sábado, 26 de febrero de 2011

Píldoras para confesarse

Me mandó este correo un amigo... y me parece sugerente.

Hemos de reconocer que el sacramento de la Penitencia ha sido bastante postergado en la vida espiritual de los católicos y en la misma práctica pastoral (los sacerdotes difícilmente se sientan cada día en la sede penitencial porque los penitentes no van... y los penitentes no van porque no ven a los sacerdotes allí).

Por cierto, "pastoral", "ser muy pastoral"... es también sentarse diariamente en el confesionario media hora o una hora...

Pero pensemos ahora cada cual:

-Si doliese el alma como nos duele el cuerpo, habría largas colas en los confesonarios.

-Si fuera tan fácil salir de prisión como confesar los pecados, las cárceles se vaciarían.

-Si fuera tan fácil dormir en paz como decir  los pecados, sobrarían los barbitúricos.

-Si la gente sintiese vergüenza de confesarse a un hombre, sobrarían las televisiones.

-Si los confesores  fuesen  ángeles, no nos entenderían y se extrañarían de nosotros.

-Si al obrar el mal no sintiésemos remordimiento, la Tierra sería ya el Infierno.

-Si confesando el mal volvemos a caer, sin confesarnos nunca nos levantaríamos.

-Si los ateos tuviesen un gramo de fe, inventarían algo parecido a la confesión.

-Si alguien rechaza el perdón de sus culpas, no necesita mayor castigo y penitencia.

-Si alguien se gloría de sus pecados, es que nunca miró a los ojos a Jesús crucificado.

-Si hay pecadores insensibles al perdón es porque nadie les abrazó con amor en su vida.


Y aprovecho para recordar algo básico (ya tenemos en este blog cinco catequesis: mirad la etiqueta "confesión"):

Celebrar el Sacramento requiere ir preparados, y no ir improvisando, ni de cualquier manera:

1. Examen de conciencia

2. Dolor de los pecados (¡¡nos tienen que doler por amor de Dios, por la infidelidad a Dios!!)

3. Propósito de enmienda (: quiero vivir como hijo de Dios y reparar lo que haya dañado)

4. Celebrar el Sacramento (decir los pecados al confesor, sin excesivos detalles, con claridad, concisión)

5. Cumplir la penitencia (: medicina para robustecernos ante nuestros pecados, o herramienta para arreglar los desperfectos).

25 comentarios:

  1. ¡Qué bien ha hecho al recordárnoslo!.

    Muchas gracias.

    Feliz fin de semana.

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  2. Palabras del Papa Juan Pablo II sobre el Sacramento del perdón:

    "No amontonéis las escorias de vuestros fallos. Nadie puede cancelar por sí solo el pasado. Tampoco el mejor de los psicólogos puede liberar al hombre del fardo de su pasado (Hom. 26-VI-88).
    Purificad vuestros corazones en el Sacramento de la reconciliación. Mienten quienes acusan la invitación de la Iglesia a la Penitencia como si proviniera de una mentalidad «represiva». La Confesión sacramental no constituye una represión, sino una liberación (Hom. 5-IV-79).
    Queridísimos: tened, pues, la valentía del arrepentimiento y tened también la valentía de alcanzar la gracia de Dios por la Confesión sacramental. ¡Esto os hará libres! (Aloc. I l-IV-79)".

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  3. Este sacramento es realmente importanta porque
    la conversión no tiene lugar nunca una vez para siempre, sino que es un proceso, un camino interior de toda nuestra vida, un viaje santo:

    Dichosos los que viven en tu casa,
    siempre cantan tus Amores.
    Dichoso el que encuentra en ti la fuerza
    y en su corazón decide el santo viaje.
    Pasando por el valle del llanto,
    Él lo cambia en bendición;
    crece en el camino su vigor
    hasta llegar a Sión.
    Mejor es un día en tus atrios
    que mil fuera de ellos,
    porque estar en el umbral de tu casa
    es siempre mejor que habitar en los palacios. Del Salmo 83.

    !Felicidades Miserere!. Saludos a todos.

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  4. importante :)

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  5. Hasta hace poco veía la confesión como una norma antipática que había que cumplir, el aro por el que no había más remedio que pasar.

    Pero un día se me iluminó la frase de Jesús: "Si no te lavo, no tienes parte conmigo". Comprendí que se refería a tener parte en su Misterio Pascual, en su Muerte, por la que, el Buen Pastor se convirtió en el Cordero que quita el pecado del mundo.
    Entonces entendí la confesión como ponerse al pie de la Cruz para ser lavado con su Sangre.
    Entendí que, en la respuesta a Pedro: "lo que Yo hago, tú no lo entiendes ahora, lo comprenderás más tarde", el Señor, aludía en ese "más tarde" al momento de la Cruz.


