miércoles, 26 de septiembre de 2012

Cambios sociales, repercusiones morales

Indudablemente, en la post-modernidad y con la secularización social a marchas forzadas, se han creado unos cambios sociales muy bruscos que afectan y cuestionan la conciencia moral.


La sociedad no es la misma. Su pérdida de referencia y orientación es palpable. Los retos están ahí, comenzando por la "dictadura del relativismo" -éste intocable, claro- que niega la Verdad y el Bien y todo depende del sujeto dentro de un marco social de tolerancia intolerante. Hay principios incuestionables en esta dictadura, entre ellos, el fijar que lo que es "bueno" o "malo" depende de las circunstancias y de lo que el sujeto vea, sienta o piense.

En estos cambios sociales, además, se cae en la gran hipocresía del escándalo: nos alarmamos farisaicamente por los efectos, pero jamás se cuestionan las causas. 

Si la causa es la trivialización de la sexualidad y el uso indiscriminado de ésta, ¿cómo nos alarmaremos luego de sus consecuencias, pensando que los excesos son de dos o tres inaprensivos? ¿No se está exigiendo un uso libre, no se están exaltando los instintos? 

Nos alarmamos de la marginalidad, del escaso rendimiento escolar, de niños y jóvenes que se vuelven agresivos e impulsivo, ¿pero no se plantea la causa primera, la mentalidad divorcista generando familias desestructuradas? ¿No se plantea que a los padres se les ha llevado a abdicar de la educación de sus hijos, a no imponer normas ni criterios para no "traumatizarlos" y que "sean libres"? 

Lamentamos la bajísima demografía en orden a, por ejemplo, mantener la Seguridad Social, pero ¿nadie cuestiona la causa en la exaltación de la anticoncepción, mentalidad antinatalista, aborto absolutamente libre? Lloramos por una sociedad envejecida sin querer ver que la causa es anterior y favorecida por ese relativismo.

Repito: lamentamos los efectos, pero no queremos cuestionar las causas.

Sin embargo estos cambios sociales tan acelerados son un reto a la conciencia moral que, hoy en día, requiere una solidez y claridad en los católicos para no contaminarse de los principios del relativismo tan en boga.

Vamos a un discurso de Benedicto XVI, dirigido a la policía de la ciudad de Roma, con su fino análisis:

"La época en la que vivimos está marcada por profundos cambios. También Roma, a la que justamente se denomina «ciudad eterna», ha cambiado mucho y evoluciona; lo experimentamos cada día y vosotros sois testigos privilegiados de ello. Estos cambios a veces generan una sensación de inseguridad, debida en primer lugar a la precariedad social y económica, pero agudizada por un cierto debilitamiento de la percepción de los principios éticos sobre los que se funda el derecho y de las actitudes morales personales, que siempre dan fuerza a esos ordenamientos.

Nuestro mundo, con todas sus nuevas esperanzas y posibilidades, se caracteriza al mismo tiempo por la impresión de que se está perdiendo el consenso moral y, por consiguiente, las estructuras en las que se basa la convivencia ya no logran funcionar plenamente. Por lo tanto, en numerosas personas se insinúa la tentación de pensar que las fuerzas movilizadas para la defensa de la sociedad civil, al final están abocadas al fracaso. Frente a esta tentación, especialmente nosotros, que somos cristianos, tenemos la responsabilidad de recobrar nueva determinación a la hora de profesar la fe y hacer el bien, para seguir estando cerca de los hombres, con valentía, en sus alegrías y en sus sufrimientos, en las horas felices y en las tristes de la existencia terrena.

