jueves, 30 de julio de 2015

Formarse para ser portavoces del Verbo

Al servicio de Jesucristo, Verbo de Dios, hemos de poner todo cuanto somos y las capacidades de nuestra alma: inteligencia, voluntad y afectos. Todo al servicio del Verbo.

La buena voluntad no basta, porque se puede dejar llevar de iluminismos, o de la subjetividad, o de ideologías que sin analizarse a fondo, aparentan ser cercanas o impactantes. Con la buena voluntad no se vive.


La razón-inteligencia ha de cultivarse y ponerse también al servicio de la Palabra y así el estudio, la formación cultural, serán recursos indispensables pensando en el mundo con el que hemos de hablar y al que hemos de anunciar. Tengámoslo claro: la formación sólida es imprescindible, y no se puede suplir por la buena voluntad o por la piedad (mejor, por el pietismo).

Un discurso del papa Benedicto XVI a los seminaristas les orienta el camino que hay que recorrer; pero es claramente extensible tanto a los sacerdotes ya ordenados como a los laicos que tomen en serio su apostolado seglar. Decía el Santo Padre:

"La formación del sacerdote requiere integridad, plenitud, ejercicio ascético, constancia y fidelidad heroica en todos los aspectos que la constituye; en el fondo debe haber una sólida vida espiritual animada por una relación intensa con Dios a nivel personal y comunitario, con especial cuidado en las celebraciones litúrgicas y en la frecuencia de los sacramentos.
 

martes, 28 de julio de 2015

Las mediaciones sacramentales y la carnalidad

Los sacramentos significando causan la gracia. Son significativos, reales. Dios para comunicar su gracia, salvar y santificar al hombre, usa de lo creado. La materia se convierte en una mediación muy real para nosotros, que no somos espíritus puros, sino seres formados por un cuerpo animado.



La verdad de la Encarnación llega hasta tal punto que Dios, frente a todo espiritualismo de corte gnóstico, que rechace lo material como impuro y peligroso, emplea con naturalidad lo que Él mismo creó como bueno y redimió por el cuerpo de su Hijo y santificó por su cuerpo glorificado, resucitado.

Los sacramentos, que son acontecimientos de Dios, entran en la historia de cada uno mediante lo humano, lo carnal, lo material. Sí, Dios toca nuestros cuerpos santificando cuerpo y alma. El espiritualismo es siempre una tentación que quiere ignorar el método de la Encarnación y la resurrección.

domingo, 26 de julio de 2015

Iniciación a la contemplación

"Hay ahí algo [en Dios] en que nuestro espíritu y nuestro corazón pueden reposar, cuando tanto sufrimos al hallar por doquiera limitaciones, insuficiencias, imperfecciones.

El hecho de que existe ya esa soberana perfección, por consiguiente de que se da en Dios esa plenitud, el hecho de que la verdad sea precisamente esa plenitud y no la apariencia exterior de las cosas, a cuyo nivel viven la mayoría de los hombres, ayuda a nuestra contemplación a abismarse en el océano del ser, en el abismo de la vida divina. La esencia de la contemplación consiste en que progresiva y silenciosamente se convierte para nosotros en algo más real esa inmensidad de la realidad divina. Y que inversamente todo ese polvo de apariencias se vaya despojando poco a poco de la consistencia que nosotros le damos.

Se puede afirmar que la contemplación es el hecho de una atención silenciosa que nos hace ahondar en la realidad, mientras que la agitación exterior de nuestra alma nos mantiene en la superficie de las cosas. Porque la realidad es exactamente esa plenitud de Dios, esa plenitud por la que todo existe en él y se basta, esa plenitud que es la misma vida trinitaria. 

