viernes, 8 de abril de 2011

Mi relación con la realidad y lo creado (Ejercicios VIII)

Cuando se sigue a Cristo, y se le busca con auténtico amor, todo recuerda al Amado, todo habla del Amado, acrecentando el deseo de Cristo. Varias canciones del Cántico se refieren a ello:

¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado (Canc. 4).

Después del ejercicio del conocimiento propio, esta consideración de las criaturas es la primera por orden en este camino espiritual para ir conociendo a Dios, considerando su grandeza y excelencia por ellas (San Juan de la Cruz, CB 4,1).

El alma mucho se mueve al amor de su Amado Dios por la consideración de las criaturas, viendo que son cosas que por su propia mano fueron hechas (CB 4,3).
 Las criaturas, todo lo creado, dan al alma señales de su Amado. Nada ni nadie se ha dado a sí mismo la existencia, sino que todo viene del Creador. La creación entera tiene el rastro de la hermosura y excelencia del Amado y quien las contempla ve cómo se le va aumentando el amor, le crece el dolor de la ausencia de Cristo y el deseo apasionado de verle. El alma desconfía de todo remedio que no sea la Presencia de Cristo. Este deseo le hace decir:

¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero (Canc. 6).

“Donde es de notar que cualquier alma que ama de veras no puede querer satisfacerse ni contentarse hasta poseer de veras a Dios, porque todas las demás cosas no solamente no la satisfacen, mas antes, como habemos dicho, le hacen crecer el hambre y apetito de verle a él como es. Y así, cada vista que del amado recibe de conocimiento o sentimiento, u otra cualquier comunicación (los cuales son como mensajeros que dan al alma recaudos de noticias de quién él es aumentándole y despertándole más el apetito, así como hacen las meajas en grande hambre), haciéndosele pesado entretenerse con tan poco, dice: Acaba de entregarte ya de vero” (CB 7,4).
    Y sigue el mismo argumento:

¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste
y no tomas el robo que robaste? (Canc. 9)

    Recibimos signos de Cristo constantemente: la creación y todas las criaturas, pero también comunicaciones y noticias en nuestra oración y en nuestro pensar que nos inflaman más de amor a Cristo. Pero a Él, aún, no lo poseemos. El deseo es cada vez más creciente, está en tensión hacia Él. Es el deseo, absoluto y total, sin comparación con otros pequeños deseos que puedan nacer. Este deseo unifica a la persona y la dirige al Objeto que desea, vertebra actos, pensamientos, sentimientos, opciones, decisiones. A este deseo se supeditan todos los demás deseos: si acrecientan en mí el deseo de Cristo, son legítimos y válidos, pero si me desvían de mi Destino fundamental, si restan fuerza al deseo de Cristo, entonces hay que domesticarlos.

  
 El deseo de Cristo corresponde a la Verdad del corazón, creado para un Amor total y absoluto. Quien vive así, enamorado por el deseo de Cristo, todo lo ve iluminado por Cristo, todo le habla de Cristo. Se enciende más su deseo y pide ser colmado.

“Vuelve, pues, el alma en esta canción a hablar con el Amado todavía con la querella de su dolor, porque el amor impaciente (cual aquí muestra tener el alma) no sufre ningún ocio ni da descanso a su pensa, proponiendo de todas maneras sus ansias hasta hallar el remedio. Y como se ve llagada y sola, no teniendo otro ni otra medicina sino a su Amado, que es el que la llagó, dícele que, pues él llagó su corazón con el amor de su noticia, que por qué no la ha sanado con la vista de su presencia” (CB 9,2).
    En todo esto hemos de comprender y ajustar la percepción de lo que vivimos, de la realidad, de los otros.

    La creación, las criaturas, remiten al Amado: “plantadas por la mano del Amado”, y los demás, los otros que intervienen en la propia vida, son igualmente “mensajeros” que nos transmiten “noticias” del Amado. A esto hay que sumar aquello que leemos, aquello que pensamos y aquello que oramos: en estos elementos (lectura, pensamiento, plegaria) el Amado se comunica de alguna manera dándonos noticia de Él.

    Todo nos habla de Cristo, todo nos remite a Él. Toda la realidad nos habla de Cristo, toda la realidad nos muestra a Cristo ya que “todo fue creado por Él y para Él” (Col 1); más aún “todo se mantiene en Él”, “todo halla su consistencia en Él”.

