miércoles, 30 de marzo de 2022

El sacrificio de Isaac, la fe (V)



Llegando a la lectura propiamente teológica del sacrificio de Isaac (Gn 22), lo primero que cabe destacar es la fe. 



                      La fe vivida en oscuridad, soledad:

Esta es la primera lectura que se puede hacer del texto, tal vez la más evidente. Soledad y contradicción de Abraham frente a Dios, porque parece que el Señor mismo se contradice. Pero, pese a todo, Abraham "creyó contra toda esperanza", se fió del Señor hasta el límite, y, amparado en su fe, le obedece, hasta el punto de sacrificar lo que más quería: su único hijo, su descendencia, su linaje...

Nadie podía ponerse en el lugar de Abraham, ni los siervos ni Sara, su esposa; sólo él tenía que responder al Señor con disponibilidad y acatar la voluntad -¡tan extraña!- del Señor. 

Era fiarse no de las promesas de Dios, sino del Dios de las promesas.

lunes, 28 de marzo de 2022

El silencio: la interioridad humana (Silencio - II)



El silencio es beneficioso para la persona, le permite serenarse, orar, reflexionar, encontrarse consigo mismo. Este silencio es una cualidad deseable para el domingo cristiano: “El domingo es un tiempo de reflexión, de silencio, de cultura y de meditación, que favorecen el crecimiento de la vida interior y cristiana” (CAT 2186).



            Tan necesario es el silencio, que hay que cultivarlo, mimarlo para que no se rompa, crearlo aunque sea con dificultad:

            “Debemos tutelar, cada uno de por sí, los momentos, las zonas de silencio exterior y sobre todo interior; silencio para reanimar el diálogo con nosotros mismos, es decir, con nuestra conciencia. Y será éste un acto, aunque sea momentáneo, de personal liberación, en el cual otras voces, junto al silencio, se hacen sentir, entre las cuales no faltará quizás la voz misma del Maestro interior, la del Espíritu operante en lo secreto del alma, y probaremos quizás el impulso de proferir dentro de nosotros una voz nuestra, original y encantadora: la oración del corazón” (Pablo VI, Regina Coeli, 30-mayo-1976).

sábado, 26 de marzo de 2022

"Amén" - I (Respuestas - XXXIV)



1. Breve y concisa, la palabra “Amén” ha pasado a la liturgia cristiana en su lengua original hebrea, como también ocurrió –ya lo vimos- con Aleluya y Hosanna. Traducirla es empobrecerla, o por cuenta propia decir: “Así es” o “Así sea”, pierde la sonoridad y fuerza que posee el original “Amén”.
           
            Amplia es la valencia de este “Amén” hebreo. Para nosotros debe ser sumamente apreciado al considerar que nuestro Señor Jesucristo es llamado “Amén” o el “Amén de Dios” en los escritos del NT. El Señor dice: “Habla el testigo fidedigno y veraz, el Amén” (Ap 3,14); Jesucristo es el Amén, el “Testigo fiel” (Ap 1,5), porque en Él todo fue un Sí a Dios, y “por él podemos decir ‘Amén’ para gloria de Dios” (2Co 1,20). El “Amén” es fidelidad, es Verdad, es decir “Sí”. Esto alude a su raíz hebrea, emparentada con la palabra tanto “verdad” y “certeza” como “fidelidad”: emet.



            Su uso es muy frecuente en todas las Escrituras. Sirve, por ejemplo, para firmar o sellar una alianza o un juramento: ‘“¡Así sacuda Dios, fuera de su casa y de su hacienda, a todo aquel que no mantenga esta palabra: así sea sacudido y despojado!’ Toda la asamblea respondió: ‘¡Amén!’ y alabó al Señor. Y el pueblo cumplió esta palabra” (Ne 5,13). En otras muchas ocasiones, adquiere un matiz de deseo, ¡ojalá!, por ejemplo: “¡Amén!, así lo haga el Señor” (Jr 28,6). No falta el sentido de adoración y alabanza y acción de gracias: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y por siempre. Todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Aleluya!” (1Cro 16,36), como también así se cierran los libros del Salterio: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas; bendito por siempre su nombre glorioso, que su gloria llena la tierra. ¡Amén, amén!” (Sal 71), o la adoración, con postración incluida, tras la lectura de la Ley por parte de Esdras: “Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: Amén, amén. Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra” (Ne 8,6). En el cielo, según escribe el vidente del Apocalipsis, “Amén” y “Aleluya” unidos expresan la adoración y continua alabanza a Dios y al Cordero: “se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén” (Ap 7,9-12). Nos mostrará el Apocalipsis a los veinticuatro Ancianos y a los cuatro seres vivientes que se postran y adoran a Dios, sentado en el trono, diciendo: “Amén. Aleluya” (Ap 19,4).