En nuestros días se da gran importancia a la dimensión subjetiva de la existencia. Esto, por una parte, es un bien, porque permite poner al hombre y su dignidad en el centro de la consideración tanto en el pensamiento como en la acción histórica. Pero no hay que olvidar nunca que el hombre encuentra su dignidad profundísima en la mirada amorosa de Dios, en la referencia a él. La atención a la dimensión subjetiva también es un bien cuando se pone de relieve el valor de la conciencia humana. Pero aquí encontramos un grave riesgo, porque en el pensamiento moderno se ha desarrollado una visión limitada de la conciencia, según la cual no existen puntos de referencia objetivos a la hora de determinar lo que vale y lo que es verdadero, sino que es el individuo con sus intuiciones y sus experiencias quien se convierte en el metro para medir; cada uno, pues, tiene su propia verdad, su propia moral. La consecuencia más evidente es que se tiende a confinar la religión y la moral al ámbito del sujeto, de lo privado; es decir, la fe con sus valores y sus comportamientos, ya no tendría derecho a un lugar en la vida pública y civil. Por tanto, si, por una parte, en la sociedad se da gran importancia al pluralismo y a la tolerancia, por otra, se tiende a marginar progresivamente la religión y a considerarla carente de relevancia y, en cierto sentido, extraña al mundo civil, casi como si debiera limitar su influencia sobre la vida del hombre.

Por el contrario, para los cristianos, el verdadero significado de la «conciencia» es la capacidad del hombre de reconocer la verdad, y, antes aún, la posibilidad de sentir su llamada, de buscarla y de encontrarla. El hombre debe abrirse a la verdad y al bien, para poderlos acoger libre y conscientemente. La persona humana, por lo demás, es expresión de un designio de amor y de verdad: Dios la ha «ideado», por decirlo así, con su interioridad, con su conciencia, a fin de que encuentre en esta las orientaciones para custodiarse y cultivarse a sí misma y a la sociedad humana.

Los nuevos desafíos que se asoman al horizonte exigen que Dios y el hombre vuelvan a encontrarse, que la sociedad y las instituciones públicas recuperen su «alma», sus raíces espirituales y morales, para dar nueva consistencia a los valores éticos y jurídicos de referencia y, por tanto, a la acción práctica. La fe cristiana y la Iglesia nunca dejan de dar su contribución a la promoción del bien común y de un progreso auténticamente humano. El mismo servicio religioso y de asistencia espiritual que, en virtud de las disposiciones normativas vigentes, el Estado y la Iglesia se comprometen a procurar también al personal de la Policía del Estado, testimonia la perenne fecundidad de este encuentro" (Benedicto XVI, Discuso a los dirigentes y agentes de la Policía de Roma, 21-enero-2011).

15 comentarios:

  1. “El verdadero significado de la «conciencia» es la capacidad del hombre de reconocer la verdad”. Hoy la única verdad que postula el "pensamiento dominante" es que no existe la verdad, sin embargo a toda búsqueda anclada en la naturaleza, y el hombre lo está, corresponde una realidad y la naturaleza no presenta necesidades esenciales sin respuesta.

    Hemos permitido que la Filosofía de los siglos XIX y XX, liberalismo, positivismo, nihilismo, pragmatismo, existencialismo, nos ofrecieran falsas soluciones a los problemas personales, interpersonales y sociales. Los problemas existían, no lo vamos a negar, pero las soluciones que se han apuntado por estas corrientes filosóficas no son válidas como es fácil observar ante sus resultados.

    Se ha señalado como común enemigo a la religión en especial a la religión cristiana y, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, a la Iglesia Católica. Se ha configurado una sociedad destruyendo la verdad que la sostenía en vez de corregir sus distorsiones prácticas y esto se ha hecho ante el silencio de sucesivas generaciones, podríamos decir como Luther King: “Lo que me preocupa no es el grito de los malos, sino el silencio de los buenos.

    En oración ¡qué Dios les bendiga!

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  2. Yo creo en la VERDAD, en una VERDAD única y permanente. No creo en la verdad que cambia de una persona a otra, ni tampoco creo en una verdad que que cambia como cambia la moda, de temporada en temporada. Porque, ¿qué clase de verdad es esa que sirve solo para una época, para una persona o para una moda?
    En relación a Julia Maria, respecto a la Filosofía de los siglos XIX y XX, coincido, pero creo que si el hombre hubiera optado por la VERDAD, las hubiera deshechado. Me da por pensar, que hay una causa anterior. El MAL es inducido, el diablo no descansa. En algún sitio lei que hay demonios que solo pueden ser vencidos con oración y ayuno. Contra el diablo, ROSARIO y SAGRARIO. Tiendo a pensar que el verdadero origen del MAL, es el demonio. Tal vez esté un poco "pallá", pero creo en satán como origen de todo MAL. Tiendo a ver a satán, al MAL, como una especie de ceguera tóxica que te aprisiona en ti mismo, y no te deja alcanzar, ni ver la VERDAD. CRISTO habla mucho del demonio en los Santos Evangelios. Padre, aclareme estas cosas, a veces mi discernimiento deja mucho que desear. Abrazos.

