sábado, 26 de octubre de 2013

Sencillamente, rezar

Es un acto noble.

Es un acto que eleva lo que somos y mueve las facultades superiores de toda persona.

Es un acto de fe, es un acto de amor, es un acto de esperanza.


Sencillamente, rezar. Es muy grande el hombre cuando descubre su pequeñez y de rodillas reconoce que su vida pertenece a Otro, entra en un designio nuevo, grande y feliz, la Providencia de Dios, siempre amorosa.

Sencillamente, rezar. No es complicado. Claro que hay que desechar la idea que asocia rezar a recitar una tras otra a la carrera plegarias aprendidas de memoria.

Primero es un acto de la conciencia: uno se sabe en presencia del Señor. Toma conciencia. Recoge sus potencias interiores de la distracción, del farragoso mundo y sus obligaciones. Se centra, se unifica.

Empieza a hablar suavemente al Señor. Comienza a escuchar a su propio corazón que balbucea palabras ante al Señor. Y así se inicia, cada vez, un proceso inacabado: ¡buscar a Cristo! 


"Ésta es la definición misma del cristiano: alguien que busca a Cristo... He aquí, según la Escritura, la marca esencial, el fundamento del cristiano, del que deriva todo lo demás... De ahí resulta entonces que [la oración] es una... característica de los cristianos según se describe en la Escritura" (Newman, SD 19, 278. 280).

La oración es el núcleo de esta vida porque llena los días del cristiano, la necesita tanto como el alimento material, es el trabajo cotidiano y su fin, aquello en lo que consiste realmente, es buscar a Cristo.

Sumemos un dato más: es un privilegio, una gracia, que podríamos aprovechar más, el día que descubramos la presencia de Cristo en el Sagrario como un gran regalo, inmerecido. Cristo está en el Sagrario de la parroquia posibilitando así un encuentro personalísimo, una oración afectuosa.

Esta oración cristiana permite ratos de desahogo, de volcar lo que uno vive, pero es algo más que la mera subjetividad desbordada. Es también una escuela donde se sumerge uno en la verdad de la fe, en el dogma, en las verdades cristianas. Nutre el alma y la inteligencia si la oración bebe de las fuentes límpidas de la liturgia, de sus oraciones y textos, porque así centra el alma sólo en Dios, no en uno mismo y sus propias experiencias.

La liturgia celebrada es oración. No es mera predicación, un culto dirigido a la inteligencia para adoctrinarla, ni una sesión de catequesis, sino que la liturgia es oración sublime, sagrada, mística. 

"Los hombres hablan en nuestros días como si el hecho de oír una supuesta predicación fuese el gran mandamiento de la religión cristiana, cuando el gran mandamiento... es en realidad la oración y la alabanza, pero no de un solo individuo, sino la oración y la alabanza en común de un gran número de personas reunidas en asamblea... es la función propia de la oración pública de hacer presente a Cristo entre nosotros... a la que se ha unido la predicación... simplemente como un medio de ayudarnos a rezar y a vivir mejor" (Newman, Serm. I ,25).

Fruto o consecuencia derivada de la oración eclesial -a la que nos incorporamos como miembros de Cuerpo- es la oración privada con tiempo fijo, reservando momentos especiales para el Señor y así rezar más "sistemáticamente" y con más fervor. Entonces, después de esta oración privada, el corazón a lo largo de la jornada, en los trabajos y obligaciones, se podrá elevar al Señor más fácilmente con una breve plegaria o una jaculatoria. Se vive en sintonía con Cristo y en cualquier momento se le encuentra en esa plegaria fugaz.

Decía Newman:

"La oración, la alabanza, la acción de gracias y la contemplación son el privilegio y el deber del cristiano, y lo son por sí mismas, por el extremo consuelo y la extrema satisfacción que le procuran, por no hablar de los resultados precisos a los que tiende la oración... Por eso no nos extrañaremos de que este deber, que es también un privilegio y constituye la prenda característica de nuestra herencia celestial, ejerza una influencia muy particular en nuestra aptitud para reclamar dicha herencia. Quien no usa un don, lo pierde".