    Comprendo perfectamente que debe ser muy duro para los sacerdotes este ministerio, y más cuando parece que pierden el tiempo esperando la llegada de la gente (que no llega), pero, si no lo hacen, creo que están hurtando la presencia de la Cruz de Cristo a los fieles.

    "...Así, nosotros, sacerdotes, al impartir a los fieles la gracia y el perdón en el sacramento de la Penitencia, efectuamos el acto más alto, -después de la celebración de la Eucaristía-, de nuestro sacerdocio y en él realizamos... el fin mismo de la Encarnación: Ipse enim salvum faciet populum suum a peccatis eorum (Mt 1,21)".
    (Discurso de JP II marzo 1989)

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  6. A las "gracias" que me dais, respondo lógicamente: "de nada".

    Es un sacramento hermoso, vivificador. Integrarlo en la vida cristiana con la asiduidad necesaria (al menos una vez al mes), nos robustece, nos preserva de mayores pecados, nos perdona, nos santifica...

    Es un encuentro absolutamente personal con Cristo: nos lava los pies (qué buena imagen aquí traída) como a Pedro, nos regenera con su Sangre.

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  7. Yo ultimamente siento una necesidad impetuosa del sacramento...pero me cuesta un poco, espero no alargar mucho, mientras intento prepararme.

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  8. Carolina:

    Canaliza esa necesidad el Sacramento con orden. Un día fijo al mes (más o menos, claro) y lánzate. Confesión tras confesión, uno aprende a tener una conciencia más fina, más delicada, con el Señor.

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  9. Muchas gracias, Don Javier. Esto siempre es oportuno para todos.

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  15. De lo que sí estoy segura, es de que el Señor, en Su Infinita Misericordia nos dará a todos todo lo necesario para nuestra eterna salvación ¡Por parte de Él no faltará jamás !. ¿No es acaso nuestro Dios un Dios de Amor Infinito? Esa es nuestra Fe , ¿no? ¡Cómo vamos a desconfiar de que Él no nos vaya a asistir con todas las Gracias necesarias! Otra cosa es que nosotros vayamos a aceptarle a Él , porque los que pecamos somos nosotros y los que se pierden es porque ni desean ni CONFIAN YA EN poder recibir Su Perdón ni Su Misericordia, que siempre está dispuesta a ello.

    Por cierto, no se odie Vd. tanto a sí mismo, porque 1º Jesucristo le ama infinitamente a Vd., tal y como es. y 2º si no se ama Vd. a sí mismo, tampoco podrá amar a su prójimo, como Dios lo espera de Vd.

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  16. Quaerens:

    Incluso aunque sus comentarios sean oportunos y razonables, aunque sus preguntas fuesen certeras, aquí Vd. no tiene lugar. ¿Cómo se lo tengo que decir?

    La falta de respeto a Felicitas es intolerable aquí.

    Por eso he borrado sus comentarios y la respuesta que le da Felicitas pidiéndole "perdón", aunque no tenía de qué pedir perdón alguno.

    En cuanto a su pregunta sobre el propósito de enmienda, responderé cuando yo pueda, quiera y lo vea oportuno, tal como hago con todos los comentarios sin que nadie venga EXIGIENDO nada aquí.

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  17. Felicitas:

    Al borrar a Quaerens, he borrado también sus comentarios respondiéndole y disculpándose, ya que no se entenderían sin aquellos.

    Creo que lo comprenderá.

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  20. Sobre atrición y contrición, por si acaso, acudamos al Magisterio:

    Juan Pablo II, en Reconciliatio et Paenitentia, nota 185, resume la doctrina de Trento: "Cf. Conc. Ecum. Tridentino, Sesión XIV De sacramento Paenitentiae, cap. IV: De contritione: Conciliorum Oecumenicorum Decreta, ed. cit., 705 (DS 1676-1677). Como se sabe, para acercarse al sacramento de la Penitencia es suficiente la atrición, o sea, un arrepentimiento imperfecto, debido más al temor que al amor; pero en el ámbito del Sacramento, bajo la acción de la gracia que recibe, el penitente « ex attrito fit contritus », de modo que la Penitencia actúa realmente en quien está dispuesto a la conversión en el amor: cfr. Conc. Ecum. Tridentino, ibidem, ed. cit., 705 (DS 1678)2.

    Aunque lo más perfecto y deseable es la contrición: "Pero el acto esencial de la Penitencia, por parte del penitente, es la contrición, o sea, un rechazo claro y decidido del pecado cometido, junto con el propósito de no volver a cometerlo,(185) por el amor que se tiene a Dios y que renace con el arrepentimiento. La contrición, entendida así, es, pues, el principio y el alma de la conversión, de la metánoia evangélica que devuelve el hombre a Dios, como el hijo pródigo que vuelve al padre, y que tiene en el Sacramento de la Penitencia su signo visible, perfeccionador de la misma atrición. Por ello, «de esta contrición del corazón depende la verdad de la penitencia»" (Reconciliatio, n. 31).

