miércoles, 31 de agosto de 2011

Jaculatorias, salmos, Presencia de Dios

A lo largo del día, Dios acompaña nuestras vidas, acompasa nuestros pasos. Él está con nosotros. Su vida transcurre entre sus manos providentes y su amor nos envuelve con suma delicadeza.

Ante tanto amor, lo normal en un hombre creyente, en un hombre en quien la fe es su dinamismo interno más profundo, es una respuesta consciente: Dios está aquí, me ama, me acompaña. Durante la jornada, como un eco de la oración de Laudes matinal, el creyente trabaja, camina, desempeña sus tareas en presencia de Dios, y eleva su corazón a Dios en una conversación breve, una jaculatoria, una frase de amor. Así se mantiene en presencia de Dios y aviva en su alma la conciencia de esa Presencia.


Las jaculatorias, pequeñas frases de amor al Señor, son muy útiles para la vida espiritual. Pero sobre todas las jaculatorias humanas, piadosas, destacan especialmente algunos versículos de las Escrituras, que para eso son Palabra de Dios, o, incluso, el canto en voz bajita o la recitación mental de los salmos. Éste era un uso muy común entre los fieles. Estaban acostumbrados al canto de los salmos en la Eucaristía y en el Oficio divino, los cantaban, se los sabían de memoria, los hacían oración suya, personalísima. Los salmos, o algunos versículos de los salmos, acompasaban cualquier tarea, henchidos de amor de Dios.


martes, 30 de agosto de 2011

La Iglesia vive de y para Cristo (catequesis)

La Iglesia no existe para sí misma, ni desempeña una función terrenal-humana, ni se reduce a simples tareas moralizantes, o asistenciales-caritativas... Estas son visiones reductoras del Misterio de la Iglesia. La Iglesia está en función de Cristo, y refleja a Cristo, como la luna refleja al sol (los Padres de la Iglesia emplean esta metáfora y llaman a la Iglesia con el apelativo de mysterium lunae).

Pensemos despacio -con palabras de Ratzinger- la vinculación estrecha, íntima, teológica, de la Iglesia con su Señor Jesucristo. ¡Entramos en el ámbito del Misterio!

"La Iglesia es Cuerpo Místico, es decir, que Cristo mismo es su fundamento siempre nuevo; que Él nunca es en ella solamente el pasado, sino siempre y sobre todo el presente y el futuro. La Iglesia es la presencia de Cristo: nuestra contemporaneidad con él y su contemporaneidad con nosotros. De esto vive ella: del hecho de que Cristo está presente en los corazones; a partir de aquí, Él forma a su Iglesia.


lunes, 29 de agosto de 2011

Humildad con Dios

    Seguimos a Cristo humilde. La vida de la gracia en nosotros, la divinización, es hacernos uno con Cristo Jesús, tener la figura, la forma de Cristo en nosotros, para que Cristo viva en ti y tu vida sea Cristo. Será entonces cuando la humildad de Cristo se prolongue en nosotros, cuando nosotros participamos de la humildad de nuestro Señor.


    Para configurarse día a día con Jesucristo hemos de ir respondiendo a las mociones y gracias del Señor que guían nuestra vida. Conseguir y adquirir la virtud de la humildad supone un trabajo disciplinado, ascesis, como colaboración a la gracia de Dios en nuestra vida. Caminar humildes en la presencia del Señor. Concretemos los campos de nuestra vida en los que debe crecer y dar fruto la humildad: humildad con Dios, con uno mismo y con los demás.


Veamos en hoy la humildad con Dios.
  
    La verdadera humildad es una confianza ilimitada en la bondad y el Amor de Dios. Se pone la existencia creyente en Él, Él lleva nuestra vida. Nosotros no deseamos nada excepto a Él  mismo; sólo deseamos amarle a Él, gozarle a Él, pertenecerle a Él. Dios lo es todo y nada se desea que no sea Dios.


domingo, 28 de agosto de 2011

Un santo, un amigo: san Agustín

Es cierto: los santos son amigos, los santos son hermanos. Eso explica la familiaridad y cercanía que poseemos con algunos, la identificación con su carácter o su forma de ser o su biografía o sus escritos o su espiritualidad...

La familiaridad con los santos es un rasgo distintivo del Misterio de la Iglesia, una Comunión de lo visible y lo invisible, la comunión de los santos. Es algo mucho más profundo que el mero devocionalismo (rezar una oración y encender una velita): es la intimidad compartida en el seguimiento de Cristo.

En este clima de amistad con los santos, celebramos a san Agustin, para muchos -entre los que me incluyo- un santo que ha marcado sus vidas, su espiritualidad y a quien se le debe tanto que es imposible explicarlo. El papa Benedicto es partícipe de esta misma experiencia de gratitud y lo expuso en un Ángelus:

"En la vida de cada uno de nosotros hay personas muy queridas, a las que nos sentimos particularmente cercanas, algunas están ya en los brazos de Dios, otras comparten aún con nosotros el camino de la vida: son nuestros padres, los familiares, los educadores; son personas a las que hemos hecho el bien o de las que hemos recibido el bien; son personas con las que sabemos que podemos contar. Es importante, sin embargo, tener también “compañeros de viaje” en el camino de nuestra vida cristiana: pienso en el director espiritual, en el confesor, en las personas con las que se puede compartir la experiencia de fe, pero pienso también en la Virgen María y en los santos. Cada uno debería tener algún santo que le fuese familiar, para sentirle cercano con la oración y la intercesión, pero también para imitarlo. Quisiera invitaros, por tanto, a conocer más a los santos, empezando por aquel cuyo nombre lleváis, leyendo su vida, sus escritos. Estad seguros de que se convertirán en buenos guías para amar cada vez más al Señor y ayudas válidas para vuestro crecimiento humano y cristiano.
Como sabéis, yo también estoy unido de modo especial a algunas figuras de Santos: entre estas, además de san José y san Benito, de quienes llevo el nombre, y de otros, está san Agustín, a quien tuve el gran don de conocer, por así decirlo, de cerca a través del estudio y la oración, y que se ha convertido en un buen “compañero de viaje” en mi vida y en mi ministerio. Quisiera subrayar una vez más un aspecto importante de su experiencia humana y cristiana, actual también en nuestra época, en la que parece que el relativismo sea, paradójicamente, la “verdad” que debe guiar el pensamiento, las decisiones, los comportamientos.

sábado, 27 de agosto de 2011

"No os conforméis con menos que Cristo" (JMJ)

Tras la JMJ, se abre un tiempo necesario, el de la asimilación y maduración, no sólo del valor de la Jornada y el impulso a las iniciativas de la pastoral juvenil y la evangelización, sino asimilar y madurar la enseñanza del santo Padre.


Sus discursos, alocuciones y homilías son una hoja de ruta para todos y una enseñanza valedera. Muestran cuál es el lenguaje cristiano y la metodología cristiana. Señalan al horizonte último, Jesucristo, y cómo el deseo del hombre solamente halla su respuesta y cumplimiento en Él. Es, por tanto, un lenguaje existencial, cercano, fácilmente comprensible para todos porque conecta con la experiencia de lo humano en nosotros. A veces nuestros lenguajes pueden ser piadosos, otras una soflama ética y revolucionaria, otro el lenguaje del 'compromiso', otros un lenguaje devocional que suena a hueco... pero un lenguaje realmente cristiano es otra cosa. Benedicto XVI nos ha dejado un modo de hablar que deberíamos hacer nuestro.

"No os conforméis con menos que Cristo".

Esta afirmación absoluta del Papa hay que encuadrarla dentro de la situación real en que vivimos. Los sucedáneos no satisfacen el corazón ni su exigencia de verdad. La cultura ambiente que nos rodea está marcada por corrientes que arrastran: relativismo, nihilismo. Hemos vuelto a un paganismo real donde apenas se le deja sitio a Dios. Formas nuevas de idolatría se han impuesto y la principal es la del hombre que se ha creído un dios. Nada de esto responde a la naturaleza del hombre, a su sed de verdad, a su deseo de infinito. Más bien se revuelve y devora al hombre.

viernes, 26 de agosto de 2011

Demasiada verborrea en la liturgia de la Palabra

El grave peligro de la liturgia de la Palabra es que sobran palabras, es decir, las moniciones, muchas veces, son interminables, se añade una homilía larguísima, a veces, diálogos y preguntas, muchos cantos pero, cuando llega la preparación de los dones, el presidente y la asamblea acelera, se suprime el canto del Santo, se usa la plegaria eucarística II porque es más breve, y la comunión se reparte aprisa y corriendo para que "la Misa no dure demasiado".

    A esta liturgia verbalista, más pendiente de transmitir conceptos que de celebrar el acontecimiento salvador que es Cristo, tan verbalista que acaba por ahogar la Palabra verdadera, hay que ponerle freno de la forma que prevee la liturgia, es decir, con el silencio y la oración.

        1. El silencio está previsto en diversos momentos de la celebración, es más, incluso se le llama en el Misal, silencio sagrado; son pequeñas pausas de interiorización, de oración personal, que también tiene cabida dentro de la acción litúrgica. También en la liturgia de la Palabra hay momentos para el silencio. Después de la primera lectura, antes del canto del Salmo, después de la segunda y, especialmente, una pequeña pausa después de la homilía. Esto hará que se pase del discurso a la oración, de muchas palabras a la interiorización.

        2. No bastan las palabras, hace falta silencio para interiorizarlas, orarlas para hacerlas vida en la asamblea. La oración tiene que entrar en nuestra liturgia. El canto del salmo y del Aleluya tienen que ser también expresión de esta oración.

        3. El desarrollo celebrativo pausado, con gestos claros, sin correr nunca, con dignidad en la celebración, tanto de la Palabra como del Sacramento.
 
         4. Las moniciones introductorias, en ocasiones necesarias, pero no siempre obligatorias ni convenientes, han de ser muy breves, escuetas, para ayudar y suscitar el deseo de la escucha, no una larga catequesis ni tampoco una clase de exégesis bíblica (mucho menos para hacer que "intervengan" más personas so pretexto de que eso es participación):

jueves, 25 de agosto de 2011

Libertad y adoración (a partir de la JMJ)

Permanecer en adoración ante Cristo-eucaristía es algo cargado de consecuencias, situando de nuevo al orante ante el Misterio y ante sus propias decisiones y respuestas libres ante el Misterio. Ni es banal ni trivial ni devocionalismo la adoración eucarística, sino que ésta alcanza dimensiones grandes, capaces de tocar a la persona en su centro vital.

Y también, como iremos viendo paso a paso, es la Eucaristía, celebrada y adorada, la luz para discernir nuestros ídolos y dioses. Sí, los hay. En la JMJ recién terminada, el Papa ha hablado de los ídolos y habremos de cuestionarnos cómo descubrirlos para erradicarlos. La adoración eucarística será un medio indiscutible.