jueves, 24 de marzo de 2022

Variaciones sobre la definición de liturgia (SC - X)



Repeticiones de un mismo tema, con distintos instrumentos, son variaciones musicales que conducen a captar mejor la belleza: imitaciones melódicas de un mismo tema, dice el Diccionario. La definición de liturgia que ofrece la constitución Sacrosanctum Concilium, en el nº 7, ofrece una gran riqueza de contenido.

            La liturgia es la función santificadora de la Iglesia. Es una realidad teológica y espiritual de hondo calado, lo cual es mucho más que el aspecto externo y estético del sentimiento religioso o un ceremonial obligado al margen de la vida espiritual y orante de los fieles, o en paralelo a la espiritualidad sin nunca converger: la liturgia por un lado como ceremonial, la piedad por otro lado con sus devociones y meditación personal.



            El fundamento de la liturgia es Cristo Sacerdote. Él, con la oblación de su propio cuerpo en la cruz y su resurrección ha entrado en el santuario del cielo como Mediador entre Dios y los hombres, Sacerdote de los bienes definitivos que distribuye, intercediendo por sus hermanos y derramando gracia que nos auxilia en el tiempo oportuno. Toda la carta a los Hebreos, de modo particular del capítulo 5 al 10, expone el sacerdocio eterno y definitivo de Jesucristo.

            La Iglesia, fiel al mandato de su Señor, continúa en la tierra su oficio sacerdotal. Por eso la liturgia se define “como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo” (SC 7) y esto se realiza mediante “los signos sensibles” que “significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre” (SC 7).

martes, 22 de marzo de 2022

El sacrificio de Isaac (IV)



Un tercer motivo que converge es el tema de la fe de Abraham que se mueve en la oscuridad frente a Dios. El relato comienza advirtiendo que era una prueba que el Señor hizo al patriarca (Gn 22,1) evitando así el posible escándalo o sorpresa de encontrarse con un Dios que pide el sacrificio del hijo único de una padre anciano; un hijo esperado que es el único descendiente -Ismael está fuera de la casa- y sobre el que recae la promesa de bendición de Yahvé. 




Es una prueba terrible que adquiere tintes dramáticos si advertimos que Abraham no sabe que es una prueba. 

Con el sacrificio de este hijo (homicidio) se suicida Abraham, puesto que se le impide la sobrevivencia y el acceso a los promesas que dieron sentido a su peregrinar.

¿Cómo entenderlo? Dios le pidió que renunciara a su pasado en su vocación obligándole a salir de su tierra (Gn 12,1ss) y ahora le pide que renuncia a su porvenir sacrificando al descendiente de la promesa.

domingo, 20 de marzo de 2022

La virtud de la templanza (I)



5. La moderación y el equilibrio en todo lo que resulta placentero, es la virtud de la templanza. Esta virtud, muy poco valorada, modera la inclinación de la carnalidad, de lo instintivo que hay en el hombre, a los placeres sensibles, especialmente del tacto y del gusto, conteniendo esta inclinación dentro de los límites de la razón iluminada por la fe, haciendo de nuestro comportamiento algo humano, razonable y moral, y no desenfrenado, cegado por los instintos como si fuésemos animales embrutecidos.




La moderación en todo, la sobriedad, el equilibrio, en definitiva, la templanza, modelan al creyente como un hombre nuevo, libre de sus pasiones, gobernando sus instintos; mucho más libre, más señor de sí mismo, que tantos hombres, influidos del nuevo paganismo que viven hoy, donde, para ahogar un vacío profundo, se entregan al desenfreno, a disfrutar, a todo tipo de placeres y excesos, y están destruyéndose.

