domingo, 31 de mayo de 2015

La caridad misionera (de María)

A imagen de María en el misterio de la Visitación, la Iglesia busca por todos los medios y siempre, llevar a Cristo a los demás, para que el hombre contemporáneo, perdido, secularizado, exulte de gozo al reconocer la Presencia de quien realmente llena la vida.


Es una caridad que se puede denominar misionera, ya que la caridad no es meramente asistencial, sino ese mayor amor que procura entregar el mayor Bien, Jesucristo.

La Visitación de la Virgen María es modelo eximio de evangelización y misión, movidos por la caridad.

sábado, 30 de mayo de 2015

Plegaria: deleitarse en Cristo

Donde está nuestro tesoro, allí está nuestro corazón. En lugar de desparramarse y perderse, el corazón busca donde volcarse por completo. Su tesoro es Cristo, y allí debe tender y deleitarse en Él, glorioso y vivo, presente, sin atarse ni detenerse en las criaturas.

El deseo del alma debe ser Jesucristo para que el corazón esté sosegado, consolado, feliz. Las criaturas de una forma u otra, cansan y alborotan, y dejan vacío en mil ocasiones.



Sólo Cristo colma el deseo profundo de la persona.

Así oramos hoy con la plegaria de san Juan de Ávila, doctor de la Iglesia, permitiendo que su doctrina nos forme también a nosotros hoy.



Deleitarse en Cristo y no en las criaturas


            ¡Soberano Señor, y cuán sin excusa has dejado la culpa de aquellos que, por buscar deleite en las criaturas, te dejan y te ofenden, siendo los deleites que hay en ti tan considerables, que si todos los de las criaturas se juntasen en uno solo, serían verdaderamente hiel en comparación de ellos!
 

jueves, 28 de mayo de 2015

Criterio de catolicidad

Serán muchos los criterios para discernir si algo es "católico" (universal, integrador) o no es católico más que en el nombre. Pero entre estos criterios, hay uno de ellos que merece ser destacado para luego confrontar actuaciones tanto personales como comunitarias.

Este criterio es verificar la apertura o la cerrazón del corazón a la totalidad de la Iglesia; confrontar si el camino que lleva toda la Iglesia, su enseñanza, su vida, los puntos que se resaltan para todos por parte del Magisterio de la Iglesia y del Papa, son asumidos gozosamente y marcan la ruta, o si por el contrario, mientras la Iglesia va caminando, alguien o una comunidad cristiana siguen encerrados en sí mismos, caminando al margen o en dirección contraria a toda la Iglesia -sin juzgar la buena voluntad-.
A veces nos quedamos anclados en un pasado reciente, con un lenguaje propio de otra época (piénsese, por ejemplo, en el lenguaje de los años setenta), con intereses pastorales que son de otro tiempo pero que ya no responden al presente... y la Iglesia, presidida por Pedro, atenta a la voz del Espíritu Santo, ha avanzado, progresado, revisado, señalado otros campos para evangelizar, templado excesos y animando en una renovación más en profundidad. 

Criterio de catolicidad seguro es ver si cada cual, si cada Iglesia particular, movimiento, parroquia, etc., caminan con la Iglesia o se han cerrado en sí mismos, hablando, actuando, como hace cincuenta años, recién acabado el Concilio Vaticano II, por señalar una fecha de referencia entre otras posibles.

miércoles, 27 de mayo de 2015

La Confirmación - Mistagogia y síntesis final

Es importante, en vistas a tener las ideas claras y erradicar confusiones, que la mistagogia, es decir, la explicación teológica y espiritual de los ritos, oraciones y signos de la liturgia, se haga y se transmita en catequesis.

La liturgia no es complicada ni extraña ni fría ni irracional. Es cuestión de conocerla, ser adentrados en ella, y entonces impregna nuestra existencia y nos abre su universo simbólico llenando el alma.


El rito sacramental de la Confirmación, que es sencillo, contiene en su brevedad momentos, ritos y gestos distintos, que en numerosas ocasiones no son explicados, sino que simplemente, se ensaya para un desarrollo más o menos correcto, e insistiendo en lo periférico y secundario (tales como las ofrendas o las moniciones), en lugar de ayudar a vivir en toda su plenitud, la parte sacramental.