De ese modo quiero decir que el Padre se comunica totalmente al Hijo, de suerte que comunica al Hijo la totalidad de lo que tiene y que agota por lo tanto en el Hijo la posibilidad de amar, que se complace en el Hijo con una complacencia infinita, porque el Hijo es su imagen perfecta, la imagen perfecta de su perfección. He aquí una cosa a la vez misteriosa y admirable el que esa total plenitud de Dios, sin dividirse, es poseída conjuntamente por las tres Personas. Aquí radica todo el misterio, a la vez, de la unidad y de la trinidad en Dios. En estas materias debemos penetrar silenciosamente, porque encierran un alimento profundo para nuestra fe, que se introduce poco a poco en la realidad de la vida divina y de sus características.

jueves, 23 de julio de 2015

Magisterio: sobre la evangelización (XXIX)

¿Cómo se evangeliza? ¿Cómo afrontar el reto de una nueva evangelización para masas que sumergidas en la postmodernidad y que vienen de vuelta del cristianismo?

¿Cómo evangelizar en un contexto nuevo, en una cultura nueva, y ante masas que han sido adormecidas para que ni pregunten ni busquen ni tengan sed de lo bello, verdadero y bueno?


¿Alguna receta pastoral? ¿Algún método concreto, novísimo, que funcione de maravilla? ¿Algún plan pastoral que sea casi mágico?

Realmente nada de esto.

Lo que evangeliza de verdad, y es ahí donde hemos de movernos, es la presencia de un verdadero testigo de Jesucristo, que se ha encontrado con Él y cuya vida ha sido transformada. Un testigo sí evangeliza porque provoca interrogantes, despierta conciencias, su misma presencia es luminosa.

lunes, 20 de julio de 2015

Espiritualidad de la adoración (IV)

De la mano de un gran adorador, Carlos de Foucauld, entremos en el misterio y en la fecundidad de la adoración eucarística.


Su vida, como sacerdote, transcurrió entre los tuareg, solo, con la Presencia de Cristo, la Eucaristía, a la que él adoró y amó por todos, en reparación por todos, derramando así ríos de gracia sobre todos.

También se evangeliza y se ayuda a la Iglesia en las horas y momentos de estar de rodillas, o postrados en el suelo, adorando a Cristo en el Sacramento.

sábado, 18 de julio de 2015

Lo que esperamos de la Santa Misa (IV)

Una sanísima doctrina eucarística, y por extensión, doctrina cristológica, eclesiológica, etc., nos ofrece la oración sobre las ofrendas de la Misa.

Prestando atención a ellas durante la celebración eucarística, y luego rezándolas y meditándolas en privado, iremos enriqueciendo nuestra comprensión del Misterio de la liturgia y de la acción del mismo Cristo.



¿Qué esperamos de la Santa Misa?

Hemos ido viendo que se suplica la purificación del corazón, la redención y salvación, y también la santidad de vida, conceptos éstos muy distantes tanto del lenguaje secularizado que se ha introducido en la catequesis y en la homilía, como de lo "políticamente correcto" hoy al tratar de la fe católica.

Pero las fuentes, es decir, la referencia de la liturgia, son claras.




4. ¡Por todos!

Ya que el sacrificio de Jesucristo en la Cruz se ofreció por todos, por la humanidad entera, reconciliándonos con el Padre, reparando el pecado de Adán, la Eucaristía santísima se ofrece igualmente por todos.

jueves, 16 de julio de 2015

La Iglesia como instancia crítica

La Iglesia, por su propia naturaleza, es una instancia crítica que purifica la razón, que la ayuda en el desempeño de su misión: contemplar la Verdad.


Ante la cultura que niega la Verdad, o que instrumentaliza el uso de la razón, o que niega su capacidad de conocimiento (pensamiento débil) y la reduce a lo experimental, lo técnico o lo científico, la Iglesia se convierte en valedora de la razón. Sí, valedora de la razón, su defensora leal, sin los recortes de la Ilustración, del racionalismo o de la post-modernidad.

Esto conlleva sus consecuencias prácticas y pastorales y asumir una misión en el seno de la cultura occidental. Necesitaremos una mente abierta, despierta, para asumir estos nuevos retos que tal vez no nos parezcan inmediatos pero que son las bases de la vida social, cultural y familiar.

El trabajo y la reflexión las marcan un discurso del papa Benedicto XVI; lo que señala para Estados Unidos -es un discurso a un grupo de obispos en visita ad limina- es válido para toda cultura occidental.