1) El hombre busca a Dios, lo necesita, lo reconoce, pero quien primero ha salido al encuentro del hombre ha sido Dios mismo. Sería imposible al hombre, criatura humana, llegar a reconocer todo lo que Dios es y abrazarlo en su Misterio. Si el alma busca a Dios, mucho más la busca Dios a ella, afirma taxativamente san Juan de la Cruz en Llama de amor viva (3,28).

No basta sólo el auxilio de la razón para encontrar a Dios, sino que es necesaria la fe que lo reconoce y se entrega a Él. Esta fe es la que nos permite escuchar a Cristo y sus palabras: "Esto es mi Cuerpo", permitiendo así que la Eucaristía sea la Presencia de Cristo, indudable, certera y amorosa.


miércoles, 24 de agosto de 2011

Arte y belleza en un artista

El arte y el mismo artista, pueden ser leídos en clave cristiana. La belleza expresada en el arte manifiesta la Belleza del Misterio, y tanto más Bello cuanto más el artista esté imbuido de la fe, de la experiencia del Acontecimiento de Cristo, expresada en sus obras.

Una lectura así nos la ofrece el Papa Pablo VI. Con ocasión del IV centenario de Tiziano escribió una carta que es una lectura creyente del arte y una interpretación de la Belleza. Sirva de ejemplo entre otros muchos discursos o cartas.

"Un sentimiento de profunda gratitud nos impulsa a intervenir enlas celebraciones del cuarto Centenario de la muerte de Tiziano Vecellio, particularmente considerando la extraordinaria felicidad de las imágenes con las que él ha enriquecido el patrimonio iconográfico de la fe cristiana.

Desde los primeros siglos, a través de los grandes ciclos de los mosaicos paleocristianos, la Iglesia ha educado a sus hijos para considerar el arte figurativo como un precioso instrumento para hacer accesible y casi sensible el mundo del espíritu. En el complejo entramado de las formas representativas, Ella no ha dejado de seguir esta atenta disposición que, mientras valora el poder evocativo de la imagen religiosa, le reconoce los carismas con los que el Señor ha colmado el corazón y la mente de los artistas.

Esta disposición no ha venido a menos ni siquiera cuando la cultura figurativa del renacimiento descubrió otros horizontes a las expresiones plásticas, sino que se ejerció incluso con mayor fervor, y no es un mérito secundario de la Iglesia el haber hecho que la nueva iconología cristiana se convirtiese en un hecho popularmente devocional, convocando artistas como Bellino, Cima y Carpaccio para expresar con imágenes inéditas las antiguas emociones religiosas.

martes, 23 de agosto de 2011

La soberbia (textos isidorianos)

La soberbia siempre se creyó reina y capaz de humillar a todos, pero es siempre una princesa destronada. Pasa la soberbia, y al poco tiempo, ya nadie se acuerda aun cuando se consideraba ella imprescindible y centro de atención de todos: pero es fugaz. Es la raíz de todos los pecados, la madre de todos los vicios. Con el santo arzobispo sevillano, san Isidoro, aprendamos a desenmascarar el pecado de soberbia.

"1. La soberbia es peor que todos los vicios, ora porque de ella se sirven las personas de mayor rango y primacía, ora porque brota de los actos de justicia y virtud, y su culpabilidad se aprecia menos. En cambio, la lujuria es manifiesta a todos, porque al punto se hace de suyo repulsiva. Y, sin embargo, a juicio de Dios, la soberbia es menos grave. Pero quien está dominado por la soberbia y no se da cuenta se precipita en la lujuria, para que, humillado por ella, se libere de la confusión y de la soberbia.

2. Todo el que peca es soberbio, porque, al cometer los actos prohibidos, desprecia los preceptos divinos. Justamente, pues, “el principio de todo pecado es la soberbia” (Eclo 10,15), ya que, de no haber precedido la desobediencia a los mandatos de Dios, no se produciría el delito de la transgresión.

3. Toda soberbia queda tanto más abatida cuanto más alta se sitúa, y se hunde tanto más profundamente cuanto más excelsa se eleva. Porque quien se exalta por la propia soberbia es derribado por la justicia de Dios.

4. De los que se hinchan con la soberbia, el viento es el pasto. Por ello dice el profeta: “A todos tus pastores, el viento los apacentará” (Jer 22,22); esto es, el soplo de la soberbia.

5. Los que se enorgullecen por sus virtudes han de ser juzgados por las mismas obras que practican como virtudes, porque realizan una obra buena con intención no recta. Ciertamente, cualquier virtud sin humildad y sin caridad se estima por vicio.


6. A causa de la soberbia, el diablo fue desposeído de la felicidad celeste. Así, pues, los que se exaltan por sus virtudes imitan al diablo, y por ello mismo caen más gravemente, ya que se precipitan desde lo alto.

lunes, 22 de agosto de 2011

Testimonios elocuentes (JMJ)

La Iglesia está viva y es joven.

Lo hemos visto y comprobado de mil maneras al seguir la Jornada Mundial de la Juventud. Una inmensa muchedumbre de toda lengua, raza, pueblo y nación congregados en torno a Jesucristo. 


En ella había jóvenes, que eran los protagonistas de la Jornada, pero hemos visto también una Iglesia donde junto a los jóvenes estaban religiosas, unas presentes en Madrid y en el encuentro de El Escorial, otras muchas con horas de oración en su clausura rezando por la JMJ; hemos visto a muchísimos seminaristas en la catedral de la Almudena, porque Cristo sigue llamando a seguirle en el ministerio. Hemos visto una juventud sana y entregada en el voluntariado (30.000 voluntarios) más las muchas personas que han colaborado cosiendo, preparando manteles y purificadores, la elaboración de las formas, etc. Hemos visto esa vida cristiana que toma la forma del Señor en la enfermedad y en la discapacidad física o mental, que ofrecen sus sufrimientos y viven de un modo nuevo y digno. Hemos visto familias enteras, unidas y presentes en Madrid. Hemos visto jóvenes profesores universitarios que se han entregado a la vida pública y cultural con una profunda coherencia e identidad católicas. Hemos sabido de tantas y tantas familias de acogida, que han abierto sus casas y han ofrecido la hospitalidad cristiana a los peregrinos, tanto en los días en las diócesis, como en Madrid, mostrando el rostro del amor cristiano.

