sábado, 28 de mayo de 2011

Escenificar el Evangelio (ay, qué cosas)

Sí, ya lo sé.

Los liturgistas no son pastorales ni pastoralistas. No entendemos de nada. La pastoral es un criterio omnipotente que sirve para todo, id est, para justificar las arbitrariedades, caprichos y veleidades de cualquiera que se cree a sí mismo un "buen pastor". Éste, con sus ocurrencias, sí que sabe lo que es "la pastoral". ¡Qué palabra talismán, sagrada, para denostar todo y hacer lo que uno quiera! Todo es pastoral, y se hace lo que uno quiera "por razones pastorales".

Pero así nos va.

La liturgia misma es pastoral porque es acción de Cristo Pastor para su pueblo, sus hermanos, los fieles del pueblo cristiano. No insisto más: algunos ya dejarán de leer con alguna erupción cutánea y dedicados a escribir moniciones, inventar ofrendas y cambiar lo inmutable.

Entre esos puntos tan "pastorales" tenemos un elemento demaisado extendido: Escenificar el Evangelio.


Mejor que yo lo explica el blog Lexorandies en una entrada que me limito a traer aquí. Y quien quiera rigor, fuentes y sensatez sobre la liturgia deberá estar pendiente de las entradas de este blog.

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En nuestra web colgamos hace algún tiempo un flash litúrgico de D. Jaume González Padrós, publicado en la revista Liturgia y Espiritualidad, que creo que sigue siendo de "rabiosa actualidad". Para que no se pierda entre los muchos contenidos de www.lexorandi.es, la adjunto nuevamente en este post, además de unas reflexiones sobre la importancia de la proclamación del evangelio.

Jaume González Padrós
Flash litúrgico publicado en Liturgia y Espiritualidad 38 (2007), 659s.

¿Escenificar el evangelio?

A menudo, en reuniones pastorales, nos preguntan sobre la idoneidad de escenificar el evangelio, en lugar de proclamarlo sin más, especialmente cuando en la misa participa un buen número de niños o jóvenes. ¿Qué decir sobre esto?
En primer lugar, creemos que teatralizar los episodios de la vida de Jesús, es un buen instrumento pedagógico para niños y jóvenes, de interiorización de los distintos personajes que intervienen, y también para facilitar la entrada en el ambiente, en el contexto del episodio en cuestión.
Sin embargo, esta actividad no tiene su lugar en el interior de la acción litúrgica. Se trata de una preparación, idónea en un ámbito catequético, pero no en el litúrgico. ¿Motivos? Pues, más de uno.
En primer lugar, no debemos olvidar qué es una celebración litúrgica; no se trata de una mera evocación, de un recuerdo psicológico de algo que sucedió hace mucho tiempo, sino de una oración, que el mismo Espíritu Santo convierte en presencia del acontecimiento salvador, es decir, de la Pascua. El teatro es mímesis, y en cambio la liturgia es anámnesis, memorial en sentido pleno y verdadero. Mezclar el teatro con la liturgia -tentación fácil porque ésta usa de algunos elementos comunicativos que nos pueden recordar al primero- es confundir la gimnasia con la magnesia, dos palabras que suenan muy igual, pero que transportan contenidos absolutamente distintos.
En segundo lugar, y en continuidad con lo ahora expuesto, recordemos la historia del teatro. ¡Cierto que nace en el interior de las iglesias en contexto litúrgico! ¡Pero también cierto que, poco a poco, se le va desplazando hacia la puerta, alejándolo del marco celebrativo! Es decir, que la liturgia ejerce una fuerza centrífuga con estos elementos miméticos, escénicos, porque realmente los identifica como un cuerpo extraño, que no le corresponde.
Y en tercer lugar, hay otra razón más inmediata para el no a las representaciones teatrales. Sólo hay que hacer un ejercicio práctico, lleno de lógica. Es decir: el momento de la misa en cuestión es la liturgia de la Palabra; vamos a los documentos que se ocupan de describírnosla: OGLM y ORMG. Pues bien, después de leer y leer, en exacta hermenéutica de los libros litúrgicos, nos damos cuenta que ninguno de estos dos textos -que son los que mandan- nos da la más mínima posibilidad de hacer una escenificación. Ergo... no la hay ni debe haberla. 