"La Iglesia en Estados Unidos, por su parte, está llamada, en todo tiempo oportuno y no oportuno, a proclamar el Evangelio que no sólo propone verdades morales inmutables, sino que lo hace precisamente como clave para la felicidad humana y la prosperidad social (cf. Gaudium et spes, 10). Algunas tendencias culturales actuales, en la medida en que contienen elementos que quieren limitar la proclamación de esas verdades, sea reduciéndola dentro de los confines de una racionalidad meramente científica sea suprimiéndola en nombre del poder político o del gobierno de la mayoría, representan una amenaza no sólo para la fe cristiana, sino también para la humanidad misma y para la verdad más profunda sobre nuestro ser y nuestra vocación última, nuestra relación con Dios. Cuando una cultura busca suprimir la dimensión del misterio último y cerrar las puertas a la verdad trascendente, inevitablemente se empobrece y se convierte en presa de una lectura reduccionista y totalitaria de la persona humana y de la naturaleza de la sociedad, como lo intuyó con gran claridad el Papa Juan Pablo II.

miércoles, 15 de julio de 2015

A un millón hemos llegado

Estoy preparando entradas y más entradas para el blog, es decir, artículos de formación programados. Lo que durante el cuso no me da tiempo de hacer, se adelanta ahora.

Subo al blog retiros, catequesis, artículos, apuntes de clase, etc., de modo que este blog sea una cátedra de teología, un salón de catequesis, un lugar formativo.



Entro en las estadísticas y me encuentro que hemos superado el 1.000.000 de visitas. ¡Sí, un millón!

Este blog no es de información, ni de actualidad, ni de opinión del autor o de los comentaristas. Es más modesto y discreto y perdido en la selva de Internet.

Desde julio de 2009 vamos caminando y hemos llegado a un 1.000.000 de visitas. ¡Demos gracias a Dios!

Mientras, como os comenté hace poco en otra entrada, seguimos ampliando lugares, escribiendo más en Internet y procurando ofrecer sólida formación, enseñanza litúrgica.

Felicidades a todos los que sentís este blog como vuestro... ¡porque realmente es vuestro!

martes, 14 de julio de 2015

La obra de nuestra santificación (Palabras sobre la santidad - XV)

¿Cómo se hace uno santo? 
¿Cómo se alcanza la santidad? 
¿Cómo es posible ser santo? 
¿Cómo se construye la santidad en cada cual?


Desterremos que la santidad sea una obra humana, esforzada, meritoria, natural, labrada de compromisos, porque entonces estaríamos haciendo estéril la gracia de Dios y la cruz del Salvador; desterremos, asimismo, la idea de que el hombre con sus solas fuerzas naturales ya es bueno y obra el bien y que la gracia es un complemento, algo que se superpone a lo ya hecho por nosotros. Sin la gracia, nada somos. "Sin mí, no podéis hacer nada" (Jn 15,5).

Somos santos -seremos santos- por gracia. Seremos santificados por la actuación de Dios en nuestras vidas, a lo que corresponderá nuestra colaboración quitando los obstáculos a la gracia mediante la oración y la ascesis. Es el principio agustiniano: "el que te creó sin ti, no te salvará sin ti".

domingo, 12 de julio de 2015

Auxilia a los que ahora pasan por la prueba del dolor...

Todo lo experimentó y lo sufrió Cristo. Ha pasado por la prueba del dolor y comprende nuestros dolores, nuestras angustias, nuestras debilidades. El sufrimiento humano no le es ajeno.


Incluso las terribles enfermedades, llamadas pecados, se han cebado en su carne bendita y, conociéndolas, sabe aplicarnos a nosotros los remedios necesarios para curarnos hasta llegar a un completo restablecimiento. Enfermó por nosotros, Varón de Dolores, para darnos la salud. Desde entonces, no nos olvida.

