jueves, 30 de abril de 2015

Los enfermos, ¡lugar y vocación en la Iglesia!

Si la mirada al misterio de la Iglesia fuese solamente natural, sociológica, con perspectivas humanas, en ella buscaríamos sólo lo útil, es decir, la miraríamos como una organización humana más, cuyos miembros estarían cualificados según los "compromisos" y las tareas que asuman para hacerla dinámica, viva, caritativa. Es decir, sólo estarían en la Iglesia los miembros "comprometidos" ya que la Iglesia serviría sólo para hacer cosas, especialmente caritativas, sociales, etc.

Sin embargo, la Iglesia, con elementos visibles y con la organización que requiere un Cuerpo vivo como éste, el Cuerpo místico de Cristo, posee dimensiones sobrenaturales, místicas, invisibles. Quien más hace, tal vez, no es el más "comprometido" en lo social, en Cáritas o en las misiones, sino el contemplativo, la persona orante, el enfermo en su casa. La valoración que haya que hacer entonces será muy distinta; el criterio es el sobrenatural.

La Iglesia, el Templo del Dios vivo, la morada de Dios entre los hombres, está continuamente edificándose con piedras vivas y santas; cada bautizado es una piedra viva, diferente y única a la vez: el ministerio ordenado, la vida consagrada, el padre de familia, la persona que visita enfermos, un catequista, un salmista, un cantor, el ama de casa y la abuela con sus nietos, el misionero, el profesional en su trabajo... y también los enfermos y los ancianos que ya no pueden salir de casa. Todos están en la Iglesia edificándola, cada cual en su estado de vida, en su vocación, en su carisma y con las circunstancias concretas.

Los enfermos en la Iglesia tienen su lugar y su vocación propia, y viviendo en Cristo, están edificando la Iglesia tanto como cualquier otro "más activo" o "más comprometido". Su ausencia visible de la comunidad cristiana por la enfermedad no es desaparición de lo invisible de la Iglesia, sino un modo nuevo de entrar en el Misterio de la Iglesia.

"La Iglesia es, por esto mismo, la matriz de las vocaciones, la oficina de reclutamiento, podríamos decir, para los hombres en busca de un motivo por el que valga la pena vivir, buscar, amar, actuar, sufrir, morir. 

miércoles, 29 de abril de 2015

Pensamientos de san Agustín (XXXI)

Con la ya larga serie de pensamientos de san Agustín, se pretende, en este blog-comunidad de formación, ir asimilando la mente, las líneas maestras de un gran Padre de la Iglesia, haciendo ver que acercarse a los Padres no es tarea difícil ni imposible, y que no son tan complicados como al profano le pueda parecer en un primer momento.


San Agustín es maestro perenne; el mismo santo Tomás de Aquino lo califica siempre en su Suma como "Magister dixit", "el Maestro dice".

La oración personal de petición es eficaz, no por nuestros méritos personales, sino porque Él es bueno. Escucha que llamamos a la puerta, como amigo inoportuno, y se levanta, abre, nos atiende, nos concede lo que necesitamos.
"Vete al Señor mismo, al mismo con quien la familia descansa, y llama con tu oración a su puerta, y pide, y vuelve a pedir. No será El como el amigo de la parábola: se levantará y te socorrerá; no por aburrido de ti: está deseando dar; si ya llamaste a su puerta y no recibiste nada, sigue llamando que está deseando dar. Difiere darte lo que quiere darte para que más apetezcas lo diferido; que suele no apreciarse lo aprisa concedido" (Sermón 105, san Agustín).

martes, 28 de abril de 2015

Participamos todos en la liturgia: de pie


En la liturgia participamos todos cuando, a la vez, estamos de pie. Tiene su sentido, su valor. Las posturas corporales manifiestan la unidad de todos los fieles en la misma acción santa, la liturgia, y una de estas posturas es estar de pie.

Es la postura clásica de la oración cristiana, de hijos rescatados que pueden estar de pie ante Dios orando, sin temor servil ni esclavitud humillante. Así se representan en las catacumbas la imagen del orante y de la orante: de pie, manos extendidas en forma de cruz. Orar de pie es un signo o memoria del Señor resucitado que no yace en el sepulcro, sino que vence y está levantado, de pie, sobre la muerte y el pecado.

