lunes, 2 de septiembre de 2024

Las procesiones (Ritos y gestos - XII), 2ª parte



Al hilo del año litúrgico

            La liturgia a lo largo del año litúrgico incluye distintas procesiones en algunos ritos concretos.




           -El 2 de febrero, celebrando la Presentación del Señor, se bendicen las candelas o velas encendidas en el atrio o entrada de la iglesia, y luego, cantando: “Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”, se avanza en procesión hasta el altar, continuando la Misa con el canto del Gloria. En esa procesión se aclama a Cristo-Luz, realizando ritualmente lo que Simeón, el anciano, proclamó de nuestro Señor.


            -En la Cuaresma era tradicional en el uso romano la statio. Los fieles con el Papa se congregaban en una basílica –sobre la hora de Nona- e iban cantando las letanías de los santos hasta llegar al punto de llegada, la basílica donde se realizaba la statio, la Misa con el Papa.

            “La importancia dada a la Cuaresma por la Iglesia tuvo en Roma un particular relieve en el solemne oficio estacional, celebrado cada día de la cuarentena y de la sucesiva semana de Pascua, cuyo conjunto constituye una de las más admirables creaciones de la liturgia latina” (Righetti, I, p. 747). En los misales manuales antiguos de los fieles, se ve cómo el Misal de S. Pío V recuerda esta práctica al encabezar cada misa con el sitio en que se celebraba: “Estación en…”

            La procesión para la Misa estacional se tenía el lunes, miércoles y viernes, y desde el tiempo de Carlomagno, también el sábado. Así lo declara el Ordo Romanus I.

lunes, 12 de agosto de 2024

Las procesiones (Ritos y gestos - XII), 1ª parte



            La liturgia es también movimiento, y por tanto, dentro de ella, la procesión es un movimiento expresivo, significativo. Siempre somos un pueblo en marcha, peregrino, hacia Dios: “La Iglesia «va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios» anunciando la cruz del Señor hasta que venga” (LG 8).

            En la liturgia se desarrollan distintas procesiones.



Procesiones en la Misa

            En la Misa, cuatro procesiones distintas se desarrollan: procesión de entrada, la del Evangelio, la de las ofrendas y la procesión de comunión.

            En procesión caminan los ministros al altar, precedidos por el incensario, la cruz y los cirios y el Evangeliario en procesión, señalando la meta: el altar, el encuentro con Dios, la dimensión peregrina de la Iglesia.

            Procesión llena de solemnidad es aquella en que mientras se canta el Aleluya, el diácono porta el Evangeliario hasta el ambón acompañado de cirios e incienso humeante, disponiendo así a todos los fieles a escuchar al Señor mismo por su Evangelio.

            Con cierto orden, no hay por qué temer el movimiento en la liturgia por el valor simbólico que tiene y porque la liturgia es actio, acción, y a veces, por tanto, movimiento.

jueves, 18 de julio de 2024

La insuflatio (Ritos y gestos - XI)



            Un gesto litúrgico, no muy frecuente, es la insuflatio, es decir, el hecho de soplar.

            Lo hallamos en la consagración del santo crisma, en la Misa crismal y en los ritos del catecumenado.



En la consagración del santo crisma

            Muy del gusto y estilo franco-germánico en la liturgia, se introdujo la insuflación sobre el óleo crismal en primer lugar, y tiempo después, una oración de exorcismo antes de proceder a la plegaria de consagración. Son uno de los pocos ritos litúrgicos que realiza el obispo en el momento de preparación del crisma.

