domingo, 1 de mayo de 2011

Juan Pablo II, ¡beato! (I)

Tenemos hoy un nuevo beato, Juan Pablo II. La Iglesia, justamente, está de fiesta y agradece a Dios la figura de este Papa, un creyente y un pastor, y su largo pontificado.


Ofrezco, en dos entradas, la homilía que pronuncié en la Misa de Funeral que celebramos en aquellos días de abril de 2005.

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Tu es Petrus!!
¡¡Tú eres Pedro!!
...Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

    1. Venido de un país lejano, el 16 de octubre de 1978, fue elegido Juan Pablo II como Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, Cabeza del Colegio Episcopal, Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. El Señor, que no abandona nunca a su Iglesia, antes bien la guía y la conduce amorosamente, eligió al Cardenal Arzobispo de Cracovia para ser el hombre que introdujera a la Iglesia en el Tercer Milenio. Juan Pablo II ha sido providencial. En cada momento el Señor da a su Iglesia lo que ella necesita: “...y las puertas del infierno no prevalecerán”. ¡Cuánto hemos de agradecer a Cristo este pontificado! ¡Cuántas gracias ha derramado el Señor sobre su Iglesia en la persona de este Papa! ¡Qué fervorosa ha de ser nuestra acción de gracias, qué profunda y sincera nuestra oración por el alma de Juan Pablo II, qué obligación de amor y justicia será el aceptar cordialmente y aplicar diligentemente su enseñanza magisterial!


    2. A Juan Pablo II le fueron confiadas las llaves de la Iglesia en un momento difícil. La Iglesia se hallaba debilitada. La aplicación fiel y diligente del Concilio Vaticano II  con mesura y prudencia, pero con valentía y decisión, la había ido realizando un gran Pontífice, el papa Pablo VI, ciertamente mártir. Eran los años del postconcilio –como cualquier postconcilio de la historia de la Iglesia- tiempo de tensiones, incluso de enfrentamientos, pues nunca una reforma es fácil ni se puede hacer a gusto de todos. Pablo VI, el papa del Concilio, tuvo que sufrir las prisas de unos y el inmovilismo de otros. Fue contestado, discutido; se cuestionaba fuertemente su ministerio. La secularización interna fue un grave fenómeno que debilitó a la Iglesia. Pablo VI tuvo que afrontar todas estas tormentas. Su sufrimiento martirial era evidente y manifestaba la grandeza de su alma de Pastor.

    El mismo Juan Pablo II resumirá en un merecido elogio el complicado pontificado de Pablo VI:
 
    Me maravillaron siempre su profunda prudencia y valentía, así como su constancia y paciencia en el difícil período posconciliar de su pontificado. Como timonel de la Iglesia, barca de Pedro, sabía conservar una tranquilidad y un equilibrio providencial incluso en los momentos más críticos, cuando parecía que ella era sacudida desde dentro, manteniendo una esperanza inconmovible en su compactabilidad... Pablo VI nos ha dejado el testimonio de esa profundísima conciencia de Iglesia. A través de los múltiples y frecuentemente dolorosos acontecimientos de su pontificado, nos ha enseñado el amor intrépido a la Iglesia (Redemptor hominis, 3).

    Tras el fugaz pontificado de Juan Pablo I, será Juan Pablo II quien tenga que revitalizar la Iglesia, encauzar las fuerzas dispersas, pacificar y hacer volver a la disciplina eclesial, serenar los ánimos, corregir los muchos abusos, continuar la fiel aplicación del Concilio Vaticano II que llevó a cabo Pablo VI, desarrollar las intuiciones y los primeros pasos que ya diera su Predecesor, hacer que renaciera la esperanza, la vitalidad y la valentía en el corazón de los católicos. Todo con su fuerte, joven y carismática personalidad; con un estilo distinto, arrollador. Asumió y ejerció eficazmente el gobierno eclesial. Sus años de pontificado, ya en circunstancia sociales, políticas y culturales muy distintas de aquellos tumultuosos años setenta, suponen una revitalización y un crecimiento cuantitativo y cualitativo de la Iglesia. Entrega a quien sea su sucesor, una Iglesia fuerte, libre, espiritual, unida, clarificada doctrinalmente, renovada. “Ha corrido hasta la meta, ha combatido el buen combate de la fe”.

    3. ¿Habría algún centro o eje de su acción pastoral? ¿Una clave de interpretación? ¿Un principio orientador? ¿Un resumen?