            De pie, asimismo, se recibe a quien va a entrar, como signo de honor, respeto y veneración, y de pie se escucha el saludo de quien es superior o su breve discurso y quedarse sentado sería una descortesía, gesto de poca educación. De pie se está como servidores del Señor, atentos a lo que Él, sentado, pueda indicar: Abraham sirve a los tres ángeles en la encina de Mambré y mientras están sentado comiendo, permanece en pie (cf. Gn 18,8).

            Elías debe esperar de pie, ante la gruta, el paso del Señor (cf. 1R 19,11-13). Ante el Señor, los reyes y príncipes de la tierra se pondrán en pie (cf. Is 49,7) como homenaje y reconocimiento. De pie debe ponerse Ezequiel para escuchar las órdenes del Señor y recibir la visión (cf. Ez 2,2); de pie están miles y miles, mientras el Señor se sienta en su trono (cf. Dn 7,9-10; 16); el ejército celestial rodea el trono de Dios permaneciendo de pie a derecha e izquierda (cf. 2Cron 18,18).

lunes, 27 de abril de 2015

El salmo 5


La catequesis de los salmos que estamos haciendo, poco a poco, la realizamos desde la clave espiritual del salmo: esa clave que se traduce en la voz de Cristo al Padre, o voz de la Iglesia a Cristo, o la voz de cada uno de nosotros. Esa es la interpretación espiritual de los salmos, la más elevada y, por supuesto, la más necesaria: saber  interpretar espiritualmente con ojos nuevos lo que hay en la corteza, en la letra del salmo. Pero además de la interpretación espiritual del salmo, está la interpretación moral y la interpretación literal. La interpretación moral es aquella interpretación del salmo que nos enseña cómo vivir según Cristo. Es uno de los modos de lectura que tanto los Padres de la Iglesia como San Bernardo, el último de los Padres de la Iglesia, utilizaban muchas veces en las explicaciones de la Escritura. La interpretación literal es la más sencilla, dentro de lo que cabe, ya que es ir explicando lo que el salmo dice en sí, género, estilo, composición, verbos, etc.


            El salmo de hoy, el salmo 5, que guarda estrecha relación con la primera lectura y queda además iluminado por el Evangelio casualmente -sabéis que no tienen conexión el salmo con el Evangelio en la liturgia de la Palabra- nos viene muy bien para hacer una interpretación moral del salmo, y habituarnos también a sacar la moralidad en las Escrituras, en su recto sentido. "Moral" es una palabra que parece que está desfasada, a nadie le gusta hablar de moral, inmediatamente se le acusa de “moralista”, “eso es moralismo” y, sin embargo, la moral es imprescindible para vivir como creyentes.

Veamos primero el texto entero del salmo:
 
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.

A ti te suplico, Señor:
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.

Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.

Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.

Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.

Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.

En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.

sábado, 25 de abril de 2015

Lo corporal implicado en la Pascua

Ya san Pablo, en 1Cor 15, tuvo que abordar la pregunta sobre el cómo de la resurrección y el cuerpo resucitado. Las objeciones por los filósofos de los primeros siglos fueron constantes y a ellos respondieron Padres apologetas; también responden a estas cuestiones los Obispos que predican a su fieles o que escriben comentarios bíblicos.

¿Qué es más crear de la nada (ex nihilo) o recomponer lo que ya fue creado? ¿No podrá el Creador intervenir en su naturaleza, en el mundo creado por Él?

No olvidemos que la resurrección de la carne, de nuestra carne, era la piedra de choque del cristianismo con otras filosofías, antropologías y religiones. Es lo peculiar porque anuncia lo que ha visto en su Señor.

"Pero los incrédulos objetan y dicen: ¿Cómo puede recomponerse y reintegrarse en la unidad del cuerpo humano la carne disuelta en la putrefacción o convertida en polvo, incluso también absorbida en lo profundo del mar y dispersa en las olas?

A éstos respondemos, ante todo, con las palabras del apóstol: ¡Necio! Lo que tú siembras no revivirá si antes no muere; y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano de trigo o de otra semilla cualquiera; pero Dios le da un cuerpo a su voluntad.

jueves, 23 de abril de 2015

Mi 7ª conferencia: El proceso de las Moradas del Castillo interior

Se me ha pasado enlazarla aquí. Lo he ido dejando y transcurren los días, inexorables, llenos, ocupados.

