domingo, 30 de septiembre de 2012

Presentación del Concilio

A poco que se conozca el magisterio de Pablo VI, veremos una sucesión de catequesis, audiencias, discursos y homilías sobre el Concilio Vaticano II, que él sancionó y promulgó, presentándolo a los fieles. En su palabra hallamos las interpretaciones exactas de los documentos conciliares, presentaciones globales, precisiones de matices que, en su momento y en gran medida, se ignoraron.


Pablo VI quiso explicar el Concilio Vaticano II a toda la Iglesia con mucha paciencia; quiso explicarlo subrayando sus grandes ideas, sus claves de interpretación y el modo de aplicarlo correctamente a la vida de todo el pueblo cristiano.

Otros, tal vez, prefirieron ampararse en la propia subjetividad, apelar al "espíritu del Concilio" y despreciando los documentos aprobados y la interpretación autorizada del Papa, forzar el Concilio según las propias ideologías y corrientes de moda.

A nosotros, ahora, a punto de iniciar el Año de la Fe nos corresponde, según el deseo de Benedicto XVI conocer el Concilio Vaticano II, difundirlo y estudiarlo. Para ello hoy veremos una presentación global que hizo Pablo VI señalando los principios fundamentales que dan cohesión a todo el corpus conciliar.

                "Después del Concilio estamos buscando en sus enseñanzas las líneas directrices de la renovación de la vida cristiana. Algunas de estas líneas, ciertamente las principales, se refieren a la doctrina, otras, que ahora queremos evocar sumariamente en estos nuestros coloquios familiares de las audiencias semanales, se refieren a la acción, la vida práctica, la formación moral y ascética del discípulo de Cristo.

sábado, 29 de septiembre de 2012

San Juan de Ávila, doctor (VIII)

Recientemente, la Conferencia episcopal española publicó un Mensaje con ocasión del doctorado de san Juan de Ávila; es una nueva síntesis y presentación de este santo y de su actualidad y, por tanto, toda una catequesis hoy para nosotros sobre quién es este santo.

Ya casi inmediata la proclamación del doctorado, hemos ido viendo con ángulos y acentos distintos la personalidad de san Juan de Ávila y su ministerio pastoral y evangelizador. Sigamos completando esta visión.


«Con gran gozo, quiero anunciar ahora al pueblo de Dios que declararé próximamente a san Juan de Ávila, presbítero, Doctor de la Iglesia universal», decía el papa Benedicto XVI el 20 de agosto de 2011 durante la memorable Jornada Mundial de la Juventud. Estas palabras nos llenaron de alegría y gratitud. «Invito a todos a que vuelvan la mirada hacia él», añadía después.
SanJuandeAvila 
Pero, ¿qué puede decirnos un hombre del siglo XVI a quienes vivimos en el XXI? ¿Qué sentido tiene que irrumpa en nuestro presente un personaje que cuenta con quinientos años de historia? Juan de Ávila, el clérigo andariego que recorrió ciudades y pueblos predicando el Evangelio; que abandonó honores, riquezas y proyectos para poseer solo a Jesucristo; el hombre culto, sencillo y espiritual tal vez más consultado de su tiempo ha continuado presente con su testimonio y sus escritos durante los cinco siglos que nos separan de él y alza de nuevo su potente, humilde y actualísima voz ahora, en este momento crucial en que nos apremia la urgencia de una nueva evangelización. Porque pasan los tiempos, pero los verdaderos creyentes como él son siempre contemporáneos.

Cuando tenga lugar la solemne ceremonia de tan destacado evento —el domingo 7 de octubre— nos encontraremos en Roma los obispos, los sacerdotes y los fieles del pueblo de Dios que peregrina en España, junto con otros de todas las partes del mundo, para festejar al nuevo Doctor de la Iglesia universal. Mientras tanto, entonces y después, en las diócesis, en España y en distintos países se están sucediendo y se programan actividades que nos acercan a este hombre humilde y decidido que nos ofrece hoy un mensaje tan interpelante como actual.

1. Un doctorado en el pórtico del Año de la Fe


Desde el 11 de octubre de 2012, 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, hasta el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Cristo Rey del Universo, celebraremos un Año de la Fe. «Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo», decía el Papa el pasado 16 de octubre, cuando dio a conocer su propósito. En este contexto irrumpe la figura serena y ardiente de Juan de Ávila como lo hiciera en el suyo, proclamando por doquier el Evangelio de Jesús, Dios humanado.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Cristianamente, la enfermedad

La enfermedad, vivida con Cristo, tiene un valor eclesial, es decir, infunde un aliento sobrenatural de vida a toda la Iglesia. Un enfermo, viviendo en la fe, siente la cercanía compasiva del Señor y, con Cristo a su lado, la enfermedad se convierte en un cauce de vida para la Iglesia. Es verdad que tal vez el enfermo ya no puede acercarse a su parroquia, ni participar habitualmente en la Misa dominical, ni desarrollar sus tareas o apostolados como antes. Pero en absoluto significa que está al margen de la vida de la Iglesia; más bien está en su centro.

El enfermo, miembro del Cuerpo místico de Cristo, pone su enfermedad por la Iglesia, ofrecida, entregada, y así realiza un apostolado diferente, el apostolado del dolor, que es fecundo como fecundo fue el sacrificio de Cristo.

