jueves, 31 de marzo de 2011

Catequesis: "Padre nuestro" (V)



    1. "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
    Para nosotros esta petición es exigente (lo dejamos todo en manos de Dios, nos ponemos a disposición de Dios). ¿Qué es, entonces, lo que le decimos a Dios en el Padrenuestro? Diariamente reconocemos a Dios volcado en su amor sobre cada uno de nosotros, reconocemos su providencia y por tanto oramos sabiendo que su voluntad siempre es buena y es lo mejor para nosotros, aunque no lo entendamos de momento y estemos ciegos. Pero “sólo Dios basta” (Sta. Teresa de Jesús), “Él sabe lo que nos hace falta” (Mt 6,7). Decir “hágase tu voluntad” es un acto radical de fe que deposita nuestra vida en manos de Dios, sin murmurar de sus planes, sin murmurar de nuestra vida o de nuestra historia, sino poniéndolo todo, aunque no lo entendamos, en sus manos y a su disposición. Ésta es la actitud de los hijos con su padre, de los hijos de Dios con su Padre, Dios, porque de Dios sólo podemos esperar lo que es bueno y bello y auténtico para nuestras vidas.


    2. Cuando San Pablo tuvo la experiencia y el encuentro con Cristo Resucitado, camino de Damasco, su primera pregunta fue: “Señor, ¿qué quieres que haga?” (Hch 22,10). La actitud del verda-dero discípulo es ponerse a disposición del Señor como instrumento suyo, ofrecerse al Señor: “¿qué quieres que haga?”, ¿cuál es tu voluntad sobre mí? Ahí está el modelo perfecto de discípula cristiana que es la Virgen. ¿Qué pide Ella? ¿Qué condiciones le pone a Dios? ¿Cuál es su petición? Muy al contrario, su oración es entrega y disponibilidad: “hágase en mí según tu palabra”, “hágase lo que Tú quieras”. Señor, ¿qué quieres que haga?


    Nuestro catolicismo ha trastocado muchas veces el orden de las cosas, y nos hemos quedado muy en la superficie al vivirlo. Hemos entendido nuestra relación con Dios bastante mal. Como vivimos a Dios como muy lejano y muy severo, no como Padre, acudimos a la Virgen María y a los santos estableciendo negocios o intercambios: les pedimos cosas, necesidades, y a cambio hacemos “promesas” y temiendo extrañas consecuencias si no cumplimos aquella promesa, aquel negocio, con la Virgen o algún santo. Este tipo de religiosidad nada tiene que ver con la frescura evangélica y la novedad de la experiencia pascual de la Iglesia, ni de Pentecostés, y mucho menos, con la disponibilidad de la Virgen a la voluntad de Dios, Ella, que es para nosotros, maestra de vida espiritual.



    “Hágase tu voluntad”, e igual que en el cielo todo lo rige y lo ordena la sabiduría de Dios, aquí en la tierra todo se ordene según la voluntad de Dios y no según el pecado, el egoísmo o la estrechez de miras de los hombres.

    El cristiano, pues, es aquél que se pone a disposición del Señor, abierto a la voluntad del Padre, que pide a Dios que le mani-fieste su voluntad y le dé fuerza y gracia para llevarla a término. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”: la vida del católico es prepararse, con un corazón disponible, a aquello que Dios le pueda pedir y que constituye el camino de nuestra felicidad y santificación. Santa María reza: “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, y a nosotros, la misma Virgen María no nos dice “pedid de todo”, “exigidle a Dios”, sino nos dice, como Ella lo hizo, “haced lo que Él os diga”.


    3. “Mi alimento –dice Jesús- es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Jn 4). La voluntad de Dios es nuestro alimento, estamos para vivir en la voluntad de Dios y llevar a cabo su plan de salvación.