Aquí tenéis el audio de la 7º Conferencia teresiana que he impartido en la parroquia de Santa Teresa (Córdoba) sobre el proceso de transformación crística que presenta Las Moradas del Castillo interior.



Es un libro de una pieza, con redacción completa: abarca todo el proceso, y fue capaz de escribirlo en tan sólo 6 meses, en 1577.

Muchos elementos hay implicados en esta obra, no sólo de tipo pedagógico, sino de antropología teológica, de la consideración del hombre creado y redimido que ofrece santa Teresa, también una cristología en acción, y un ideal, muy paulino, que es la transformación del cristiano en Cristo hasta que su vida sea sólo Cristo, hasta que viva de Cristo y por Cristo.

La Delegación Diocesana de Medios de comunicación de mi diócesis les ha puesto un banner en la página inicial de www.diocesisdecordoba.com y sube el audio de cada conferencia mensual.







Aquí tenemos esta 7ª conferencia, pronunciada el pasado 15 de abril en la parroquia de Santa Teresa de Jesús, de Córdoba:


http://www.diocesisdecordoba.com/conferencias-con-motivo-del-jubileo-teresiano/



En el enlace veréis algunas novedades que la Delegación de Medios ha introducido: la opción de "descargar" la conferencia o de enlazarla en Facebook o twitter.


Caminemos y aprovechemos este Año Jubilar teresiano lo más que podamos. No lo perdamos, no lo desperdiciemos entre tantas otras cosas como hay y se presentan en la Iglesia.

lunes, 20 de abril de 2015

Un tiempo nuevo

La Pascua del Señor, su santísima resurrección, inaugura un tiempo nuevo. Tal vez sería más apropiado afirmar que el tiempo ahora es nuevo, totalmente nuevo. Él se ha convertido en Señor del tiempo, y el tiempo que hasta ahora era caduco, envejecía y hacía morir, se convierte en tiempo eterno, en eternidad.


La Vigilia pascual lo significaba ritualmente cuando, en el lucernario, se marca el cirio pascual grabando el año en curso mientras se dice: "Cristo, ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. Suyo es el tiempo y la eternidad. A él la gloria por los siglos. Amén".

En Cristo, comienza el tiempo de la eternidad o la eternidad entra en el tiempo redimiéndolo. El antiguo eón -el tiempo caduco- ha sido sustituido por el "nuevo eón", el tiempo de Dios, feliz y definitivo. La Pascua ya marca el antes y el después del tiempo y de la historia.

domingo, 19 de abril de 2015

El amor de Cristo, buen Pastor (y II)

Continuemos con la catequesis cristológica, la plácida meditación sobre Cristo buen Pastor, manifestando un amor sublime por el hombre, por cada hombre.


"Siempre nos recibe el amor infinito

Esta página del Evangelio, por tanto, termina con la desgracia más grande que puede tocarle a la humanidad, la de creerse abandonados, rechazados, perder toda esperanza. Cuando se piensa en los escritos de gran parte de la literatura moderna que terminan con afirmaciones desoladoras la imposibilidad de recuperación, de volver, de reemprender, de revivir, de resurgir, es preciso proclamar que el Evangelio hace desaparecer todos esos horrores, supera el abismo y proclama: puedes, debes tener esperanza. 

Vuelve la espalda, mira quien te sigue. Dios está a tu lado; Cristo te ama, es el Salvador. Es suficiente con abrir los brazos, abandonarte confiado a su Corazón. No te hará esperar. Precisamente te desea en esta postura de humildad y pretende entregársete con el supremo don de su bondad. Estás muerto y el Señor te resucita.

¡Cuánto podríamos meditar todavía sobre este portento de salvación realizado por Cristo! Pero detengámonos solamente en un solo rasgo, en el que nos propongamos recoger para imprimir en nuestro corazón la imagen de Cristo. Es el rasgo que más lo define. Recordad, hijos y hermanos, que Cristo es bueno, o mejor es la Bondad inagotable; es el Amor infinito...

Vosotros [dirigiéndose a unos jóvenes de la Acción Católica italiana] estáis estudiando cómo aprender a amarse. Nos hemos enseñado hace unos momentos cómo aprender a ser amados; es decir, cómo recibir el amor de Dios, que es nuestra escuela, la energía y la luz de toda nuestra vida. Por ello, si cae sobre nosotros una lluvia de amor seremos capaces de ejercer el amor de la forma más conforme con las disposiciones de Dios; de expresar en torno a nosotros este sentimiento después de haberlo recibido de Él.

