domingo, 19 de febrero de 2012

Sobre los discapacitados

La discapacidad mental es una realidad dura y difícil no sólo para quien la padece, sin conciencia de su limitación, sino también para la familia, cuidadores y educadores que necesitan un gran amor, una delicadeza exquisita, una paciencia sin límites y una fe profunda para ver en el discapacitado al mismo Cristo.


Se trata de un ejercicio profesional, para cuidadores y demás, que requiere una vocación de servicio altísima, con entrañas compasivas, humildes y mansos, porque supera lo laboral-profesional para entrar en el terreno del altruismo, movidos por la caridad, sostenidos por la gracia.

Para ellos pueden servir estas palabras del papa Pablo VI, iluminando y animando, pero también para todos nosotros, que habremos de ser cercanos a estas realidades, conscientes de esa vocación y de la dificultad de vivirla día a día, cercanía sin falsa compasión ni palabras estériles, sino afecto, empatía y ayuda.

Queridos amigos:

Deseamos deciros con toda sinceridad que es un verdadero gozo para nosotros el recibir hoy de los miembros del Consejo Ejecutivo de la Liga Internacional de Sociedades para los Discapacitados Mentales.

Con tal motivo queremos, ante todo, expresaros nuestra admiración por vosotros, y por vuestro trabajo. Sabemos lo mucho que cuesta ayudar a esta gente impedida, cuyos sufrimientos son causa de tristeza para ellos mismos y para la comunidad. Vuestro trabajo pone de relieve vuestro profundo respeto por la misma vida humana, así como vuestra firme convicción de la dignidad trascendente de la persona humana. Sabemos también que es necesaria una ilimitada compasión y paciencia para realizar lo que de hecho es un arte y una avanzadísima técnica terapéutica y pedagógica.

Es un acto de amor lo que vosotros hacéis con una desinteresada dedicación y gran dispendio económico.

Queremos manifestaros cuán profundamente apreciamos vuestros esfuerzos que son signo de una verdadera vocación cristiana y humana, y cuánto estimamos el ejercicio de vuestra ejemplar caridad que es objeto de nuestro particular elogio y especial consideración. La humildad con que se realiza vuestro trabajo lo hace aún más valioso.

Por tanto, deseamos con todo corazón ofreceros nuestro aliento en la difícil y delicada tarea que habéis emprendido. sabemos que los resultados son escasos muchas veces y que con frecuencia vuestras actividades os traen cansancio y desilusión. la falta de suficiente apoyo personal y económico os puede tentar a desalentaros o a abandonar lo que meritoriamente habéis comenzado.

Pero bien sabéis que vuestro trabajo e insustituible y constituye un honor para la familia humana. Vuestra obra es, sin duda, la generosa expresión de aquel mandato de caridad -cuyo valor está confirmado por el mismo Cristo en el evangelio- con el que nada se pierde y ni siquiera un vaso de agua fresca, dado con amor, quedará sin recompensa (cf. Mt 10,42). Que esta promesa sostenga a todos aquellos que desinteresadamente se dedican a esta tarea a menudo ingrata.


 Pablo VI, Al Consejo de la «Ligue internationale des Associations d'Aide aux Handicapés mentaux» (5 de febrero de 1971).

9 comentarios:

  1. Amigo D Javier,

    No puedo dejar de comentar algo en esta entrada, como podrá suponer.

    Durante más de dos décadas estuve atendiendo y cuidando a mi padre, que padeció una grave enfermedad mental.

    Un tiempo largo de prueba, de sufrimiento, de dolor, pero también de profundo gozo sobrenatural y de perdón, y de dones que el Señor me fue comunicando para afrontar una tarea que parecía inabarcable.

    El Señor no me negó la gracia para cargar mi cruz. Mi esposa me ayudó en la tarea con su santidad de vida y su delicadeza.

    Pero en la durísima labor de cuidar a un hombre afectado de esquizofrenia, fue la oración y la Eucaristía el alimento único.

    Creo que el Señor, Varón de Dolores, me dio la gracia de no sufrir en vano, y espero en Él que los sufrimientos de mi padre y los míos y de mi familia hayan servido en bien de muchos otros, por la Comunión de los Santos.

    Doy gracias al Señor por el dolor y la dura prueba, y no cambio el sufrimiento padecido por ni una sola alegría, pues lo sufrido es para mí un tesoro que ofrecerle al Señor, en mi indigencia. Cuento esto a modo de testimonio, pensando en toda aquella persona que esté pasando por algo similar.

    Un abrazo y mi apoyo y aliento para todos los que tienen un familiar con enfermedad mental

    LAUS DEO

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    1. Gracias, Alonso.

      Como en una buena y verdadera comunidad, el testimonio es una aportación enriquecedora que busca edificar.

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    2. Creo, además, que sentimos a veces la carencia de lugares eclesiales -sin carnet de identidad o tarjeta de pertenencia- donde compartir lo más íntimo de la fe. Un blog, en este caso una quasi-comunidad, permite este intercambio y aquí podemos no meramente opinar de noticias de actualidad, sino exponernos a nosotros mismos y enriquecernos a nuestra vez con lo que los hermanos ofrezcan.

      La comunidad cristiana -un blog también debe serlo en sus posibilidades y límites- es el ámbito fraterno de comunicación y experiencia. A veces se echan de menos esos sitios en la vida real y apenas se puede comunicar así en nuestras parroquias. Intentemos construir el blog con esas claves cristianas de comunicación, intercambio y edificación.

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  2. Mi admiración y mi oración para los padres de niños especiales.

    ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Fundamentalmente, para ellos iba esta catequesis una vez que me encontré casualmente con estas palabras de Pablo VI.

      He conocido de cerca a algunos padres cuyos hijos sufren alguna discapacidad (autismo, síndrome de Down, etc.) y profesionales y amigos que estudiaron o estudian Magisterio en Educación Especial (creo que nuestra amiga Carolina estudia esa rama) y deben también conocer la palabra de la Iglesia sobre este tema.

      Oremos unos por otros.

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  3. Mi gratitud, por sus oraciones hacia todos los que formanos esta familia con algun miembro "diferentes". Asumiré, por el apoyo que puedo encontrar en ella en algunos momentos, su frase: "que necesitan.... una fe profunda para ver en el discapacitado al mismo Cristo".

    Mi hija, aunque no habla, le dice: Gracias D. Javier por intentar saber lo que siente mi corazón, aunque yo no pueda expresarlo.

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    1. Dele las gracias a su hija, o sea, un beso y una caricia de mi parte (si se deja).

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  4. Gracias Alonso por su hermoso testimonio de vivir una dolorosa situación de forma tan prolongada y de forma tan cristiana. Ciertamente me parece que es un gran tesoro que tal vez sólo pueda apreciar completamente en el cielo.
    Existen padres con hijos especiales y también existen hijos con padres especiales como es su caso.
    Que Dios les ayude a unos y otros.

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  5. Me acabo de dar cuenta y voy a corregirlo de que el título está mal: "descapacitados" en vez de "discapacitados". ¡Vaya errata!

    ¿No os habíais dado cuenta? ¿Por qué no me lo habéis advertido?

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