Sencillamente, rezar. 

Y quien reza se mantiene constantemente en tensión hacia Cristo, sin desviarse nunca.

Y quien reza se va transformando en un hombre de Dios por completo cuyo corazón le pertenece a Cristo.

22 comentarios:

  1. Me gusta que el título utilice el verbo rezar, tan tristemente denostado. ¡Buscar a Cristo! Sentarse a sus pies como María de Betania y, muy calladita, escucharle, el principal anhelo. Sin Él todo carece de sentido.

    “Recoge sus potencias….”. Aún teniendo capacidad de concentrar el corazón, ay, don Javier ¡Qué difícil es!

    Será ”mi espíritu rebelde” (llevar la contraria a “la moda” impuesta), pero me gustan las oraciones “hechas”: el santo rosario desgranando despacito cada una de las frases como si en mí hablara el ángel, como si en mí hablara María; me gustan las oraciones escritas por los santos, y ”masticar” el Padrenuestro me emociona cada vez más. Debo estar hoy en plan confidencial…

    Totalmente de acuerdo: “oración privada con tiempo fijo…” Una única discrepancia con Newman: “La oración… por el extremo consuelo y extrema satisfacción que le procuran…”, y no solo es una discrepancia de esta aprendiz, discrepan de ello varios santos amigos. La oración puede o no causar consuelo y satisfacción y, además, esa no es su principal finalidad.

    Y un matiz para mi amable anfitrión relativo a las últimas líneas que son radicalmente ciertas. La oración te mantiene de pie, listo, al frente, consciente de estar siempre en presencia de Dios, pero bien la propia debilidad y los hábitos no superados, bien porque Dios lo consienta o sea su voluntad (distinción que esta aprendiz no sabe realizar), en el momento en el que menos lo esperas, te quiebras.

    Te invoco de todo corazón; respóndeme, Señor, y cumpliré tus leyes (Laudes) ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Julia María:

      Es muy temprano para empezar a discrepar, amiga mía.

      Pero en este caso... ¡coincido! A la oración no vamos ni a buscar nada, ni a sacar nada... no vamos por unos beneficios concretos, sino por estar con Él, nos dé luz u oscuridad, consuelo o desconsuelo. Se trata de estar, como están juntos los que se aman.

      Quería subrayar la importancia de la oración, pero no cabe duda de que a veces lo humano, esta débil naturaleza, se quiebra con facilidad cuando está sobrecargada (de tentaciones o de persecuciones o de...). Pidamos la gracia de seguir de pie.

      En cuanto a sus confidencias espirituales, creo que a todos enriquecerán. La experiencia creyente es compartida y todos hallamos nuevas luces en nuestros hermanos.

      Gracias.

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    2. Con qué aprendiendo la intimación en mora del deudor ¿eh? Me allano, ante el Sr. Juez, estoy en precario y en mora, pero concédame un aplazamiento, las moneditas de 2 euros van llenando la hucha poquito a poquito y no vulneraré su buena fe emitiendo un “pagaré” (pagaré cuando quiera); mire la parte positiva: han empezado a correr los intereses… (Risas).

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    3. Julia María:

      Me emplea vd. la jerga de leguleyos que no entiendo: "intimidación en mora del deudor", "en precario y en mora"... Déjese de rollos legales, señora letrada: vamos a los hechos.

      Vd. no me ha abonado los amplios espacios de alquiler del blog.

      Vd. no ha comprado la Biblioteca Nacional para mí.

      Vd. ni siquiera ha solicitado privadamente mi dirección postal para el envío de cajas y cajas de libros.

      ¿Y he de consolarme y conformarme con que ha abierto una hucha con monedas de 2 €?

      ¡¡Se nota que es abogada!! Y como todos los abogados es vd.... en fin, no quiero escribirlo.

      Reclamo lo que es mío por justicia.

      Y seguro que sus hijos estarán de acuerdo conmigo y me darán la razón aunque ya ni escriban en el blog.