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    1. Estoy de acuerdo con vd respecto a la acción del demonio en el mundo, el religioso dominico Antonin Sertillanges, filósofo y teólogo, dijo que el gran engaño del demonio es hacernos creer que no existe pues así no nos defendemos de él. Pero sabe (espero que no suene a herejía), en lo que respecta a mí me imagino al demonio descansando en un rincón de la habitación mientras yo solita me las arreglo muy bien para meter la pata una y otra vez mientras él se ríe. Indudablemente sobre aquellos que son santos el demonio es terriblemente cruel pues se juega más de un alma, los que no lo somos le ahorramos mucho trabajo pues nos basta dejarnos llevar por la debilidad (la carne) y las seducciones (el mundo) mientras él descansa y se ríe.

      Es curioso el diálogo posterior al pecado original en el Génesis, Dios pregunta a Adán, pregunta a Eva, sin embargo a la serpiente no la pregunta, la condena. Adán echa la culpa a la mujer “que “tu” me diste por compañera (¿echa la culpa a Dios en último término?), Eva a la serpiente, “me engañó”, sí, es cierto, la engañó porque al comer del árbol nuestros primeros padres no se convirtieron en dioses pero si Eva no hubiera querido ser como Dios la propuesta del demonio la hubiera sonado a chino mandarín. Hay un libro delicioso con el que se puede vd reír mucho: Cartas del diablo a su sobrino de C.S. Lewis. Desde luego yo, “por si acaso”, no pienso echar la culpa a nadie cuando Cristo me diga: niña, no has acertado ni por casualidad.

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    2. Si, he leido el libro de C.S. Lewis, y a mi me ha parecido una delicia. También leí de C.S. Lewis un libro titulado creo: "El regreso del peregrino" que me resultí apasionante. Absolutamente recomendable.
      Y si, ciertamente el diablo tiene bastante poco trabajo con algunos de nosotros. Con nada que se ponga puede conseguir cualquier cosa. Pero sin su insidia el mal no estaría así en el mundo. La barbarie, la atroz crueldad de por ejemplo el aborto, no se entiende muy bien. Ese refinamiento en la maldad, no puede ser humano, somos demasiado torpes hasta para la maldad. Simplemente, se lo ponemos fácil y ya está. Pero yo creo que su acción es permanente, tengo una convicción profunda en la actuación constante del maligno.

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    3. Si don Javier lo tiene a bien, algún día con la entrada adecuada podemos hablar sobre el aborto y por qué hemos llegado a esta terrible situación.

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  3. Por otra parte, hay por ahí una frase que viene a decir más o menos, que en esto de la relatividad, se encumbran las causas y se abomina de las consecuencias. Si, señor, verdaderamente, una extraña ceguera.

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  4. En relación al relativismo, -ese que parece ser la religión más practicada hoy día-, alguna vez he llegado a pensar que, el llamar bien a lo que está mal y llamar mal a lo que está bien, es aquel árbol del Bien y del Mal que Dios prohibió a nuestros primeros padres.
    Porque, revelarnos poco a poco lo que está bien y lo que está mal, es algo que no está en nuestra mano sino que se lo ha reservado Dios para sí mismo, dándonos primero la Ley y los mandamientos, luego dándonos su Palabra en su Hijo y finalmente poniendo su Ley en nuestros corazones por el Espíritu Santo.

    Por tanto, llamar bien a lo que está mal y viceversa, me parece la soberbia suprema, el ponerse uno en el lugar de Dios.

    Por el contrario, la humildad es andar en la verdad, como decía sta Teresa. O, dicho de otra manera, para abrirse a la Verdad, hay que ser humilde.
    Hay que ser lo suficientemente humilde para poder reconocer que, a pesar de llevar décadas intentándolo, no he avanzado en santidad ni un sólo milímetro.
    Porque entonces es cuando se cae en la tentación de decir: bueno, es que ésto no es para nuestro tiempo, la moral tiene que ir evolucionando y adaptarse a la sociedad moderna, quizás ésto no sea tan malo, pueda tener algunas excepciones, se pueda interpretar de otra manera, etc. Es decir, se buscan justificaciones y se acaba en el relativismo.