    De esta forma la percepción de la realidad varía. La mirada de fe lee el mundo, la realidad, los otros, hallando a Cristo en todo y todo despierta el deseo y la memoria de Cristo. Ya no hay una división entre la experiencia de lo creado, lo que vivimos, las relaciones personales, y por otra parte, la experiencia de Cristo reducida a un ámbito muy concreto, a una fe privatizada, a una emotividad que se expresa en la oración. Cristo no es para unos momentos (orantes, litúrgicos) y la realidad se vive al margen, con cierta división en el conocimiento y la experiencia.

Todo habla de Cristo y todo me conduce a Cristo. De la división de una percepción muy parcial, se pasa a una percepción plena y global de todas las cosas.

    La mirada ya es distinta. Todo habla del Amado, todo conduce al Amado, todo lleva a pensar en el Amado. Esa mirada ve la unidad en todo lo creado; esa mirada reconoce en los otros a Cristo y los signos de Cristo, esa mirada puede interpretar con verdad y razonablemente la realidad en Cristo y desde Cristo.

    Así:

- cualquier experiencia de la naturaleza creada, científica o estética, remitirá a Cristo fundamento de todo;

- cualquier relación humana me remitirá a Cristo que sale a mi encuentro en el otro: un enfermo, alguien que necesita ánimo, una persona que busca razones y la razón...;

- cualquier acontecimiento de amistad, de perdón, de reconciliación, de delicadeza... me remite a Cristo entrando en la propia vida;

- cualquier encuentro, cualquier circunstancia, cualquier lugar, me remite a Cristo.

    La percepción queda renovada y engrandecida: se vive la realidad, se sabe interpretar y en ella se descubre a Cristo. ¡Todo en Él y por Él! Y así se acrecienta el amor a Cristo y el deseo de comunión con Él.

13 comentarios:

  1. Hola don Javier, como cuando se pinta una circunferencia y todo remite al centro, que no se pinta pero su presencia impera y ordena el espacio, simetría central.Debería ser de lo primero que se enseñara en religión a los niños, a descubrir y reconocer el perfume de Cristo, aprender a oler, se insiste mucho en aprender a escuchar, hablar, esta entrada aprendo la necesidad de saber mirar y oler. Con esta entrada afino más para hacerlo bien y como resultado descubro, no lo impongo ni lo imagino sino que con la gracia desvelo que Él está presente y me lo confirma aquello de "a mí me lo hicisteis".

    Mis pies comienzan a correr por el camino.Un

    ResponderEliminar
  2. Estupenda analogía la que nos ha traído NIP!!!

    Todo en la circunferencia habla de su centro. Aunque este punto no aparezca por ningún sitio, sin él, la circunferencia no existiría ni tendría todas las propiedades que conlleva su propia naturaleza.

    Incluso si la circunferencia está incompleta o solo es un pequeño arco, el centro sigue siendo su origen y dador de sentido.

    ¿Cómo el centro puede dar el ser a algo de tan diferente naturaleza? ¿y el radio? ¿Qué reflejaría el radio? ¿No sería el reflejo del acto creador y evidencia de lo sagrado que nos conduce a Dios? Paro, que me embalo :)

    mmmm preguntas para meditar geométricamente y deleitarse en todos los reflejos de Dios que la creación nos ofrece.

    Lo cierto es que hay tantas evidencias de Dios, que uno se sorprende de lo incapaces que nos mostramos para ver en todo y todos el reflejo de Dios. Decía Cristo "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" Ciertamente nos falta una buena friega cuaresmal de nuestro corazón.

    Que Dios le bendiga D. Javier, así como a todos quienes se pasan por este rinconcito y nos leen con tanta paciencia :)

    ResponderEliminar
  3. Un poco de todo :

    D. Javier , el otro miércoles nos decía ...“ Hoy es de los días en que me gustaría contar un montón de cosas personales de lo que veo, de lo que vivo, de lo que me hacen. Pero, como este blog no es una bitácora de experiencias personales del autor, lo omito. ¡Me quedo con las ganas!” ............. cuente, cuente ... ¡ es broma !
    Rezo por usted todos los días ( y por todos en misa de 8 ) , espero que sus feligreses se porten bien y no le quiten la paz ( que a veces somos unos pesados )

    En cuanto a lo que comentaba – otro día - de los Ejercicios , realmente si que nos son de gran utilidad , me encantaría que el año que viene y siguientes pueda volverlo a hacer.