Esta parte sacramental se desarrolla así:

-Aleluya y Evangelio
-Presentación de los candidatos al Obispo por parte del párroco o catequista
-Homilía
-1) Renovación de las promesas bautismales
-2) Oración del Obispo con la imposición de las manos
-3) Crismación en la frente, con la señal de la cruz, a cada confirmando
-Oración de los fieles.

lunes, 25 de mayo de 2015

Realmente, ¡resucitó!

Flaco favor hicieron quienes quisieron explicar la resurrección del Señor como un fenómeno subjetivo de los apóstoles. 

Dirán que el Señor "resucitó" en sus espíritus, o que resucitó en las palabras de los discípulos. Se convencieron que Jesús tenía razón en su mensaje y salen a predicar atribuyendo la resurrección al convencimiento de los apóstoles. 

Dirán que el Señor no resucitó y se les apareció y comieron con Él, sino a una experiencia interior, casi un fenómeno de psicología colectiva, que viendo la fuerza del mensaje, se convencieron de que este mensaje estaba vivo. 

Pero, ¿es esto realmente lo que dice el Nuevo Testamento? ¿Se imaginaron subjetivamente, con la imaginación, que el Señor estaba vivo porque su mensaje era válido?

Se ha negado la realidad corporal e histórica de la Resurrección (histórica, porque aconteció en la historia, en un día concreto) y se ha difuminado como un dato que "sintieron" los Apóstoles; entonces Jesús vivió "en la causa del Evangelio y de los pobres". 

domingo, 24 de mayo de 2015

Catequesis básica sobre la oración

La oración lo es todo para la vida cristiana; sin oración, simplemente, "no somos".

La oración nos ancla en Cristo y así ninguna corriente nos arrastra.


La oración nos permite la comunicación con Cristo, el encuentro personal con Él, que transforma la vida, sin encerrarse en uno mismo, como un simple análisis psicológico de la propia persona.

La oración hace que crezcamos y crece todo con nosotros: nuestros deseos, nuestros apostolados, aquellos que están unidos a nosotros por la Comunión de los santos.

La oración es el camino de la santificación y del seguimiento de Cristo.

sábado, 23 de mayo de 2015

Tal es la gracia del Espíritu

"Tal es la gracia del Espíritu:

si halla abatimiento, lo disipa;

si encuentra malos deseos, los consume;

si halla temor, lo desecha

y no permite que hombre alguno participe en lo sucesivo de éste,

sino que, como transportado al cielo, hace que contemple todas las cosas de allí"

(S. Juan Crisóstomo, In Io., Hom. 75,5).

jueves, 21 de mayo de 2015

La 8ª conferencia teresiana: ¡Criterios de discernimiento!

La vida cristiana es un ejercicio diario de discernimiento, para las pequeñas cosas, cotidianas, como también para las grandes elecciones, extraordinarias.


¿Qué es discernir?

¿Y de qué forma santa Teresa puede enseñarnos a discernir?

Estos son los temas abordados en esta 8ª conferencia teresiana que he pronunciado el pasado 15 de mayo, como aportación a este Año jubilar teresiano.

La tenemos en la web de mi diócesis, gracias a la Delegación de Medios de Comunicación:



martes, 19 de mayo de 2015

La Confirmación - Mistagogia del Crisma y la crismación

El buen olor de Cristo es perfume, ungüento. "¡Correremos tras el olor de tus perfumes!", decía la esposa del Cantar de los Cantares. Su olor es delicioso, un olor que atrae por amor y lleva a la vida; el pecado y la muerte no tienen perfume, sino un hedor que repugna.


Aquí el santo Crisma es la materia del sacramento. De nuevo el aceite, santificado por la oración del Obispo junto con su presbiterio en la Misa crismal, la Misa de bendición de los óleos en la mañana del Jueves Santo. El aceite, por sus cualidades, incluso por su color y olor, mezclado además con bálsamo y aromas, es un instrumento precioso de la Gracia del Espíritu Santo.

Sabemos el santo Crisma es venerado: se guarda con todo honor y respeto -así lo definían los antiguos Pontificales- en el baptisterio, en una urna, o arqueta. Desde luego el santo Crisma no se ofrece "simbólicamente" en una procesión de ofrendas de una Misa cualquiera, ni otros inventos tan creativos. Es materia sacramental que tiene el máximo rango después del Santísimo Sacramento.