    Por el contrario, la postura del cristiano humilde, a mi entender, no es más que hincarse de rodillas y repetir la oración del publicano: Señor, ten piedad de mí que soy un pecador.

    En fin, no sé si es por aquí por donde van los tiros. Espero que don Javier me lo aclare.



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  5. Así es , como no existe la VERDAD , - existe la mía, la tuya la de aquel - , se ha renunciado a la búsqueda de la misma . Vemos a muchos jóvenes , y no jóvenes que han renunciado de entrada a hacerse preguntas sobre el sentido de la vida etc, desde hace ya muchas generaciones . Se tolera la religión siempre que quede circunscrita al ámbito de lo privadísimo , se considera inconveniente y hasta desagradable hablar de ello como si hablaras sin pudor de cosas íntimas ( cuando realmente de esto último se habla sin ningún recato ). Como decís Antonio y Julia Mª , esto es un gran triunfo del demonio . Pero , no perdamos la esperanza para no quedarnos paralizados . Pidamos a Dios que el año de la Fé que vamos a empezar tenga muchos frutos para nosotros , ya que como dice Benedicto XVI , la fé es un don que que hay que volver a descubrir , cultivar y testimoniar y también , que muchos que todavía no se han encontrado con Cristo , se encuentren con Él.

    Un abrazo a todos

    María M.

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  6. No me voy a parar hoy a responder uno a uno los comentarios, y tampoco tengo nada especial ni que añadir ni que subrayar.

    Lo que más me ha gustado es que entre vosotros habéis entablado un diálogo y no hacía falta que yo estuviese por aquí ni interviniese. ¡Qué bien! ¡No os hago falta! Porque eso es lo bueno: que haya comunicación no solamente conmigo, sino entre vosotros. Es muy buena señal.

    A todos, saludos +

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    1. ¡¡¡Qué sí nos hace falta, don Javier!!! No deje a los fieles solos que puede pasar cualquier cosa...ja,ja

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    2. Julia María:

      Solos no os dejo; estoy vigilante, por si acaso (jeje), pero sí es verdad que cuando entre vosotros empezáis a hablar y comentar, yo hago menos falta y se entabla una relación muy buena entre los miembros del blog.

      Además me fío de vosotros (salvo algún troll, que de vez en cuando entra y borro el comentario).

      ¡Pero si hasta "La colmena" de sus hijos entra!

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  7. Padre, cuando dejo a mis chicos en la clase muy formalitos y salgo un instante, cuando regreso, aunque solo sea unos segundos, siempre los encuentro totalmente descontrolados y haciendo de las suyas. Creo que el pastor ha de estar con sus ovejas permanentemente. satán no se cansa, por eso no le hace falta descansar. Está al acecho permanentemente, aprovecha cualquier resquicio de cualquier instante. Como bien sabrá, Padre, a los niños pequeños, no se los puede dejar solos ni un solo instante. La falta de la consciencia del peligro, los hace ser constantes víctimas potenciales, y literales. El niño que mete los dedos en el enchufe, el que se traga lo primero que le viene a la mano, etc, etc, etc, etc

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    1. Antonio Sebastián:

      Vds. son ya mayorcitos; no van a alborotar el blog... ni pintar en la pizarra, ¿no?

      ¡¡Un fuerte abrazo!!

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  8. jajajajajaja, por mi parte, no tengo ninguna seguridad, Padre. Pero escribo solo por mi. Mi FE católica es perfectamente precaria. No realmente no me fío de mi, e incluso hay momentos en que me caigo mal. Como creo que he comentado por aquí alguna vez, necesito director espiritual, aunque sea cibernético.
    En fin, por favor, Padre, cuide de que no se alborote el gallinero.
    Abrazos.

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  9. Además, Padre, por otra parte, tenga en cuenta que soy propenso a desbarrar. Pero es posible que Usted ya se haya dado cuenta de eso. DIOS le bendiga.

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