"Beberé, dice, este vino con vosotros en el reino de mi Padre. Hasta que nosotros no nos comportemos de modo que subamos al Reino no puede beber este vino, él que ha prometido beberlo con nosotros. El que ha tomado sobre sí nuestras heridas y ha sufrido por nuestra causa como médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, ¿ahora olvidaría la corrupción de nuestras llagas?" (Orígenes, Hom. In Lev., 7,2).

viernes, 10 de julio de 2015

Estando de rodillas, participamos en la liturgia (II)

Anteriormente vimos cómo en las Escrituras aparece la oración de rodillas en tres contextos o con tres sentidos diferentes:

a) oración de petición-súplica

b) oración penitencial

c) adoración ante Dios.





La liturgia ayuda a los fieles a participar en el Misterio prescribiendo los momentos en que todos, unánimemente, se ponen de rodillas. Y esta postura, arrodillada, es ya un medio de participación activa en la liturgia.


En la liturgia -¡cuántas veces habrá que repetirlo hasta que se asuma y se cree una mentalidad!- no se participa interviniendo y haciendo "cosas" para que se vean a muchos subir y bajar constantemente del presbiterio. Se participa, y mucho, adoptando las distintas posturas corporales en la liturgia que expresan actitudes interiores y que ayudan a vivir la liturgia más conscientemente.

Estar de rodillas en los momentos en que hay que estar, es un medio de participación de todos en la liturgia santa.

miércoles, 8 de julio de 2015

El salmo 26


                Encontramos en nuestra catequesis de hoy la última parte del salmo 26, un salmo que es una plácida meditación que hace la Iglesia Esposa a Jesucristo, su Señor y Esposo. Normalmente el salmo responsorial suele seguir la línea de la primera lectura que se haya proclamado para que sea su eco, su respuesta hecha oración, o hecha canto, porque los salmos son para cantarlos.

                     Recordemos el texto completo del salmo:

                            El Señor es mi luz y mi salvación,
                            ¿a quién temeré?
                            El Señor es la defensa de mi vida,
                            ¿quién me hará temblar?
                            
                            Cuando me asaltan los malvados
                            para devorar mi carne,
                            ellos, enemigos y adversarios,
                            tropiezan y caen.
                            
                            Si un ejército acampa contra mí,
                            mi corazón no tiembla;
                            si me declaran la guerra,
                            me siento tranquilo.

                            Una cosa pido al Señor,
                            eso buscaré:
                            habitar en la casa del Señor
                            por los días de mi vida;
                            gozar de la dulzura del Señor,
                            contemplando su templo.

                            El me protegerá en su tienda
                            el día del peligro;
                            me esconderá
                            en lo escondido de su morada,
                            me alzará sobre la roca;

                            y así levantaré la cabeza
                            sobre el enemigo que me cerca;
                            en su tienda sacrificaré
                            sacrificios de aclamación:
                            cantaré y tocaré para el Señor.

                            Escúchame, Señor, que te llamo;
                            ten piedad, respóndeme.

                            Oigo en mi corazón:
                            "Buscad mi rostro".
                            Tu rostro buscaré, Señor,
                            no me escondas tu rostro.

                           

lunes, 6 de julio de 2015

La Misa del domingo

Cada domingo, el pueblo cristiano que está disperso en el mundo, santificándolo y transformándolo, se reúne, convocado por el Señor resucitado, para la celebración de la Misa. Ese es el corazón de la vida cristiana, el impulso santificador y evangelizador para toda una semana de trabajos y afanes.

En el domingo, reunidos todos, Cristo presente en medio de su Iglesia, retomamos la conciencia de nuestra pertenencia al Señor y de ser miembros de un Cuerpo. Pertenece a nuestra más íntima y radical identidad católica: en el domingo se visibiliza el misterio de la Iglesia en torno a su Señor, viviendo de su Señor. Ante el mundo y ante la sociedad, se manifiesta que hay un pueblo nuevo, una humanidad nueva, que se reúne, adora a Cristo, recibe su Palabra y su Cuerpo y que la Iglesia está viva, siempre viva, porque se nutre de la fuente viva del altar del Señor. Ante el mundo secularizado, aparece una multitud que acuden a sus iglesias para encontrarse con sus hermanos y celebrar la santa Misa.

