lunes, 30 de octubre de 2023

Silencio y oración antes de comulgar (Silencio - XXX)



“El sacerdote se prepara para recibir fructuosamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo con una oración en secreto. Los fieles hacen lo mismo orando en silencio” (IGMR 84).



            El silencio orante del sacerdote, recitando una plegaria, es momento adecuado para que todos también oren en silencio preparándose al gran don de la comunión sacramental eucarística.


            “Hay dos hermosas y profundas oraciones que preceden a la recepción de la comunión [del sacerdote] y entre las que ahora –para evitar un silencio demasiado largo- se debe elegir una. Pero aunque ahora tenga que rezar sólo una de ellas, el sacerdote debería rezarla realmente en un silencio más recogido, como una preparación personal para recibir al Señor, que lleve también a los demás al silencio ante la sagrada presencia, de manera que el camino para recibir la comunión no se quede en mera exterioridad. Esto es más necesario porque en la ordenación actual el saludo de la paz origina con frecuencia gran alboroto en la asamblea, que choca de forma excesivamente brusca con la invitación a contemplar al Cordero de Dios. Si en un instante de silencio todos dirigen verdaderamente los ojos del corazón al Cordero, este momento puede convertirse en un tiempo bendito de silencio”[1].





[1] RATZINGER, El espíritu de la liturgia, 123.

domingo, 22 de octubre de 2023

Otras virtudes en la relación con el prójimo

4. Virtudes para la comunicación. Ser persona es vivir en relación, comunicarse y abrirse a los demás, viendo el icono que encontramos en la Santa Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu, en Amor y continua relación personal.



Se facilita y se le da fluidez a la relación con los demás si quitamos algunos obstáculos, entre ellos, la tozudez en querer llevar la razón siempre, discutiendo siempre e imponiéndose. ¿Qué provocará sino que esa persona quede aislada, jamás se le diga nada? Personas que siempre quieren imponer sus criterios, de forma violenta, sin escuchar a nadie, destruyen la concordia.

Otro obstáculo, también se puede superar, es la incapacidad de escuchar; no se sabe escuchar atentamente la vida y las circunstancias de la otra persona, falta capacidad de escuchar porque saltamos inmediatamente, no dejamos hablar sino que ponemos siempre nuestros problemas y circunstancias antes que acoger y escuchar el corazón de los demás.

Un obstáculo grave es no aceptarse a uno mismo y, por tanto, no aceptar a los demás tal como son. Amar al otro y poder entrar en comunión con otro requiere primero aceptarse a uno mismo para luego poder aceptar a los demás, aunque no se coincidan en gustos, opiniones o caracteres, pero a pesar de las diferencias, se puede entrar en comunicación y que brote en algo la concordia y la paz.

jueves, 19 de octubre de 2023

Nuevos modelos de santidad (Palabras sobre la santidad - CXIII)



            La santidad es muy diversa y plural, con muchas tonalidades y colores, jardín de muy bellas flores, bien lejos de la uniformidad del molde único, de una fabricación en serie que no admitiese otra forma o modelo, tentación ésta muy frecuente cuando alguien se cree que su carisma, su espiritualidad o su movimiento es el único, el mejor, el exclusivo. ¡Cuánta cerrazón hay en esto!, ¡y cuánto orgullo espiritual que crea división, separación entre católicos de primera clase y el resto como una masa amorfa!


            Es Dios el autor de la santidad, y Él crea “nuevos modelos de santidad”, dice la colecta de S. Alfonso Mª de Ligorio (1 de agosto). Con la santidad de los apóstoles y de los mártires, Dios nos dio un nuevo modelo de santidad, el de la virginidad consagrada, esponsalidad con Cristo, viviendo el mundo y señalando el único Amor absoluto.

            Otro modelo más fueron los anacoretas: abandonaron la ciudad para vivir en oración constante en el desierto; es la radicalidad del seguimiento de Cristo, ya sea solos o formando comunidades, cenobios.

            De aquí nacerá el modelo nuevo de santidad monacal, iglesia en pequeño, que reza y trabaja, lo transforma todo, situando al monje ante Dios a quien alaba con el Oficio divino, y se despoja de sí mismo en humildad y conversión.

martes, 17 de octubre de 2023

Glorificando a Dios por la liturgia



La liturgia se define como el ejercicio del sacerdocio de Cristo en la que los signos sensibles significan y realizan la santificación del hombre[1] y se glorifica a Dios. 