La Iglesia está viva y es joven.

domingo, 21 de agosto de 2011

Lo espiritual y contemplativo de la adoración al Santísimo

A la par que el aspecto pastoral, el aspecto espiritual de la adoración eucarística, una veta de espiritualidad como lo atestiguan tantos santos y almas eucarísticas. La adoración eucarística lleva a reconocer la presencia maravillosa de Cristo que cumple realmente su palabra cuando dice: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,29); en cierto modo a la petición de los discípulos de Emaús, “quédate con nosotros, Señor” (cf. Lc 24,29), Cristo responde con el don de la Eucaristía. La fe lo reconoce presente y los mismos signos litúrgicos, el trato, la reverencia, la delicadeza con el Sacramento revelan esa Presencia que se hace Compañía: se está ante el Señor y esos signos sensibles significan la Presencia real que quien los ve puede percibir  la grandeza del Misterio y adorar.

    La adoración eucarística invita a los fieles a la comunión de corazón con Jesucristo: “permaneced en mí y yo en vosotros” (Jn 15,4). La adoración eucarística permite establecer una corriente dinámica de amor entre el Señor y el fiel; es una Presencia de amor que espera, suscita y pide una correspondencia en el amor, una entrega personal a Aquel que se entrega para que se llegue a la plenitud bautismal, “ser uno con Cristo” y poder afirmar como el Apóstol: “vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20). La comunión es una realidad vital fundada en el amor donde hay una donación recíproca en libertad.

    La instrucción Eucharisticum Mysterium, en el n. 50, ofrece unas preciosas indicaciones espirituales, de alto valor pedagógico y catequético, incluso mistagógico, que educan en la oración ante el Santísimo Sacramento, marcando los fines y el sentido de esta oración, y por tanto orientando tanto el espíritu de la oración privada como el tono de la oración comunitaria en forma de Hora Santa o celebración ante el Santísimo Sacramento –como puede ser alguna Hora del Oficio divino: Laudes o Vísperas-.


viernes, 19 de agosto de 2011

"Blogueros con el Papa" (encuentro en Madrid)

1) Estamos en estos días viviendo un acontecimiento gozoso, la Jornada Mundial de la Juventud. Se ensancha el corazón viendo tantísimos jóvenes, de tantas naciones, con el corazón en Cristo. Sí, la Iglesia está viva y es joven.

Hemos de orar mucho e invocar al Espíritu Santo en estos días para que se derrame abundantemente en la JMJ: que todos tengan un encuentro personal con Cristo; que la fe se despierte en quienes están alejados o en dudas; que muchos disciernan su personalísima vocación; que las Iglesias europeas se revitalicen, que sea un punto de partida para algo nuevo. Oremos, sí, oremos mucho.

2) Tal vez, dependiendo del tiempo que tenga, iremos mostrando y glosando los discursos del Papa estos días para que sean una referencia real para todos.

3) En el marco de las JMJ, un buen grupo de blogueros se ha reunido en Madrid. Miserere ha asistido y nos envía su crónica a este blog, para compartir con sus hermanos de comunidad virtual aquello que allí se ha vivido. Me gusta esto: fomenta unos lazos humanos en este blog con vocación de formación, de catequesis y de crecimiento en la Iglesia.

Agradezcamos a Miserere el detalle de escribirnos una crónica así como rezar por todos nosotros:

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Deseo compartir con ustedes lo más reseñable del encuentro de Blogueros con el Papa, realizado el pasado día 17 de agosto en Madrid. En diversos puntos, lo compararé con el Vatican blogger Meeting del pasado mes de mayo.
 
 

jueves, 18 de agosto de 2011

Recto sentido del martirio

Desde los principios de la vida de la Iglesia los mártires han sido honrados con especial veneración, depositados sus cuerpos al pie del altar, admirados e imitados. Sus nombres se recitan en los dípticos de la liturgia y cuando esos dípticos se desplazaron, se integraron en lo que llamamos hoy el Canon romano: Esteban, Matías, Bernabé, Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Perpetua y Felicidad, Águeda, Inés, Lucía... y son preciosos los sermones de san Cipriano y de san Agustín en la fiesta de los mártires, en su dies natalis (el día en que nacieron al cielo).


Pero ¿qué es un mártir? ¿Un héroe? ¿Cualquiera que muere de forma violenta? Es evidente que no y debemos conservar la originalidad y belleza del martirio. El mártir es "testigo" (etimología griega) y es testigo no de una ideología o filosofía, sino testigo de la Verdad y de la Persona de Jesucristo al que amaron más que a su propia vida. "Tu gracia vale más que la vida" (Sal 62): esa es la experiencia de los mártires.

El lenguaje periodístico y profano ha vulgarizado la palabra "mártir" a cualquier causa (política, ideológica...) desvirtuándola. Pero el mártir vive del amor a Cristo y no de las ideas.


miércoles, 17 de agosto de 2011

Género de cantos (litúrgicos, espirituales, existenciales)

Son distintos los géneros de cantos litúrgicos. El Señor en cada uno va haciendo un canto nuevo distinto y original.