  
 La voluntad de Dios, en primer lugar, vivir los mandamientos, la profesión de fe y el testimonio con nuestra vida, la oración y la participación en la liturgia y los sacramentos, el compartir los bienes y el desprendimiento en favor de la Iglesia y los necesitados. Éste es el primer camino de la voluntad de Dios para nosotros. Luego a cada uno se le va manifestando la voluntad de Dios en su vida: hacer tal o cual obra, vivir tal apostolado o misión, vocación matrimonial, sacerdotal o religiosa... y la voluntad de Dios se puede ir conociendo por la oración, una vida de oración seria e intensa donde Dios se comunica al alma; por la escucha de la Palabra, la lectura de las Escrituras santas, en la que el Espíritu Santo se revela al interior del creyente; se puede conocer, junto a esto, por las circunstancias y acontecimientos de la propia vida donde Dios se acerca al hombre y lo conduce; se conoce la voluntad de Dios por aquello que la Iglesia, por medio del Obispo o de tu párroco te pueda pedir o sugerir, por las mediaciones, en definitiva, que Dios usa ordinariamente, y luego acompañado y aconsejado por un sacerdote que conozca tu alma y te pueda iluminar. 

Es necesario el discernimiento espiritual, el descubrir y discernir aquello que Dios quiere de ti, y que siempre será lo mejor para ti y el camino de tu santidad. Buscar la voluntad de Dios: vivir la voluntad de Dios, realizar el plan de Dios para cada uno, que es, en primer lugar, la santificación de cada uno de sus hijos, y luego su voluntad en cada circunstancia, en cada momento, para la vida personal, familiar, económica, de trabajo, etc...

    4. Para terminar, resuene la enseñanza de la Tradición de la Iglesia comentando esta petición. El gran San Agustín enseñaba a los catecúmenos africanos de la Iglesia de Hipona el Padrenuestro:


    “Hágase tu voluntad”. Y si tú no lo dices, ¿no hará Dios su voluntad? Haz memoria de lo que recitaste en el símbolo: “Creo en Dios Padre todopoderoso”. Si es todopoderoso, ¿a qué pedir se haga su voluntad?, ¿qué significa, por tanto, “hágase tu voluntad”?: ¡Que se haga en mí!, ¡que no resista yo a tu voluntad!... Cuando, pues, ruegas se haga “en ti”, no ruegas sino que se haga en beneficio tuyo; luego pides sea hecha “por ti”... ¿Qué significa “en el cielo y en la tierra” o “así en el cielo como en la tierra”?: los ángeles hacen tu voluntad, ¡hagámosla también nosotros! (Serm. 56,7-8).

11 comentarios:

  1. Ooooh!!!. Gracias, es un post iluminador y concreto, perfecto para ponerlo en práctica. Añado una cita:
    "Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga Vida Eterna y que yo lo resucite el último día". Jn 6,40.
    Ver a Jesucristo y creer en Él. Verlo en cada acontecimiento y creer que detrás está Él con su Amor para salvarnos, para darnos su Vida, la Vida Eterna. Ver con los ojos de la fe, trascendiéndose, y pedir el discernimiento, que es la ciencia de los santos.
    Feliz día a todos.

    ResponderEliminar
  2. Hola don Javier. Buscaré la voluntad de Dios para cumplirla en todo momento especialmente si estoy abierto a escucharlo a través de los demás.Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. La libertad es un don impresionante, ya que nos permite hacer la voluntad propia, la del vecino o la de Dios mismo. ¿Cual de la voluntades elegiré para actuar libremente?

    ¿La mía? ¿Con todos mis defectos, limitaciones, subjetividades y tropelias varias? Mal voy si mi voluntad no está guiada por Dios.

    ¿La de mi vecino? y si mi vecino goza maltratando o es una persona pasiva o simplemente no desea verme. La voluntad del vecino no puede conducirme a ninguna libertad real.

    ¿La de Dios? Si Dios es Amor, plenitud, coherencia, universalidad... ¿Qué mejor voluntad para que mi libertad se desarrolle a través suya?

    Jeje... lo malo es que para elegir la voluntad de Dios tengo que negarme a mi mismo, tener amor a mi vecino sin que lo él piense o haga me condicione... y eso duele. Pero ese dolor tiene sentido, ya que nos une a Dios.

