jueves, 3 de marzo de 2011

El sacerdote, servidor de la Eucaristía

En la Eucaristía se concentran la cruz y la resurrección de Jesucristo, el misterio de su dolor y la comunicación de su Vida. Esto tiene, indudablemente, implicaciones para la vida del sacerdote.

"Prosiguiendo la lectura, encontramos una frase difícil de interpretar. El autor de la carta a los Hebreos dice que Jesús oró intensamente, con gritos y lágrimas, a Dios que podía salvarlo de la muerte, y por su completo abandono fue escuchado (cf. 5, 7). Aquí quisiéramos decir: "No, no es verdad, no fue escuchado, murió". Jesús pidió ser liberado de la muerte, pero no fue liberado, murió de modo extremadamente cruel. Por eso, el gran teólogo liberal Harnack dijo: "Aquí falta un no", hay que escribir: "No fue escuchado" y Bultmann aceptó esta interpretación. Pero se trata de una solución que no es exégesis, sino forzar el texto. En ninguno de los manuscritos aparece "no", sino sólo "fue escuchado"; por tanto, debemos aprender a comprender qué significa este "ser escuchado", a pesar de la cruz. 

Yo veo tres niveles para entender esta expresión. En un primer nivel el texto griego se puede traducir así: "Fue redimido de su angustia" y, en este sentido, Jesús fue escuchado. Sería, por consiguiente, una alusión a lo que nos narra san Lucas, que "un ángel confortó a Jesús" (cf. Lc 22, 43), de modo que, después del momento de la angustia, pudiera ir directamente y sin temor hacia su hora, como nos describen los Evangelios, sobre todo el de san Juan. Sería escuchado en el sentido de que Dios le da la fuerza para llevar todo este peso; así es escuchado. Pero a mí me parece que esta respuesta no es del todo suficiente. Escuchado, en sentido más profundo —ha subrayado el padre Vanhoye— significa decir: "fue redimido de la muerte", pero no en el momento, no en ese momento, sino para siempre, en la Resurrección: la verdadera respuesta de Dios al ruego de ser redimido de la muerte es la Resurrección y la humanidad es redimida de la muerte precisamente en la Resurrección, que es la verdadera curación de nuestros sufrimientos, del misterio terrible de la muerte. 

Aquí ya está presente un tercer nivel de comprensión: la Resurrección de Jesús no es sólo un acontecimiento personal. Me parece que puede ayudar tener presente el breve texto en el cual san Juan, en el capítulo 12 de su Evangelio, presenta y narra, de modo muy resumido, el hecho del Monte de los Olivos. Jesús dice: "Mi alma está turbada" (Jn 12, 27), y, en toda la angustia del Monte de los Olivos, ¿qué voy a decir?: "Sálvame de esta hora, o glorifica tu nombre" (cf. Jn 12, 27-28). Es la misma oración que encontramos en los Sinópticos: "Si es posible sálvame, pero hágase tu voluntad" (cf. Mt 26, 42; Mc 14, 36; Lc 22, 42), que en el lenguaje de san Juan es justamente: "O sálvame, o glorifica". Y Dios responde: "Te he glorificado y te glorificaré de nuevo" (cf. Jn 12, 28). Esta es la respuesta, la confirmación de que Dios lo escucha: glorificaré la cruz; es la presencia de la gloria divina, porque es el acto supremo del amor. En la cruz, Jesús es elevado sobre toda la tierra y atrae la tierra a sí; en la cruz aparece ahora el "Kabod", la verdadera gloria divina del Dios que ama hasta llegar a la cruz y así transforma la muerte y crea la Resurrección. 

La oración de Jesús fue escuchada, en el sentido de que realmente su muerte se convierte en vida, se convierte en el lugar desde donde redime al hombre, desde donde atrae al hombre a sí. Si la respuesta divina en san Juan dice: "te glorificaré", significa que esta gloria trasciende y atraviesa toda la historia siempre y de nuevo: desde tu cruz, presente en la Eucaristía, transforma la muerte en gloria. Esta es la gran promesa que se realiza en la santa Eucaristía, que abre siempre de nuevo el cielo. Ser servidor de la Eucaristía es, por tanto, profundidad del misterio sacerdotal".

(BENEDICTO XVI, Lectio en el encuentro con el clero de Roma,
18-febrero-2010)

¿Suficiente, no?

¡Qué gran Misterio ser servidor de la Eucaristía, ser ordenado al servicio de la Eucaristía!
¡Qué unción, qué piedad, qué recogimiento, qué hondura, qué reverencia ha de tener el sacerdote al presidir los divinos misterios!
¡Dios mío, que nunca nos acostumbremos a ofrecer la Santa Misa!

12 comentarios:

  1. Me uno a tu súplica, "que no nos acostumbremos nunca a ofrecer la Santa Misa", ni vosotros los sacerdotes ordenados ni nosotros los sacerdotes ungidos; vosotros sois las manos y la boca de Cristo Vivio, nosotros somos su corazón; vosotros Le dais, nosotros Le recibimos. Y así sigue siendo una entrega viva. Besos mil.

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  2. En la Eucaristía se concentran la cruz y la resurrección de Jesucristo, el misterio de su dolor y la comunicación de su Vida. Esto tiene, indudablemente, implicaciones para la vida del sacerdote.

    Y también para la nuestra, porque el Señor en la Eucaristía pasa salvando y en un instante nos saca del dolor y nos da su Vida, ésa que el ha conquistado para todos:

    "Esta es la gran promesa que se realiza en la santa Eucaristía, que abre siempre de nuevo el cielo".

    Feliz día.