"Es en vosotros, sobre todo, hermanos y hermanas en Cristo Jesús, donde la Iglesia ve la fuente y los artífices por excelencia de su fuerza divina que se esconda en ella" (Juan Pablo II, Hom. para los enfermos y discapacitados, La Haya (Países Bajos), 13-mayo-1985).

Un enfermo no es un inútil, sino un apóstol con un apostolado ahora nuevo, invisible, pero eficaz, en la Comunión de los santos.

Y además del valor eclesial que puede adquirir la enfermedad, hallamos también un valor redentor. Lo que se ofrece a Dios es fecundo, no cae en saco roto. Un enfermo es aquel grano de trigo que se pudre y que da una espiga. Es unido, asociado, al mismo Redentor:

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Cambios sociales, repercusiones morales

Indudablemente, en la post-modernidad y con la secularización social a marchas forzadas, se han creado unos cambios sociales muy bruscos que afectan y cuestionan la conciencia moral.


La sociedad no es la misma. Su pérdida de referencia y orientación es palpable. Los retos están ahí, comenzando por la "dictadura del relativismo" -éste intocable, claro- que niega la Verdad y el Bien y todo depende del sujeto dentro de un marco social de tolerancia intolerante. Hay principios incuestionables en esta dictadura, entre ellos, el fijar que lo que es "bueno" o "malo" depende de las circunstancias y de lo que el sujeto vea, sienta o piense.

En estos cambios sociales, además, se cae en la gran hipocresía del escándalo: nos alarmamos farisaicamente por los efectos, pero jamás se cuestionan las causas. 

Si la causa es la trivialización de la sexualidad y el uso indiscriminado de ésta, ¿cómo nos alarmaremos luego de sus consecuencias, pensando que los excesos son de dos o tres inaprensivos? ¿No se está exigiendo un uso libre, no se están exaltando los instintos? 

Nos alarmamos de la marginalidad, del escaso rendimiento escolar, de niños y jóvenes que se vuelven agresivos e impulsivo, ¿pero no se plantea la causa primera, la mentalidad divorcista generando familias desestructuradas? ¿No se plantea que a los padres se les ha llevado a abdicar de la educación de sus hijos, a no imponer normas ni criterios para no "traumatizarlos" y que "sean libres"? 

Lamentamos la bajísima demografía en orden a, por ejemplo, mantener la Seguridad Social, pero ¿nadie cuestiona la causa en la exaltación de la anticoncepción, mentalidad antinatalista, aborto absolutamente libre? Lloramos por una sociedad envejecida sin querer ver que la causa es anterior y favorecida por ese relativismo.

Repito: lamentamos los efectos, pero no queremos cuestionar las causas.

Sin embargo estos cambios sociales tan acelerados son un reto a la conciencia moral que, hoy en día, requiere una solidez y claridad en los católicos para no contaminarse de los principios del relativismo tan en boga.

martes, 25 de septiembre de 2012

Volver a leer los textos del Concilio

Estamos ya muy próximos a la fecha en que se abre el Año de la Fe. El Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) supuso un acontecimiento eclesial de primer orden en el siglo XX, una obra de Dios y una irrupción del Espíritu Santo.





El Año de la Fe, celebrando esos cincuenta años de su inicio, debe conducirnos a todos a algo tan elemental, tan sencillo, como es leer y estudiar los textos conciliares. No demos por hecho ni que se conocen ni que se han leído a fondo. Desde hace mucho, sólo se habla de manera evocativa y referencial, acudiendo al "espíritu del Concilio" y cargando al Concilio las creatividades de unos y otros que sólo se avalan por el propio capricho, no por los textos magisteriales.


En círculos, conferencias, catequesis de adultos, así como en asociaciones y movimientos, el trabajo este año debería estar clarísimo: el trabajo paciente sobre los diversos textos del Concilio (Constituciones, Decretos, Declaraciones).

lunes, 24 de septiembre de 2012

Catequesis y catequistas

Un lugar de honor merecen los catequistas por su entrega a la educación y transmisión de la fe. Ellos son los pedagogos que conducen hasta Cristo si ellos mismos han tenido un encuentro personal con el Señor, una solidez formativa y una vida interior, litúrgica, constante.

El único motor que les mueve -si son verdaderos catequistas- es la transmisión de la fe por amor a Jesucristo. Son enviados por la Iglesia, que discierne y avala, y con ese sentido eclesial, lejos de comunicar sus propias ideas originales, representan a la Iglesia Madre engendrando hijos por la fe.

El problema de la catequesis es amplio, nada fácil. Quienes vienen a catequesis normalmente carecen hasta de los mínimos fundamentos, sin respaldo familiar o social, sino viviendo a la intemperie de la cultura de hoy. Catequizar así no es fácil y requiere el esfuerzo del catequista para: primero, ser un testigo, ofrecer un testimonio de vida cristiana que los interpele; segundo, para transmitir con claridad y precisión la fe de la Iglesia; tercero, para acompañar suavemente, sin forzar, pero sin limitarse al rato de la sesión de catequesis.

