miércoles, 27 de junio de 2012

Las dificultades para el apostolado planteadas por otros apóstoles

    Los propios cristianos que nos rodean pueden ser tentación y dificultad para el apostolado evangelizador. "¿También vosotros queréis marcharos?" (Jn 6,67). Los que rodeaban a Jesús, los cercanos e íntimos lo abandonan porque su discurso es difícil y duro. De entre los suyos, sus amigos y confidentes, Judas se convirtió en traidor, aquél que compartía su pan (Sal 40,10).


    Son los mismos hermanos de la comunidad los que hacen desistir y ponen trabas, en muchas ocasiones, a la difícil tarea de evangelizar, a veces con absurdos tales como usar el pretexto de "siempre se ha hecho así", "éste viene para cambiarlo todo", "la gente se está riendo de ti", "¿Tú quién te has creído que eres?". Es la experiencia de estar cercano sin haber entrado. De conocer a Jesucristo como mero dato informativo, pero sin una vinculación existencial seria. Los protagonismos, envidias e hipocresías que, encerradas en el seno de la misma comunidad cristiana dificultan e impiden el germen evangelizador del apostolado, porque no olvidemos que la comunidad cristiana está formada por hombres, y como tales, limitados, pecadores y falibles. Solos, nos sentimos solos ante el clima adverso de los mismos miembros de nuestra comunidad, parroquia, movimiento. El verdadero apóstol tiene que pasar por la experiencia, en algún determinado momento, de la soledad. Ni los que parecen compartir las mismas inquietudes lo apoyan, respaldan, valoran.

    En el seno de la comunidad cristiana surgen divergencias y divisiones que debilitan el afán misionero y el celo apostólico. Cuando por formas o métodos pastorales se altera la rutina adquirida y las costumbres establecidas de antaño, siempre se alzan voces, muchas veces desde la ignorancia, que apagan todo ímpetu y celo y desaniman. "Te pedimos Señor por los que han consagrado su vida al servicio de los hombres, que nunca se dejen vencer por el desánimo ante la incomprensión de los hombres": así reza la Liturgia de las Horas por aquellos que son incomprendidos en su recto y justo quehacer.


   Lo doloroso no es sólo ser incomprendido, siempre previsible, sino ser rechazado, desestimado, por los mismos en quienes se supone un mismo interés evangelizador y un idéntico deseo de servir a la causa del Reino. Es una ocasión de prueba y de purificación que el Señor regala a sus apóstoles en contadas ocasiones. "¡Maldito el hombre que confía en el hombre y pone en la carne su esperanza!" (Jer  17,5). El Señor conduce así al apóstol a una fe mucho más depurada para asirse sólo a la cruz del Señor y caminar apoyados tan sólo en la fe en Jesucristo. Es una experiencia del camino creyente; a solas con Cristo crucificado, uno siente la fuerza de su Amor en el costado traspasado y, firmemente enraizado en la comunión con el Crucificado, pone su confianza, su esperanza y su amor sólo en el Señor. En nadie más. Sin la experiencia de la soledad creyente, el corazón encuentra personas, métodos y lugares donde poner el corazón. Mas, en esta soledad, el corazón se va poniendo en el Señor purificándose de todas las adherencias que se pegan en el camino.

    El trabajo apostólico nunca es fácil. "Dichosos vosotros cuando os insulten, os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa" (Mt 5,11).

    Más aún. En la misma comunidad cristiana, a veces, se repite aquello que el Señor anunció: "Si no hay gente de paz, sacudíos el polvo de los pies" (Mt 10,14). Actuar desde la conciencia siguiendo la llamada, el Pastor, Cristo, que hoy continúa enviando apóstoles, pero siendo realistas y "astutos como serpientes y sencillos como palomas" (Mt 10,16) para evitar daños mayores y, sobre todo, que el sujeto no se corrompa (EE EE) por la tensión interior que genera la realidad adversa contra los principios que la razón, movida por la fe y guiada por la conciencia, impone. 

La astucia, de la que los hijos de Dios carecen y abunda en los hijos de las tinieblas, puede ser un buen ceñidor. A esta astucia añadir la virtud de la prudencia que es el discernimiento espiritual sobre las realidades presentes para ajustar a ella los medios y fines proporcionados. Y aún así puede ser que se rechace frontalmente la acción apostólica.En este caso, la humildad de la fe asumirá la purificación gratuita que el Señor regala para forjar el alma del apóstol. Sin resistirse a la acción de la gracia: "Todo sirve para el bien de aquellos a quienes Dios ama" (Rm 8,28), incluso las envidias y persecuciones de los mismos que proclaman apóstoles, hermanos de una misma comunidad.

