martes, 22 de marzo de 2011

El pecado de envidia (I)

Me limitaré a transcribir un artículo que me encantó al describir minuciosamente el pecado de envidia. ¡Cuánta maldad encierra! A veces vemos y valoramos puritanamente otros pecados más groseros, carnales... y nos olvidamos de pecados sutiles a veces en sus formas, como son la soberbia y la envidia. Ésta es realmente destructora, pérfida, y siempre muy bien disimulada.

"Cervantes llamó a la envidia carcoma de todas las virtudes y raíz de infinitos males. "Todos los vicios -añadía- tienen un no sé qué de deleite consigo, pero el de envidia no trae sino disgustos, rencores y rabia".

La envidia no es la admiración que sentimos hacia algunas personas, ni la codicia por los bienes ajenos, ni el desear tener las cualdiades de otro. Es otra cosa.

La envidia es entristecerse por el bien ajeno. Es quizá uno de los vicios más estériles y que más cuesta comprender y, al mismo tiempo, también probablemente de los más extendidos, aunque nadie presuma de ello. De otros vicios sí que a veces presumimos, incluso cambiándoles el nombre: el mal genio se convierte en temperamento fuerte; la insolencia, en sinceridad a ultranza; el orgullo y la prepotencia, en defensa de la verdad -¡la propia!...-.

La envidia va destruyendo -como una carcoma- al envidioso. No le deja ser feliz, no le deja disfrutar de casi nada, pensando en ese otro que quizá disfrute más. Y el pobre envidioso sufre mientras se ahoga en la tristeza más inútil y la más amarga: la provocada por la felicidad ajena.



El envidioso procura aquietar su dolor disminuyendo en su interior los éxitos de los demás. Cuando ve que otros son más alabados, piensa que la gloria que se tributa a los demás se la están robando a él, e intenta compensarlo despreciando sus cualidades, desprestigiando a quienes saben que triunfan y sobresalen. A veces por eso los pesimistas son propensos a la envidia.

O. Wilde decía que cualquiera es capaz de compadecer los sufrimientos de un amigo, pero que hace falta un alma verdaderamente noble para alegrarse de sus éxitos.

La envidia nace de un corazón torcido, y para enderezarlo se precisa de una profunda cirugía, y hecha a tiempo.

Para superar la envidia, es preciso esforzarse por captar lo que de positivo hay en quienes nos rodean: proponerse seriamente despertar la capacidad de admiración por las personas de nuestro entorno.

Hay muchas cosas que admirar en los demás. Lo que no tiene sentido es entristecerse porque son mejores, entre otras cosas porque entonces estaríamos abocados a una tristeza permanente, pues es evidente que no podemos ser nosotros los mejores en todos los aspectos.

La envidia lleva también a pensar mal de los demás sin fundamento suficiente, y a interpretar las cosas positivas siempre en clave de crítica. Admirarse de las dotes o cualidades de los demás es un sentimiento natural que los envidiosos ahogan en la estrechez de su corazón"

(Mª Mercedes Cerezo, La carcoma de la envidia, Liturgia y espiritualidad 2010/10, pp. 530-531).

Sólo una nota más: en mis años de ministerio creo que nunca nadie se ha acusado de envidia en este sentido claro; de todos los demás pecados y sus especies, sí, pero de envidia ...

12 comentarios:

  1. He sufrido a personas que no sé porqué cuando me he alegrado mucho de algo.....me he encontrado con su cabreo.....Y antes de "cargar" con este pecado-pobre de mi, yo no puedo cargar con ninguno, sino es por la Gracia-he intentado hacerle ver de donde vienen esos sufrimientos...y no sé qué ha sido peor!! Ahora sé como combatirlo en mi, pues no estoy libre de ningun pecado, y es entrando en la humildad y NO juzgar al que veo lo tiene dentro....Es tremendo este pecado...porque ademas te lleva a juzgar prontisimo y realmente te corroe por dentro hasta dejarte "SECA"....Rece por mi, para que pueda combatirlo bien , lo tengo cerca de mi y tengo que estar alerta tranquila y llena de Paz, esta es fundamental.Un abrazo en Cristo.

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  2. Hola don Javier. Resulta muy duro sufrir la envidia ajena sin acabar tomando venganza, porque a menudo tras ella viene el que asesina con la lengua, maldice, calumnia. Cuando trata de prender en mí el deporte nacional procuro buscar y fijarme en lo bueno del otro.¿Cómo combatir la envidia eficazmente?. También los hay que intencionadamente siembran y azuzan la envidia con arrogancia, exhibicionismo de bienes materiales, lujos y demás signos de poder o triunfo mundano y luego encima hay que soportarlos ver cómo critican el vicio que fomentan.Los de omisión también escasearán, supongo. Un abrazo.