Este problema, por lo complejo que es, no se resuelve con soluciones simplistas: cambiar el libro de catequesis, cambiar las "dinámicas de grupo"... Parecería que el problema es de método didáctico o pedagógico; a lo que se le suma el silencio en los grandes temas de la fe procurando un lenguaje del "buenismo" más crudo y rancio. Sólo hay que ser amigos, se trata de ser "buenas personas", educar en valores, el compromiso con los pobres, con la ecología... Ya vendrán los grandes entendidos en "catequética" que repiten la misma catequesis y modelo antropocéntrico de los años 70.

No es extraño que a veces se experimente cansancio, resignación, tristeza, ante estas situaciones.

domingo, 23 de septiembre de 2012

San Juan de Ávila, doctor (VII)

Para los sacerdotes especialmente, san Juan de Ávila -próximo doctor de la Iglesia- es un espejo en el que mirarse, un testimonio interpelante.

Vivió su sacerdocio apasionadamente, por Cristo, con Él y en Él, al servicio de la Iglesia y en el deseo siempre de ganar almas para Cristo. Esta pasión sacerdotal marca por completo toda su vida y ministerio.

Para todos, en general, san Juan de Ávila enseña a vivir el sacerdocio y a saber valorar el ministerio sacerdotal en la Iglesia cuando muchas veces percibimos mal el sacerdocio: lo contemplamos a nuestro antojo, lo usamos a nuestro capricho, lo vemos una delegación de la "base", un mero presidente de acciones litúrgicas... sin descubrir la alteza del oficio sacerdotal. Tenemos una mirada muy secularizada y profana del sacerdocio a veces entre los mismos fieles católicos.

Ya la homilía de Pablo VI en la canonización (31-mayo-1970) ofrecía una sublime lección sobre el ejercicio del sacerdocio:



"La auténtica visión del sacerdocio

Mas Juan no duda. Tiene conciencia de su vocación. Tiene fe en su elección sacerdotal. Una introspección psicológica en su biografía nos llevaría a individuar en esta certeza de su "identidad" sacerdotal, la fuente de su celo sereno, de su fecundidad apostólica, de su sabiduría de lúcido reformador de la vida eclesiástica y de exquisito director de conciencias.

San Juan de Ávila enseña al menos esto, y sobre todo esto, al clero de nuestro tiempo, a no dudar de su ser: sacerdote de Cristo, ministro de la Iglesia, guía de los hermanos.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Condiciones y libertad y función de la enseñanza escolar y universitaria

Palabras del Papa:

"La Iglesia en Ecuador tiene una fructífera historia en el área de la instrucción de la niñez y juventud, habiendo ejercido su obra docente con particular abnegación en regiones lejanas, incomunicadas y depauperadas de la Nación. Es de justicia que no se ignore esta ardua tarea eclesial, ejemplo de sana colaboración con el Estado. Antes bien, la comunidad cristiana desea seguir poniendo su larga experiencia en este campo al servicio de todos. Por ello, tiene su mano abierta para concurrir a la elevación del nivel cultural, que constituye un desafío prioritario para el recto progreso humano, lo cual reclama al mismo tiempo aquella libertad sin la cual la educación dejaría de ser tal. En efecto, la identidad más profunda de la escuela y la universidad no se agota en la mera transmisión de datos o informaciones útiles, sino que responde a la voluntad de infundir en los alumnos el amor a la verdad, que los conduzca hacia aquella madurez personal con que habrán de ejercer su papel de protagonistas del desarrollo social, económico y cultural del País. Al aceptar este reto, la Autoridad pública ha de garantizar el derecho que asiste a los padres, tanto de formar a sus hijos según sus propias convicciones religiosas y criterios éticos, como de fundar y sostener instituciones docentes. En esta perspectiva, es también importante que la Autoridad pública respete la identidad específica y la autonomía de las instituciones educativas y de la universidad católica... 
Por otra parte, en virtud de sus derechos educativos, los padres tienen que contar con que la libertad de educación sea promovida también en las instituciones docentes estatales, donde la legislación seguirá asegurando la enseñanza religiosa escolar en el marco curricular correspondiente a los fines propios de la escuela en cuanto tal" (Benedicto XVI, Discurso al nuevo Embajador de Ecuador, 22-octubre-2010).

 Aquí, con suma brevedad, se exponen los principios de lo que debe ser, en primer lugar, la aportación de la Iglesia en el sistema educativo, y además, las líneas de la enseñanza religiosa escolar y de los propios colegios y universidades católicas, que deben recibir el apelativo "católicos" si preservan su identidad y no la van edulcorando a medida que adoptan los principios secularizados del mundo (lenguaje vacío y banal: solidaridad, paz, ecologismo, Madre tierra, valores, tolerancia, consenso, etc.). 

¿Cuáles son las líneas de actuación que sostienen lo que se puede llamar "católico"?

-La Iglesia presta una colaboración inestimable con el Estado mediante su oferta educativa, amplísima. Sin ella, difícilmente el Estado podría asumirlo todo. No nos hacen "un favor" con dejarnos nuestras escuelas, colegios y Universidades; prestamos un gran servicio social y no podemos vivir pendientes de las últimas tendencias políticas -del Gobierno de turno- pensando que son ellos los que nos hacen un favor a los católicos. ¿Por qué estamos siempre acomplejados?

jueves, 20 de septiembre de 2012

Virtud del alma (Exhort. a un hijo espiritual - I)

Vamos a comenzar una serie de catequesis, a lo largo de más de un año, con el tratado "Exhortación a un hijo espiritual", de san Basilio Magno. Constituye una educación espiritual y a la vez moral de la persona: virtudes, gracia, pecado, crecimiento.