            La primera mención de la insuflatio la hallamos en el OR XXIV, 18: “antes de bendecirlo, insufla y sopla tres veces en la ampolla”. También en el OR XXVIII, 21: “antes de que la bendiga, sopla tres veces en la ampolla”. El OR XXX B, 19, añade a la insuflatio un nuevo detalle ritual: “haciendo la cruz sobre ella [la ampolla crismal] diciendo: In nomine patris et filii…” El soplo, por tres veces como hasta ahora, se realiza en forma de cruz. El OR XXXI, 25, ignora sin embargo ese uso y sólo prescribe soplar tres veces sobre la ampolla del óleo crismal.

domingo, 30 de junio de 2024

Fecundidad del silencio - y II (Silencio - XLIII)



Más difícil y laborioso es ir logrando el silencio interior, comenzando por el silencio de la imaginación y de la memoria, ya que “el encuentro con Dios exige la exclusión de las disipaciones de la actividad interior, ejerciendo sobre la misma un control efectivo”[1]. Y silencio de la afectividad, simpatías naturales, placeres, preferencias, para centrar el afecto sólo en Dios con libertad.


            El silencio se da en la oración y en la liturgia para que sean verdaderos encuentros con el Señor y pueda el Señor comunicarse y donarse. “La vida de oración está ritmada por una alternancia de palabras (exteriores e interiores) e intervalos de silencio. La plegaria litúrgica conoce pausas de silenciosa adoración. La meditación calla para descansar en Dios. Sólo la oración contemplativa se distingue por un silencio más continuo”[2].

Para que haya una verdadera pastoral litúrgica hoy, un cuidado de la celebración, estos elementos del culto cristiano, tales como el silencio, deben ser privilegiados, eliminando el subjetivismo que tiende a poner en primer lugar al hombre y sus acciones, para dejar paso a la objetividad del Misterio, Dios, ante el cual se adora, se escucha, se reza, se le da gracias.

El silencio en la liturgia es un silencio que adora porque está ante el Misterio; "este misterio continuamente se vela, se cubre de silencio, para evitar que, en lugar de Dios, construyamos un ídolo. Sólo en una purificación progresiva del conocimiento de comunión, el hombre y Dios se encontrarán y reconocerán en el abrazo eterno su connaturalidad de amor, nunca destruida..." (Juan Pablo II, Carta apostólica Orientale lumen, 16). En la liturgia, no lo olvidemos, estamos ante Dios y le glorificamos; estamos ante su Presencia que todo lo llena. Así el silencio es la respuesta del corazón ante el Misterio; "a esta presencia nos acercamos sobre todo dejándonos educar en un silencio adorante, porque en el culmen del conocimiento y de la experiencia de Dios está su absoluta trascendencia. A ello se llega, más que a través de una meditación sistemática, mediante la asimilación orante de la Escritura y de la Liturgia" (ibíd.).

viernes, 28 de junio de 2024

La conmixtio (Ritos y gestos - X)



            Surge en la Iglesia romana, con el uso del fermentum: una partícula que el Papa separaba en los días festivos y enviaba a los obispos suburbicarios y sacerdotes titulares de la Urbe, que la depositaban en el cáliz como signo de unión, según declara el papa Inocencio I. San Ireneo cita este uso en una carta dirigida al papa Víctor; recuerda cómo en tiempos anteriores varios Papas, desde san Aniceto hasta san Sixto, mantenían relaciones de comunión con otras Iglesias con praxis distintas. Y conmemora el uso de la Iglesia de Roma de enviar la sagrada Eucaristía a otras comunidades cristianas como señal de caridad y unión.



           Esta costumbre la imitaron los obispos con sus sacerdotes en el uso latino. Duró mucho en la Iglesia de Occidente. Pero cuando el fermentum ya no se enviaba, se pasó al uso de la conmixtio: el sacerdote separaba un trozo de la hostia y la depositaba en el cáliz con una oración.

            Con la conmixtio se quiso significar la unidad de las especies consagradas, no como cosas muertas o separables, sino formando una sola cosa, el cuerpo vivo y glorioso de Cristo, preludiando el misterio de la resurrección. Esta conmixtio de origen teológico nació en Oriente y la comenta Teodoro de Mopsuestia sobre el año 400.

            Esta conmixtio tuvo auge en las liturgias orientales y occidentales, y la realizó también la liturgia papal, de modo que se suplió al antiguo fermentum (aunque se realizaba en el mismo momento y consistía en lo mismo, dejar caer un trozo del Pan consagrado dentro del cáliz).