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    4. Qué lo mismo nos deja sin cenar si nos ponemos de su parte don Javier....

      vd no la conoce "enfadada" y con una sartén en la mano. Tengo hambre y la tortilla tiene un olorcillo que levanta a los muertos, ja,ja, ja,

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  2. No creo que ese extremo consuelo y esa extrema satisfacción hagan ninguna referencia a sentimientos, emociones, percepciones o sensacioones humanas. Me da por pensar que la FE no es una emoción o un sentimiendo. Es un regalo de DIOS, es convición Y la oración dentro de esa convicción es extremo consuelo y extrema satisfacción. Consuelo y satisfacción, que no tiene nada que ver con emociones, sentimientos, percepciones, ni tampoco con sensaciones, sino con esa CONVICCION, que es don y regalo de DIOS, del ESPÍRITU SANTO. Tendemos a llevarlo todo al terreno humano. Pero el ESPÍRITU SANTO, no es humano, y ese consuelo y esa satisfacción no está en lo humano, son en la GRACIA. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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    1. Mi gran maestra en la oración, la Orden del Carmelo, me enseñó la realidad y el valor de una experiencia desgarradora: la aridez en la oración; aridez que lleva al desapego (purificación) pues los hombres sufrimos de glotonería espiritual al igual que de glotonería material, de modo que demandamos o esperamos consuelo de Dios o nos lo brindamos nosotros mismos, escapando de la podadora mano del Padre.

      Cuando la aridez se hace frecuente o constante y no se debe a la tibieza, cuando todo empieza a perder sentido, cuando Su Presencia se desdibuja o se pierde (pérdida de convicción), el esfuerzo por aliviarla se convierte también en constante, así el esfuerzo perseverante prepara al alma para orar sin cesar. Por eso, no busco el consuelo de Dios sino al Dios de los consuelos; de Él, si es en verdad, consuelo, desconsuelo o su ausencia bienvenidas sean, ya que Dios tiene una divina manía: desacomodarnos. Algunos me dicen: “Ya, pero eso es sólo para “los grandes”; contesta un dominico, san Luis Bertrán: “Abrasa, corta y castiga aquí, Señor, para que me perdones para siempre”. Algunos dicen que repetía palabras de san Agustín, quizá el especialista en frases de san Agustín de este blog pueda confirmarlo o negarlo.

      “Que, por cuanto aquí purga Dios al alma según la sustancia sensitiva y espiritual y según las potencias interiores y exteriores, conviene que el alma sea puesta en vacío y pobreza y desamparo de todas estas partes, dejándola seca, vacía y en tinieblas” (Noche, II, 6, 4, san Juan de la Cruz).

      Sí, Antonio, se lo “discuto” al Cardenal Newman; ya debe saber vd, como asiduo de esta salón parroquial, que he aprendido de santa Catalina de Siena un cierto “descaro” en buen plan con los santos. Puede que, cuando me permitan entrar en el Cielo después de mi total purificación, me encuentre esperándome a la puerta una fila de santos riéndose a carcajadas de mí y, al fondo, Jesús diciéndome ¡Pero, niña…! No importará porque ya, por fin, habré visto con claridad. En todo caso, cuanto antes comencemos a colaborar en nuestra purificación, antes llegaremos adonde anhelamos llegar. Un saludo

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    2. Si, Julia María, discuta descaradamente su percepción al Cardenal Newman. Ami me muy bien. Yo no puedo discutir nada el Cardenal Newman, porque mi percepción de lo que dice es muy diferente a la suya, Julia María. Mi interpretación de lo que escribe es muy otra. Y desde luego, yo no rezo para obtener el extremo consuelo y extrema satisfacción, porque el extremo consuelo y extrema satisfacción, es ya sencillamente rezar. El hecho de rezar es el extremo consuelo y extrema satisfacción. Y eso no quita para nada ni la aridez, ni la presencia desdibujada, ni el dolor, ni ese sufrimiento interior que te desgarra y que te hace sentir tan en carne viva, que cualquier cosa te produce un sufrimiento insoportable, tan insoportable que no se encuentra consuelo humano posible. Bueno, pues simplemente rezar, dentro de ese sufrimiento, es el extremo consuelo y extrema satisfacción. Y escribo esto con la intuición de que la torpeza en mi expresión escrita, ni recoge, ni expresa la idea. Pues bien, pese a sentir, a estar inmerso dentro de ese sufrimiento, la acción, el hecho de simplemente rezar, que no te quita un ápice de dolor, es el extremo consuelo y extrema satisfacción. Un misterio si, pero ¿es que hay algo que provenga de la GRACIA de DIOS que no sea un misterio?. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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    3. Antonio Sebastián:

      Será que soy muy torpe para comprender. Pero muchas veces la oración, en plena aridez, ni es gusto, ni es consuelo, ni es nada de nada. Se está por un amor que ni siquiera roza el sentimiento ni la afectividad. Se está por pura fe y sin sentir nada.

      Es lo que decía Julia María -con una frase que repito yo hasta la saciedad- no buscando los consuelos de Dios, sino al Dios de los consuelos, aunque no hable, ni se manifieste, ni nos roce y nos deje allí en silencio, esperando, como santa Teresa tantos años, a que suene la hora en el reloj.

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    4. Antonio, me parece que mis palabras son siempre ingratas para vd, le molestan; lo siento porque no es mi intención. En todo caso, yo siempre he dialogado, "discutido" (y lo sigo haciendo) con los autores en la lectura de sus obras como si estuvieran vivos y con mucha más libertad lo hago con aquellos autores que considero mis hermanos y mis amigos, en razón de la fe y el amor compartido.

      Como dice, don Javier, en su respuesta a mi primer comentario mañanero, mi compartir es siempre en razón de: "la experiencia creyente es compartida y todos hallamos nuevas luces en nuestros hermanos".

      Buenas noches.

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    5. Julia María: No realmente sus palabras no son ingratas para mi. Al contrario, son sumamente benéficas. Para mi son simplemente perspectivas diferentes de una cuestión u otra. Y en realidad, me da por pensar que esas diferencias son irrelevantes, porque atañen a lo secundario y a lo prescindible. Porque la verdaderamente importante, lo que verdaderamente prioritario es que somos uno en la FE. Somos hijos de DIOS, y eso siempre nos hará uno. Muchas gracias por todo.

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    6. Padre Javier:
      Yo no sé muy bien como vivía interiormente santa Teresa su relación personal con CRISTO. Yo, en este caso, solo escribo de mi experiencia personal. Es pobre, pero es lo único que conozco.

      Que exista esa plena aridez, ese disgusto, ese desconsuelo, ese nada de nada, ni lo pongo en duda, ni lo cuestiono. Es más, lo creo. Pero lo que he vivido yo es lo que escribo, o por lo menos es como yo he percibido mi experiencia.

      Yo no cuestiono, ni pongo en duda, ni lo que dice Usted, Padre Javier, ni lo que dice Julia María, yo ahí ni entro ni salgo. Solo expongo mi experiencia personal.

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  3. ¿Hay algo más que "cum laude"?

    En serio, "publicadlo por las azoteas, por las calles y los confesonarios"... ¿Quien pone la penitencia de un rato de oración? Yo sólo conozco a un Sacerdote anciano que lo hacía...

    Acudo, como Antonio Sebastián dice, a la experiencia personal que, como entrega incondicional pero llena de situaciones muy diversas, tanto positivas como negativas, va llevando de tal manera a los brazos de Dios, que -como expresa Santa Teresita- "aún en total impotencia tiene la mirada fija en Dios en todo momento".

    ¡Dichosa es ella que lo vivió así! Y ojalá me hiciera partícipe de ese don (hasta donde esté determinado por su Providencia) el Que todo lo puede hacer por el amor que nos tiene.

    Gracias a todos por cada comentario.