Los Padres de la Iglesia siguen siendo los grandes pedagogos y educadores.

"Que un único provecho sea el tuyo, hijo mío, si deseas servir a un único Señor y no intentas complacer en tu vida a nadie excepto a sólo a Él; y no te preocupes de otras cosas distintas sino arranca de ti el amor carnal para que este no te quite el temor de Dios. Expulsa de tu alma todo vicio para que puedas conseguir las virtudes del alma.

Escucha, pues, cuál es la virtud del alma y qué grandísima es la ganancia que a ella le ofrece. 

Virtud del alma es amar al Señor y odiar lo que Dios no ama. 

Virtud del alma es perseguir la paciencia y apartarse de la impaciencia. 

Virtud del alma es guardar la castidad tanto del cuerpo como del alma. 

Virtud del alma es despreciar la vanagloria y pisotear todo lo caduco. 

Virtud del alma es ansiar la humildad y abominar de la inflada soberbia. 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

San Juan de Ávila, doctor (VI)

En 1970, el Maestro Ávila fue canonizado. Tal honor, después de muchos siglos, le fue conferido por Pablo VI que pronunció una gran homilía.

Normalmente, las homilías en una beatificación y en una canonización suelen ser una descripción teológica del santo, sin entrar ni en anécdotas ni en posibles leyendas, sino destacando cómo la Gracia de Dios actuó en el santo, cómo el santo respondió a las llamadas de Dios, y de qué manera su vida es un evangelio vivido, con particulares acentos, para una época concreta.

El modelo sacerdotal que hallamos en san Juan de Ávila venía a ayudar a la Iglesia en aquellos momentos post-conciliares, los años setenta, en que se ponía en crisis la identidad y el sentido del ministerio sacerdotal; igualmente, en época de activismo, de confianza en los valores y proyectos pastorales, arrinconando la vida sobrenatural, san Juan de Ávila es maestro de oración y de interioridad para que el apostolado y la evangelización aporten frutos de vida y no simplemente slogans de moda.

San Juan de Ávila es modelo, testigo, referente, para nuestra época por varias razones. Las expondrá Pablo VI en la homilía de canonización (31 de mayo de 1970).


"Venerables hermanos y amados hijos:

Demos gracias a Dios que, con la exaltación del Beato Juan de Ávila al esplendor de la santidad, ofrece a la Iglesia universal una invitación al estudio, a la imitación, al culto, a la invocación de una gran figura de sacerdote.

martes, 18 de septiembre de 2012

Santificación de los profesores

Enseñar es, sin duda alguna, una vocación. Requiere cualidades, preparación, pedagogía, pero también un gran amor que lleva a enseñar y educar. El componente vocacional es muy destacado, y sin él, se podrán transmitir conocimientos, ideas, pero sin pasión, sin vida, sin forjar almas ni inteligencia.

¿De qué manera se santifica un docente, un profesor, un maestro? No únicamente mediante la paciencia un clima a veces adverso ante la autoridad, el estudio, la disciplina de la razón y de las costumbres, sino que se santifica por su forma de enseñar, de estar, de transmitir, de ser testigo, de prepararse.

La tarea docente de tantos maestros y profesores es un modo de santificación en el trabajo, meta ésta que incumbe e incluye a todos, a cada uno de nosotros, según nuestro trabajo o profesión.

En un discurso de Pablo VI a los profesores de enseñanza media podemos ver cómo desarrollar esta tarea y santificarse en ella.


"Hablando a profesores es lícito esquematizar pensamientos, capaces de grandes desarrollos, en párrafos escolares, puramente indicativos. Por tanto, os hacemos tres recomendaciones, superfluas en verdad, para quien las tiene como ley de su espíritu, pero no vanas para quienes, como vosotros, conocen su valor y fecundidad y desean avanzar siempre moralmente.


“Amad vuestra profesión”

Amad vuestra profesión. Queremos decir, vivid con el conocimiento de su excelencia, de su importancia, de su riqueza interior. La elección que habéis hecho de emplear el tiempo y las fuerzas de vuestra vida dedicándoos a la enseñanza, que no esté nunca turbada por la duda, ni tenida como inferior a otras que proporcionan más fáciles ganancias económicas o mayor prestigio social. Vuestra elección es una misión, o más que un oficio; tiene en su dignidad espiritual su mejor recompensa, y está dedicada de lleno a la misteriosa y sublime operación de la transfusión del saber, a la búsqueda inicial de la verdad, de la comunicación incipiente, de la apertura de almas jóvenes al arte del pensamiento, de la memoria, de la palabra, a la primera conquista del patrimonio cultural de la nación, al sentido religioso y al gozo de la fe, vuestra profesión puede reivindicar por sí la nobleza y el mérito de un incomparable e indispensable servicio al hombre, a la sociedad y a la Iglesia.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Salmo 22: El Señor es mi pastor, nada me falta...