Ahora el Obispo, con el santo Crisma, este bendito aceite con perfumes, va a sellar a cada confirmando trazando en su frente la señal de la cruz. Tanto la forma de hacerlo del obispo, despacio, expresivamente, como la clara conciencia y respuestas del confirmando ("Amén", "Y con tu espíritu"), hará que este momento no pase desapercibido, sino sacramentalmente elocuente.

lunes, 18 de mayo de 2015

Resucitar entra en la justicia divina

Dios es justo, tremendamente justo, la justicia misma. En la resurrección del último día, unos recibirán una resurrección de vida y otros una resurrección de juicio y condenación, según sus obras. Son palabras del Señor (Jn 5,39). Simplemente, porque Dios respeta lo que cada cual va eligiendo en su vida, el bien o el mal, el pecado o la gracia, y es consecuente con esa elección libre del hombre.

La resurrección para la vida es la consecuencia de vivir en Cristo cada jornada; la resurrección para la condenación es la consecuencia de apartarse de Cristo cada día más lejos y seguir los impulsos y desatinos de nuestra mentalidad carnal.

¿Es posible la resurrección misma, el hecho de resucitar?  Uno de los argumentos patrísticos es el cosmológico: se ve en la misma naturaleza y su ciclo de vida donde las semillas han de pudrirse en tierra para luego resurgir en flores, plantas y frutos. 

Así, una mala semilla brotará para la muerte, pero lo que hayamos sembrado de bien y de bueno y de bello y de verdadero resucitará -nuestro propio cuerpo resucitará- para la vida

sábado, 16 de mayo de 2015

Tarea pastoral o evangelizadora de la teología

La teología, con todo el rigor científico que se quiera, y el método riguroso que debe emplear, supera los límites academicistas que a veces la encierran y se convierte, realmente, en una "ciencia de Dios" o "discurso sobre Dios", para la vida, para el anuncio, para la pastoral y la vida cristiana.


En este sentido, la teología siempre es una ciencia viva y posee, por su propia naturaleza, un carácter pastoral porque edifica la Iglesia y contribuye al bien de las almas. 

El teólogo estudia, investiga, reflexiona, escribe y enseña, cumpliendo no sólo una labor docente importantísima, sino recibiendo una misión de la Iglesia, con alma pastoral. Sus palabras y sus escritos reciben un sabor distinto cuando el teólogo no piensa en los círculos reducidos del debate teológico o académico, sino en llegar a todos, en ayudar a todos a crecer en su reflexión y en su vida cristiana. Por eso no es una ciencia aséptica, fría, sino una realidad dinámica, necesaria para la vida de la Iglesia y de las comunidades cristianas.

viernes, 15 de mayo de 2015

El salmo 24


                Es cada vez más imprescindible y necesario que los católicos tengan un nivel de formación lo más alto posible, para no ser, en el mal sentido de la expresión, “unos beatos”, que sólo saben recitar oraciones con los labios casi para cumplir, sino católicos que tengan un nivel doctrinal y una claridad de ideas y razonamientos, que les lleven a situarse en el mundo y dar respuesta y dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza, y al mismo tiempo, con esa formación doctrinal seria, poder acercarse con mayor amor al misterio de Dios.


                Es lo que vamos haciendo, lo que pretendemos hacer, mediante la catequesis [de la Misa diaria] sobre los salmos, para que podamos orar con los salmos que constantemente se emplean en la liturgia, pero orarlos sabiendo interpretarlos, sacándoles jugo, conociendo las Escrituras.

                El salmo de hoy, el salmo 24, es de los salmos suaves, sapienciales; son reflexiones sobre la sabiduría y el deseo de la sabiduría para situarse y caminar en la vida. Un salmo delicioso. 

                    Dice el salmo 24:

jueves, 14 de mayo de 2015

La Confirmación - mistagogia de la cruz en la frente

El momento culminante del sacramento de la Confirmación sucede cuando el obispo signa en la frente con la señal de la cruz, marcando la frente con el santo crisma, a las palabras "N., recibe por esta señal el don del Espíritu Santo".

La cruz, trazada con crisma santísimo en la frente, es el sello del alma, la marca indeleble que nadie podrá borrar.


