domingo, 28 de julio de 2013

Magisterio: sobre la evangelización (VIII)

Bastaría que mirásemos un poco para darnos cuenta de la tremenda secularización en la que vivimos, de la descristianización vigente, como también de la secularización interna de la Iglesia.

Se soñó que plagiando los modos y métodos del mundo, asumiendo el nuevo credo de la postmodernidad, la Iglesia se encarnaría más y mejor y llevaría el Evangelio a todos. Se soñó que los problemas reales eran de organización, de estructura, de lenguaje y sobre todo de contenido, donde la Iglesia sería la que tendría que aprender del mundo y de la cultura actual y modernizarse. Los contenidos de la fe se sustituían por aquello que el mundo esperaba a oír.

¿Éxito? Sólo se podía esperar un gran fracaso. La Iglesia -entiéndase que se generaliza, claro- por ese camino se convertía en sal sin sabor, en una luz apagada.

La realidad se impone. Muchísimos bautizos de párvulos se realizan por "tradición", sin garantías reales de educación en la fe del bautizado, porque sus padres no viven la fe; las primeras comuniones de los niños, convertidas por los pastoralistas en un inmenso y pueril festival sin unción religiosa alguna, es un trámite, un rito social de paso; los matrimonios que aún se realizan sacramentalmente suelen ser por motivos más bien espúreos a la fe: la belleza del templo, la escalinata, etc., sin la verdad sacramental de hacer lo que hace la Iglesia y aceptar todas y cada una de las dimensiones del Matrimonio cristiano en el fuero interno. No seamos ilusos, por favor. Ésta es la realidad y se nota en tantísimos detalles: no saben ni el Padrenuestro, no han participado en la Misa del domingo.

Miremos, por ejemplo, la asiduidad o el recurso a la práctica del sacramento de la Penitencia: escasísimo para la inmensa mayoría de cristianos; miremos la participación dominical e inserción eclesial de muchos miembros -hijos de esta generación, sin mala voluntad probablemente- de asociaciones con sede en la parroquia.

A veces somos ilusos: vemos ocasionalmente llena la iglesia (unas primeras comuniones, por ejemplo) y pensamos que ya está la evangelización, que no estamos tal mal porque al menos estos niños "han recibido al Señor". ¿Nada más?

Con un balance parecido del Papa Juan Pablo II en un discurso, concluía lanzando el reto de la nueva evangelización, igualmente válido hoy a más de 30 años de ser pronunciado:

"El pueblo umbro siente fuertemente los valores humanos fundamentales, como el respeto a los demás, la ayuda mutua, el sentido de la justicia, la cordialidad, la hospitalidad. Vosotros mismos sois conscientes, queridos hermanos, de que es necesario sin embargo desarrollar y profundizar en una fe siepre más consciente en Jesucristo y en una más exigente coherencia con el mensaje evangélico; porque, una religiosidad fundada exclusiva o principalmente sobre bases simplemente "culturales" se halla expuesta a varios peligros que provienen de los modelos de vida infectados de consumismo y materialismo, que son anunciados y difundidos por agencias culturales y políticas, y en particular por los instrumentos de comunicación social. Existe por tanto el peligro -no sólo abstracto- de que muchos fieles se queden enredados en la indiferencia religiosa o se adapten a la incoherencia en el campo moral.
En este contexto, vosotros habéis subrayado, con cierta preocupación, el aumento de las separaciones legales, de los divorcios, de los abortos, de la delincuencia juvenil, del triste fenómeno de la toxicodependencia especialmente entre los j´voenes. A la vez se desatienden los deberes sociales, como testimonian la marginación de los anciones y el paro juvenil... De este rápido cuadro, resulta la exigencia y la urgencia de una reevangelización del pueblo de Dios a través de una continua, permanente, capilar catequesis, capaz de implicar no sólo a los niños, sino también a los adolescentes, a los jóvenes, a los adultos. De vuestras conversaciones y relaciones he notado con viva satisfacción la difusión de experiencias alentadoras: la preparación de los padres y de los hijos a los sacramentos de la iniciación cristiana, la preparación de los novios al matrimonio; los itinerarios de fe para grupos de familias; períodos de catequesis intensivas; misiones populares.
Deseo expresar mi aprecio y aliento por estas iniciativas, que pretenden sensibilizar y responsabilizar a los fieles, tanto personal como comunitariamente. No olvidemos a los movimientos, asociaciones, grupos que tienden a una seria y sólida formación cristiana, especialmente a través del contacto asiduo, la religiosa escucha, el estudio metódico de la palabra de Dios. Son elogiables las escuelas diocesanas de formación teológica" (Juan Pablo II, Discurso a los obispos de Umbría, 19-abril-1986).

