martes, 21 de febrero de 2012

Las cenizas, ¿de qué son?

De cara al día de mañana, Miércoles de ceniza, que da inicio a la Cuaresma en el rito romano,  es conveniente repetir los sencillos contenidos de una catequesis que tal vez no se impartió en muchos lugares.


¿Qué son estas cenizas que nos impondrán en la cabeza? 

¿De dónde se obtienen? 

¿Acaso de alguna chimenea o de un brasero? 

¿Acaso de los restos de carbones de incensarios? 

¿Tal vez quemando algo recién cortado? 

Porque cosas así a veces ocurren en nuestras parroquias, llevados de la buena voluntad a la par que de una ignorancia vencible.

Es bien sencillo: las cenizas de mañana se obtienen de las ramas de olivo y de las palmas que se emplearon el Domingo de Ramos anterior para la procesión, que allí se bendijeron y sirvieron para acompañar a Cristo que entraba en Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria.


Tal cual: se guardan algunas ramas de olivo y palmas del año pasado, se queman y sus cenizas sirven para este austero e impresionante rito penitencial.

La misma rúbrica inicial del Misal romano lo dice:

"En la misa de este día se bendice y se impone la ceniza, hecha de los ramos de olivo o de otros árboles, bendecidos el año precedente".

Estas cenizas reciben la oración de bendición y la aspersión con el agua bendecida después de la homilía, para ser impuestas a los fieles.

¿Y dónde se imponen? En la cabeza de los fieles, mejor que en la frente. Se respeta así la costumbre tradicional y bíblica según la cual es la cabeza sobre la que se ponía toda la ceniza. Uno de los dos formularios de bendición lo recuerda y dice:


"Oh Dios, que no quieres la muerte del pecador, sino su arrepentimiento,
escucha con bondad nuestras súplicas
y dígnate bendecir + esta ceniza que vamos a imponer sobre nuestra cabeza;
y porque sabemos que somos polvo y al polvo hemos de volver,
concédenos, por medio de las prácticas cuaresmales, el perdón de los pecados;
así podremos alcanzar, a imagen de tu Hijo resucitado, la vida nueva de tu reino".

Con este gesto penitencial, tan elocuente y hondo, comenzamos el tiempo de preparación y penitencia para la Pascua.

P.D. Y añado un breve vídeo: la ceniza en la cabeza (no en la frente) impuesta al Papa y cómo el Papa la impone a su vez en la cabeza, así como los demás ministros a los fieles. ¡En la cabeza!

 

10 comentarios:

  1. Somos polvo y al polvo retornaremos, aunque no para siempre. Las cosas de Dios y de su Iglesia son siempre pedagógicas e instructivas.
    El Señor es un Padre Bueno que sabe educar a sus hijos a la perfección.
    Un saludo cordial.

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    1. Y la liturgia es sumamente pedagógica, sin necesidad de moniciones para todo. Impacta ella sola cuando se realiza bien y expresivamente.

      Un abrazo

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  2. Buenos días don Javier. ¡Qué maravilla! poder meditar un poquillo la oración de la bendición de la ceniza y afianzar los conocimientos sobre los ritos, medios y el origen de los elementos empleados, sigo asombrado por toda la cocina que lleva la preparación de los óleos. ¿Si sobra ceniza bendecida en una Misa se puede volver a bendecir en la siguiente para seguir usándola en la imposición ó hay que emplear otra ceniza?. Un abrazo.

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    1. El detalle concreto que me (nos) pregunta no le sabría responder porque no hallo rúbrica alguna sobre eso. Si hay suficiente ceniza para cada Misa, se bendice la que se vaya a imponer. ¿Si son varias? Me remito a la primera oración que lo hace, fundamentalmente, es bendecir a los FIELES que VAN A RECIBIR.

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  3. Las cenizas nos recuerdan, al sumergirnos en el tiempo litúrgico de Cuaresma, que una de las características de la vida en la Tierra es la temporalidad; vivimos en el tiempo y, por ello, toda soberbia humana termina en cenizas, en polvo. Caminamos desde el pecado a la Pascua del Hijo de Dios: “vosotros consideraos muertos al pecado y vivos para Dios”. Incorporarnos al misterio pascual de Cristo supone participar en el misterio de su muerte y resurrección. La Cuaresma busca que esa dinámica bautismal (muerte para la vida) sea vivida en lo más profundo del corazón del creyente. Se trata entonces de morir a nuestro pecado para resucitar con Cristo a la verdadera vida: "Yo les aseguro que si el grano de trigo muere dará mucho fruto" (Jn 20,24).

    ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. La temporalidad, tan limitada, y que acaba de manera fugaz en nada: Polvo, viento, nada.

      La fórmula clásica (Recuerda que eres polvo y al polvo volverás) sitúa al creyente en la fugacidad de las cosas y por tanto en la humildad (humilitas - suelo, tierra, polvo).

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  4. Interesante Don Javier, no lo sabía. ¿Y de donde viene la costumbre de que sea impuesta en la frente?

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    1. No sé de dónde vendrá semejante costumbre, tan extendida. Lo bíblico y lo que aparece en los libros y en las fórmulas de bendición es "la cabeza" y si nos remitimos al testimonio gráfico, basta ver fotos de los últimos Papas dónde reciben la ceniza y dónde la imponen.

      A mí me causa un poco de extrañeza imponerla allí donde el Espíritu Santo ha marcado a una persona: en la frente con el Sacramento de la Confirmación. Me da la sensación (personalísima) de querer empañar la Santa Unción.

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  5. El signo de la ceniza me recuerda a la signo de la confirmación y no porque tengan el mismo significado, sino porque cada uno de ellos nos llama de diferente forma a aceptar un compromiso. En la confirmación tenemos el compromiso de ser cristianos en plenitud, en la ceniza, el compromiso de aceptarnos como somos... carentes de capacidad de hacer nada por nosotros mismos. Como digo, la relación de ambos signos no parte de nada teológico, sino de una neurona que me induce a relacionarlos.

    Seguimos unidos en la oración. Un abrazo en Cristo :)

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    1. Miserere:

      Me remito al comentario anterior. Su neurona y la mía se conectaron en el mismo pensamiento, ¡ya ve!, pero en diferente dirección.

      Había una costumbre anterior -que no hallo en ninguna rúbrica- por la cual los sacerdotes que recibían la santa Unción de enfermos no eran ungidos en las palmas de las manos, sino en el dorso, para no ungir con el Óleo de enfermos allí donde ya estaba la señal de la unción con el Santo Crisma.

      Algo así se podría aplicar al caso de la ceniza: sobre la unción de la Confirmación no vamos a poner otra realidad ni signo.

      Y sí, ya sé, que es lo que siempre se ha visto: en la frente; hoy mismo me lo echaban un poco en cara como si fuera un invento mío el imponerla en la cabeza, pero es donde tiene sentido bíblico.

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