El salmo 22 es uno de los más conocidos y de los más queridos por el pueblo cristiano, y hasta de los más musicalizados. ¡Cuántas veces la liturgia lo entona! Es tan rico en su brevedad, que posee múltiples interpretaciones en la Tradición.

    Explica este bien este salmo quién es Cristo y cómo actúa Cristo con cada uno de nosotros. Es el Pastor. Su Corazón es corazón de pastor, de buen pastor. Nada nos falta con Él, porque incluso cuando nos perdemos, Él sale a nuestro encuentro y nos busca, y como nos hemos perdido y estamos cansados,  encontramos el descanso en Él y en su corazón, porque Él “nos lleva sobre sus hombros”. No nos tenemos ni que molestar en andar ni en recorrer un camino de vuelta, porque, cansados, encontramos que Él nos lleva.

    “El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar”. Mientras que el mundo, el demonio y la carne, la carnalidad, lo que nos dan es guerra continua, combate, batalla, el no encontrar sosiego, Cristo es el que se encarga de hacernos recostar; como dice el profeta Ezequiel, hace “sestear a las ovejas”, detalle de cariño, que duerman, que estén tranquilas. El Corazón de Cristo, el corazón del Buen Pastor cuida hasta de esos detalles.

    “Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”. “Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador”, y “del costado traspasado” de Cristo “salió sangre y agua”, y de esa agua bebemos; de esa agua que es el Espíritu Santo: de esa agua que es el agua del Bautismo del Espíritu Santo y que nos renueva. Por eso el salmo recibe un doble sentido, y la liturgia lo ha usado desde los primeros siglos en la noche santa de la vigilia pascual y en los ritos bautismales, porque el sentido es bautismal aunque estemos acostumbrados, casi siempre, a escucharlo en la liturgia exequial. “Me conduce hacia fuentes tranquilas”, y es la procesión, por eso se usa este salmo, la procesión desde hacia el baptisterio, desde la fuente bautismal hasta la mesa (del altar) que el Señor ha preparado. Y en las aguas del bautismo reparaba las fuerzas de los  catecúmenos después del ayuno, la abstinencia, las penitencias de la Cuaresma para disponerse a una nueva vida, una vida cristiana. Esas aguas tranquilas, esas fuentes tranquilas, son las aguas del Bautismo.

    “Me guía por el sendero justo” camino del baptisterio, “por el honor de su nombre”, por la gloria del Señor.

    “Aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo. Tu vara y tu cayado me sosiegan”. Cañadas oscuras de la vida, pero el Señor va con nosotros. Cañadas oscuras del proceso de conversión hasta llegar a la fuente bautismal. ¡La de oscuridades que quedan atrás antes de ser bautizado, antes de ser iluminado por el bautismo! Es el Señor el que va por delante por eso, porque Él va por delante y las ovejas son las que van detrás, nada tememos. Si Él nos lleva, aunque no entendamos, vamos sobre seguro. En medio de la oscuridad de la noche, si hay alguien de tu confianza que va por delante, aunque no haya luz, tú te fías. Sabes que no te vas a caer, que no te va a pasar nada. El Señor camina con nosotros.

  

sábado, 15 de septiembre de 2012

Orar para evangelizar

La nueva evangelización supone horas previas de oración.

El apostolado eficaz es aquel que antes, previamente, ha sido empapado por mucha oración.

El compromiso evangelizador es fecundo si antes se ha sumergido en la oración.

La mejor catequesis es aquella que antes se ha preparado rezando mucho, meditando el tema y pidiendo por quienes lo van a recibir, para que se abran a la fe.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Lenguaje cristiano y lenguajes

Que hemos de evangelizar, está claro; que se está evangelizando, también, a pesar de muchos profetas de calamidades; que la evangelización resulte un éxito en número... ya es otro cantar.

Presentamos a Jesucristo al mundo, lo anunciamos, lo indicamos como Juan Bautista mostrando que Él es la respuesta a las preguntas del hombre, a los deseos de su corazón, a sus búsquedas más profundas y sinceras.

Pero hay dos problemas (entre otros).

El primer problema es que ofrecemos respuestas a interrogantes y preguntas que nadie se ha cuestionado y que, por tanto, nadie nos ha hecho. Si no se preguntan, si no buscan, ¿cómo van a necesitar las respuestas que les damos? La generación actual -con frutos de deseducación en las aulas y en la tv- está anestesiada contra todo, viviendo en un sopor, sin buscar nada más que lo inmediato y relegando a la nada lo más noble y las búsquedas más existenciales. Les proponemos respuestas: pero jamás se han atrevido a formular sus propias preguntas. 


El segundo problema sería el lenguaje. Hay un lenguaje cristiano específico, fruto de una cultura cristiana, una Tradición, una liturgia, que expresan contenidos vitales y salvíficos. Pero el lenguaje muchas veces es incomprensible para quien lo oye, entre otras cosas, porque no ha sido iniciado en él. ¿Alguien hoy, educado según los últimos planes educativos, sabe leer un retablo con escenas bíblicas? No. Pues lo mismo ocurre en el ámbito del anuncio. Oyen la palabra "amor", pero ya en su inteligencia la tienen traducida a simple sentimiento o emoción libre, de usar-tirar; oyen la palabra "paciencia" que es activa, diligente y recia, y la entienden como "resignación". Oyen la palabra "pecado" y sin ver su dramatismo originario, la interpretan como algo que está prohibido arbitrariamente y que no tiene maldad en sí mismo, sino que es fruto de un consenso que declara algo "malo" o "bueno".