Sólo una anotación más. A veces no todo es persecución o rechazo; en ocasiones es que realmente no estamos obrando bien o no realizamos correctamente el apostolado y eso sí provoca reajustas normales, situaciones incómodas y nos corrigen. No hemos de ser tan presuntuosos de creer que siempre y por todo nos están "persiguiendo" cuando a veces es que estamos imponiendo nuestro capricho o nuestro criterio erróneo. El discernimiento nos hará saber si es persecución o es una corrección oportuna por parte de los demás.

14 comentarios:

  1. No sé si añadir al final: "... o es la Gracia "gratuita" (a través de la oración) que nos permite en alguna ocasión ver nuestros propios errores, no conscientes ni voluntarios, incluso sin que se nos avise, pero errores al fin, con su riesgo de impedir la entrada de la Gracia en otros. Terrible pero posible.
    Que Dios me perdone si caí en este caso. Ser instrumentos conlleva ese desafinar o chirriar que al herirte da ocasión al descubrimiento del error".
    Disculpe mi atrevimiento.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En la oración sincera, está claro que descubriremos nuestros errores: su luz nos hace ver la luz (Cf. Sal 35).

      Aunque yo me refería en ese párrafo final a muchos que siempre están a la defensiva diciendo que "los están persiguiendo", o que es "la persecución por el Reino", cuando simplemente se les advierte que tal vez tal cosa la deben hacer de otra manera mejor, etc. Algunos creen tener tal perfección y son tan absolutos en sus formas y métodos pastorales, que cualquier cosa la viven como "persecución".

      Eliminar
  2. Expone la entrada un problema cotidiano en nuestras parroquias que yo resumiría en tres enfermedades: ceguera, autismo y egoísmo. Y por qué no decirlo, nada ganamos negando la realidad, algunas tontunas y dosis de superficialidad. En los movimientos, comunidades, organizaciones puede que sea diferente (y no por ello mejor por otras cuestiones), ya que se supone que uno ingresa en ellas por afinidad con fines y métodos, y digo se supone porque mi nula tendencia grupal me obliga a “llamarme continuamente a capítulo”. Lo mío es la Cartuja, je, je ¡Quién lo diría con lo extenso de mis comentarios!

    Nuestros antepasados solucionaban estas situaciones recurriendo a la obediencia ciega, recurso contra el que más y el que menos se ha rebelado aunque solo fuera interiormente. Yo, que no he sufrido el llamado clericalismo pero sí otros “ismos” (que creo peores) pues no ser ni “progre” ni “tradi” ha sido un verdadero suplicio, al ir cumpliendo años y amortiguando la rebeldía juvenil me he llegado a preguntar ¿hablamos el mismo lenguaje? ¿de verdad nos amamos? e incluso una pregunta más terrible ¿de verdad creemos en el mismo Cristo? Esto me ha hecho entender que nuestros predecesores no eran tontos ni masoquistas, simplemente utilizaron la obediencia para solucionar estas cuestiones que ya aparecieron entre los primeros cristianos; basta leer a Pablo.

    Es muy triste sentir soledad dentro de la Iglesia pero realmente no estamos solos porque, además de los santos amigos, tenemos más de un millón de amigos repartidos por todo el mundo con los que gracias a Dios (porque la técnica también tiene su origen en Dios) podemos entrar en contacto (¿recuerdan la canción de Roberto Carlos? Él deseó tener un millón de amigos, yo los tengo). Y, sobre todo, le tenemos a Él.

    ¡Señor, que mis ojos Vean a mis hermanos, que mis oídos les Oigan! Y, si no tienes otros planes ¡qué ellos me Vean y Oigan a mí!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Julia a la Cartuja? Imposibleeeee!!!!

      Yendo a lo serio, estoy radicalmente de acuerdo. Ceguera, autismo y egoísmo, como vos definís, se dan en el hombre: tanto en el grueso de los fieles y sacerdotes, como en Movimientos, comunidades y asociaciones. Se dan cuando se aislan en sí creyendo que lo suyo es lo único válido y santo y lo demás es para "el común", la tropa, el resto.

      ¡Que todos sean uno!

