viernes, 1 de mayo de 2015

Los coptos, nuestros hermanos martirizados

Acaba de salir un libro que, inmediatamente, ha caído en mis manos y he devorado con curiosidad. La curiosidad fue dando lugar, en muchas páginas, al estremecimiento y la admiración.

He pasado, semanas atrás, bastantes horas traduciendo la consagración del santo myron [crisma] y la bendición del óleo de catecúmenos en el rito copto, una liturgia repetitiva y solemne, con multitud de plegarias.



Un buen amigo, sabedor de lo que hacía, me habló del libro recién aparecido: Fernando de Haro, Coptos. Viaje al encuentro de los mártires de Egipto, Encuentro ediciones, Madrid 2015.



El libro, escrito con la agilidad narrativa de un periodista narrando una crónica diaria de su viaje, ofrece una perspectiva amplia sobre la Iglesia copta, es decir, la Iglesia de Egipto, de las más antiguas y venerables, con un pasado de esplendor en lo teológico (pensemos en San Atanasio, en San Cirilo de Alejandría), en lo litúrgico y en lo espiritual (aquí entra San Antonio, Pacomio, los monjes del desierto...).


Hoy son minoría y lo han pasado realmente mal, con mártires derramando su sangre por ser cristianos. Este libro ofrece datos de lo reciente, la persecución, y de lo pasado, su historia. Ofrece imágenes puntuales de su liturgia y su espiritualidad así como de la fe recia de tantas coptos, sencillos, que saben que su vida puede ser sesgada en cualquier momento o han sufrido el martirio de algún pariente cercano.

¿Qué sostiene a estos coptos? ¡Una fe que ya la querría el Occidente secularizado, el Occidente tan moderno y mundano! ¡Una fe sostenida por dos o tres horas que dura la celebración de la Misa y la plegaria constante! No, allí la fe no es una costumbre social, ni es cómoda de vivir, ni la han rebajado en su fuerza. Allí la fe tiene impronta de la sangre del Cordero y de martirio.

Una joven viuda de 28 años y con dos hijos, que vive en una ciudad-basurero donde viven de clasificar las basuras, después de ver el martirio de su esposo, responde así al periodista:

"Tienes una vida muy difícil. ¿Por qué no abandonas el cristianismo?
-No pienso hacerlo. No dejaré de ser cristiana porque Cristo se sacrificó por nosotros. ¿Por qué no vamos a sacrificarnos por él?" (p. 179).

Otra viuda, de 22 años, con su marido igualmente mártir, responde sencillamente:

"¿Has pensado dejar tu religión?
-Nunca lo haré, viviré y moriré por mi religión" (p. 180).

Os animo a leer este libro y acercarnos a esa realidad martirial: nuestros hermanos coptos de Egipto.

1 comentario:

  1. Hoy, día 2 de mayo, mientras nuestros hermanos son perseguidos y martirizados en el medio oriente, celebra la Iglesia la vida de san Atanasio de Alejandría, obispo de esta cosmopolita ciudad y tenido por santo por la Iglesia copta, la católica, la ortodoxa y la anglicana, doctor de la Iglesia católica y padre de la Iglesia oriental.

    Fue defensor a ultranza del símbolo niceano, y enemigo acérrimo de los arrianos. Como obispo de Alejandría sufrió el acoso de los arrianos que influyeron en los emperadores de su época, siendo detenido y desterrado hasta cinco veces. A pesar de la dureza de su vida escribió muchas obras apologéticas y exegéticas.

    Todos los días, en la Santa Misa, rezo por nuestros hermanos perseguidos y martirizados, y deseo que la Iglesia en la oración de los fieles rece también todos los días por ellos.

    Hijo de Dios vivo, protege a tu pueblo (de las preces de I Vísperas)

    ResponderEliminar