Pero el problema del lenguaje cristiano y su comunicación es más amplio: por ejemplo, hoy el gran medio es la tecnología, Internet -aquí estamos como ejemplos vivos- con un lenguaje propio, inmediato.

Con las palabras del Papa al Pontificio Consejo de la Cultura, reflexionemos sobre el problema del lenguaje cristiano.

martes, 11 de septiembre de 2012

San Juan de Ávila, doctor (V)

Un año antes de la canonización, el 18 de abril de 1969, el papa Pablo VI dirigió un discurso en una audiencia a los obispos españoles (de la Comisión pro-canonización) mostrando la grandeza y la actualidad de san Juan de Ávila.

 ¿Quién es san Juan de Ávila?

                  Es el modelo de evangelizador, de catequista, de maestro de las almas, de orante.

¿Su condición, su estado de vida?

                 Sacerdote diocesano.

¿Su pasión?

               ¡Jesucristo!

¿Su gran modelo?

                El fuego apostólico de san Pablo.

Sus múltiples facetas nos desvelan a un hombre de Dios, de una finísima sensibilidad para captar la situación de su época, las necesidades pastorales, y ofrecer respuestas claras. Él amasó su vida -él dirá que "templó" su vida- en mucha oración y en el deseo de ganar siempre almas para Cristo: esa era su inquietud al predicar en iglesias por toda Andalucía, en conventos, en plazas, durante sus misiones populares.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Limitaciones del uso de "Pueblo de Dios"

Hemos dedicado ya varios artículos / catequesis a explicar cómo y porqué, en qué sentido y qué valor tiene la categoría teológica de "Pueblo de Dios" aplicada a la Iglesia. Sus valores son indudables, ya los vimos y los citamos ampliamente. Pero posee también sus límites:

1. Pueblo de Dios es una imagen de la Iglesia que debe complementarse con otras: Iglesia Sacramento, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu. Cada una de ellas posee matices y todas englobadas expresan el Misterio de la Iglesia. Una sola de ellas, aislada, mutilaría la comprensión de la Iglesia misma.

2. El segundo límite es el uso que se le ha dado a la categoría "Pueblo de Dios" en el lenguaje común; se ha pretendido ver en ella una expresión que señalase una radical igualdad de todos en la base, una secularización de su ser sobrenatural tomando a la Iglesia como un grupo mirado y valorado sólo sociológicamente, y, por último, introduciendo la idea de una democracia interna de la Iglesia, donde todo debe ser elegido por todos democráticamente.


Por ello, al decir Pueblo de Dios debemos tener cuidado para saber qué va a entender el oyente o interlocutor. Y al emplearla, hacerlo con el contenido real que posee, siguiendo a la Constitución Lumen Gentium, complementando "Pueblo de Dios" con las imágenes de Cuerpo de Cristo, Esposa de Cristo, etc.

Tras el Concilio se manifestaron dos tendencias fundamentales:


domingo, 9 de septiembre de 2012

Estudiar es un trabajo (¡para jóvenes!)

Cada uno se santifica, ante todo y sobre todo, en las obligaciones propias de su estado, en el desempeño de su propio trabajo, cuando se hace en presencia de Dios, con la mayor perfección posible, y con miras sobrenaturales, es decir, para gloria de Dios.


Para los jóvenes, ya sea en la etapa de Secundaria, ya sea en la Universidad, así como para otras personas dedicadas a la investigación y la docencia, estudiar es un trabajo. Requiere el ejercicio de distintas virtudes y un deseo real de aprehender, es decir, comprender y abarcar lo que se estudia, hacerlo suyo, desarrollarlo. Es mucho más que memorizar para luego volcarlo en un examen. El estudio es un trabajo paciente, formativo, que da fruto muchísimo más tarde, cuando esos conocimientos hay que aplicarlos en la vida, en la profesión.

¿Cómo estudiar? ¿Para qué estudiar? ¿Qué debe guiar el estudio?

Y además, ¿cómo santificarse en las horas de estudio, entre libros, folios, fichas, ordenador y biblioteca?

sábado, 8 de septiembre de 2012

Información variada

Hoy no hay catequesis en este blog. Hay mera comunicación humana con esta comunidad católica virtual.

Me preguntasteis el porqué de la mudanza e incluso alguien pedía, citando el Evangelio, "que no os dejara huérfanos". Huérfanos no os dejaré, hay muchas catequesis programadas ya, pero sí es cierto que tengo un nuevo ritmo en el ministerio y unas nuevas tareas.

¿Cuáles? Las enumero sin comentar.


viernes, 7 de septiembre de 2012

Brilla el misterio de la Cruz (XVI)

"El nuevo Rey
de los siglos nuevos
Cristo Jesús,
sólo Él
llevó sobre sus espaldas
el poder y la majestad
de la nueva gloria:
la Cruz,
como dice el profeta:
Rey es el Señor
desde el madero"

(Tertuliano, Adv. Marc. III, 19).

jueves, 6 de septiembre de 2012

Evangelizar, siempre evangelizar

A un mes de empezar el Año de la Fe, y rogando al Señor por sus frutos para todos, vamos a acudir a un discurso del papa Benedicto XVI sobre la evangelización.