      Y sí, con la comunión de los santos en el cielo pero también con la comunión en la tierra (y en Internet, que habrá que añadir al dogma) somos más de un millón de amigos.

      Un gran abrazo, amiga!

      Eliminar
  3. Buenos días don Javier. La soledad y el abandono de los más próximos... acaban volviendo otros que dan más impulso y ritmo en el camino.La última anotación es un buen ejemplo del severo examen de conciencia que hemos de realizar antes de ver la justicia de quienes nos están arrojando piedras. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué misterio!

      Nos persiguen por el nombre de Cristo -incluso otros hermanos, otros apóstoles-: ¡buena señal!

      Pero tampoco hemos de ver en todo y a todas horas persecuciones, porque a veces no son tales, sino meras ayudas o correcciones fraternas o indicaciones.

      Sea como sea, estamos en el ámbito del Misterio y de la acción invisible de Dios.

      Eliminar
  4. ¡¡¡Muchas felicidades don Javier!! del 1999 al 2012 ¿Que experiencia vital le ha sucedido que le hiciera abrazar con mayor fuerza su hermosa y generosa vocación? Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por el apunte a la fecha ¡qué despistada soy! Es estupendo tener hermanos más agiles que uno.

      ¡¡¡Muchas felicidades don Javier!!!

      Eliminar
    2. Bueno: ¡¡menos mal que os disteis cuenta!! jejej

      No quise decir nada en el blog, pero sí es verdad que es la fecha más importante para mí.

      En 13 años he pasado por distintas parroquias, ejercido distintos ministerios, trabajado en un COF, predicado Ejercicios, retiros y muchos, muchos cursos de formación. He tenido experiencias de todos los colores y he ido entrando en el misterio del alma humana -fino psicólogo- y de la acción de la Gracia. No sabría decir lo más hermoso o lo más impactante para mí.

      Simplemente... he caminado y he seguido al Señor por donde Él ha ido queriendo llevarme. Por Él, con Él y en Él.

      No dejéis de pedir por mis intenciones, que a mis espaldas llevo a muchas personas y muchas necesidades.

      Eliminar
    3. Y añado:

      Pedid también para que el Señor haga crecer y dé fruto a lo trabajado en estos 13 años de mi ministerio sacerdotal: cuántas predicaciones, cuántas celebraciones, cuántas confesiones, cuántas direcciones espirituales, cuántos retiros, cuántas catequesis de adultos... Pedid que dé el fruto a lo sembrado.

      Eliminar
  5. Nos falta limpieza de corazón, sinceridad y honestidad. Nos falta caridad y confianza. Nos falta esperanza y humildad. Nos faltan tantas cosas que es un milagro que sigamos adelante empeñados en construir una catedral a base de rudas y áridas piedras.

    Muchas veces sucede que no somos capaces de ver más allá de los materiales defectuosos con los que Dios construye su Iglesia. Nos sentimos solos porque las demás piedras tienen ángulos diferentes a los nuestros. Lo maravilloso es ver cómo esas piedras tan diferentes y hasta antagónicas, se unen para conformar la Iglesia.

    Hoy me siento esperanzado, D. Javier. Que Dios le bendiga. :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es verdad que está esperanzado. Pero también optimista e ilusionado, y sin embargo hay que contar que en ocasiones -sin entrar en ejemplos concretos- no es falta de perspectiva en la visión: es que te arrojan piedras directamente.

      aún así, el Espíritu santo edifica la Iglesia maravillosamente, con arte y belleza.

      Eliminar
  6. Cuan de ciertas son las palabras de su entrada y la de los comentarios, he visto reflejada mas de una situación vivida en la Iglesia en la acción apostólica. Igualmente llegue a pensar en una ocasión " es que creemos en el mismo Dios". Gracias por sus palabras porque me llevan a reflexionar tomando de la mano "el testigo", es decir mirando mi actuación. Concluyo diciendo esto, Soy de Cristo no de un Movimiento, comunidad o apostolado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Su afirmación final me encantaría poder gritarla desde las azoteas y terrazas:


      "SOY DE CRISTO, NO DE UN MOVIMIENTO, COMUNIDAD O APOSTOLADO".

      Eso es, eso es. ¡DE CRISTO, SÓLO DE CRISTO! Y mi pertenencia a Él entonces la vivo humildemente donde Él me haya situado (Movimiento, comunidad o apostolado) con la humildad absoluta de que Él me ha situado aquí como podía haberme situado en otro lado y no es ni mejor ni peor que otros.

      Eliminar