La Palabra de Dios tiene múltiples exhortaciones para vivir con rectitud en medio del mundo. 

jueves, 17 de marzo de 2022

Reverencia y reverencias - (9)




            Centro de todo, protagonista absoluto de la liturgia, es Jesucristo y su Misterio pascual (cruz y resurrección) que se hacen presentes. Nada debe entorpecer esto, nada oscurecerlo, nada impedirlo.

            Todo en la liturgia debe estar medido, y gozar de prudencia, discreción y sentido común, para que sólo destaque el Señor, ni siquiera el sacerdote que debe ser tan humilde que sea mediador, nada más, y se ajuste a las partituras de esta sinfonía, es decir, que se ajuste y realice todo y sólo lo que marcan las normas litúrgicas, sin las notas disonantes que a él se le puedan ocurrir y que chirrían en la liturgia. Así el propio sacerdote “desaparece” y se convierte únicamente en instrumento y servidor.



            En el momento en que se reviste con las vestiduras litúrgicas para oficiar, él debe desaparecer, revestirse sólo de Cristo y no de sí mismo, y con profundo espíritu de fe, permitir que sólo Cristo sea el centro de todo: sus actitudes, su devoción, sus gestos e inclinaciones, su silencio y su mesura, permitirán que nadie se distraiga de lo fundamental, sino que todo transcurra, sin espectáculo alguno, en clima de fe sobrenatural. ¡Esto es profundamente “pastoral”!, porque esto sí conduce a todo el rebaño de Cristo a buscar y vivir sólo del Buen Pastor y apacentarnos en sus pastos, no en la hierba envenenada de los protagonismos, espectáculos y desacralización.

            Ha de brillar la gracia, no el propio sacerdote. Ha de brillar el Misterio, no el sacerdote micrófono en mano, improvisando, alterando la liturgia, de modo desenfadado y casi vulgar, como en una feria popular, en una tómbola ruidosa y llamativa.

            “La celebración litúrgica es canal y cauce de la gracia de Dios, lo que nos obliga a preguntarnos si en la celebración litúrgica se realiza esta comunicación misteriosa de la salvación de Cristo a los hombres; con otras palabras, la buena celebración litúrgica es siempre fructuosa, porque es siempre una celebración verdadera, que permite a la asamblea entrar en el propio perfeccionamiento, conociendo quién es uno y quién debiera ser. Pero esta fructuosidad presupone la ascesis de los celebrantes y de la asamblea y la confesión de la verdadera fe en el acto celebrativo, que da fuerza y creatividad, pues aparece no la exaltación del yo, el protagonismo, sino la adoración de Dios” (Fernández, P., La sagrada liturgia, 260).

martes, 15 de marzo de 2022

La experiencia de la fe (y III)



            Dios ha actuado. Por medio de lo concreto de nuestra vida y sus dificultades, nos va despojando de nosotros mismos y de nuestras falsas seguridades. Salen a la luz las preguntas más fundamentales: 

¿Quiénes somos? 
¿A quién pertenecemos? 
¿Qué es lo que permanece cuando muchos de nuestros proyectos no se pueden realizar o han fracasado?



            Lo que queda es lo que nos ha sucedido y que nadie nos lo podrá arrebatar: el Hecho de Cristo en nuestra vida, el Acontecimiento único y excepcional que se ha vuelto en centro de todas las cosas, del corazón, del deseo, de la memoria, de los proyectos.

            ¡Queda el Acontecimiento de Cristo!, que nos ha sucedido, que ha venido, que nos ha provocado pero que nosotros no lo hemos suscitado. Es gracia: ¡se nos ha dado!, ha sucedido.

            Ahora bien: ¿lo esperamos todo de Cristo? ¿Esperamos todo de este Acontecimiento único? ¿O hemos perdido ese “amor primero”, esa fascinación por Él, acostumbrándonos y no dándole importancia? ¿Le hemos dejado a Cristo ser la inspiración de nuestros proyectos y la medida de todas las cosas o es sólo una cosa más en nuestras vidas?

domingo, 13 de marzo de 2022

El sacrificio de Isaac (III)

En el relato del sacrificio de Isaac (Gn 22), primero se rechaza -sentido literal del texto bíblico- cualquier sacrificio humano.