Estamos empeñados en una nueva evangelización. Ésta en modo alguno supone un rechazo a la primera evangelización de la que somos hijos y frutos, sino un vigor y un impulso nuevo para evangelizar a las generaciones actuales, hijas de la post-modernidad, al menos en Europa, que están de vuelta del cristianismo. Conocen de él algunos rasgos y algunas costumbres, participan de las fiestas cristianas que han marcado la cultura occidental, pero creen conocer el cristianismo sólo por esos datos aislados e inconexos y lo valoran como superfluo, insignificante para la propia vida.

¿El cristianismo tiene hoy algo que decir al hombre contemporáneo? ¿Puede ofrecerle algo real y valioso? ¿Incidir en sus vidas? A ellos va destinada esta nueva evangelización -de que la que tanto se habla, que tantos balbuceos conlleva- y también a tantos que, siendo como somos católicos, vamos conformando el cristianismo a nuestra medida y a nuestra rutina, apagando su fuego para que no nos provoque. Lo hemos ido domesticando en tantas ocasiones que nosotros mismos hemos de redescubrirlo.

Esta nueva evangelización y este celo evangelizador, pastoral, debe prender como una gran llamarada pentecostal entre nosotros, en nuestras parroquias y diócesis, en las almas de los hijos fieles de la Iglesia.

Falta, seguramente, acertar con los caminos, modos y métodos; falta asimismo ser consciente de que no basta poner la etiqueta "nueva evangelización" a cualquier charla o conferencia, a cualquier acción pastoral (las mismas de siempre) para afirmar que ya estamos realizando esta nueva evangelización. Es un camino aún por recorrer y que aún está por definirse y trazarse de manera eficaz, concreta. Pero, sin duda, la nueva evangelización es la clave para comprender y desarrollar la acción eclesial en este siglo.

martes, 4 de septiembre de 2012

Conocimiento y amor del teólogo

Las plenarias en Roma de la Comisión Teológica Internacional son ocasiones únicas para encontrarnos perlas preciosas en los discursos que el Santo Padre dirige a los participantes.

En este caso, Benedicto XVI dirige un discurso centrado en el conocimiento y el amor del teólogo, y con él se puede afirmar que el teólogo es un enamorado de Dios. Tal cual.

El conocimiento del teólogo le lleva a amar más al Misterio que se da, y el amor que ya posee en su corazón le impulsa a conocer mejor a Aquel a quien ama y por Quien es amado. Conocimiento y amor unidos en la investigación teológica y en su reflexión, respetando la estructura de la teología y su estatuto, profundizando, avanzando y también, ¡cómo no!, contemplando.

"Quien ha descubierto en Cristo el amor de Dios, infundido por el Espíritu Santo en nuestro corazón, desea conocer mejor a Aquel por quien es amado y a quien ama. Conocimiento y amor se sostienen mutuamente. Como afirmaron los Padres de la Iglesia, quien ama a Dios es impulsado a convertirse, en cierto sentido, en un teólogo, en uno que habla con Dios, que piensa sobre Dios y que intenta pensar con Dios; al mismo tiempo, el trabajo profesional de teólogo es para algunos una vocación de gran responsabilidad ante Cristo, ante la Iglesia. Poder estudiar profesionalmente a Dios mismo y poder hablar de ello —contemplari et contemplata docere (Santo Tomás de Aquino, Super Sent., lib. 3, d. 35, q. 1, a. 3, qc. 1, arg. 3)— es un gran privilegio. Vuestra reflexión sobre la visión cristiana de Dios podrá ser una valiosa contribución tanto para la vida de los fieles como para nuestro diálogo con los creyentes de otras religiones y también con los no creyentes. De hecho, la misma palabra «teo-logía» revela este aspecto comunicativo de vuestro trabajo: en la teología intentamos comunicar, a través del «logos», lo que «hemos visto y oído» (1 Jn 1, 3). Pero sabemos bien que la palabra «logos» tiene un significado mucho más amplio, que comprende también el sentido de «ratio», «razón». Y este hecho nos lleva a un segundo punto muy importante. Podemos pensar en Dios y comunicar lo que hemos pensado porque él nos ha dotado de una razón en armonía con su naturaleza. No es casualidad que el Evangelio de san Juan comience con la afirmación: «En el principio estaba el Logos... y el Logos era Dios» (Jn 1, 1). Por último, acoger este Logos —este pensamiento divino— es también una contribución a la paz en el mundo. De hecho, conocer a Dios en su verdadera naturaleza es también el modo seguro para asegurar la paz. Un Dios al que no se percibiera como fuente de perdón, de justicia y de amor, no podría ser luz en el sendero de la paz.
Dado que el hombre tiende siempre a relacionar sus conocimientos entre sí, también el conocimiento de Dios se organiza de modo sistemático. Pero ningún sistema teológico puede subsistir si no está impregnado del amor a su divino «Objeto», que en la teología necesariamente debe ser «Sujeto» que nos habla y con el que estamos en relación de amor. Así, la teología debe alimentarse siempre del diálogo con el Logos divino, Creador y Redentor. Además, ninguna teología es tal si no se integra en la vida y en la reflexión de la Iglesia a través del tiempo y del espacio. Sí, es verdad que, para ser científica, la teología debe argumentar de modo racional, pero también debe ser fiel a la naturaleza de la fe eclesial: centrada en Dios, arraigada en la oración, en una comunión con los demás discípulos del Señor garantizada por la comunión con el Sucesor de Pedro y todo el Colegio episcopal.

lunes, 3 de septiembre de 2012

San Juan de Ávila (IV)

A los santos no se les reza únicamente, es decir, la devoción a los santos no es exclusivamente rezarles en nuestras necesidades. Esa exclusividad -sólo pedirles- degenera muchas veces en superstición, en una religiosidad muy infantil, incapaz de acercarse a Cristo y a la vida sacramental.

