jueves, 24 de marzo de 2011

El mundo de mis deseos (Ejercicios IV)

En lo que dice luego: Y me dejaste con gemido, es de notar que la ausencia del Amado causa continuo gemir en el amante, porque, como fuera de él nada ama, en nada descansa ni recibe alivio. De donde, en esto se conocerá el que veras a Dios ama, si con ninguna cosa menos que él se contenta. Mas ¿qué digo se contenta? Pues, aunque todas juntas las posea, no estará contento, antes cuantas más tuviere estará menos satisfecho; porque la satisfacción del corazón no se halla en la posesión de las cosas, sino en la desnudez de todas ellas y pobreza de espíritu. Que, por consistir en ésta la perfección de amor en que se posee Dios con muy junta y particular gracia, vive el alma en esta vida, cuando ha llegado a ella, con alguna satisfacción, aunque no con hartura, pues que David (Sal 16,15), con toda su perfección, la esperaba en el cielo, diciendo: Cuando pareciere tu gloria, me hartaré.

Y así, no le basta la paz y tranquilidad y satisfacción de corazón a que puede llegar el alma en esta vida, para que deje de tener dentro de sí el gemido, aunque pacífico y no penoso, en la esperanza de lo que le falta. Porque el gemido es anejo a la esperanza; como el que decía el Apóstol (Rm 8,23) que tenía él y los demás, aunque perfectos, diciendo: Nosotros mismos, que tenemos las primicias del espíritu, dentro de nosotros mismos gemimos esperando la adopción de hijos de Dios. Este gemido, pues, tiene aquí el alma dentro de sí en el corazón enamorado; porque donde hiere el amor, allí está el gemido de la herida clamando siempre en el sentimiento de la ausencia, mayormente cuando habiendo ella gustado alguna dulce y sabrosa comunicación del Esposo, ausentándose, se quedó sola y seca de repente (San Juan de la Cruz, CB 1,14).

    Para calibrar hasta qué punto Dios es Amado de veras por el corazón, hay que ahondar y excavar en la tierra del mundo interior. En apariencia y en superficie creemos que Dios es lo que más amamos; rascando mediante el conocimiento interior, arando la tierra mediante el ejercicio espiritual, quitamos un manto que recubre la apariencia y llegamos a la desnudez. Hay que entrar en el mundo de los deseos y de las satisfacciones: éstos nos darán la medida del amor a Dios.

    Hay que preguntarse: ¿qué deseo? ¿Qué aspiro? ¿Qué estoy esperando? ¿Qué hay en mí que me arrastra con cierta ilusión que luego veo desvanecerse tantas veces?

    Cada uno de nosotros tiene distintos deseos; pueden ser nobles, honestos y legítimos: hay que reconocerlos, identificarlos. Ese mundo de deseos, lo que esperamos y luchamos por conseguir, muestra la verdad de nuestro ser y nos indican hacia dónde nos dirigimos y ponemos todo el empeño. Señalan dónde está en verdad nuestro corazón. ¿Y realmente lo que deseamos es tan necesario, tan importante? Muchos de nuestros deseos nos apartan del principio y fundamento, del orden interior de vida, y nos arrastran y nos vemos arrastrados para lograr conseguirlos. Pongámosle nombre.

    Pero la dinámica del deseo está siempre en movimiento; alcanzado lo que ya deseamos, necesitamos nuevos objetos de deseo, simplemente, porque no colman el corazón humano. Alborotan y cansan. Dejan fatigados. Es demasiado el esfuerzo y nunca hallamos una felicidad completa que colme esos deseos que nos impulsan... porque el corazón humano es demasiado grande para llenarlo con los pequeños deseos de la vida.


    Al entrar en lo interior, es necesario reconocer la insatisfacción profunda en la que vivimos. Los deseos nos cansan. Algunos deseos son satisfechos e inmediatamente aparecen otros deseos, otros objetos o fines en los que creemos hallar felicidad, pero son igualmente incapaces de satisfacer. Cuando vivimos en ese movimiento, entonces es que Dios no es Amado plenamente, de veras.



    Sólo Dios cuando es el Amado, produce alivio en el corazón y deja un remanso de paz que difícilmente se altera, porque sólo Dios corresponde a la medida de nuestro deseo, a la capacidad infinita del alma. Y de esta manera, cuando Dios es realmente el objeto de nuestro deseo, el corazón ama, descansa y encuentra alivio.

    Las demás cosas las podremos seguir deseando si son legítimas, pero no causan dolor si no se alcanzan, ni tristeza, ni vacío. Éstos son los síntomas de deseos que nos frustran y no satisfacen, por el contrario, cuando Dios es el único y más preciado deseo, los demás deseos se subordinan y se pacifican, viviendo en gran paz, pobreza y libertad de espíritu. Es lo que afirma san Juan de la Cruz: “la satisfacción del corazón no se halla en la posesión de las cosas, sino en la desnudez de todas ellas y pobreza de espíritu”.