    Narrativo: son cantos con tono suave donde se explica, a modo de relato, la normalidad de la vida, hecha meditación, la historia de salvación que Dios ha trazado con cada uno.

    Penitencial: es el canto que implora el perdón por la fragilidad, los pecados, o la resistencia a la Gracia. Uno queda al descubierto ante la luz de Dios, se ve a sí mismo como Dios nos conoce, y puede que haya una nota dominante en la vida de una radical infidelidad a Dios que nos humillado, postrándonos en la miseria y apartando del Señor, y ha hecho que todo sea una súplica de perdón al Dios de la misericordia y el consuelo. Cuando el pecado muerde la carne, entonces pocas son las lágrimas de dolor, no por una transgresión mirada o considerada formalmente, sino por el amor que ha resultado ser ingrato a Dios; lágrimas penitenciales al confrontar la propia vida con un Amor que es misericordioso como nadie y que sabe acoger y curar, mientras que el hombre tiende tantas veces a dejarse arrastrar por las inclinaciones torcidas del corazón. Son lágrimas de arrepentimiento que nacen del amor.

    Lamentación: canto de tono grave, compás lento, porque la cruz y su sombra te-rible se ha proyectado en la vida haciendo al cristiano participar del misterio de la cruz del Señor, se ha sido crucificado con Cristo y con gritos de dolor se canta al Padre la súplica llorando, pero abandonándose al Padre. Y Cristo lo canta en nosotros. Es canto grave de quien sufre, quien está impedido o enfermo grave, quien no sabe ya a quién acudir porque a nadie tiene, de aquél que experimenta la decepción ante la frialdad de los demás, de quien experimenta el fracaso, de quien injustamente ha sido postergado, humillado, sacrificado públicamente, escarnecido: ¡situaciones de la vida de los hombres, del drama de la historia, entretejida por el pecado y a la vez por tantísima Gracia derramada!

  

martes, 16 de agosto de 2011

Sencillez en la oración

La vida cristiana se determina por un principio que debería parecernos a todos fundamental y casi evidente: la vida cristiana es Gracia. La vida cristiana es Gracia porque siempre es Don de un Amor mayor, el de Dios en nuestra vida, que nos ha redimido, santificado e incorporado a un pueblo nuevo, el pueblo cristiano, la santa Iglesia.

La vida cristiana es Gracia. Es más lo que Dios hace por nosotros que el moralismo de nuestros compromisos, de nuestros esfuerzos, de nuestras instituciones y de nuestra solidaridad. Esto, en lenguaje teológico, se llama pelagianismo (el hombre es bueno por naturaleza, sólo tiene que esforzarse y comprometerse).

La mayor expresión, bueno digamos que una de las más importantes, de que la vida cristiana es Gracia es que depende más de Dios que de nosotros, y la oración sincera, sencilla y cordial es un exponente. A la oración vamos para estar, simplemente estar, con Cristo. En la oración, con confianza y perseverancia, dialogamos, intercedemos por los demás, presentamos confiadamente lo nuestro y nuestras necesidades y nos ofrecemos a Dios. Y, como Gracia, en la oración recibimos, oímos, escuchamos, percibimos su Presencia, somos santificados...


lunes, 15 de agosto de 2011

Triunfo y Pascua de María

Misterio de gracia: María santísima asociada al Redentor en su misión es solidaria igualmente de su destino. Ella goza ahora, en su cuerpo y en su alma de la Gloria de su Hijo resucitado.

Es su Pascua, su triunfo, al no conocer la corrupción del sepulcro, y entrar así, plenamente redimida desde el mismo instante de su Concepción, en la gloria del cielo, en la vida de amor de la Trinidad. Ella participa ya de la pascua de su Hijo, de su santa resurrección, la primera, la más bendecida y con razón.

La Iglesia hoy celebra el Misterio y eleva su corazón al Señor reafirmando su esperanza en los bienes del cielo. Lo que se ve es pasajero, lo que no se ve es eterno. Cristo Cabeza espera a los miembros de su Cuerpo para participar de esa misma gloria. Subamos con María ya al cielo, elevemos así nuestra esperanza.

Los textos litúrgicos, como siempre, expresan las verdades de la fe con su estilo orante.

La oración colecta de la Misa vespertina de la vigilia reza:

Porque te has complacido, Señor, enla humildad de tu sierva, la Virgen María, has querido elevarla a la dignidad de Madre de tu Hijo y la has coronado en este día de gloria y esplendor; por su intercesión, te pedimos que a cuantos has salvado por el misterio de la redención nos concedas también el premio de tu gloria.

sábado, 13 de agosto de 2011

La Penitencia, sacramento social (De Lubac)

El sacramento de la penitencia, en su forma ritual incluso, aparece mucho más social y tendente a la comunión, aunque las formas litúrgicas hayan variado con el paso de los siglos y se recubra hoy de un manto aparentemente personalísimo e individualista incluso. 