Más aún, sabemos que el Espíritu Santo viene por la cruz, pues del costado abierto del Salvador sale sangre y agua y entrega su Espíritu. De la cruz brotan los ríos de agua viva que santifican dando fecundidad. Y el Espíritu da testimonio de ello.

Con el santo crisma se comunica el Espíritu Santo, pero esto ocurre con la cruz trazada en la frente del confirmando. ¿Acaso hay Don que no venga por la Cruz?


"C. Se traza a continuación sobre la frente el signo de la cruz. Es el signo de Jesucristo, signo bajo el cual volverá un día. Es de nuevo un signo de apropiación, el gesto significa una entrega de sí a Cristo, tal como se había prometido antes con las promesas renovadas.

martes, 12 de mayo de 2015

Jesucristo es Señor del Espíritu

La Unción de Cristo, permanente, lo ha constituido en Señor del Espíritu, el Santificador, cuya humanidad glorificada por el Espíritu se convierte en una fuente eterna para nosotros, que, por medio de Él, recibimos el Espíritu Santo.


Su santísima humanidad fue ungida en su concepción, al ser cubierta la Virgen María por la sombra y rocío del Espíritu; su santísima humanidad fue ungida en el bautismo en el Jordán y en su santa Resurrección. Para nosotros, una fuente de vida perenne.

Él es Ungido y recibe el Espíritu en su humanidad en vistas a nuestra salvación, siempre en nuestro favor.

domingo, 10 de mayo de 2015

Enseñanza, catequesis y caridad, dedicación de san Juan de Ávila



            San Juan de Ávila se muestra como un buen pedagogo y un gran catequista. Compuso catecismos y canciones para que niños y jóvenes aprendieran más fácilmente la doctrina cristiana. Repite en distintos lugares que la ignorancia siempre engendra males, y por tanto hay que inculcar letras y virtud.




            Además de la catequesis a niños y jóvenes, con medios pedagógicos adaptados (pero siempre con doctrina) y siendo él mismo catequista, erige colegios, para formar cristianos y que de ahí puedan salir también buenos sacerdotes, buenos pastores para el pueblo cristiano. Son 15 los colegios que organizó. Cuando se vio ya mayor entregó todos esos colegios a la Compañía, menos la universidad de Baeza.

            Educar en la fe, instruir cristianamente, estaba como un fuego inextinguible en el alma sacerdotal de san Juan de Ávila. Pero la catequesis en cuanto instrucción y enseñanza de la fe debe ser igualmente una pasión sacerdotal, cuidando la catequesis y a los propios catequistas en las parroquias. El sacerdote es el primer catequista de su parroquia, como el Obispo es el primer catequista de la diócesis

           Una parroquia crece si hay vitalidad en la catequesis, no sólo de niños y jóvenes, sino igualmente de adultos, de matrimonios, de los mismos catequistas, y el sacerdote es su catequista primero, que expone los misterios de la fe, clara, razonadamente, con fundamento. La gran ignorancia religiosa hoy entre los mismos católicos supone una catequesis que tal vez sea deficiente en los contenidos, pobre en doctrina, atenta sólo a la pedagogía y a la dinámica de grupo.

sábado, 9 de mayo de 2015

La Confirmación - Mistagogia de la imposición de manos

Con la plegaria que el obispo recita, suplicando los siete dones del Espíritu Santo sobre quienes van a ser ungidos-crismados, el obispo impone las manos sobre todos.


Pero, además, al crismar a cada uno, pone la mano en la cabeza y con el dedo pulgar empapado en crisma, traza la señal de la cruz: "N., Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo".

La imposición de manos es un gesto litúrgico elocuente: transmite algo, cubre con algo. Del obispo pasa el Espíritu Santo al receptor; el confirmado, además, es cubierto con la mano, como una nueva nube del desierto, que es el Espíritu Santo.

Es un signo litúrgico elocuente, expresivo, que merece su mistagogia correspondiente, es decir, la introducción a su forma y al significado que encierra.


"3. A. Por último, está la confirmación misma, dada a cada uno. Comienza cuando cada uno es llamado por su nombre. Delante de Dios, no formamos una masa. Por eso los sacramentos nunca se dan colectivamente, sino individualmente. Para Dios, cada uno de nosotros tiene un rostro ante Él, su nombre ante Él. Dios se dirige a nosotros personalmente.