Reflexión:

Tras el hecho de la tradición de que un laico no proclame el evangelio subyace una razón cristológica y eclesiológica. Si un fiel laico, que carece de título sacramental para tener la representatividad de Cristo-Cabeza, asumiera la proclamación litúrgica del evangelio, se constituiría en un signo inadecuado para manifestar la sacramentalidad inherente a la palabra de Dios en sede litúrgica. Predicar la misma palabra apostólica es un acto muy propio del ministerio de la sucesión apostólica. De otra parte, la ausencia del elemento jerárquico en un momento clave de la celebración eucarística, como es la proclamación del evangelio, haría de la liturgia de la palabra un hecho eclesial sustancialmente incompleto y, en consecuencia, la celebración no sería epifanía transparente de la Iglesia.
F. M. Arocena, La celebración de la palabra, Barcelona, 2005, 103s.


6 comentarios:

  1. ¿Escenificar el evangelio? ¡Madre mía, qué cosas!
    Esta misma mañana,un sacerdote nos ha contado que una novia que iba a contraer matrimonio quería cambiar palabras del evangelio, pues decía que así se iba a enteder mucho mejor. Y...se quedaba tan a gusto. ¡¡¡Cambiar la palabra de Dios!!! ¡¡¡Qué disparate!!! Como era natural, el sacerdote no la dejó.

    Feliz fin de semana para todos.

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  2. Gracias, Javier, por esa referencia a nuestro blog. Hacemos lo que podemos, aunque muchas veces nos metemos en el terreno de lo opinable.
    ¡Qué importantes son las palabras de Jaume! Ojalá "fueran a misa". El tema de escenificar el evangelio creo que hay que recordarlo una y otra vez, porque la verdad es sorprendentemente difícil hacer entrar a algunos curas por algo tan simple como cumplir con las rúbricas.
    Como ves, seguimos de cerca tu Blog. Un saludo.

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  3. Yo con mis hijos en casa disfruto mucho escenificando los distintos pasajes de la biblia. Hacemos teatrillos, manualidades y luego jugamos con ellas, siempre sin salirnos de lo que cuenta la biblia y mis hijos creo que son catequisados de una forma divertida que les empuja a querer saber mas. Claro que yo soy una madre y no un cura.
    Creo que la liturgia debe ser al pie de la letra y con la mayor seriedad, (ecepto en misa de niños que hay que montarselo muy bien para que acudan al siquiente domingo).
    Yo que como sabeis pertenezco al Camino Neocatecumenal, cuando me toca hacer una monición a alguna de las lecturas,primero en casa me pongo en oracion y pido al Señor saber que decir. No me gusta nunca dar una interpretación siquiera mencionar lo que a mi me dice dicha palabra. Prefiero un: "atentos todos que como sea esta donde el Señor va ha hablaros y esteis distraidos..." o algo por el estilo. Es algo tan personal lo que la palabra de Dios dice a cada uno que sobra cualquier otra palabra o teatrillo.

    A lo mejor yo he salido por peteneras comentando, si es asi perdonarme.
    Un abrazo a todos los que estais por hay.

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  4. Capuchino:

    Y como esas anécdotas, miles y miles. Grande es la ignorancia, pero mayor el atrevimiento. También es "Palabra de Dios" el "Sanctus" de la Misa y el "Padrenuestro" y algunos lo cambian impunemente, porque son "mu pastorales" ellos.

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  5. Adolfo:

    Gracias por tus palabras y por seguir este blog. Citar "Lex orandi" me parece elemental para quien quiera artículos de otro tenor y profundidad sobre la liturgia. Aquí, sin embargo, prefiero más la mistagogia para la liturgia y, en general, una catequesis continua, una formación de adultos.

    ¡Unidos! pax.

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  6. Mento:

    La liturgia, incluso en la Misa con niños, es liturgia, que debe estar bien hecha y "al pie de la letra". La sacralidad del Misterio no se puede perder ni pisotear. Piensa serenamente cuántos y cuántos niños, con esas Misas teatreras, perseveran luego. Se les queda chica y salen huyendo.

    Otra cosa es el ámbito del hogar y de la catequesis: que representen y escenifiquen lo que quieran del Evangelio; pero en la liturgia no, porque la liturgia no es algo nuestro para modificarlo a capricho, sino del Señor y de la Iglesia.

    Un saludo.

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