Subrayemos únicamente las ofertas, tal vez nada "novedosas", pero que no siempre se dan en todos y por todas partes:

-Catequesis continua, permanente, capilar también para adultos
-itinerarios de fe completos para familias (grupos de familias, movimientos familiares)
-Catequesis intensivas
-Misiones populares
-Movimientos y asociaciones con solidez formativa
-Escuelas diocesanas de formación (o sus redes capilares: escuelas arciprestales o parroquiales, bien preparadas).

7 comentarios:

  1. Analicemos la responsabilidad que cada uno tenemos y pongámonos con urgencia a reparar los estropicios. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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    1. Días atrás se dirigía vd a don Javier respecto al título de algún libro para leer este verano y ayer, cuando finalice la lectura de “La esfera y la cruz” de Chesterton, que reencontré ordenando la biblioteca familiar, pensé que quizá pueda ser de su agrado. Puede leerse como la aventura de dos hombres discrepantes en cuestiones existenciales o en la clave espiritual y apologética que le imprime su autor.

      El escritor inglés domina magistralmente el lenguaje aunque tiene un estilo anglosajón pero ésta no es una obra difícil; da lugar a la risa y sonrisa y concluye en la esperanza. Por si se anima, le diré que Albino Luciani (Juan Pablo I) cuenta, en su libro Ilustrísimos Señores" dedicado a G.K Chesterton, la agradable sorpresa que tuvo leyendo al autor inglés al ver que se podía defender la verdad haciendo reír y comenta en torno al libro: “comenzáis por despedazar la cruz y termináis por destruir el mundo".

      Un saludo.

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    2. Muchas gracias por su recomendación. Leí hace tiempo esa novela que me enseñó mucho. De Chesterton he leído también algunas otras, como "Herejes", “El Hombre Que Fue Jueves”, “Manalive”, las novelas sobre el Padre Brown, "El retorno de Don Quijote" y algunas cosas más. Tengo más títulos más pendiente de lectura. En relación al libro de Juan Pablo I, leí en su día ese título que me gustó mucho.
      Chesterton me hace tanto reír como reflexionar. Su sentido del humor es muy mío, quiero decir, que lo siento como muy en consonancia conmigo, es posible que por eso me haga reír tantísimo. La última novela que leí suya es "El regreso de Don Quijote". Leo sus obras con tanta avidez y como literatura de evasión, por lo cómico que me parece, pero he de reconocer, que después de haber leído un libro suyo, me lleva semanas digerirlo por completo. Cada uno de sus libros está lleno de papelitos marcando algún párrafo que me ha impactado especialmente, o alguna frase.
      Su comicidad es como si saliera de mi mismo. Una vez más muchas gracias por su atención, por favor siga enseñándome como hasta ahora. Abrazos en CRISTO. DIOS la bendiga. Sigo rezando.

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    3. Al entrar en el blog para el rezo de Laudes veo su comentario. Antonio, aunque le agradezco su benevolencia hacia mí, yo sólo enseño a mis hijos y a mis sobrinos; en las filas de la infantería de la Iglesia nada enseño; aquí enseña don Javier y todos mis comentarios se someten a su consideración.

      En este salón parroquial virtual me limito a compartir lo que me enseñan (ellos sí) los que pueden hacerlo, contraviniendo mi natural "cartujano", en fraternidad y bajo la dirección de don Javier (veáse por analogía a la samaritana). Quiera Dios que lo haya aprendido bien y no lo trasmita mal ¡Vaya "maestra ciruela" que sabe poco y mal sería!

      Se de Alguien, a Quien su comentario le ha hecho reir a carcajadas, que me ha dicho ¡Anda, que si te conociera tan bien como yo te conozco!

      En cuanto a los libros, para mí es un placer releer: limita el ardor por lo nuevo y sedimenta lo aprendido.