Nosotros no somos ejemplares intercambiables de un mercadillo; somos amigos -conocidos, queridos, amados. Nadie es superfluo, nadie es una simple casualidad. Esto es lo que debería, en el momento de esta llamada, de ir derecho al corazón: lo que Dios quiere, es a mí. ¿Qué quiere de mí?

viernes, 8 de mayo de 2015

Magisterio: sobre la evangelización (XXVII)

El Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización, erigido por Benedicto XVI, asume una serie de tareas a tenor de la Carta Apostólica Ubicumque et semper. Estas tareas, asignadas en el art. 3 de la Carta, pueden ser perfectamente y para todos, un horizonte hacia el cual caminar y dirigirnos todos.

"Entre las tareas específicas del Consejo se señalan:

1. profundizar el significado teológico y pastoral de la nueva evangelización;

2. promover y favorecer, en estrecha colaboración con las Conferencias episcopales interesadas, que podrán tener un organismo ad hoc, el estudio, la difusión y la puesta en práctica del Magisterio pontificio relativo a las temáticas relacionadas con la nueva evangelización;

3. dar a conocer y sostener iniciativas relacionadas con la nueva evangelización organizadas en las diversas Iglesias particulares y promover la realización de otras nuevas, involucrando también activamente las fuerzas presentes en los institutos de vida consagrada y en las sociedades de vida apostólica, así como en las agregaciones de fieles y en las nuevas comunidades;

4. estudiar y favorecer el uso de las formas modernas de comunicación, como instrumentos para la nueva evangelización;

5. promover el uso del Catecismo de la Iglesia católica, como formulación esencial y completa del contenido de la fe para los hombres de nuestro tiempo".
 

miércoles, 6 de mayo de 2015

Lo que esperamos de la Santa Misa (I)


Una parte importante de las oraciones sobre las ofrendas se dirige a implorar de Dios el fruto que se espera de esta Eucaristía celebrada. Así como antes se nos educó en la forma litúrgica de vivir, muy lejos de la secularización reinante en la liturgia (dignamente, con reverencia, con amor, servicio sagrado…), así ahora esta oración super oblata educa para saber, conocer y reconocer el para qué se celebra el sacrificio eucarístico, los fines que se suplican a Dios.





La liturgia sacramental de la Iglesia no existe, desde luego, para reforzar la conciencia de grupo, o de pertenencia a una Asociación; tampoco el fin de la liturgia es propiamente instructivo o didáctico, para inculcar valores, ideas o compromisos, como si fuera una eterna catequesis, una monótona exposición; tampoco es una terapia para sentirnos bien con nosotros mismos, buscando valores y equilibrio. Estos elementos, aunque estén muy extendidos, se sitúan bien lejos de lo que es la liturgia de Cristo y de la acción que Dios realiza –Dios, no nosotros mismos, porque Dios es el centro y protagonista de la liturgia-.


Conscientes entones de lo que es la liturgia, obra de Dios, al celebrar la Santa Misa se le implora que nos conceda unos determinados fines o efectos sacramentales, esperando que la gracia del sacramento transforma nuestra existencia por completo.


            1. Purificación y renovación

El hombre nuevo, redimido por Cristo, se va a ir caracterizando por tener un corazón nuevo y un espíritu nuevo.

No faltan las adherencias y restos de nuestros pecados, ni en esta vida terrena y peregrina va a faltar la concupiscencia que, como un peso, nos arrastra hacia donde no queremos y nos dificulta llegar adonde sí queremos.

lunes, 4 de mayo de 2015

El amor a la Iglesia sin hipercrítica

Sabemos cómo, durante bastantes años, el amor a la Iglesia se vio disminuido en nombre del "falso profetismo" que arrogándose una función y un carisma populista, se dedicaba a contestar al Magisterio de la Iglesia, a cuestionar la enseñanza de la Iglesia y desprestigiarla, saliendo a la palestra pública, en diferentes medios de comunicación. Eran falsos teólogos, falsos pastores, lobos con piel de cordero.