Cuando se recibe el amor de Cristo y realmente se está convencido de la verdad absoluta de que Dios nos ama, se procede bien en las manifestaciones de amor, para dar a esta expresión providencial y magnífica de la vida humana su auténtica y su mejor manifestación.

sábado, 18 de abril de 2015

La confirmación - Mistagogia de la oración del obispo

¡Elige la vida!

Junto al aspecto de elección positiva, adhiriéndose a la Vida verdadera, está la renuncia a aquello que se opone a la Vida, aunque su presencia al principio parezca fantástica, ilusionante, confortable.


Estamos en el primer momento del rito de la Confirmación: la renovación de las promesas bautismales, con signos claros de alianza, de contrato, de esponsalidad con Cristo, de confianza con Él y en Él para recorrer un camino seguro, a veces empinado, sinuoso, escarpado, pero que conduce a la vida verdadera, a la que sólo merece ese nombre.

Aunque el rito es sencillo, y probablemente breve, es denso cuando se explica su alto contenido y cuando se rubrica con la aclamación de todos: "Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo".

"2. 

Para ser cristiano, hace falta una decisión.

Pero el cristianismo no es sólo un sistema de mandamientos que exigiría de nuestra parte proezas morales. Es también un don que se nos hace: somos acogidos en una comunidad que nos lleva, la Iglesia. Es lo que se puede ver en el segundo acto de la celebración, la oración que el obispo, por su consagración, dice en nombre de la Iglesia entera.

El obispo, al hacerlo, extiende los brazos como Moisés lo hizo cuando combatía Israel (Ex 17,11s). Sus manos extendidas son como un tejado que nos protege y cobijase del sol y de la lluvia; son también como una antena que capta las ondas que corren por el aire y nos acercan así lo que está muy alejado de nosotros.

jueves, 16 de abril de 2015

El amor de Cristo, buen Pastor (I)

En la gloria y alegría de la Pascua, la contemplación de Jesús resucitado, buen Pastor de su pueblo, nos conduce a una agradable, suave y bíblica catequesis cristológica.

Jesús es el buen Pastor, aquel que profetizaron los profetas, aquel que cantó el salmo. Lo anunciado en el Antiguo Testamento, lo vemos cumplido en Cristo.


De esta manera, una nueva catequesis cristológica nos hará penetrar de modo nuevo en la persona del Salvador, conocerle más y amarle mejor.

"¿Habéis escuchado las palabras del Señor? Ciertamente que las conocéis; y acaso no hayan suscitado en vosotros la impresión que merecen, por ser tan habituales en vuestros coloquios espirituales. Sin embargo, hay mucho que profundizar en ellas.

Imaginemos que se nos hubiese propuesto como tema a cada uno de nosotros describir la fisonomía de Cristo; hacer el retrato de Cristo, incluso sensible; trazar su perfil, su imagen. Habría que hacer una salvedad. Muchas son las imágenes que hemos visto como éstas. Todos los artistas se han esforzado por traducir, en formas y colores, el rostro divino de Cristo. Sin embargo, no quedamos satisfechos. Quizá únicamente la imagen de la Sábana Sagrada nos da algo del misterio de esta figura humana y divina. Pero nosotros queremos ver vivo ese rostro santísimo, y, por tanto, tenemos que concluir con que estos rasgos sensibles son indescriptibles; nunca tendremos éxito en esta empresa. Por fin un día, Dios lo quiera, podremos conseguir la felicidad infinita de contemplarlo cara a cara. Pero, mientras tanto, probemos a definir el rostro de Cristo conceptualmente, a describir los rasgos fundamentales de su aspecto. Si tuviésemos que escribir un ensayo sobre este tema nos encontraríamos en un aprieto, porque el rostro moral del Señor es muy complejo, profundo y variado. ¿Lo preferiríamos como lo vio, con su tremenda majestad, Miguel Ángel en su fresco famoso de la Capilla Sixtina, o lo quisiéramos ver con los rasgos de algunas imágenes devotas, quizá algo convencionales, o acaso como el profeta que habla de cosas arcanas y profundas, Cristo predicando desde lo alto de la montaña a las multitudes? En una palabra, ¿cuál es el rasgo característico que tuvo? Encontramos la respuesta en la definición que hizo de sí mismo cuando dijo: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". Por este camino conseguiremos descubrir algo de su verdadera, histórica y espiritual figura.

martes, 14 de abril de 2015

Durante cincuenta días... (textos)

Durante cincuenta días, los de mayor solemnidad, la Iglesia está de fiesta, con un gozo espiritual inmenso, porque su Señor ha resucitado.