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    1. Bueno SIL, a mi también me ha pasado, se trata de un sacerdote de cuarenta y tantos, fue precisamente la última vez.
      Por otra parte, el que un sacerdote te ponga de penitencia un padrenuestro y un avemaría, ya sería oración. ¿Qué mejor oración que deleitarse con el Padre Nuestro? Meditarlo, reflexionarlo y hacerlo vida. Porque supongo que cuando un sacerdote de rezar un Padre Nuestro, se trata de eso, de rezarlo, no de acudir a la memoria y recitarlo, sino de interiorizarlo.

      Abrazos. DIOS le bendiga.

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    2. SIL:

      La penitencia, en teoría, debe depender del tipo de pecados y de la madurez cristiana del penitente, capaz de entenderla y asumirla.

      No es fácil poner una penitencia en el Sacramento, no es nada fácil.

      A veces sí pongo un ratito breve de oración en la iglesia, sobre todo si está el Santísimo expuesto. Una penitencia debe señalar el mínimo..., y el amor reparador del penitente que lo amplíe si quiere.

      SIL: No se queje tanto de los confesores... jejejejeje No somos tan malos...

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    3. D. Javier:

      Totalmente de acuerdo en cuanto a la "teoría" en el primer párrafo; lo mismo que en el segundo y en el tercero. ¡Pobrecitos!

      Y no, ¡no me quejo de su actuación! ; por lo menos, sería ingratitud !! Y además ni siquiera los que no lo hacen son malos...

      Simplemente (aunque de forma inadecuada, ejem, ejem) deseaba expresar lo que APRENDÍ en un tiempo no demasiado lejano. En cuanto al Sacerdote anciano al que me refería tenía la costumbre de "mandar" al penitente a hablar con el Señor del Sacramento recibido, y ante El analizar el proceso personal. No sé si me explico mejor.

      Ese método, entiendo que no es rezar un Padre nuestro u otra oración, sino algo mucho más profundo y bello, y conveniente !!! Lo cual no impide ni rechaza que la Oración dominical sea sublime, inexpresable, inimitable.....





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    4. Después de haberse sentido pecador, de haber sido perdonado, ¡qué provechosa esa forma de penitencia, que confirma la obra del Sacramento y la fuerza para no abandonar.

      Perdón por enrollarme ante ustedes.

      D. Javier, deme la absolución virtual por atreverme a hablar así. Otro día seré más escueta. Que Dios le bendiga y fortalezca.

      Y saludos a todos.

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  4. SIL, Teresita, el juguetito de Jesús como a ella la gustaba hablar de sí misma, al referirse a las tribulaciones del Señor afirma que Él busca consoladores y no los encuentra porque muchos sirven a Jesús cuando los consuela, pero pocos le hacen compañía cuando sufre en el huerto la agonía, y la santa se pregunta ¿Quién, pues, querrá servir a Jesús por Él mismo, sin consuelo ni certeza alguna?

    En cuanto a la pregunta sobre la penitencia sacramental, aunque siempre dependerá del ejercicio del ministerio de cada sacerdote, en la diócesis en la que vivo, por lo que conozco, suele ser una penitencia muy habitual.

    Un saludo.


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  5. Don Javier estamos más liados que la pata de un romano pero nuestra madre ya ocupa espacio ella solita, ya, cosas de ir con el corazón en la mano. Pero rezamos por don Javier.

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    1. Nos lo dejábamos. En nuestra edad la falta de ganas de rezar. Uhhhhhh, te quedas allí parado, más tieso que la mojama de nuestra tierra.

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    2. La colmena:

      Bueno, os habéis justificado bien... ¡liados más que la pata de un romano!

      Vuestra madre ocupa espacio en el blog, pero no paga el correspondiente alquiler. No sé qué hacer con ella. A ver qué me sugerís vosotros...

      La vida de oración, que no es fácil ni espontánea, hay que descubrirla a medida que vamos viendo que necesitamos a Cristo, lo necesitamos de verdad, con todo nuestro deseo hacia Él. Mientras no se llega a eso... "se nos olvida rezar", "nos cansa", "no tenemos tiempo", y mil excusas más para tapar que no lo amamos con todo nuestro corazón y todas nuestras fuerzas.

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    3. qué hacer con nuestra madre? ni con cálculo integral lo hemos descubierto nosotros todavía.........

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