jueves, 23 de enero de 2014

Hablando del cuerpo (en positivo)

Restos de maniqueísmo, de dualismo, siguen persistiendo en la Iglesia. Un desmedido afán espiritualista continúa despreciando o rechazando la corporalidad, mirándola con sospecha. Pareciera que todo lo material, lo corporal, es de por sí pecaminoso, fuente de pecado. Más aún, en nuestro lenguaje, apenas se presta atención a la resurrección de la carne, sino que nos limitamos a hablar del "alma" para la vida eterna, mutilando la escatología; bueno, mutilando la escatología, la antropología, la cristología y la redención.

El cuerpo forma parte de uno mismo, ya que la persona tiene dos co-principios para ser tal persona: el cuerpo y su alma. La visión cristiana sobre el cuerpo es muy rica, serena y equilibrada. Hay que dominarlo para que la concupiscencia de la carne no nos arrastre, pero no porque el cuerpo mismo sea fuente de pecado, sino porque nuestra alma herida por la concupiscencia se desorienta. Recordemos la belleza y la inocencia original de Adán y Eva y cómo, por el pecado, el cuerpo del otro era ya mirado con pasión y deseo, a la vez con vergüenza, y debe ser cubierto, vestido.

Veamos una perspectiva teológica del cuerpo y de la corporalidad, ofrecida por Benedicto XVI con sublime maestría:

"Conjugar la teología del cuerpo con la del amor para encontrar la unidad del camino del hombre: este es el tema que quisiera indicaros para vuestro trabajo.

Poco después de la muerte de Miguel Ángel, Paolo Veronese fue llamado ante la Inquisición, con la acusación de haber pintado figuras inapropiadas alrededor de la Última Cena. El pintor respondió que también en la Capilla Sixtina los cuerpos estaban representados desnudos, con poca reverencia. Fue el mismo inquisidor el que defendió a Miguel Ángel con una respuesta que se hizo famosa: “¿No sabes que en estas figuras no hay nada que no sea espíritu?”. En la actualidad nos cuesta entender estas palabras, porque el cuerpo aparece como materia inerte, pesada, opuesta al conocimiento y a la libertad propias del espíritu. Pero los cuerpos pintados por Miguel Ángel están llenos de luz, vida, esplendor.


Quería mostrar, de esta manera, que nuestros cuerpos esconden un misterio. En ellos el espíritu se manifiesta y actúa. Están llamados a ser cuerpos espirituales, como dice San Pablo (cfr 1Cor 15,44). Podemos ahora preguntarnos: ¿Puede este destino del cuerpo, iluminar las etapas de su camino? Si nuestro cuerpo está llamado a ser espiritual, ¿no deberá ser su historia la de la alianza entre el cuerpo y el espíritu? De hecho, lejos de oponerse al espíritu, el cuerpo es el lugar donde el espíritu habita. A la luz de esto, es posible entender que nuestros cuerpos no son materia inerte, pesada, sino que hablan, si sabemos escuchar, con el lenguaje del amor verdadero.