La eficacia de la penitencia encuentra una explicación análoga a la del bautismo, pues no en vano la penitencia es a modo de un segundo bautismo. En la penitencia se da el perdón sacramental y la reintegración social de quien se ha separado por el pecado. Todo el aparato de la penitencia pública y la reconciliación y absolución sacramental en la mañana del Jueves Santo por el obispo mostraba a las claras que el perdón de Dios era dado a la Iglesia, y que el penitente que por su pecado se había apartado de la comunicación de las cosas santas y de la comunión eclesial, era reintegrado al seno de la Comunión para poder participar de la Pascua. Durante la Cuaresma se oraba por los penitentes pero debían salir de la asamblea litúrgica antes de la presentación de los dones eucarísticos (vivían fuera de la Comunión eclesial, ex-comulgados) y se reintegraban a la Iglesia en la mañana del Jueves Santo, con todos los fieles orando y cantando: el Obispo los recibía en la Puerta del Perdón de la Catedral y los llevaba a la nave de la basílica donde se postraban; tras la absolución, el Obispo los iba levantando uno a uno. ¡Era una fiesta eclesial! El pecado aparta de la vida de la Iglesia, la Penitencia introduce de nuevo en la vida de la Iglesia.

viernes, 12 de agosto de 2011

La estructura dialógica de la liturgia de la Palabra

La estructura de la Liturgia de la Palabra muestra la celebración de la misma como un diálogo entre Dios y su Pueblo.

    En un primer momento es Dios el que habla a su Iglesia, es Cristo Jesús el que se hace presente en su Palabra y anuncia a su Iglesia el Evangelio.

Dios habla:     
      
                * 1ª lectura
                * 2ª lectura
                * 3ª lectura: Evangelio
Desde la palabra de Dios escrita, todavía Dios habla a su pueblo y, con el uso continuado de la Sagrada Escritura, el pueblo de Dios, hecho dócil al Espíritu Santo por la luz de la fe, podrá dar, con su vida y costumbres, testimonio de Cisto ante el mundo (OLM 12).
La lectura del Evangelio constituye el punto culminante de esta liturgia de la palabra; las demás lecturas, que, según el orden tradicional, hacen la transición desde el Antiguo al Nuevo Testamento, preparan la asamblea reunida para esta lectura evangélica (OLM 13).

Y la Iglesia responde:        

                * Salmo
                * Aclamaciones a las lecturas
                * Silencio de escucha, silencio tras las lecturas y homilía
                * Oración de los fieles

Pero responde por la acción del Espíritu Santo que mueve al asentimiento de la fe:
La Iglesia, en la acción litúrgica, responde fielmente el mismo "Amén" que Cristo, mediador entre Dios y los hombres, con la efusión de su sangre, pronunció de una vez para siempre, para sancionar en el Espíritu Santo, por voluntad divina, la Nueva Alianza.
Cuando Dios comunica su palabra, espera siempre una respuesta, respuesta que es audición y adoración "en Espíritu y verdad". El Espíritu Santo, en efecto, es quien da eficacia a esta respuesta, para que se traduzca en la vida lo que se escucha en la acción litúrgica, según aquella frase de la Escritura: "Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla" (OLM 6).
    En medio el nexo, el gozne, entre la Palabra de Dios y la respuesta creyente de la asamblea, la homilía que traduce la Palabra de Dios y la hace Palabra adaptada a la asamblea para suscitar la respuesta de fe y de vida de la Iglesia.

jueves, 11 de agosto de 2011

El Catecismo está para estudiarlo

Desde que Juan Pablo II promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica con la Constitución "Depositum fidei", la Iglesia tiene un texto de referencia, una transmisión firme de la fe.

De él deben beber todos los catecismos particulares, y para eso se preparó, fundamentalmente. Pero no cabe duda de que es una fuente preciosa para conocer, estudiar, pensar y rezar la fe en sus cuatro dimensiones: qué creer, cómo celebrar, cómo vivir, cómo orar (Fe, liturgia, moral, oración).

A muchas personas en búsqueda de Dios, a muchos que se cuestionan y que necesitan las certezas de la fe y no las opiniones de éste o de aquél, el Catecismo les resultará una ayuda imprescindible en su camino hacia Dios.

A la hora de buscar un libro para formarse, incluso en el plano de lectura espiritual, meditada, sólida, el Catecismo es una guía y alimento sólido.

Y cuando hay que plantearse una formación seria, sistemática, en catequesis de adultos, en la formación de catequistas, o en equipos de liturgia, o coro parroquial, o asociaciones cristianas diversas, el Catecismo es un instrumento utilísimo y, en mi experiencia sacerdotal, valiosísimo.

Cuando a principios de curso se retoma la actividad normal en las parroquias y comunidades, y siempre alguno se pregunta aquello de "¿qué vemos este año?", habría que sugerirle trabajar más y mejor las partes íntimamente relacionadas del Catecismo.


miércoles, 10 de agosto de 2011

El Nilo (segundo signo a Moisés Ex 3)

Después de la mano y la lepra, en el Horeb Dios concede un segundo signo acreditativo a Moisés.


    Egipto vive del Nilo, de sus crecidas y de su delta, que vuelven fecunda la tierra permitiendo grandes cosechas para abastecer la población.

    El Nilo es divino porque es vida. Convertirlo en sangre es destinar a Egipto a la muerte, hacerle ver la caducidad de su prosperidad y de su vida, teniendo así un poder superior a las propias aguas, un poder divino que puede llegar a hundir a Egipto en la miseria y el hambre.

    Moisés tiene un tercer signo credencial, la capacidad de tomar agua del Nilo y al derramarla en el suelo se convierte en sangre. Es el tercer signo, el agua del Nilo, “la linfa vital de Egipto que riega las plantas y mueve las norias, que es fuente de vida en su riego, limpieza en el baño y energía en los molinos. Esa agua, derramada en tierra por Moisés, se vuelve sangre, pero sangre derramada y sin vida” (Shökel).

