Es necesaria la catequesis sobre la Unción de los enfermos, uno de los sacramentos más desconocidos, arrinconados, asociado a una imagen tétrica del moribundo, y, por tanto, mal visto.
¡Qué diferente es la realidad!
Es un consuelo del Espíritu Santo para el cuerpo y el alma gravemente enfermo; es una gracia específica para una situación de grave enfermedad uniéndonos, también mística y sacramentalmente, con el Señor crucificado.
Redescubramos el valor y la eficacia de los signos sacramentales, en primer lugar. Lejos de considerarlos con una visión esteticista como ceremonias bellas, o desde el punto devocional-intimista como unas oraciones privadas para tener algo de paz, son presencia y actuación misma de Cristo; que si ayer curaba tocando con su mano y los enfermos se le acercaban, hoy -¡el hoy del Espíritu Santo y de la Iglesia!- sigue tocando, ungiendo, imponiendo las manos, mediante los sacramentos. Son intervenciones reales suyas y contactos salvadores.
Aquí, en este sacramento, Cristo viene al enfermo en una situación difícil de asimilar y vivir: integrar el dolor, encontrar el sentido del dolor.
"Cristo dispensa su salvación mediante los sacramentos y de manera muy especial, a los que sufren enfermedades o tienen una discapacidad, a través de la gracia de la Unción de Enfermos. Para cada uno, el sufrimiento es siempre un extraño. Su presencia nunca se puede domesticar. Por eso es difícil de soportar y, más difícil aún -como lo han hecho algunos grandes testigos de la santidad de Cristo- acogerlo como ingrediente de nuestra vocación" (Benedicto XVI, Hom., Lourdes -Francia-, 15-septiembre-2008).
Todo sacramento confiere, comunica, una Gracia. Si es Gracia viene de Dios. Es algo más que una ceremonia... y algo más que una simple catequesis para que los participantes, subjetivamente, sientan la fe como una dinámica de catequesis o cosa semejante. En los sacramentos es Dios quien da algo, gratis y por amor, y se llama la Gracia sacramental.
La Unción de los enfermos comunica su Gracia sacramental específica:
"La gracia propia del mismo consiste en acoger en sí a Cristo médico. Sin embargo, Cristo no es médico al estilo del mundo. Para curarnos, Él no permanece fuera del sufrimiento padecido; lo alivia viniendo a habitar en quien está afectado por la enfermedad, para llevarla consigo y vivirla junto con el enfrmo. La presencia de Cristo consigue romper el aislamiento que causa el dolor. El hombre ya no está solo con su desdicha, sino conformado a Cristo que se ofrece al Padre, como miembro sufrimiento de Cristo y participando, en Él, al nacimiento de la nueva creación" (ibíd.).
La forma de exponerlo del Papa es bellísima, porque está ofreciendo, realmente, una mística de la enfermedad y del sacramento mismo.
Con el sacramento de la Unción, la enfermedad es aliviada por Cristo; el dolor se convierte en redención; se rompe la soledad que se experimenta en la enfermedad; se incorpora a la vida eclesial en un estado de reparación y ofrecimiento; se atisba el Misterio pascual del Señor vivido en la propia carne. Entonces, así, de este modo sacramental, se participa en el consuelo, en el descanso del mismo Señor.
"Sin la ayuda del Señor, el yugo de la enfermedad es cruelmente pesado. Al recibir la Unción de los Enfermos, no queremos otro yugo que el de Cristo, fortalecidos con la promesa que nos hizo de que su yugo será suave y su carga ligera" (ibíd.).
¡Bendito sacramento!
Sepamos vivirlo cuando nos llegue el momento; sugiramos su oportunidad cuando hay realmente una enfermedad grave o una ancianidad muy debilitada. Y catequicemos sobre el sacramento de la Unción.
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ResponderEliminarBuenos días don Javier. Justo antes de la Ascensión con Marcos lero: "Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas;
ResponderEliminarpodrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán». ¿Creemos? La habitación de Cristo cuando estamos enfermos es una experiencia que fortalece y cambia la forma de ver el mundo y ese momento aniquilador con la muerte aumentando la confianza en que él nos va a resucitar y estaremos con él en el Reino. Creo que conviene aprender a realizar comuniones espirituales y palpitar las jaculatorias semanales que ayudan tanto.Un abrazo.
Estar enfermo no es fácil y menos verse en el final de la vida. Pero en esa situación cabe acercarnos más al Señor y entender nuestro sufrimiento como parte del camino que tenemos que seguir en la vida.
ResponderEliminarPor eso es tan bella la unción de enfermos. Comprobar que Cristo y la Iglesia no nos abandonan es maravilloso.
Que Dios les bendiga :)
Qu erazón tiene.....que miedo tienen algunos enfermos...católicos ...por recibirlo, creyendo que se van a morir..ya!....Yo estuve detrás de mi parroco pidiendolo para mi madre que al final de su enfermedad no podia ir a Misa.....y madre mia lo que costaba conseguirlo.....en fin a seguir pidiendolo cuando lo veamos necesario para nuestroa ancianos y enfermos......a pedir sin cansarnos.....esta es nuestra tarea....y pedirlo con alegria cristiana, calro está.