La primera palabra de este lenguaje se encuentra en la creación del hombre. El cuerpo nos habla de un origen que nosotros no nos hemos conferido a nosotros mismos. “Me plasmaste en el seno de mi madre”, dice el salmista al Señor (Sal 139,13). Podemos afirmar que el cuerpo, al revelarnos el Origen, lleva consigo un significado filial, porque nos recuerda nuestra generación, que muestra, a través de nuestros padres que nos han dado la vida, a Dios Creador. Sólo cuando reconoce el amor original que le ha dado la vida, el hombre puede aceptarse a sí mismo, puede reconciliarse con la naturaleza y con el mundo. A la creación de Adán le sigue la de Eva. La carne, recibida de Dios, está llamada a hacer posible la unión de amor entre el hombre y la mujer, y transmitir la vida. Los cuerpos de Adán y Eva aparecen, antes de la Caída, en perfecta armonía. Hay en ellos un lenguaje que no han creado, un eros radicado en su naturaleza, que les invita a recibirse mutuamente del Creador, para poder, de esta manera, donarse. Comprendemos entonces que, en el amor, el hombre es “creado nuevamente”. Incipit vita nova, decía Dante (Vita Nuova I,1), la vida de la nueva unidad, de los dos en una carne. La verdadera fascinación de la sexualidad nace de la grandeza de este horizonte que se abre: la belleza integral, el universo de la otra persona y del “nosotros” que nace de la unión, la promesa de comunión que allí se esconde, la fecundidad nueva, el camino que el amor abre hacia Dios, fuente de amor. La unión en una sola carne se hace, entonces, unión de toda la vida, hasta que el hombre y la mujer se convierten también en un solo espíritu. Se abre, así, un camino en el que el cuerpo nos enseña el valor del tiempo, de la lenta maduración en el amor. Desde esta perspectiva, la virtud de la castidad recibe un nuevo sentido. No es un “no” a los placeres y a la alegría de la vida, sino el gran “sí” al amor como comunicación profunda entre las personas, que exige tiempo y respeto, como camino hacia la plenitud y como amor que se convierte en capaz de generar la vida y de acoger generosamente la vida nueva que nace.

Es cierto que el cuerpo contiene también un lenguaje negativo: nos habla de la opresión del otro, del deseo de poseer y disfrutar. Sin embargo, sabemos que este lenguaje no pertenece al diseño original de Dios, sino que es fruto del pecado. Cuando se lo separa de su sentido filial, de su conexión con el Creador, el cuerpo se rebela contra el hombre, pierde su capacidad de hacer brillar la comunión y se convierte en terreno del que se apropia el otro. ¿No es quizás, este el drama de la sexualidad, que hoy permanece encerrada en el círculo estrecho del propio cuerpo y en la emotividad, pero que en realidad puede realizarse sólo en la llamada a algo más grande? Respecto a esto, Juan Pablo II hablaba de la humildad del cuerpo. Un personaje de Claudel dice a su amado: “la promesa que mi cuerpo te hizo, yo soy incapaz de llevarla a cabo”; a la que sigue la respuesta: “el cuerpo se rompe, pero no la promesa..." (Le soulier de satin, Día III, Escena XIII). La fuerza de esta promesa explica como la Caída no fue la última palabra sobre el cuerpo en la historia de la salvación. Dios ofrece al hombre también, un camino de redención del cuerpo, cuyo lenguaje viene preservado en la familia. Después de la Caída, Eva recibe el nombre de Madre de los Vivientes, es decir testifica que la fuerza del pecado no consigue cancelar el lenguaje original del cuerpo, la bendición de vida que Dios continúa ofreciendo cuando el hombre y la mujer se unen en una sola carne. La familia, es decir el lugar donde la teología del cuerpo y la teología del amor se unen. Aquí se aprende la bondad del cuerpo, el testimonio bueno de su origen, en la experiencia del amor que recibimos de los padres. Aquí se vive el don de sí en una sola carne, en la caridad conyugal que une a los esposos. Aquí se experimenta la fecundidad del amor, y la vida se entrelaza a la de las otras generaciones. Y en la familia donde el hombre descubre su relación, no como individuo autónomo que se autorrealiza, sino como hijo, esposo, padre, cuya identidad se funda la llamada al amor, a recibir y a darse a los demás.


Este camino de la creación encuentra su plenitud con la Encarnación, con la venida de Cristo. Dios asumió el cuerpo, se reveló en él. El movimiento del cuerpo hacia lo alto está integrado aquí en otro movimiento más original, el movimiento humilde de Dios que se abaja hacia el cuerpo, para después elevarlo hacia sí. Como Hijo, recibió el cuerpo filial en la gratitud y en la escucha del Padre y ha dado este cuerpo por nosotros, para generar así el cuerpo nuevo de la Iglesia. La liturgia de la Ascensión canta esta historia de la carne, pecadora en Adán, asunta ya redimida por Cristo. Es una carne que está cada vez más llena de luz y de Espíritu, llena de Dios. Aparece así la profundidad de la teología del cuerpo. Esta, cuando es leída junto a la tradición, evita el riesgo de la superficialidad y consiente acoger la grandeza de la vocación al amor, que es una llamada a la comunión de las personas en la doble forma de vida, de la virginidad y del matrimonio" (Benedicto XVI, Discurso al Instituto Pontificio Juan Pablo II, 13-mayo-2011).