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  3. A mí me parece que para combatir con éxito este feo pecado, uno debe convencerse en profundidad que lo que Dios quiere de uno es que ame de verdad a su prójimo,a todo prójimo, en especial a aquellos a los que nos cuesta amar, por una razón u otra, imitando el Amor Infinito del Corazón de Cristo que a todos ama por igual.
    Si hacemos del amor al prójimo una prioridad en nuestra vida diaria, creo yo que resultará más fácil tener armas en la mano para no dejarse llevar del "tirón" de la envidia.
    Un post excelente, Don Javier.
    ;O)

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  4. Creo que el mejor remedio ante la envidia es sentirse mirado por los ojos de Dios, para Él cada uno de nosotros somos únicos y nos mira de una forma especial a todos y cada uno de nosotros.

    ¿ Cómo sentirte inferior cuando estás siendo mirado por Él? ¿ Cómo sentirte inferios cuando estás siendo amado por Él? ¿ Cómo sentirte inferior si Él ha dado la vida por ti?

    Saludos

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  5. Creo que lo mejor para combatir la envidia es sentirse a gusto con uno mismo en las circunstancias que sean. Sean buenas, regulares o malas. Decirle sí al Señor siempre con respecto a todo. Someterse humildemente a Él sin más.

    Gracias, D. Javier

    Feliz tarde a todos

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  6. "Contra soberbia, humildad.
    Contra avaricia, generosidad.
    Contra lujuria, castidad.
    Contra ira, paciencia.
    Contra gula, templanza.
    Contra envidia, caridad;
    Contra pereza, diligencia."
    Esto que se nos hacía aprender de memoria, era el mejor resumen, fácil de entender, difícil de olvidar.
    Hoy ponemos muchas palabras al enseñar, pero me parece que olvidamos dejar en claro lo más importante, su síntesis, su practidad.

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  7. Carolina , me ha gustado mucho tu comentario . Si fueramos capaces de tener siempre presente que somos mirados y queridos por Dios, además de que sería más fácil evitar la envidia , seríamos verdaderamente libres.
    Me alegro de tu vuelta . Cuando alguno pasa tiempo sin dar señales de vida, se le echa de menos.

    María M.

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  8. queridísimos:

    Bien exprimido el tema de hoy, sí señor, bien exprimido. Entre todos se han sacado consecuencias y nuevas luces.

    Distinguiría dos planos de la catequesis:

    1) Examinar si hay envidia en nosotros. Reconocerla tal cual, sin disimularla.

    2) Reconocer cuando el pecado de envidia de otro cae sobre nosotros. Porque además -ya lo veremos- el envidioso se vuelve contra uno, y se atreve a afirmar cosas como que "por caridad, te digo que tú tienes celos de mí, con lo mucho que yo te quiero". Es decir, el envidioso le da la vuelta a la situación, proyecta su pecado en el otro y se excusa.

    Realmente repulsivo.

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  9. María M.:

    Me ha gustado sobremanera su comentario dirigido a Carolina. Cuando alguno enmudece un tiempo, se le echa de menos. Y es que en una comunidad cuyo centro es la fe, el afecto surge sencillo entre los hermanos.

    Carolina:

    ¿Ves? ¡¡Tienes un sitio aquí!! Se te echaba de menos.

    Y más en general: con las líneas fundamentales de este blog, que tantas veces he repetido, respetando los mínimos marcados, aquí todos tenemos sitio.

    pax. +

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  10. Hola :) Terminada la jornada laboral es agradable leer los comentarios. Ciertamente echamos de menos a Carolina y a todos quienes alguna vez han compartido algo de si mismos con nosotros. Ojalá haya cada vez más comentarios.

    Me ha llamado la atención lo que comenta D. Javier sobre que es raro que se confiese la envidia. Creo que se debe a que desde nosotros mismos la vemos como un tipo de autodefensa y esto la oculta a el discernimiento superficial de nuestra vida cotidiana.

    La envidia a veces es tan sutil que hasta parece algo positivo. :D La mejor cura contra la envidia es ponerse en el lugar del envidiado y darse cuenta que la aparente razón de nuestro deseo, se complementa con muchos aspectos negativos que no son tan evidentes. No deseemos la "pequeñas" cruces ajenas, que cuando las cambiamos por la "inmensa" cruz propia, nos damos cuenta de que la nuestra no era tan grande ni la ajena tan llevadera.

    Que Dios les bendiga en su descanso. :)

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  11. ¡ Que querida se siente una en esta Comunidad de hermanos, hermanos en Cristo¡

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  12. De Villaviciosa


    Dijo Cervantes...

    -¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!.

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