Además, en el sentido literal, ofrece también una indicación del rescate de los primogénitos, consagrados a Dios.



Junto a este tema del sacrificio de los niños, se enlaza, perfectamente, con la legislación israelita: ésta mandaba rescatar a los primogénitos de Israel en recuerdo de la Pascua, nunca sacrificarlos. Como todas las primicias, los primogénitos varones también pertenecen al Señor, y hay que rescatarlos. De tal forma que este relato del sacrificio de Isaac fundamenta la prescripción ritual del rescate de los primogénitos de Israel. "Cuando Yahvé te haya introducido en la tierra del cananeo, como lo tiene jurado a ti y a tus padres, y te la haya dado, consagrarás a Yahvé todos los primogénitos" (Ex 13,11-12a).
 

                        La etiología del monte Moria:

                        Viene a continuación la etiología del monte Moria, explicada según el sacrificio de Isaac: Dios proveyó el carnero para el holocausto, "de donde se dice hoy en día: 'en el monte del Señor provee'" (22,14).
                        

viernes, 11 de marzo de 2022

La nube en el NT: Espíritu y bautismo



         La nube es también una realidad en el N.T., y es usada por los evangelistas, siguiendo la tipología establecida por el Éxodo. Expresan así algo fundamental: la continuidad entre el AT y el NT, un nuevo pueblo del Señor que ve la gloria de Dios, un arca nueva para este pueblo nuevo, y un nuevo Moisés[1] que establece una nueva ley, ley espiritual, según la Tradición de los Padres[2].



         Una lectura teológica desde la fe cristiana. Toda la Tradición patrística ha hecho distintas lecturas de la nube como columna de fuego. La primera, tal vez por antigüedad, es Melitón de Sardes. Él interpreta a la columna de fuego -aunque no sea propiamente sacerdotal- como Cristo mismo que, pasando el Mar Rojo, guía a su pueblo. Es Jesucristo el que hace pasar a su pueblo de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad. Así lo ve Melitón de Sardes:

Éste [Cristo] es el que te iluminó con una columna de fuego, y el que te cubrió con una nube, el que abrió el mar Rojo (Homilía sobre la Pascua, nº 84).


         Cristo pasa el Mar Rojo en forma de columna de fuego para iluminar a su pueblo.  El Señor Jesús se presenta pues como luz para todos los hombres: "Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12).                                               

miércoles, 9 de marzo de 2022

La experiencia de la fe (II)



            La fe se encarna en la vida.
            La fe es para la vida.
            La fascinación por Cristo perdura cuando la fe, viva, se convierte en vida, en método constante para la existencia real.



            La vida no es una aventura constante, una permanente emoción: así la quieren los adolescentes y los inmaduros, que luego chocan de bruces con la realidad y no saben vivir, causándoles hastío todo, absolutamente todo.

            Cada día tiene la misma fatiga, la misma cadencia. Eso hace que cueste trabajo, que tenga una parte fatigosa. Pero es ahí, realmente ahí, en lo cotidiano y rutinario, en los problemas reales de la jornada y de la vida en general, donde se lleva a cabo la verificación de la fe. La fe debe ser verificada en todo lo humano que soy, en lo que vivo, sufro, me cuestiona, me ilusiona.

            La fe se verifica en los desafíos de la realidad.


lunes, 7 de marzo de 2022

Médico y medicina es Cristo

Cristo a un tiempo es el Médico que cura y la Medicina que debe ser tomada para poseer la vida que vence al mal. La salud es Él, la salvación es Él.


Esa medicina es "antídoto de inmortalidad" ya que quien lo recibe recibe la vida, y esa vida va destruyendo las enfermedades del pecado y su veneno que por dentro nos paralizan para el bien, genera el odio y la soberbia, para terminar en muerte.

Sea Él nuestro Médico, sea Él nuestra medicina.