Éstas son las perspectivas con las que hemos de mirar el cuerpo y valorarlo. ¿Verdad que hay una belleza original puesta por el Creador?

18 comentarios:

  1. Es un tema muy benéfico para nuestras mentes contemporáneas, tan influenciadas por existencialismos, marxismos, y todos esos ismos que nos apartan de la buena vereda hacia la Vida. Somos cuerpalma por Voluntad Divina y así, gracias a Jesucristo, llegaremos al cielo, transformados por su Gloria. ¡Menudo destino nos espera! Allí cantaremos eternamente sus Misericordias, con Teresa y con todos los santos.

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    1. Felicitas:

      Muy bueno y original ese término: "cuerpalma". Pero eso es lo que somos. Y la resurrección de la carne y la vida eterna incluyen ambos co-principios.

      Entonces gozaremos con el Señor...

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  2. Habría que releer el Génesis. Dios creó a través de su palabra el universo y al ser humano. ¿Cómo vamos a pensar que lo material no forma parte del plan de Dios? El problema, como bien indica, es que somos maniqueos. Nos arrastra la tendencia determinar qué es los esencial y olvidamos todo lo demás. O espirituales al 100% o materialistas al 100%.

    Pero esto mismo nos sucede con otras muchas cosas. Determinamos que lo esencial son las obras, nos olvidamos de todo lo demás y encima recriminamos a quienes "les da" por orar o por meditar o por profundizar en la vida sacramental. Lo mismo nos pasa si "nos dá" por la oración o por cualquier parte importante de nuestra vida espiritual.

    Feliz viernes D. Javier :D

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    1. Ops... que ganas que tengo que llegue el viernes :))) Quería decir feliz jueves :)

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    2. Néstor:

      ¡¡Es jueves!! Día de leer Alfa y Omega -aunque a algún amigo que tenemos en común le parezca en ocasiones soporífera-, no viernes.

      Es difícil mantener el equilibrio. Pero es que el catolicismo debe ser equilibrio y no opciones dicotómicas. El cuerpo es santo y no vale ni profanarlo ni ignorarlo...

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  3. La castidad, la pureza, ayudan a ser libres porque todo lo creado por Dios tiene una finalidad, como señala la entrada, y modificar ésta conduce al desastre. Pero, como bien dicen los números 2525 y 2526 del Catecismo, la pureza cristiana exige una purificación del clima social; purificación siempre necesaria, tanto para combatir la concepción espiritualista, como para rebatir la errónea concepción sustentada por los varones en otras épocas (hoy, culturas), así como para superar en el occidente actual la progresiva desinhibición que lo impregna, pues el problema es (ha sido siempre) la adaptación no al designio de Dios sino a las costumbres y pensamientos meramente humanos de cada época, aunque aquellas y estos hallan sido tomados como "muy espirituales".

    Predicar, evangelizar, sobre la teología del cuerpo (el cuerpo humano desde los ojos de Díos) sigue siendo necesario (imprescindible) ya que, si la concepción espiritualista del hombre que niega la realidad del cuerpo es un error, no es menor error que los católicos nos hayamos acostumbrado a ver en la calle (y también en lo templos) a gente semidesnuda con camisetas que parecen haberse “encogido” en la lavadora, pantalones fundidos con el cuerpo, shorts y faldas cortísimas. La moda esclaviza a los jóvenes y a los no tan jóvenes.

    Que Tu sabiduría nos dirija en nuestra jornada ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Julia María:

      así es, pero quisiera aclarar que ni aplaudo el falso espiritualismo pero tampoco aplaudo esa visión que nos ha acostumbrado el mundo de profanar la santidad del cuerpo con esas ropas y esas costumbres, generalmente aceptadas.