    Los sacerdotes – post de ayer- : es verdad que muchas veces la gente, cuando ve un sacerdote rezando le interrumpe con cualquier cosa que seguro que puede esperar y eso tiene que ser desesperante , pero la verdad es que entras en la Iglesia a hacer una visita y ves a tu párroco u otro sacerdote rezando y se te esponja el alma , yo creo que hasta rezas mejor . Si nos paramos a pensar , muchas veces ayuda mas ver al sacerdote rezando o la manera de celebrar la Misa etc que una charla o un libro que puedas leer . Me imagino que a ustedes también les pasará , les dará pena ver el Sagrario solo y les alegrará ver gente rezando en silencio y con devoción.

    Hoy : preciosos los Ejercicios . Que Dios nos conceda la Gracia de no vivir divididos , que todo en nuestra vida nos hable de Cristo y nos lleve a Él

    Un abrazo a todos María M.

    ResponderEliminar
  4. El tiempo que sigue siendo nuestro, es para buscar a Dios y continuar el sentimiento de su presencia en todos nuestros trabajos, nuestra vida, nuestro querer y nuestro amor. Por lo tanto, nosotros debemos elevarnos por encima de nosotros mismos y todo lo que no es Dios, no queriendo y no amando más que a solo Dios, con toda pureza y ninguna otra cosa más. Este tiempo es todos los instantes.
    Juan Tauler (v. 1300-1361), Dominico en Strasbourg
    Sermón 12, martes antes de Ramos

    ResponderEliminar
  5. ¡Caramba con las metáforas!

    Genial, acertadísima, la que NIP ofrece y Miserere despliega.

    Desde Sevilla: Gracias. ¡Muy buenas aportaciones!

    María M.:

    Me detengo con Vd. un instante.

    De verdad, más de una vez y más de dos veces, me gustaría aquí contar cosas personales, porque tengo la sensación -falsísima- de que esto lo leen 5 ó 6 personas, igualando lectores a comentaristas, y sin darme cuenta del alcance que tiene o puede tener cualquier cosa publicada en la red. Me contengo, está claro. Pero si yo contara... Porque a estas alturas -y no tengo doble personalidad, la real y la virtual- me conocéis bastante bien y siento el aprecio de muchos de vosotros. No os creeríais de susto algunas de las cosas que podría contaros. Lo dicho: a veces me gustaría hasta desahogarme con vosotros, hermanos de esta comunidad virtual católica.

    en cuanto a los de los Ejercicios: vale. el año que viene y siguientes, Deo volente, los tendremos.

    Lo último: sí, sí que nos consuela y anima en una iglesia parroquial silenciosa ver algún fiel orando tranquilamente en el Sagrario. Y a mi vez, intento practicarlo yo:

    a) porque nunca mejor que ante el Sagrario (a mí me da muchísima más devoción que en cualquier otro lugar)

    b) porque los fieles también necesitan del testimonio del sacerdote ante el Sagrario y eso hace más que muchas predicaciones o catequesis.

    Os dejo. Es hora de la """opípara y fastuosa""" cena de un viernes penitencial y de ayuno.

    +

    ResponderEliminar
  6. Con todo respeto, don Javier, si me lo permite, quisiera comentarle una reflexión que se ha suscitado en mí a raíz de su bella entrada.

    Para entender bien su post, creo hay que tener en cuenta que se está hablando de "mirada de fe", como usted muy bien y oportunamente aclara.

    Creo que hay dos cuestiones.

    Primero, las criaturas y el mundo visible nos remiten al Creador por analogía racional. Pero nos remiten al Verbo, que es Cristo, sólo con la mediación sacramental de la fe teologal.

    Podemos inferir atributos divinos, y la existencia misma del Creador, por la razón natural, por analogía. Para esto no es necesaria la fe, aunque la fe perfecciona este conocimiento natural.

    Sabemos, sin embargo, por fe, y sólo por fe, (don divino, gratuito, inmerecido) que la creación visible está también afectada por el pecado original del ser humano: enfermedad, depredación, violencia, muerte... y que toda la creación espera gimiendo que Cristo venga a restaurarla y liberarla del poder del demonio y de las consecuencias malignas del pecado original.

    Las cosas visibles nos recuerdan analógicamente al Creador, pero nos hablan de Cristo sólo a través de la mediación sobrenatural, sacramental, de la fe, de esa mirada de fe a la realidad, que usted dice con tanto acierto.