   Para ordenar la propia vida sin determinarse por ningún afecto desordenado, hay que indagar el mundo de los propios deseos, ver si tiene orden y calibrar la verdad de nuestro deseo de Dios.

    En un segundo momento hay que examinar la forma en que la insatisfacción de los deseos busca un mecanismo de compensación y de gratificación. Ante lo que no conseguimos, ante los deseos que no se realizan, el alma si no está en Dios, busca satisfacciones y consuelos en cosas más inmediatas y cercanas, de distinto tipo, de distinto grado e importancia. Sin embargo, estas satisfacciones son muy pasajeras y dejan un vacío peor que el que intentaban apaciguar. Son hobbys, entretenimientos, aficiones, o grupos cerrados, enganches afectivos, amistades, incluso apostolados, compromisos pastorales, etc., que pueden realizarse no libremente y llenos del Amor de Dios, sino para cubrir un vacío y una insatisfacción. Las motivaciones no son legítimas y se reflejan al final en el modo de actuar y vivir. Se necesita una purificación de estas motivaciones; en otros casos, habrá que dejar esos elementos que hemos introducido como una satisfacción ante los deseos rotos.

    Hemos de poner nombre y reconocer cuáles son esos mecanismos compensatorios o esas satisfacciones que buscamos para apaciguar la sed de nuestros deseos.

    El amor puro a Dios es la felicidad generando libertad de espíritu y no ataduras; deseando sin ser esclavo de deseos y realizaciones, sino estando por encima, volando alto.

    Cuando Dios es todo nuestro deseo, las demás cosas reciben su justo valor y no pueden ya esclavizarnos, ni recurrimos a otros elementos para calmar la sed del deseo. Todo en Dios: así es el creyente que vive a Dios como sumamente Amado. Busquemos a Dios: por Él gime nuestra alma.

13 comentarios:

  1. Hola don Javier. Me adentraré para conocer mejor el objeto de mi deseo y purificar las motivaciones para que Dios sea el único y más preciado deseo y conseguir que los demás deseos se subordinen y pacifiquen para hallar la paz y la libertad de espíritu en verdadera pobreza. Poder vivir en estado de mendicidad.Un abrazo.

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  2. Identificar los deseos desordenados y los mecanismos compensatorios que nos esclavizan, para abandonarlos y dirigir con la voluntad nuestros deseos hacia Dios, el único que sacia el corazón del hombre. Una buena tarea para todos los días de nuestra vida...Cosas de la concupiscencia :)
    Feliz día. Pax.

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  3. Yo también he de recolocar mis deseos, prescindir de otros,y subordinar mis amores todos al Amor que me salva y regala una Vida Eterna, llena de felicidad y plenitud.
    Camino de purificación.
    Gracias, Don Javier.

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  4. Hoy deseo dar la Vida...y en mis fuerzas veo que no consigo Nada....y combato la frustracion que esto conlleva...me llama la Humildad agrito pelado...Ayer busqué desee afectos en mi Cdad y no llegaron...pasaron mis sentimientos de pobreza desapercibidos....y al menos me llevé el 4 poema del Cantar de los cantares, El me lo dijo todo...y porque me he levantado tristona? hayyyyy, mi Amado no es respondido y solo le miro y le digo Aqui me tienes pobrisima...sin poder darte Nada...Ponlo tu en mi vale? ...asi estoy.

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  5. Buen día a mis queridos hermanos en la fe, no creais que os tengo abandonados porque no me veis aparecer, (en mi oración personal cada día estáis delante del Sagrario).
    Circustancias pasajeras no me permiten estar delante de un ordenador de momento, pero hoy tras meditar, releer, subrayar en el papel, ... el tema de ho "El mundo de mis deseeos", no me resisto a pedir vuestras oraciones para que mi deseo sea interiorizar, aceptar y amar la Voluntad de Dios en cada momento, y que nunca nos falte la LUZ de Dios que sólo podremos percibir desde un corazón limpio lleno de vida interior, que cada uno con las oraciones de los otros iremos consiguiendo.
    A todos pido vuestras oraciones para no desfallecer y a D. Javier su bendición.

    Nos VEMOS pronto.

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  6. Menudo lío se ha armado en mi cabeza, pues esta entrada me ha cuestionado, hace tiempo que me hago preguntas sobre mis apostolados, ¿por qué los hago? He tratado de no esperar consolaciones de Dios, pues debo servir sin esperar nada a cambio. Pero se que cuando Dios me las envía es por que ve la necesidad.
    Padre Javier estas lineas "apostolados, compromisos pastorales que pueden realizarse no libremente" me han puesto a pensar. En ocasiones me ha tocado decir: No, no puedo. Y ante la frase "Es Dios quien llama" a veces he sentido que manipulan. Podría usted orientarme un poco.He querido pasar desapercibida muchas veces, pues creo que este momento lo necesito. Solo cuando estoy en un retiro de silencio, sirviendo desde el silencio es cuando me siento mejor. Peo cuando me piden hablar, dialogar, entablar amistad con personas en un retiro, es un servicio muy cuesta arriba.¿ Cómo puedo poner en orden mis deseos, para que sean los deseos de Dios Padre.? Todos presentes amigos blogueros en mis oraciones.

