La Carta de la Congregación, con
fecha 8 de junio de 2014, tras recordar lo significativo de este rito en
el contexto eucarístico, continúa citando la exhortación Sacramentum
caritatis de Benedicto XVI:
3. En la Exhortación Apostólica post-sinodal Sacramentum caritatis el Papa Benedicto XVI había confiado a esta Congregación la tarea de considerar la problemática referente al signo de la paz [6], con el fin de salvaguardar el valor sagrado de la celebración eucarística y el sentido del misterio en el momento de la Comunión sacramental: «La Eucaristía es por su naturaleza sacramento de paz. Esta dimensión del Misterio eucarístico se expresa en la celebración litúrgica de manera específica con el rito de la paz. Se trata indudablemente de un signo de gran valor (cf. Jn 14,27). En nuestro tiempo, tan lleno de conflictos, este gesto adquiere, también desde el punto de vista de la sensibilidad común, un relieve especial, ya que la Iglesia siente cada vez más como tarea propia pedir a Dios el don de la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana. [...] Por ello se comprende la intensidad con que se vive frecuentemente el rito de la paz en la celebración litúrgica. A este propósito, sin embargo, durante el Sínodo de los Obispos se ha visto la conveniencia de moderar este gesto, que puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. Sería bueno recordar que el alto valor del gesto no queda mermado por la sobriedad necesaria para mantener un clima adecuado a la celebración, limitando por ejemplo el intercambio de la paz a los más cercanos» [7].
4. El Papa Benedicto XVI, además de destacar el verdadero sentido del rito y del signo de la paz, ponía en evidencia su gran valor como aportación de los cristianos, para colmar, mediante su oración y testimonio, las angustias más profundas e inquietantes de la humanidad contemporánea. Por esta razón, renovaba su invitación a cuidar este rito y a llevar a cabo este signo litúrgico con sentido religioso y sobriedad.
5. El Dicasterio, en base a las disposiciones del Papa Benedicto XVI, se dirigió a las Conferencias de los Obispos en mayo de 2008 pidiendo su parecer sobre si mantener el signo de la paz antes de la Comunión, donde se encuentra ahora, o si cambiarlo a otro momento, con el fin de mejorar la comprensión y el desarrollo de tal gesto. Tras una profunda reflexión, se ha visto conveniente conservar en la liturgia romana el rito de la paz en su puesto tradicional y no introducir cambios estructurales en el Misal Romano. Se ofrecen a continuación algunas disposiciones prácticas para expresar mejor el contenido del signo de la paz y para moderar los excesos, que suscitan confusión en la asamblea litúrgica justo antes de la Comunión.
Visto
el sentido, hermoso, hondo, de situar la paz dentro de los ritos de
preparación inmediata a la sagrada comunión, hay que cortar los excesos y
abusos.
Un
rito que es espiritualmente significativo se ha ido convirtiendo en
algo parecido a "un recreo" durante la Misa, saludando todos a todos,
moviéndose, haciéndose interminable, y en ocasiones, abandonando el
sacerdote u obispo el mismo altar para dar la paz indiscriminadamente.
Ni ése es el sentido ni ésa es la costumbre romana de nuestra liturgia, siempre sobria y elegante.
El
rito de la paz expresa la comunión fraterna entre los miembros del
Cuerpo de Cristo, la Iglesia, antes de recibir su Cuerpo en el
Sacramento.
No
es, desde luego, momento de saludarse y charlar, ni de dar el pésame en
un funeral o entierro, ni de felicitar a los novios recién
desposados...
Es
otro el sentido; y por ello, ha de ser otro el modo real de dar
autenticidad a ese rito, despojándolo de todo lo que se le ha revestido
últimamente y que desdice del decoro y del orden en la liturgia.
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