ResponderEliminarCada día pienso en la enfermedad y en la muerte y estar preparada para cuando el Señor lo disponga. Le pido, a diario, que sea lo suficiente generosa para con Él cuando llegue la hora. Creo que todos tenemos que pasar por ello y no debemos hacerlo dramático, sino aceptarlo como algo natural. Pero, cada día, también, me pregunto: ¿seré capaz de aceptar la voluntad de Dios? Pero yo me voy ejercitando, mientras tanto.
ResponderEliminarFeliz día de la Virgen para todos.
"...es una gracia específica para una situación de grave enfermedad uniéndonos, también mística y sacramentalmente, con el Señor crucificado.
ResponderEliminarRedescubramos el valor y la eficacia de los signos sacramentales... son presencia y actuación misma de Cristo; que si ayer curaba tocando con su mano y los enfermos se le acercaban, hoy -¡el hoy del Espíritu Santo y de la Iglesia!- sigue tocando, ungiendo, imponiendo las manos, mediante los sacramentos".
Como en cualquier otro momento, pero más aún en la enfermedad y al final de la vida, lo más importante, lo único importante, es la unión con Cristo, con el Señor crucificado que "dispensa su salvación mediante los sacramentos"
Para los que podemos entender esto un poquito, no es nada tétrico sino lo más consolador que hay. Ojalá se nos conceda a todos nosotros esta Gracia en su momento.
Gosspi, a mí también me costó más de un mes conseguir la Unción de los enfermos para un familiar que murió poco despues.
NIP:
ResponderEliminarToda nuestra vida ha de ser una verdadera comunión personal con Jesucristo (las jaculatorias son una herramienta cotidiana para vivir en su Presencia). Cuando llegan momentos más delicados no nos pillarán desprevenidos, porque tenemos el arsenal bien repleto de "Comunión con Cristo".
Miserere:
Cristo y la Iglesia nos acompañan en todo, en todo, en todo. La enfermedad es un momento tan delicado que la presencia eclesial debe ser discreta a la par que perseverante. Ahí entra la dinámica sacramental: se acompaña al enfermo, se dialoga con él, se le hace ver la conveniencia del sacramento como una ayuda no para morir bien (¡eso es el Viático!) sino para esta enfermedad grave (que puede remitir o devenir crónica e incluso mortal). Se reza con él... y llegado el momento se le administra la Unción.
No caigamos en el sacramentalismo: forzar en la primera visita la Unción, y quedarnos tranquilos de que "si por si acaso" ya la ha recibido. ¡Es otra cosa!
Debo añadir en honor a la verdad que en otra ocasión que la solicité para otro familiar, inmediatamente vino el vicario parroquial con toda la amabilidad del mundo, una tarde de domingo y sin previo aviso.
ResponderEliminarGosspi y Aprendiz:
ResponderEliminarEs difícil y muy delicado plantear a un familiar la necesidad de que reciba la santa Unción. Pero no lo planteemos jamás como una preparación para el final (la muerte) sino como una ayuda del Señor para el presente (la enfermedad). Hacemos mal si queremos que "esté preparado" y metemos la Unción en los últimos remedios. El último remedio es el Viático. La Unción hay que presentarla como "Sacramento para los enfermos", de gravedad, pero enfermos, que ""van a durar a mucho"".
Aprendiz:
ResponderEliminarEntonces no he entendido su primer comentario. ¿El problema era que el sacerdote no iba? ¡¡Qué horror!!
Cuando nos dan un aviso que no es para un agonizante, primero hay que informarse sobre la situación física, moral y espiritual del enfermo; dialogar con él y prepararlo y, al siguiente encuentro, con serenidad, convocar a la familia y celebrar la Unción.
Pero nunca puede caer en saco rato el aviso de un familiar: los enfermos son pobres que necesitan del Señor. La tan cacareada "opción por los pobres" comienza por atender a los enfermos de una parroquia. Sí, ya sé, eso no luce, y los muy pastoralistas con sus dinámicas de grupo no tienen tiempo para los enfermos. Pero ante un aviso, hay que acudir lo antes posible.
Se trataba de una enfermedad crónica terminal y se lo tuve que pedir en 2 ó 3 ocasiones.
ResponderEliminarLas facultades intelectuales del enfermo ya estaban bastante mermadas, pero cosas sencillas sí las comprendía. Yo eché de menos ese diálogo y preparación previa que no hice yo pensando que él la haría. Me quedó la duda de, si se enteró de algo y le sirvió de algo.
Esta frase merece un marco, subrayado y negrita:
"los enfermos son pobres que necesitan del Señor."
Desconocía las distintas "indicaciones" de la Unción y el Viático.
Doblemente gracias, don Javier.