Una oleada de disenso se extendió. Cualquiera afirmación de la Iglesia, del Papa o de los obispos, se veía inmediatamente refutada en público con voces airadas, llenas de arrogancia, no exentas de amargura. Un momento especialmente crudo ocurrió en 1968, cuando Pablo VI publicó su encíclica "Humanae vitae"; pero también volvió a ocurrir con Juan Pablo II, con presuntos teólogos firmando manifiestos, con grupúsculos que se autoconsideraban depositarios del espíritu evangélico, interlocutores válidos y únicos del Concilio Vaticano II al que aplicaban su hermenéutica y alardeaban del "espíritu del Concilio", al margen de sus textos y documentos conciliares.

La Iglesia era mirada con recelo. Se le oponía -¡con lenguaje y claves marxistas!- las bases, se hablaba de una "Iglesia popular", se desligaba del vínculo de comunión con Pedro. La ortodoxia se suplió por la praxis; la liturgia devino celebración meramente humana de sí misma, con un antropocentrismo reductor; la catequesis dejó de ser transmisión de la fe para ser grupos de reflexión y análisis social, y de trabajo afectivo mediante los sentimientos y la experiencia personal, convertida en criterio de todo.

Pero jamás el disenso y la contestación fueron signos del "buen espíritu" que en los cristianos ha de reinar; la hipercrítica a lo eclesial jamás puede venir del Espíritu Santo, como si éste trabajara por destruir su propia obra, la Iglesia.

Lo nuestro no puede ser ese aire ni ese tono; lo nuestro será el amor a la Iglesia, el poseer un gran sentido de Iglesia que vibre en nuestras almas y abra la inteligencia. ¿O acaso ya caducó la regla ignaciana: Debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia jerárquica así lo determina, creyendo que entre Cristo nuestro Señor, esposo, y la Iglesia su esposa, es el mismo espíritu que nos gobierna y rige para la salud de nuestras ánimas, porque por el mismo Espíritu y Señor nuestro, que dio los diez Mandamientos, es regida y gobernada nuestra Santa Madre Iglesia (EE 365)?


sábado, 2 de mayo de 2015

Llamada universal a la santidad (Palabras sobre la santidad - XIII)

El Bautismo y la Confirmación nos han santificado, otorgándonos una santidad a nuestro ser que luego se deberá conformar a nuestra santidad moral; santos en nuestro ser para ser también santos en nuestro obrar. Ya san Pablo hablaba de los cristianos como "los santos" y san Pedro hablará de que somos una "nación santa, un pueblo consagrado a Dios". Lo vivimos en el seno de la Iglesia que es santa.


Así, cada cristiano está llamado a la santidad, como una vocación primordial que a todos incluye. La voluntad de Dios es nuestra santificación (cf. 1Ts 4,3). Después, a partir de esa vocación universal a la santidad, vendrán las vocaciones particulares, carismas o misiones, pero su base es la vocación universal a la santidad. Ésta es vivida en el propio estado de vida, en la perfección de la caridad, desarrollando en unión con Cristo las obligaciones del propio estado, la cotidianeidad de la existencia.

Lo afirmaba claramente la constitución Lumen Gentium del Vaticano II:

viernes, 1 de mayo de 2015

Los coptos, nuestros hermanos martirizados

Acaba de salir un libro que, inmediatamente, ha caído en mis manos y he devorado con curiosidad. La curiosidad fue dando lugar, en muchas páginas, al estremecimiento y la admiración.

He pasado, semanas atrás, bastantes horas traduciendo la consagración del santo myron [crisma] y la bendición del óleo de catecúmenos en el rito copto, una liturgia repetitiva y solemne, con multitud de plegarias.



Un buen amigo, sabedor de lo que hacía, me habló del libro recién aparecido: Fernando de Haro, Coptos. Viaje al encuentro de los mártires de Egipto, Encuentro ediciones, Madrid 2015.



El libro, escrito con la agilidad narrativa de un periodista narrando una crónica diaria de su viaje, ofrece una perspectiva amplia sobre la Iglesia copta, es decir, la Iglesia de Egipto, de las más antiguas y venerables, con un pasado de esplendor en lo teológico (pensemos en San Atanasio, en San Cirilo de Alejandría), en lo litúrgico y en lo espiritual (aquí entra San Antonio, Pacomio, los monjes del desierto...).