    Se puede hallar la clave de este largo y fecundísimo pontificado en un párrafo que se ha convertido en antológico; pronunciado en la homilía de inauguración de su Pontificado, el 22 de octubre de 1978:

¡No tengáis miedo!
¡Abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo!
Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas tanto económicos como políticos, los dilatados campos de la cultura, de la civilización, del desarrollo.
¡No tengáis miedo!
Cristo sabe lo que hay dentro del hombre. ¡Sólo él lo sabe!


    Este grito, hecho por un hombre apasionado por Cristo, se ha oído en todas las naciones gracias a los numerosísimos viajes pastorales, en contacto con todas las Iglesias locales. ¡Cristo, redentor del hombre! Ha despertado la conciencia eclesial. Fue a confirmar a sus hermanos en la fe. Su predicación del Evangelio fue un anuncio de Cristo, de la dignidad e inviolabilidad de la persona humana y su vocación sobrenatural a la santidad; de la paz fruto de la justicia, del desarrollo de todos los pueblos. Ha ido al encuentro de todo hombre; ha construido más puentes para la reconciliación y el ecumenismo con las Iglesias hermanas de la Ortodoxia, las Iglesias nacidas de la Reforma luterana y la Iglesia anglicana. Ha reverenciado la fe judía, “nuestros hermanos mayores”.

    “¡No tengáis miedo!”

    Su predicación, los diversos encuentros, sus viajes pastorales, han sido la explanación de ese grito. Pastor bueno. Pastor peregrino. Pastor y Profeta.
    
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ADDENDA: Si veis el contador, en este gozoso día eclesial, 1 de mayo de 2011, hemos alcanzado las 150.000 visitas. Felicidades a todos. Gracias a todos. Sigamos construyendo.

6 comentarios:

  1. ! Feliz día de la Misericordia ! ! Feliz día de beatificación de nuestro querido Juan Pablo II !
    Acabo de venir de una preciosa Misa en mi parroquia de acción de gracias por la beatificación y ahora me encuentro con esta bonita homilia ( que continuará ). Efectivamente la elección de Juan Pablo II como cabeza de la Iglesia fué providencial, contagiaba su pasión por Cristo.En estas catequesis estoy aprendiendo también a querer a Pablo VI no siempre bien conocido y comprendido. Hoy es un día bonito y grande para la Iglesia . Felicidades a todos

    Un abrazo

    María M.

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  2. Feliz día en el que nuestro amado Papa Juan Pablo II ha sido proclamado Beato.
    Emotiva e innolvidable ceremonia.

    Con él muchos jóvenes comprendimos que ser cristiano merecía la pena, nos adentró en la gran aventura que dura toda la vida: el seguimiento a Jesucristo.

    Felicidades a tantos -como usted D. Javier- que tuvísteis el gozo de estar muy cerca de Juan Pablo II y poder sentir su mirada en la vuestra.

    En cuanto a su homilia que hoy nos trae, sería un acierto su difusión a los jóvenes de hoy, es enriquecedora para el conocimiento de todos. Esperamos espectantes la homilia que Ud. realizará en Acción de Gracias por el nuevo beato, gracias por ello.

    P.D. Felicidades también a todas las madres, hoy 1º domingo de mayo.

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  3. Juan Pablo II siempre me dio confianza, confianza en el ser humano. Creía que si el faltaba, el mundo se vendría abajo. Ahora entiendo que su espíritu y su mensaje han dejado una huella profundísima e indeleble, más grande todavía que su presencia física.

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  4. GRACIAS SEAN DADAS A JESUCRISTO POR LA IGLESIA Y POR EL DIA DE HOY, POR MANIFESTARSE EN HOMBRES DE BIEN COMO NUESTRO QUERIDO BEATO JUAN PLABO II.

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  5. ¡Qué tono de felicidad se respira hoy en vosotros!

    Era un hombre de Dios y se santificó en el ejercicio de su ministerio. Su pontificado tendrá que ser analizado más adelante por los historiadores cuando no haya ni pasión ni prejuicios, sino serenidad.

    Pero él ya es un beato de la Iglesia. A él nos encomendamos.

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  6. María M.:

    Me alegran sus palabras. A mí Pablo VI siempre me ha fascinado y sus enseñanzas me han ayudado siempre muchísimo. Pero creo que es un gran desconocido. Bendito sea Dios si en este pequeño blog perdido se contribuye en algo a conocerle mejor.

    Catequista:

    ¿Homilía en acción de gracias? Por ahora no tenemos prevista una Misa así y, por tanto, una homilía apropiada.

    A todos, pax. +

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