    Un cercano abrazo en Cristo a todos. :)

    ResponderEliminar
  4. Pues tiene mucha Luz su entrada...yo me levanto y con estas palabras : Señor aqui estoy, ya me conoces que me desvio facilmente, ten cuidado conmigo y ayudame a oir tu Voz, enseñame a escuchar, tu eres lo Primero y todo lo que haga sea para darte Gloria. Cuida de mis cosas y yo cuidaré de ti....y a ti Madre te ofrezco mi ser entero haz de mi una hija tuya que sepa acoger la Palabra y Ella actúe en mi como a El le gusta.....Y sabe? me escucha porque todo se allana a mi paso y es ligero y suave el caminar....el Padre nuestro lo digo cuando veo que me desvio......y me consuela porque veo que no me deja caer en la tentación porque está conmigo, mi Padre está en todo y no temo.

    ResponderEliminar
  5. Cada día, cuando rezo el Ángelus digo; hágase en mí según tu palabra; y cada día, también, me hago la misma pregunta: ¿lo estoy diciendo con la boca chica o con la grande? pues a veces la voluntad del Señor no coincide con la mía y se me hace tan difícil ser ampliamente generosa. ¡Ay, Madre mía cuánto sufro por ello! El cambio es...nada más y nada menos que la Vida Eterna.
    Creo que lo meditaré en la oración delante del Señor para que me ilumine.

    Feliz tarde-noche para todos. Ciao

    ResponderEliminar
  6. Aparezco por aquí por pura cortesía. Pero hay días en que yo sólo tengo que aprender de mis hermanos y no decir nada.

    Así que discretamente me voy.

    pax. +

    ResponderEliminar
  7. La conversión de San Pablo es una de las partes de los Evangelios que más he leído...y lo sigo haciendo de vez en cuando.

    ResponderEliminar
  8. Hagase tu voluntad, es una cosa que me ha costado y me sigue costando mucho aún, ya que muchas veces quiero llevar yo el timón de la voluntad de Dios, luego rectifico y doy gracias aunque no entienda muy bien su voluntad.
    No soy conformista pero acepto a veces con mucho dolor y sin entender nada, a veces veo y otras sigo en la espera, ya que tal vez sea así.
    Un abrazo fuerte de un Filiberto

    ResponderEliminar
  9. "Heme aqui, Señor" Esas palabras que tan simples parecen golpean mi cabeza cada día. Intento seguir el modelo de María y que mi vida sea un heme aquí constante, pero me cuesta tanto. Muchas dudas, melos tragos...a veces no logro entender la vountad del Señor y me revelo, pienso que no merezco lo que tengo, que mi vida no debería ser esta... y vuelve la providencia a decirme: Paráte quieta, ¿ no te das cuentas que a veces son mejor los caminos largos? ¿ Que sólo si te fias de Él llegaras?


    Ójala todos sepamos decir un sí, un heme aqui, igual que María. Ójala en ella podamos ver un modelo y nos dejemos llevar por la voluntad de nuestro Padre.

    Un abrazo, hermanos

    ResponderEliminar
  10. Filiberto:

    ¡¡Ya era hora de que escribieras!! ¡Qué gran alegría!

    Te animo a seguir comentando porque, sin duda, tienes mucho que aportar.

    Un fuerte abrazo y dos besos a quienes ya sabes.

    Carolina:

    ¡Precioso! Los caminos largos para Dios son mejores... Me ha dado que pensar y reflexionar.

    Busca en todo su Voluntad.

    Un abrazo también para ti.

    ResponderEliminar
  11. Me ha costado mucho entender la voluntad de Dios porque mi fé era pobre. Saberme y sentirme querida por Dios me ayuda a aceptar el díaa a día.
    Me ayudais bastante todos vosotros
    Estamos unidos en la oración.
    Un abrazo. Mari Trini

    ResponderEliminar