    La atrición entonces es el reconocimiento del alma, al menos intelectual, del propio pecado, del mal hecho y de la ofensa a Dios. El dolor de los pecados más perfecto, la contrición, se da en el alma por amor, e, indudablemente, repercute en la psicología, aunque no solamente en ella.

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  21. Sobre el propósito de enmienda, el Magisterio:

    "la contrición, o sea, un rechazo claro y decidido del pecado cometido, junto con el propósito de no volver a cometerlo,(185) por el amor que se tiene a Dios y que renace con el arrepentimiento" (Reconciliatio et Paenitentia, 31). Se tiene el propósito y con la gracia de Dios se pondrán los medios de no volver a caer. Esa es la intención de la voluntad.

    "El sacramento de la Reconciliación requiere, por parte del penitente, el dolor sincero, la acusación formalmente íntegra de los pecados mortales y el propósito, con la ayuda de Dios, de no pecar en adelante" (Vademecum confesores, 7).

    "El confesor tiene la obligación de advertir a los penitentes sobre las transgresiones de la ley de Dios graves en sí mismas, y procurar que deseen la absolución y el perdón del Señor con el propósito de replantear y corregir su conducta. De todos modos la reincidencia en los pecados de contracepción no es en sí misma motivo para negar la absolución; en cambio, ésta no se puede impartir si faltan el suficiente arrepentimiento o el propósito de evitar el pecado" (Vademecum, 5).

    Para el matrimonio y la familia, también es necesario el Sacramento y el propósito de enmienda, la intención recta de no volver a cometer el pecado:

    "El arrepentimiento y perdón mutuo dentro de la familia cristiana que tanta parte tienen en la vida cotidiana, hallan su momento sacramental específico en la Penitencia cristiana. Respecto de los cónyuges cristianos, así escribía Pablo VI en la encíclica Humanae vitae: «Y si el pecado les sorprendiese todavía, no se desanimen, sino que recurran con humilde perseverancia a la misericordia de Dios, que se concede en el Sacramento de la Penitencia»" (Familiaris Consortio, 58).

    Hasta ahí.

    La palabra final la tiene el sacerdote en el Sacramento que es Juez y Médico al escrutar el alma, ateniéndose a la disciplina sacramental de la Iglesia y a la verdad del Sacramento por parte del penitente.

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  22. Gran aclaración.

    De todas formas yo soy un poco como los críticos de santa Teresa, ellos temían en su tiempo a los alumbrados y yo temo en mi tiempo a una excesiva psicologización del amor, que hoy se entiende casi casi exclusivamente como algo emocional, pasional. ¡El veneno que Werther inoculó en la cultura cristiana!

    La atricción, desde este punto de vista, aunque menos perfecta, me parece más segura. Es más seguro el reconocimiento objetivo de la maldad del pecado y el temor a la condena. Más seguro y más frío. Más eficaz si cabe. Supone además una no pequeña dosis de Fe: fe en el Juicio, Fe en el Mysterium iniquitatis, Fe en el Mysterium Pietatis que es ciertamente grande, Fe en la objetividad de Dios.

    Menos perfecto, pero más seguro: no expuesto a aberrantes psicologizaciones de lo que puede ser el "amor".

    Y es que además yo desterraría un poco la palabra "amor" de la catequesis, y hablaría en términos de caritas o de agapé, que no están contaminados por la cultura dominante y son los que emplearon los que nos precedieron y los Apóstoles.

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  23. Me parece perfecto lo que ha hecho, Don Javier, y aunque no me lo pareciera, este es su blog, un blog en el que se predica el Amor Divino del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, el único Amor que de verdad salva al hombre.
    Muchas gracias por todo.
    ;O)

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  24. Hola don Javier. 5 pasos que conviene recordar, repasar con calma y preparar. Sobre "-Si los confesores fuesen ángeles, no nos entenderían y se extrañarían de nosotros." creo que tal vez nos llevemos una sorpresa con ellos, nuestros ángeles especialmente pero todos comprenden y no se extrañan, conociéndonos conocen a Dios y devoran sus obras con hambre infinito deseando nuestra salvación unos dos tercios y nuestra condena el otro tercio.No me preocupa nada que el confesor sea o no un ángel, siempre con cada uno me he confesado con el mismísimo Jesús en el seno de la Iglesia, y por lo que me ha dicho en alguna ocasión durante el sacramento, imposible que el padre supiera algo, ha dejado claro que quiere que así lo sepa, me sosiegue y abra las compuertas con confianza.Un abrazo.

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