Si nos fijamos en la imagen del icono, unos riachuelos, unas corrientes de agua están en la base, recordando así este signo.



martes, 9 de agosto de 2011

La razón y la fe: núcleo de Edith Stein

De vez en cuando, una nueva oleada de virus penetra en la Iglesia: virus que denigran el uso de la inteligencia y la razón pensándolas como contrapuestas y enemigas a la fe. Desprecian la inteligencia, la razón; ven como peligrosos carismas intelectuales, la teología misma, el estudio, para defender una fe ciega, de corte absolutamente fideísta. Creen que para enaltecer la fe deben despojar al hombre de algo tan suyo -dado por Dios- como es la inteligencia. Un fideísmo duro, áspero para la naturaleza del hombre, y con cortes emotivos y sentimentales que refuercen ese fideísmo ciego.

Pero esto no es católico. 

Lo católico no es "aut - aut", "o... o...", o "o fe o razón"; sino que lo católico es siempre "et... et...", "y -y", "fe y razón". ¡Atención a los fideísmos, tan malos como los racionalismos! ¡Atención cuando se nos diga que hay que pisotear la razón en favor de la fe! Eso tiene un olorcillo luterano... y subjetivista.

Lo católico, repitamos, es fe y razón, cada cual en su sitio y con sus mutuas relaciones y necesidad.

En Edith Stein se conjugan y es el fruto de un largo proceso en su madurez humana y espiritual, sin oposiciones ni contradicciones ni compartimentos estancos. Es la doctora en filosofía y profesora, la conferenciante e investigadora, que deja que su razón se ilumine por la fe, vive con sencillez y candor infantil, y es contemplativa al modo carmelita. ¡Todo al servicio de Dios!

lunes, 8 de agosto de 2011

Itinerario de Santo Domingo

La biografía de santo Domingo y su propio recorrido interior apenas son conocidos; es decir, no está entre los santos "populares" a los que se conoce. Además, la obra de este santo, la Orden de Predicadores, en cierto modo ha eclipsado al fundador que supo desaparecer tras su obra; sus hijos han sido muy grandes, por ejemplo, santo Tomás de Aquino o santa Catalina de Siena, y puede pasar desapercibido desde fuera. Supongo que no es así dentro de la propia Orden, claro.


Pero santo Domingo es el hombre que recibe la Gracia y el carisma y éste es el que crece y se engrandece mientras santo Domingo se empequeñece, prefiere pasar a segundo plano para que brille más la obra de Dios y su Palabra predicada. Conocerle es ver un camino espiritual y un método teológico a la vez. A mí este santo me encanta.

Veamos quién es santo Domingo de Guzmán.

"Domingo se distinguió, ya desde sus tiempos de estudiante en Palencia, por la búsqueda de Dios mediante el amor a la Sagrada Escritura y ele studio de la sagrada teología. Después, nombrado canónigo en la Catedral de Osma, entró en el misterio de su vocación, dedicándose a la oración y al servicio de la Iglesia. Fue entonces cuando desarrolló aquel método de hablar con Dios para después poder hablar de Dios. Llegó a ser un hombre de Iglesia. Acompañando a su obispo en un viaje a las marcas del norte de Europa, en nombre del Rey de Castilla, advirtió dos retos de la Iglesia europea en su tiempo: la evangelización de los cumanos (pueblo todavía pagano situado entre Ucrania, Hungría y Rumanía) y la nueva evangelización de los pueblos captados entonces por el error herético albigense en el Languedoc.

domingo, 7 de agosto de 2011

La adoración eucarística, programa pastoral

Siguiendo lo que indica el Magisterio de la Iglesia, y con el convencimiento de saber los frutos pastorales y espirituales que para la vida cristiana y comunitaria aporta la exposición del Santísimo, recojamos las últimas invitaciones del magisterio pontificio sobre la adoración y culto a la Eucaristía, recuperando una praxis litúrgico-pastoral que nunca debió desaparecer de las parroquias y comunidades religiosas.

    La encíclica Ecclesia de Eucharistia, recogiendo una cita del ritual, recuerda que:
"corresponde a los Pastores animar, incluso con el testimonio personal, el culto eucarístico, particularmente la exposición del Santísimo Sacramento y la adoración de Cristo presente bajo las especies eucarísticas... Una comunidad cristiana que quiera ser más capaz de contemplar el rostro de Cristo... ha de desarrollar también este aspecto del culto eucarístico, en el que se prolongan y multiplican los frutos de la comunión del cuerpo y sangre del Señor” (n. 25). 
 
Además, añade el papa en la conclusión, favorece la edificación de la Iglesia y da frutos eximios de santidad como lo atestigua la piedad eucarística de tantos santos.

    Juan Pablo II, al plantear el Año de la Eucaristía 2004-2005 deseaba unas realizaciones concretas no exclusivas para ese Año sino como un fruto permanente, y entre esas realizaciones señalaba: “Incluso si el fruto de este Año se limitara al de reavivar en todas las comunidades cristianas la celebración de la Misa dominical e incrementar la adoración eucarística fuera de la Misa, este Año de gracia conseguiría un resultado significativo. Es bueno con todo, mirar hacia arriba, no contentándonos con medidas mediocres, pues sabemos que podemos contar siempre con la ayuda de Dios” (Carta Mane nobiscum Domine, n. 29).

viernes, 5 de agosto de 2011

Brilla el misterio de la Cruz (VI)

"Aquel fuego,
que parecía una columna,
y el fuego que consumía la zarza
eran símbolos del fuego sagrado,
que se saca de la tierra
y vuelve de nuevo llameante al cielo
a través del madero,
por cuyo medio nos fue dada la visión espiritual"

(Clemente de Alejandría, Strom. I, 164,4).

jueves, 4 de agosto de 2011

Tu vida, un canto al Señor

¡Somos nosotros mismos el cántico al Señor!
    