"Para esto en efecto había venido Cristo Señor, maestro de vida y médico celeste, para instuir a los hombres para la vida con su enseñanza y sanar la enfermedad del cuerpo y del alma con una medicina celeste; para liberar los cuerpos asediados por el diablo y devolver a la verdadera y completa salud a los que se fatigan con dolencias varias. Pues curaba las enfermedades corporales con la palabra del poder divino; y sanaba las heridas de las almas con la medicina de la enseñanza celeste... Por tanto el verdadero y perfecto médico es Aquel que no sólo concede la salud del cuerpo, sino que restituye la salvación al alma, el Señor y Salvador nuestro" (Cromacio de Aquileya, Com. ev. Mateo, Trat. 16,4).

domingo, 6 de marzo de 2022

El sacrificio de Isaac (II)

¿Qué se ve en Génesis 22?
¿Cuál sería, en primer lugar, el sentido literal del texto?
¿Y adónde nos conduce profética, tipológicamente?



El rechazo de los sacrificios de los niños se explica por las costumbres y votos que se hacían desde antiguo en que se presentaba a Dios o a los dioses el sacrificio humano del hijo mayor o primogénito como la máxima ofrenda a los dioses para obtener una petición. 



Esto fue rechazado por la teología israelita que compone este magnífico relato basado en tradiciones muy anteriores para mostrar que Dios no quiere sacrificios humanos sino, como se irá perfilando poco a poco, la obediencia y el culto del corazón.  

Prohibición de sacrificios humanos que aparece expresamente en Lv 18, 21: "No darás a tus hijos para sacrificarlos a Moloc, ni profanarás el nombre de Dios", sabiendo que Moloc era el dios de los sacrificios humanos. La condena para el que sacrifique a un ser humano a este dios es terrible: "Cualquier hombre, israelita o forastero residente, que sacrifique alguno de sus hijos a Moloc, será castigado con la muerte; el pueblo lo apedreará. Yo castigaré a ese hombre y lo expulsaré de su pueblo" (Lv 20,2-3a).

viernes, 4 de marzo de 2022

La experiencia de la fe (I)



            Siempre y en todo momento hay que suplicar una gracia: que el Espíritu Santo despierte todo nuestro deseo, ¡nos despierte si estamos aletargados en la vida!, avive el deseo de Cristo y, como mendigos de la Gracia, lo supliquemos: ¡Ven, Señor Jesús!



            Somos cristianos por pura gracia. Vivimos en Cristo, pero es fácil que lo cotidiano o las dificultades o la rutina, apaguen la experiencia de Cristo, la releguen al rincón de los valores, mientras se vive en paralelo a la fe y a Cristo.

            ¿Qué queda de la fascinación del cristianismo? ¿Qué queda de la fascinación por Cristo?

            Fue esa fascinación la que nos atrajo y sedujo, la que transformó la mirada y el corazón. Fue Cristo quien provocó tal impacto en nosotros que nos cambió y ya no sabíamos vivir sin Él.

            ¿Qué queda de esa fascinación por Cristo? ¿No lo habremos convertido después de tiempo en un presupuesto obvio y lo habremos perdido de vista? ¿Un presupuesto obvio, ciñéndonos sólo a sus consecuencias éticas, a unas prácticas cultuales, perdiendo la pasión y el entusiasmo por Cristo?

miércoles, 2 de marzo de 2022

Sentencias y pensamientos (XXVIII)

16. Para comprar el terreno donde está el tesoro escondido (Cristo mismo), antes hay que venderlo todo. En verdad, Cristo nos lo quita todo -y eso es doloroso- para luego darnos el Todo que es Él mismo.


No, la vida cristiana no es fácil, ni acaramelada. Es exigente, recia: para los que arriesgan.



17. He predicado sobre "Cristo Maestro". "Aprended de mí", de su Persona. Es un Maestro paciente y constante: ¡qué importancia le da a la predicación, a la enseñanza, a la formación!

Su lenguaje es semítico: parábolas, que suscitan el ejercicio de la imaginación en el oyente. Pero a los apóstoles, a los suyos, se lo explica todo en privado, una y otra vez, para forjarlos.

Seamos discípulos y alumnos en la escuela de Cristo. Dispongámonos a aprender siempre, desechando toda presunción de saberlo ya todo.


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