      La moda esclaviza a todos (menos a los presbíteros, con su variedad de clerygmans grises y negros... jejejeje).

      Me alegra que escriba.

      Saludos.

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    2. Lo daba por supuesto y creo que los lectores habituales también. Me refería, ampliaba la entrada si se quiere, a tres pensamientos o posturas intelectuales y vitales en torno al cuerpo, conocidas, actuales y equivocadas, porque las tres tienen en común prescindir del designio de Dios respecto al cuerpo humano, lo realmente importante, atendiendo a teorías o intereses del hombre disfrazados a veces de espirituales.

      Una ventaja ” importantísima” de “los negros y grises”: no tener que preguntarse por la mañana ¿qué me pongo? O no mirar con sorna al compañero que te dice “hoy estás guapísima”, preguntándote ¿ayer iría “hecha una facha”? Risas…

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    3. ¡Una falta de ortografía! ¿Y no avisan? El próximo que abra la puerta de mi despacho o me llame por teléfono con su particular "muerto"cuando escribo en el blog se va a enterar... Risas

      Sustitúyase " hallan sido" por "hayan sido"; mi profe de Literatura y mis monjas me hubieran "matado".

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    4. Julia María:

      La vista me falló y no reparé en su falta de ortografía. He desperdiciado una oportunidad de humor irónico con vd...

      Lo del gris y el negro es aburridísimo, de verdad... pero, ciertamente, no hay mucho que pensar para vestirse y no buscar complementos ni zapatos ni corbatas ni....

      Un fuerte abrazo al acabar este domingo.

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  4. Quiero dar las gracias a todos por sus oraciones. Ya han salido los resultados, el tumor no es maligno y mi sobrina se está recuperando muy bien.
    El cuerpo tiene esas cosas, enferma. El cuerpo, el sexo, el amor, esas palabras que todo significan, que cualquier cosa significan, significados surgidos de nuestra limitada percepción, y no de la VERDAD. Cualquier cosa. No se llega muy lejos con cualquier cosa. Con la VERDAD si. Este caos, confusión, y extraño mal tóxico que es la falsedad y que impregna nuestra sociedad, no huele bien. Sigo rezando. DIOS os bendiga.

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    1. Me alegro, Antonio

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    2. Muchas gracias, Julia María. DIOS la bendiga.

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    3. Antonio Sebastián:

      Me alegro muchísimo de la noticia. ¡Enhorabuena! Bendito sea Dios.

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  5. Buenos días don Javier.
    Cierto,existe esa belleza y esta entrada nos permite descubrirla en la hermosura de las obra redentora del Señor.Ser miembro de la Iglesia es una gran alegría para vivirla en cuerpo y alma porque si, como queda claro en la entrada, nuestro cuerpo es espiritual, precisa a diario comer un alimento celestial y la Eucaristía, Pan del Cielo, ¿Quién si no?, es de nuevo la respuesta, Él que es Vida. Un abrazo.

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    1. xtobefree:

      Desde luego, el cuerpo requiere espiritualizarse desde ya, y para eso nada mejor que el Alimento del cielo, la Eucaristía.

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  6. El cristianismo tiene una concepción extraordinariamente positiva del cuerpo humano:
    1.Jesús se encarnó, se hizo verdadero hombre y tiene un cuerpo como el nuestro por toda la eternidad.
    y 2.Nuestro cuerpo está destinado a la resurrección y a vivir eternamente en la gloria junto a Jesús resucitado y glorioso.

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    1. la colmena:

      Muy bien dicho y muy bien sintetizado.

      Pero qué difícil predicarlo y que lo entiendan, cuando el cuerpo super-cultivado, se piensa que es esta materia caduca... y que lo importante es el "Yo" medio cósmico medio no sé qué...

      En el fondo despersonalizan a la persona negando el valor y la santidad de su corporalidad llamada así a la resurrección, a la plenitud.

      Saludos. ¡¡¡Hacía mucho que no escribíais!!!

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