El domingo pertenece a nuestra esencia cristiana. No es opcional, no depende de las ganas o no que tengamos, ni siquiera del tiempo libre que dispongamos. El domingo robustece la fe y la pertenencia a Cristo.

sábado, 4 de julio de 2015

Lo que esperamos de la Santa Misa (III)



3. Santidad de vida

La santidad es don precioso del Espíritu Santo que perfecciona el bautismo y lleva a plenitud sus riquezas contenidas en germen.



Es la santidad el pleno desarrollo de la gracia en nosotros y por ello, un don, algo que se recibe con deseo del corazón y súplica del alma.

Si proclamamos que “sólo Tú eres santo”, en el Gloria, nuestra santidad personal es una participación en su santidad, un pálido reflejo de su gloria, verdad y belleza.

La santidad de corte pelagiano, tan centrada en el hombre, es desalentadora y cansada, así como inalcanzable. El hombre no es santo porque sea un “católico comprometido” en mil actividades y grupos, o un convencido de los valores seculares (paz, solidaridad, el diálogo tan mitificado…) el esforzado que cree que todo lo puede si se esfuerza y la gracia viene después, en todo caso.

 La santidad pelagiana nada tiene que ver con la santidad cristiana. Dios obra su santidad en nosotros.

jueves, 2 de julio de 2015

La paz en el sufrimiento

Cristo, conocedor de la dificultad de la cruz, de la inquietud que genera, del dolor y de la desolación, nos dice. "En el mundo tendréis luchas, pero tened valor, yo he vencido al mundo" (Jn 16,33). Él nos deja su paz, que es paz distinta del mundo.


El sufrimiento sólo puede vivirse y ofrecerse teniendo paz en el alma. Esta paz no se identifica con una resignación pasiva, o negando la realidad que se vive como si no pasara nada, sino abrazando la cruz con la mayor paz posible. Puede que haya desolación y aridez en el alma para orar, incluso que se esté en una oscuridad que dure incluso años, pero hay una paz inalterable de quien sabe que está haciendo la voluntad de Dios, lo que Dios le está pidiendo en ese momento.

La paz es signo de una asistencia del Señor. No niega el dolor, ni siquiera facilita la oración cuando se vive en desolación, pero se vive la paz anclado en la voluntad de Dios.

miércoles, 1 de julio de 2015

Estando de rodillas, participamos en la liturgia (I)


            En la liturgia, hay distintos momentos en que todos los fieles se ponen de rodillas. Es un modo de participación exterior, activa, en que el cuerpo nos ayuda a vivir las realidades interiores. Así, de rodillas, se pide perdón, se ruega, se hace penitencia y de rodillas también se adora.

            Por eso participar es también ponerse de rodillas en los momentos que la liturgia prescribe.


           Una súplica intensa y urgente queda reforzada con la actitud humilde de quien se arrodilla, humillándose, para lograr ser escuchado (cf. 2R 1,13). Es también el gesto de quien invoca a Dios, le suplica, eleva sus preces: Salomón reza una larga plegaria ante el altar del Señor “donde había estado arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo” (1R 8,54); Daniel, “se ponía de rodillas tres veces al día, rezaba y daba gracias a Dios como solía hacerlo antes” (Dn 6,11); Ana se postra ante el Señor pidiendo un hijo (1S 1,19; 1,28).

            Ante Jesús mismo, el padre del paralítico implora la curación de su hijo “cayendo de rodillas” (Mt 17,14-15) y también del leproso que pide su sanación “suplicándole de rodillas” (Mc 1,40), así como un jefe de los judíos “se arrodilló ante él” pidiendo la curación de su hija a la que, finalmente, resucitó porque ya había fallecido (cf. Mt 9,18-26). 

           El mismo Cristo, en su angustia ante la muerte, reza de rodillas al Padre en Getsemaní (cf. Lc 22,41) y el apóstol Pedro reza de rodillas antes de resucitar a Tabita (cf. Hch 9,40). En la playa de Tiro, antes de despedirse Pablo y embarcar, todos se arrodillan y rezan (cf. Hch 21,5).