Son las siete semanas del tiempo pascual, vividas como un solo domingo, como si cada día fuese domingo; ahí la Iglesia desplegó su alegría, vivió el júbilo del Resucitado, oró y esperó que derramase su Espíritu Santo, y celebró estas siete semanas como si fueran ya un anticipo de la vida celestial, del futuro escatológico que Cristo resucitado ha inaugurado.

Cuando acudimos a los textos patrísticos, es decir, a la Tradición genuina de la Iglesia, descubrimos el valor que se le otorgaban a estos cincuenta días y el tono que, durante cincuenta días, mantenían los hijos de la Iglesia. Así, no sólo conocemos mejor la Tradición, sino que deseamos que la Tradición marque hoy nuestra vida, resaltando aspectos que tal vez se han ido diluyendo o perdiendo fuerza con el correr de los siglos.

Orígenes, en Alejandría, destaca el valor espiritual de estos cincuenta días pascuales, exhortando a una vida pura y santa, angélica y resucitada:

domingo, 12 de abril de 2015

Espiritualidad de la adoración (II)

La Iglesia celebra con amor la Santa Misa y prolonga ese amor en la adoración eucarística, porque la Eucaristía es la fuente y el culmen de la vida litúrgica de la Iglesia, es su mismo Señor en la apariencia del pan y del vino que ha querido quedarse con nosotros.


La Eucaristía es el tesoro principal, el gran Sacramento, que nos da al Autor mismo de la gracia. Una buena dogmática, es decir, una recta comprensión del sacramento eucarístico nos ayuda a vivir bien el sacramento de la Eucaristía cuando se celebra y cuando luego tenemos la posibilidad maravillosa de adorarlo en el Sagrario o en la exposición eucarística, estando a solas con el mismo Señor.

viernes, 10 de abril de 2015

La Confirmación - Mistagogia de las promesas bautismales

La liturgia no es complicada ni rara si se la explica, si se desgrana paso a paso. Esa es la experiencia de muchos que, una vez explicada en catequesis, la viven y la entienden con gozo de su alma. Será complicada y rara allí donde no se enseña, ni se profundiza, y por tanto se le añaden pequeños inventos y creatividades personales.

El rito de la Confirmación merece ser explicado, con tono mistagógico, tanto a los fieles como a aquellos que van a ser crismados. No es solamente hablar de compromisos, ni ensayar cuando llegue la hora: la catequesis de Confirmación, o un retiro preparatorio, así como los mismos ensayos, deben ofrecer también una mistagogia, una explicación del sentido de cada elemento de esta liturgia.

Ahora vamos a ser catequizados por un artículo-homilía del card. Ratzinger que es un ejercicio de mistagogia, de catequesis a partir de los ritos de la liturgia y de una mayor comprensión y vivencia de la liturgia misma.

"El ritual de la confirmación manifiesta lo que significa el sacramento: la profesión de fe realiza la promesa de vida dada en el bautismo; la oración solemne del obispo integra en la Iglesia; el signo de la cruz y la unción conforman con Cristo.


Lo que significa el sacramento de la confirmación, la Iglesia nos lo explica de manera sensible con los signos por medio de los cuales se administra. Cuando se mira el desarrollo de esta ceremonia un poco más de cerca, se ve bien que se divide en tres etapas. Comienza por la renovación de las promesas del bautismo; prosigue con la plegaria que el obispo, con los brazos abiertos, pronuncia en nombre de la Iglesia; después se produce la administración del sacramento propiamente dicho: unción, imposición de las manos y beso de la paz. Miremos más de cerca estas tres partes.

miércoles, 8 de abril de 2015

La escatología ha comenzado

Pensamos a veces que la escatología es simplemente lo último, y lo situamos o después de nuestra o lo proyectamos más allá aún, cuando venga Cristo en su gloria para juzgar a vivos y muertos, como Rey y Señor de todo lo creado.