 
 La verdadera devoción a los santos es rezarles con amistad, encomendándoles nuestras intenciones, así como leer sus vidas y ver en ellos la acción de Dios a lo largo de sus biografías, y, por último, leer sus escritos si los tienen para imbuirnos de su doctrina.

Con san Juan de Ávila, ya cercana la proclamación de su doctorado, podríamos muy bien crecer en amistad con él y tomar sus obras entre nuestras manos: será una enseñanza fecunda, iluminadora.

La Conferencia episcopal española, en su Mensaje del año 2000, nos invitaban a ello:

"Conocerlo y amarlo

            Muchas más facetas podríamos evocar de la vida y enseñanza de San Juan de Ávila. Las indicadas bastan para comprobar la calidad de su doctrina y la actualidad de su mensaje y testimonio. Queremos con estas sugerencias animaros a todos a leer sus escritos y orar con ellos. Ahí encontraréis la riqueza y hondura de un clásico. A las editoriales y revistas católicas les pedimos la difusión de la figura y obras del Maestro Ávila. Invitamos a las Facultades de Teología a que promuevan cursos monográficos y trabajos de investigación en torno a sus obras. Y asimismo a los especialistas en literatura, historia y otras áreas del saber, para que, en un trabajo interdisciplinar, descubran y den a conocer las diversas facetas de este autor tan relevante de nuestro privilegiado siglo XVI. Desde la Conferencia Episcopal queremos impulsar su conocimiento con una nueva edición de sus obras y la celebración de un Simposio.
 

domingo, 2 de septiembre de 2012

No estamos solos

La soledad se ha convertido en uno de los grandes problemas de nuestra época, el escollo insuperable de la felicidad. Nunca como hoy el hombre ha estado más informado (la radio, la televisión, prensa, cine), nunca mejor comunicado (teléfono, FAX, Internet) y sin embargo, jamás tan aislado. Viviendo en pisos pequeños, como celdas de abejas, en bloques amontonados, y, sin embargo, desconocidos unos de otros. El hombre de nuestro tiempo tiene una soledad profunda, su ser más íntimo es incomunicable, ¿con quién expresarse? ¿con quién hablar? ¡Pero si hoy nadie tiene tiempo para nadie! ¿Quién se interesa por el otro, y está dispuesto a escucharlo y amarlo y cargar con sus problemas? El hombre se siente solo, aunque esté muy acompañado; el hombre está incomunicado aunque esté rodeado por muchos.


Jesucristo es la salvación para el hombre. Jesucristo sabe lo que es la soledad -como en el huerto de Getsemaní, en su agonía-, comprende el corazón del hombre y he aquí la gran noticia: Jesucristo rompe la soledad del hombre, porque se hace presente en la vida de cada hombre, y transforma la soledad en amor y comunión con Él. El salmo 23 (22) es un salmo que habría que aprenderse de memoria: “El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace recostar”. Jesucristo es el Buen Pastor, el Señor que cuida de sus hermanos, sus ovejas, y las lleva adonde hay alimento, conduce a sus hermanos, los cristianos, “hacia fuentes tranquilas” y es Él, Cristo Jesús, el que hoy, al hombre solo y cansado, que piensa que nadie se interesa por él, “repara mis fuerzas”, como hizo con los dos descorazonados de Emaús (cf. Lc 24).
 
En esa soledad profunda, donde pensamos que no le importamos a nadie, que nadie se preocupa de nosotros, Jesucristo se hace presente y destruye esa soledad que lleva a la muerte, a la destrucción. En la vida de la persona que sufre esa soledad profunda del corazón, el mismo Cristo se hace presente y la consuela, y la conforta, y la alimenta. ¡Cristo cercano! ¡Cristo Buen Pastor! ¡Corazón misericordioso!
 
Incluso cuando atravesamos una fuerte crisis, un túnel sin salida, en el dolor, o la enfermedad, o la angustia, Jesucristo, Buen Pastor, está ahí porque “aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan”. Cristo Jesús va delante de ti: no lo sientes, ni lo ves, metido como estás en la cañada oscura, en el hondo valle, pero Jesucristo, el Buen Pastor (cf. Jn 10) va delante de ti, va abriendo camino; sigue, pues, sus huellas, confía que en tu oscuridad y agobio y dolor, Jesucristo está pasando, y va delante de ti y te enseña la salida de esa cañada oscura hasta llegar a “los prados de fresca hierba” donde reponerte y descansar, hasta que el Señor por “su bondad y misericordia” te haga “habitar en la casa del Señor por años sin término”.