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  7. Todo quisiera que fuese Dios y solo Dios, pero a veces se esconde en el fondo de mi alma y ella gime al no encontrarlo. Es así y el corazón se aflige.

    Feliz tarde-noche.

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  8. Los deseos parten de las necesidades, pero no todas ellas son verdaderas. En marketing se estudia cómo crear falsas necesidades que produzcan deseos, que se sustancien de manera lo más irracional posible. ¿irracional? Claro, es necesario para que la pulsión del deseo generado, no pase por el raciocinio.

    Tendríamos que discernir nuestras verdaderas necesidades, ya que son las que Dios nos ha legado para dirigirnos hacia El.

    Muy buena entrada D. Javier. Da para reflexionar años a poco que se comprenda toda la profundidad que nos señala.

    Dios le bendiga y a todos lo demás amigos, sean comentaristas o lectores :)

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  9. Busco y anhelo este amor puro, pero muchas veces compruebo que tiene apegos,aunque gime mi alma y por El vive.
    No hay nada que calme mi sed de Dios.
    ¡Muchas gracias!
    En comunión de oraciones.

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  10. NIP, Desde Sevilla, Gosspi, Felicitas:

    Creo que todos lleguemos a un punto común: adentrarnos en lo interior y descubrir los propios deseos. Es un lenguaje muy especial. Yo, personalmente, lo descubrí y trabajé a partir de san Agustín. Es tarea ardua y dificultosa: requiere tiempo y sinceridad con uno mismo, poniéndose a la Escucha.

    ¡ah! Gosspi:

    No mendigue nada, aunque comprendo que lo haga, porque todos lo hacemos. Si está tristona, cante salmos.

    Catequista:

    ¡Ha vuelto! El último deseo, el más sublime, excelso, fino, puro, es desear la voluntad de Dios. Pero antes hay muchos prólogos: descubrir deseos más cotidianos, más superiores y luego los más espirituales. Hay que interiorizar y trabajar constantemente.

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  11. María Auxiliadora:

    Intentaré aclarar algo lo que Vd. cuestiona. Invoquemos primero al Espíritu Santo que nos asista a ambos.

    Los deseos de Dios en el alma se identifican por el ímpetu, la duración (si es pasajero, es capricho de la voluntad) y por la paz que dejan (porque se vive en paz ya que sabemos que si es de Dios, Él los realiza).

    Sabiendo esto, pasamos al orden práctico de los apostolados.

    Lo que es de Dios es la santificación en lo ordinario, en lo cotidiano:

    * matrimonio e hijos
    * el ejercicio de la profesión.

    Estando esto bien vivido y realizado, el Señor, por muchos medios nos puede sugerir apostolados concretos, tareas apostólicas, mientras no lesionen la santificación en el matrimonio ni la santificación en el trabajo. Hay personas que, no por Dios sino por protagonismo o por huir de su realidad, buscan apostolados que los entretengan, que les rellenen el tiempo, mientras el marido o la esposa están solos a todas horas.

    Combinando todo esto y siendo realistas -con discernimiento- en las posibilidades personales, uno se lanza a otras tareas.

    Pero en todo hay que buscar que no se dañe la relación íntima, cordial y afectiva con Cristo. Algunos buscan apostolados DE Cristo pero sin estar CON Cristo. San Bernardo aconseja que seamos conchas y no veneros, conchas que retienen el agua del Espíritu y desbordan a los demás, y no veneros que todo lo que se recibe de Dios se va hacia otros y nos quedamos siempre vacíos.

    Hay límites, claro que sí: que no se nos robe la paz profunda del alma generando siempre violencia interior, y que no reste capacidad ni tiempo para la oración personalísima con Cristo. Lo otro será activismo derivado de diversas causas. Un último signo: la libertad. Si nos quitan, o debemos dejar un apostolado, no tomarlo nunca como si fuera "mío", sino del Señor, con gran desprendimiento. Entonces no nos buscaremos a nosotros mismos, sino al Señor.

    pax

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  12. Miserere:

    en este orden el marketing de crear necesidades falsas las tiene el Maligno, la mundanidad y la propia carne (la concupiscencia). Pero, ¡muy, pero que muy buen apunte!

    Capuchino de Silos y Marián (¡bienvenida!)

    Oremos unos por otros para que tengamos sed de Dios constantemente.

    Oremos unos por otros para que la tierra sedienta de nuestra alma sólo clame por el agua de Dios, las fuentes del Espíritu, el manantial del Costado de Cristo.

    Oremos unos por otros para que nuestro deseo sea el Amado.

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  13. En general:

    Varios amigos -religiosas, seglares- me mandan correos que pudiéramos llamar de "dirección espiritual". Pido disculpas porque estoy tardando mucho en responderles: no los he olvidado pero no puedo pararme con serenidad a escribir algo que sea sensato.

    A todos, pax!

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