Algo de razón hay, porque la escatología es lo último, lo definitivo y por tanto, lo pleno. Son las realidades últimas de la existencia y de la historia que profesamos en el Credo, aunque se prediquen o se enseñen poco.

Realmente la escatología (esto último) ha comenzado ya. ¿Cuándo? Su inicio ocurrió en la resurrección del Señor, en su santa Pascua. Hay comenzó lo último, la vida eterna prometida y el señorío de Jesucristo. Por tanto, la vida eterna se empieza a degustar ya, aquí y ahora; la eternidad ha entrado en el tiempo. La vida ya vence sobre la muerte y Cristo ya es el Señor de todo.

viernes, 3 de abril de 2015

La santa Vigilia pascual, meta y centro del año litúrgico


“Exulten por fin los coros de los ángeles
 exulten las jerarquías del cielo, 
y por la victoria de Rey tan poderoso, 
que las trompetas anuncien la salvación”.


            Durante toda la Cuaresma la Iglesia se ha ido preparando para esta celebración cumbre y fuente de la vida espiritual. Es la vigilia más tradicional y antigua de la Iglesia, donde los fieles abarrotaban las iglesias en una celebración larga y muy festiva, solemne, fecunda espiritualmente.  “Esta noche la pasamos en vigilia –predicaba San Agustín- porque el Señor ha resucitado y ha dado comienzo en su propia carne a aquella vida que no conoce ni muerte ni sueño; de tal manera ha resucitado que ya no puede volver a morir ni tiene ya la muerte algún dominio sobre él... Por lo tanto, aquél a quien cantamos resucitado mientras celebramos la vigilia, hará que vivamos reinando con él para siempre” (Serm. Guelferb. 5,4).



            “La comunidad cristiana en los primeros siglos, como primer núcleo de la celebración de la Pascua anual, organizó una noche en vela, entre el Sábado y el Domingo: la Iglesia, como Esposa, velando junto a su Esposo, compartiendo y celebrando con él el misterio de su Pascua, su paso a través de la muerte a la nueva existencia. Al igual que cada semana celebraban los cristianos el “día del Señor” Resucitado, sobre todo con la Eucaristía, así cada año, al menos desde los inicios del siglo II, celebraban esta noche pascual con una vigilia prolongada”[1].


            La primera parte de la vigilia pascual es el Lucernario, la bendición del fuego, la procesión con el cirio pascual y el canto del Pregón pascual. Rito de la luz, de la fiesta del Resucitado que rompe la noche. Es Cristo, Luz de los pueblos, Cristo, Luz del mundo; Cristo Glorioso. “La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu”. Esta aclamación del sacerdote es el contenido espiritual del rito. Cristo con su luz disipa las tinieblas que envuelven el mundo y también estas tinieblas y oscuridades que embargan al alma.

miércoles, 1 de abril de 2015

Viernes Santo: Liturgia solemne y austera



El Viernes Santo es el primer día de la Pascua. Espiritualmente, más que fijarnos paso a paso en sus dolores (como sería la meditación del Via Crucis) hay que considerar y vivir el Viernes Santo como el primer acto de la Pascua: es la inmolación del Cordero, se cumplen los oráculos sobre el Mesías-Siervo de Yahvé.



            Vivimos la Pascua del Señor Jesús y es Él el cordero pascual, el Cordero de Dios, que remite tanto al cordero del libro del Éxodo (c. 12) cuya sangre libraba de la muerte a los primogénitos israelitas, como al cordero degollado anunciado por Isaías (c. 53) que se lee el Viernes Santo como primera lectura.

            “El Viernes ya es Pascua. No es preparación, sino el primer día de la Pascua, formando una unidad dinámica con el Sábado y el Domingo. El Viernes celebramos la totalidad del misterio pascual, aunque subrayando su primer acto, la muerte en Cruz... Es el día de la muerte, aunque está cargado de esperanza. Nosotros sabemos que esta Cruz termina en vida. El Viernes celebramos lo mismo que celebramos en la Vigilia. Todo el misterio, pleno”[1]

            La Sangre de Cristo es sagrada, porque es su vida misma dando vida. Entrega su vida, su Sangre que es vida se rocía inundándonos de vida, como canta el himno litúrgico: “Y un mar de sangre fluye, inunda, avanza, por tierra, mar y cielo y nos redime”.