el Padre cumpliría su palabra y resucitaría su carne, lo glorificará.

      Ojalá siempre todos vivamos confiando, confiando, confiando.

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