    Las cosas visibles no son, pues, un medio proporcionado de unión sobrenatural, real, con Dios. La unión real con Dios sólo es por Gracia. Todo lo visible nos habla de Cristo, de su venida restauradora, de su fundamento causal, pero esto sólo por fe, por Gracia. Sin ésta, no podemos saber que nos hablan de Cristo.

    Las criaturas visibles nos hablan del Creador por analogía, por razón natural. Pero para que nos hablen de Cristo es necesaria en nosotros la mediación sacramental de la Iglesia, es decir, de la fe que ella nos da por el bautismo.

    Cuando usted dice: "cualquier experiencia de la naturaleza creada, científica o estética, remitirá a Cristo fundamento de todo"

    hay que en tener en cuenta que esto es así únicamente en la persona que tiene fe, como se deduce del contexto de su entrada, pues estas cosas, por sí mismas, no pueden remitirnos a Cristo, ya que la fe en Cristo es por Gracia, por fe teologal infundida por Dios.

    Ni la naturaleza ni la ciencia ni la estética tienen virtud propia para remitirnos a Cristo si nosotros ya, de antemano, por la fe teologal, no sabemos que Cristo es fundamento de todo, como usted muy bien dice.

    Un abrazo, y gracias por la entrada tan hermosa

    ResponderEliminar
  7. Querido Alonso Gracián:

    ¡Claro que le permito las matizaciones!

    Otra cosa sería si negara todo el contenido, en cuyo caso, ya veríamos, ¿no le parece?

    Pasando a lo serio.

    Lo que Vd. dice probablemente era necesario decirlo. Como eran Ejercicios espirituales lo centré -y lo viví- en la relación con Cristo y omití los presupuestos y los previos.

    La creación, por analogía, remite a Dios Creador y la razón puede llegar a un conocimiento natural de Dios (Cons. Dei Filius del Vat. I, Rm 1), etc. Pero el conocimiento de Cristo es revelación sobrenatural y percibir su presencia en todo es don de la fe.

    Vd. lo ha explicado a las mil maravillas.

    Gracias.

    ResponderEliminar
  8. Gracias a usted. La Iglesia de hoy necesita sacerdotes como usted, fieles al Magisterio de la Iglesia, fervorosos defensores de la sacralidad litúrgica.

    Un fuerte abrazo y que Dios le bendiga

    ResponderEliminar
  9. Con estos comentarios tan profundos una se queda a la "altura del betún". Gracias a todos por ir iluminándome cada día un poco más.

    ResponderEliminar
  10. Alonso Gracián:

    ¡Qué palabras tan bonitas me dirige! Se las agradezco.

    Pero hay que pedir al Señor que yo sea digno merecedor de ellas, no vaya -como san Pablo decía- que depsués de animar a los otros en la carrera, sea yo mismo descalificado.

    ¿Y... si luego me conociera y se llevase una decepción? Uy, uy, no se fíe de mí (je,je).

    Carmen Hernández:

    Cada cual se expresa aquí según el nivel que tenga y su experiencia de vida cristiana. Si hay nivel es buena señal, porque entonces intentaremos subir todos un poquito más.

    Pero ni Vd. ni nadie se queda "a la altura del betún" por una sencilla razón: esto no es una clase de teología en una Facultad, sino una catequesis o formación de adultos, abierta a todos, a cada cual en su situación concreta, y todos , si tienen buen espíritu, pueden hahblar, preguntar, comentar, compartir su experiencia, aportar un texto, lo que sea...

    De verdad, intentamos hacer una comunidad católica virtual y tenemos lugar todos. Que nadie se sienta, por favor, "a la altura del betún", porque seguro que algo puede aportar y decir en cualquier momento.

    No soy elitista, no debemos ser elitistas, ni esta comunidad católica virtual, para ser fiel a sí misma, debe ser integradora.

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Releo mi anterior comentario y está lleno de erratas. Perdón. Espero que se entienda todo bien.

    ResponderEliminar
  12. Como siempre aprendiendo mucho en su blog.....y gustosa de salir contenta de ver su celo por el Evangelio....
    que tal va la Cuaresma? Yo ahi voy, hoy con mi padre de 91 años me he pegado un susto bueno, no lo podia sujetar y casi se me cae....veo que tengo un límite, y esto me hace sufrir, he acabado llorando como una niña....rece por mi vale? Gracias

    ResponderEliminar
  13. Gosspi:

    Siempre rezamos (rezo) unos por otros en este blog. Vd. incluida, claro.

    Me alegro que sólo sea un susto... Un abrazo

    ResponderEliminar