Nuestra vida, una alabanza, un himno o canto al Señor, nuevo si andamos en novedad de vida, santo si santificamos todo con su Gracia.


    “¿Qué canto somos nosotros?”, sería la pregunta constante, reiterativa, que debería brotar en el corazón y ser respondida inteligentemente, por cada uno de los miembros de la Iglesia que en la asamblea litúrgica –muy especialmente la Eucaristía y la Liturgia de las Horas- canta a Dios, entonando los cantos litúrgicos y los salmos.

El cántico que Cristo canta en nosotros (cf. S. Agustín, Enar. 85,1), pues Cristo hace de nosotros su propio cántico al Padre; Él lo canta en nosotros y su Espíritu Santo –“que ora en nosotros con gemidos inefables” (Rm 8,26)- entona en nuestra vida un himno a Dios que comienza ciertamente en la liturgia y en la celebración de los divinos misterios, pero que se extiende, para ser cántico nuevo y verdadero, a la experiencia vital, a lo cotidiano de la existencia cristiana, donde ya comamos, ya bebamos, glorifiquemos a Dios en todo.


miércoles, 3 de agosto de 2011

Belleza de la Iglesia, ¡bendita sea!

¡Qué grande, qué hermosa, qué bella, qué santa es la Iglesia!

Contemplarla dilata el corazón. Ella es la Viña fecunda, la nueva Jerusalén, la Esposa de Cristo, el Templo del Espíritu Santo. Ella se embellece con sus santos, sus mejores hijos. Y para cada uno de nosotros es un gozo saberse y sentirse miembro de esta Iglesia.

El rito de dedicación de iglesias y altares muestra en sus textos y ritos el Misterio de la Iglesia en el que estamos insertados por los Sacramentos de la Iniciación.

Pero tal vez, al desconocer el Misterio de la Iglesia, nos fijamos únicamente en su aspecto humano, en la fragilidad de quienes somos sus miembros, en sus debilidades y pecados. A veces se echa de menos una sólida catequesis que nos abra los ojos al horizonte eclesial.


martes, 2 de agosto de 2011

Ante el apostolado: "Yo no sirvo..."

Ante el apostolado que se presenta o la indicación de alguien que nos sugiere un encargo concreto, hay una tentación que es la incapacidad. Puede ser verdad que en ocasiones nos indiquen un apostolado para el que no clarísimamente no servimos, pero otras muchas veces es una sutil tentación. Es la tentación de la incapacidad. "Yo no sirvo". 

¿Cuántas y cuántas veces el corazón dice "yo no sirvo, yo no valgo"? ¿Por qué no? "La humildad es la verdad": en el reconocimiento de los que uno es y de lo que uno vale, conocedor asimismo de su flaqueza, debilidad y miseria, se esconde el tesoro de la gracia, en vaso de barro. Cada cristiano es, pues, un vaso de barro. Y, en su fragilidad, es llamado por el Señor.

La excusa de la incapacidad proviene del espíritu de soberbia, como si el apostolado debiese sus frutos o logros a los grandes talentos del cristiano; es creer que el "éxito" depende de nuestros tesoros, de nuestros grandes méritos o cualidades. Sin embargo, Dios, en su misericordia, llama a cada uno desde su propia fragilidad: cuenta con cada uno como él es. Nada proviene de nosotros: el apóstol es instrumento y receptáculo de la gracia que comunica a los demás. De ahí proviene su grandeza, del reconocimiento humilde del propio ser y dejar a Dios ser Dios.


lunes, 1 de agosto de 2011

¿Y para qué en lengua vernácula?

Tranquilidad: me refiero no a un retorno del latín a la liturgia de manera absoluta, sino al título enjundioso de un artículo de "Liturgia y espiritualidad" sobre la manera de leer y pronunciar los textos litúrgicos y las lecturas de la Palabra de Dios en la acción litúrgica.

Desgraciadamente damos por hecho -¡craso error!- que "participar" es sinónimo de "intervenir" y por tanto se procura que intervengan muchas personas para que parezca más "participativa". Este error desemboca al final en el precipicio y, claro, nos caemos a lo hondo del barranco y matamos la liturgia. Hacemos -¡¡el que lo haga!!- que lea cualquiera en bodas, primeras comuniones y celebraciones varias.

Cuando se me presentan situaciones en que me lo dan todo por hecho, suelo preguntar a los presuntos lectores: "¿Sabes leer?". Cara de asombro... "¡pues claro!". Y ya pongo la sonrisa maliciosa...: "Me refiero a lo siguiente: ¿Sabes leer en público?" Ahora la cara se le cambia al presunto lector que ya balbucea una respuesta para salir del atolladero. Y comienzo a leer la lectura con la persona varias veces en voz alta, entonación, pausas, tono, frases... a veces con éxito y otras muchas sin él, pues al subir al ambón, como no se tiene costumbre alguna y a veces ni se suele ir a la Eucaristía, atropella y destroza la lectura por el nerviosismo o la mala pronunciación.

Como participar no es intervenir, los lectores deben tener suficientes cualidades y preparación, así como los mismos sacerdotes al rezar los textos litúrgicos. La liturgia se celebra generalmente en la propia lengua para que sea comprensible; Dios mismo se ha revelado en palabras humanas y se ha encarnado para que lo oigamos. Las oraciones dirigidas a Dios se pronuncian en la propia lengua para ser inteligibles y todos, los más cultos y los más sencillos, las entiendan y respondan con fervor.

Pero, ¿se entiende lo que leemos, se pronuncia con claridad cada texto de la liturgia?