      Un cordial saludo.

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  2. Da en el clavo D. Javier. Creer que los métodos y las estructuras serán las que no salven, conlleva un pelagianismo muy bien disimulado, que socava la fe, la esperanza y la caridad.

    Esto no quiere decir que no utilicemos nuestro ingenio, fuerzas y ánimo para evangelizar. Todo lo que construyamos y organicemos son herramientas que Dios debe tomar en sus manos para hacer su voluntad. Quien salva es Cristo, no las necesarias estructuras y métodos.

    Es curioso cómo nos cuesta ofrecer estas estructuras y métodos al Señor. Hace un par de semanas asistí a un conferencia de realizada dentro de un parroquia. El ponente era un Sr. Obispo... me sorprendió que ni el párroco ni el obispo propiciaran una oración inicial y final, que ofreciera al Señor lo que íbamos a realizar o hubiéramos realizado.

    La secularización interna es muy preocupante!!!

    Que Dios le bendiga :D

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  3. Cuestión de fondo siempre la misma aún siendo sus manifestaciones externas diferentes en cada época: religiosidad desde bases “simplemente culturales” desde los fariseos y escribas a la Cristiandad deteriorada y a la modernidad-postmodernidad subjetivista, obviando que Cristo-mi persona-mi vida es la cuestión a plantearse en la vida cristiana y en la evangelización.

    Por ejemplificar: el viernes, después de año y medio de discusiones profesionales sobre un concreto tema (¿quién dice que no soy paciente ALGUNA VEZ?), recibo un correo de un compañero que, con buena intención y afecto, me dice: “no te lo tomes en serio, ‘solo es trabajo’, dentro de poco tendrás vacaciones y nos perderás de vista…” ¡Dios mío! “Sólo es trabajo” me dice un católico integrado en uno de los grupos eclesiales y, además, lo hace lleno de buena voluntad y afecto. Con cuanta razón decían nuestros antepasados que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

    Si mi trabajo, mi dinero, mi afectividad, mi sexualidad, mi familia, mi pensamiento, mi voluntad, en fin mi corazón, toda mi persona, no es de Cristo, opto por el engaño más tonto posible: hacerme trampas jugando al solitario. Todo el Evangelio se dirige a la entrega de la vida, a la entrega del corazón. Cualquier actuación de evangelización que no se fundamente y se dirija a esta entrega no será eficaz en el tiempo; tenemos ejemplos de ello.

    Además de las ofertas con las que concluye la entrada, que me parecen perfectas aunque omiten los ejercicios espirituales, creo que debe prestarse mucha atención a la homilía en la Santa Misa porque es lo único que se encuentra configurado hoy por hoy como “obligatorio” en materia de evangelización ad intra. Me ha parecido observar que entre laicos y sacerdotes existe como una cierta prevención hacia la homilía que, en todo caso, yo no comparto, y que se cristaliza en: “es larga, no debe ser larga; es aburrida, debe ser divertida…”

    Bien, yo creo que la homilía debe evangelizar en el sentido de explicar la palabra de Dios en la historia de la humanidad y, al mismo tiempo, despertar la inquietud de conocerla y vivirla más y mejor. Ya se que es difícil “hacer despertar” (cualquier madre lo sabe) y mucho más difícil en los momentos que vivimos, pero es absolutamente necesario para aquellos fieles que de motu propio no son capaces de abrir el Catecismo, un libro de san Agustín, una encíclica… la propia Biblia y, sin embargo, se tragan la basura de los medios de masas. Juan y Santiago, impresionados (incipiente despertar) por Jesús y probablemente aconsejados por el Bautista, que generosamente derivó hacia Él sus propios discípulos, le preguntaron Rabí ¿dónde moras?

    Trae a colación Nestor un tema muy interesante, el pelagianismo al que podríamos unir otras herejías nunca totalmente muertas, pero me extendería mucho más; sólo decir que hace mil quinientos años san Benito condensó brillantemente gracia y voluntad: ora et labora; en otra versión: reza como si todo dependiera de Dios, trabaja como si todo dependiera de ti. La ayuda y el resultado en manos de Dios, el trabajo es nuestro.

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

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  4. En relación a las homilías Julia María, yo personalmente echo de menos las homilías en las misas de los días laborables.

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