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  3. Cada vez ansío mas la Eucaristia..esto es un deseo que me concede la Virgen Maria...y que no tengo el acceso a ella que quisiera, pero con solo el deseo , ya me doy por satisfecha. Es una Gracia muy poderosa la Misa...y cuanto la necesito.

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  4. Hola D.Javier. ¡Qué maravilla!.
    Tengo que rezar más por los sacerdotes.Un abrazo.

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  5. Buenos días. Pax.

    Ya he tenido entierro para variar.

    Nugua y Desde Sevilla:

    Tenéis mucha razón en lo que decís, pero estos post más estrictamente sacerdotales buscan, primero una ayuda a los que somos sacerdotes y entramos en este blog (un recordatorio, un fogonazo), y segundo, desde el año sacerdotal, formar a todos sobre la ministerialidad del sacerdocio para evitar las confusiones reinantes hoy. Menos lo esencial, los fieles destacan en el sacerdote lo secundario: si se toma una cerveza conmigo y mi grupo, si me apunta el bautizo el día y la hora de mi propio capricho, si le pedimos algo y siempre nos deja hacer (porque no se complica la vida), etc., etc.

    Además en el post de hoy, cada vez que lo releo (lo preparé hace meses), más me conmueve y me provoca la unión entre Cristo en la Cruz y en el Abismo de la muerte y su conexión vital con el sacerdote. Sólo crucificados ofrecemos el verdadero Sacrificio del altar. Lo nuestro no es ritual, es vinculación existencial con lo vivido por el Señor.

    Sí, sí, pedid por los sacerdotes.

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  6. ¡Buena aclaración! y buen punto de vista para meditar, incluso para los que sin ser sacerdotes nos acercamos a este post.
    Vosotros, los sacerdotes, llevais impresa la unción igual que los demás bautizados, pero se nos olvida que además habeis sido elegidos y consagrados para ser "cuerpos vivos" de CRISTO VIVO.
    En esta sociedad en la que somos "libres" de criticar, juzgar, opinar y medir con la vara que se nos antoje a cada cual, se nos olvida que vuestra humanidad termina donde comienza vuestra consagración; veros como hombres con profesión de "curas" es una gran falta, vosotros habeis ofrecido "vuestro cuerpo y vuestra alma" para ser "CUERPO VIVO DE CRISTO". ¡"ESTE ES MI CUERPO"!, ¡"ESTA ES MI SANGRE"!, ¡"HACED ESTO EN CONMEMORACION MIA"!, es vuestra boca pero es CRISTO QUIEN HABLA.
    Pido, pido por los sacerdotes, pero también pido por los demás, para que sepamos ver a Cristo en cada uno de vosotros.

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  7. ¡Qué entrega la de Cristo cuando dice "hágase tu voluntad", qué gran misterio y cuánto amor! y que sea el sacerdote el que esté dotado para que nosotros, los fieles, podamos recibirlo cada día!.
    Es una alegría y una vocación maravillosa.

    Siempre, en la Consagración de la Misa, pido por los santos sacerdotes, por las nuevas vocaciones y por las conversiones.

    Gracias por esta preciosa entrada y feliz día para todos.

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  8. Me uno con todas las ganas a NIP... oremos mucho por nuestros sacerdotes. Estemos cercanos a ellos y ayudémosles en lo que podamos.

    Que Dios les bendiga :)

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  9. NIP y Miserere:

    Es verdad que los sacerdotes necesitamos de la oración del pueblo cristiano; pero es igual de cierto que conviene ese respaldo de los fieles, su cercanía. A veces lo que nos dan son palabras de desaliento (claro, a nuestras espaldas) que dan ganas de arrojar la toalla a la cara de quien protesta y murmura por todo.

    No voy a entrar en más detalles personales porque no se debe. Pero ¡qué solos estamos en muchas ocasiones cuando intentamos evangelizar, formar, enseñar!

    El domingo no hay ningún post programado. Puede que escriba algo sobre esa cercanía y aprecio a las tareas estrictamente sacerdotales.

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  10. ¿Que protestan, murmuran, critican?, Pues, ¡ea, tranquilo Pater!, lo debes estar haciendo bien cuando el diablo manda a sus esbirros a sembrar discordia, eso es porque le sienta muy mal lo bien que se está dando la cosecha de granos fecundos.

    En la vida no nos puede faltar el "abogado del diablo", de el aprendemos con mayor facilidad cual es el camino verdadero a seguir.

    Y ¡¿¡SOLO!?!, ¡¿¡QUIEN!?!. ¡¿¡Y ESTA COMUNIDAD!?!. Besos mil.

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  11. Recemos mucho por nuestros sacerdotes y en especial los que conocemos más de cerca, como Don Javier, también para que encuentren en nosotros los fieles más apoyo y colaboración en sus tareas pastorales, que son muchas.
    La Presencia amorosa de Jesús en la Santa Eucaristía es, para mí, el Misterio más maravilloso que al presente podemos vivir, profundizar y hacer vida de nuestras vidas. Es Él, vivo y palpitante, en nuestros templos, victimado y glorificado, hecho Alimento de Vida Eterna para todos nosotros. Un regalo de Jesús que nunca llegaremos a agradecer suficientemente. Un saludo a todos.
    ;O)

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  12. Felicitas y Nugua:

    Sí es verdad que siento el aprecio de todos vosotros. Sois, de verdad, una razón más que suficiente humanamente hablando, para mantener el blog. Con visión sobrenatural, sois los hermanos que el Señor me ha ido poniendo en la red para servir, formar, elevar. Además sois todos muy agradecidos: en general, absorbéis todo como una esponja y me permitís ver que este trabajo da cierto resultado.

    en todo sea Dios bendito.

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