La liturgia cristiana es el "culto en Espíritu y verdad" (Jn 4,23) que se tributa al Padre adorándole.



Una glorificación de Dios que conlleva la santificación del hombre, el vivir en comunión con el Dios salvador:

De la liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros, como de su fuente, y se obtiene la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin[2].

Esta glorificación de Dios por medio de la liturgia tiene una nota especial y característica: se realiza en comunión con Jesucristo, presente en su Iglesia, y se hace, no a título personal, sino en comunión con toda la Iglesia. Es por tanto, la glorificación más perfecta.

sábado, 14 de octubre de 2023

La corona de Adviento (Elementos materiales - X)



            La corona de Adviento es un signo más, pero no la panacea y cumbre de la espiritualidad de Adviento: antes estarían las lecturas bíblicas, los textos litúrgicos de las oraciones y preces y la presencia de la Virgen María. Tiene un sentido festivo y pedagógico, marcando la cercanía de la Navidad:



           "La colocación de cuatro cirios sobre una corona de ramos verdes, que es costumbre sobre todo en los países germánicos y en América del Norte, se ha convertido en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos. La corona de Adviento, cuyas cuatro luces se encienden progresivamente, domingo tras domingo hasta la solemnidad de Navidad, es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo y símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de la justicia (cf. Mal 3,20; Lc 1,78)" (Directorio para la piedad popular y la liturgia, n. 98).

Para quien quiera usar la corona de Adviento le puede ser útil saber lo que indica el "Bendicional":

jueves, 12 de octubre de 2023

Silencio en la plegaria eucarística (Silencio - XXIX)



La gran plegaria eucarística es pronunciada sólo por el sacerdote, sin intervención de nadie, ni cantos añadidos, ni música; mientras, todos se unen en un silencio religioso, lleno de unción, para oír la gran plegaria e interiorizarla, haciéndola suya y poder, al final, responder con toda verdad: “Amén”.


            “La plegaria eucarística, que por su naturaleza es el culmen de toda la celebración, es una plegaria de acción de gracias y de consagración y tiende a hacer ciertamente que toda la congregación de los fieles se una con Cristo en el reconocimiento de la grandeza de Dios y en la ofrenda del sacrificio. Dicha oración es recitada por el sacerdote ministerial, que interpreta la voluntad de Dios que se dirige al pueblo, y la voz del pueblo, que eleva los ánimos a Dios. Solamente ella debe resonar, mientras que la asamblea, reunida para la celebración litúrgica, mantiene un silencio religioso” (Carta Eucharistiae participationem, 8).

            El silencio sagrado, religioso, de todos durante la gran plegaria eucarística es un medio de participación activa; no es una contradicción: participar activa y fructuosamente es también, en silencio, unirse a esta gran oración pronunciada por el sacerdote:

            “La proclamación de la plegaria eucarística que, por su naturaleza, es como el culmen de toda la celebración, está reservada al sacerdote, en virtud de su ordenación. Por tanto, es un abuso hacer decir algunas partes de la plegaria eucarística al diácono, o a un ministro inferior o a los fieles. La asamblea, sin embargo, no permanece pasiva e inerte; se une al sacerdote con la fe y el silencio, y manifiesta su adhesión a través de las diversas intervenciones previstas en el desarrollo de la plegaria eucarística: las respuestas al diálogo del prefacio, el Sanctus, la aclamación después de la consagración y el “Amén” final, después del Per ipsum, que también está reservado al sacerdote. Este “Amén” en particular ha de resaltarse con el canto, dado que es el “Amén” más importante de toda la misa” (Inst. Inestimabile donum, 4).

domingo, 8 de octubre de 2023

Otras virtudes: la puntualidad y la dignidad (II)


2. Puntualidad. La puntualidad es el orden en tiempo. ¡Parece imposible! Nuestro tiempo está desordenado, vivimos improvisando, a la carrera, y siempre pensando que la otra persona va a llegar tarde, por lo que uno se permite retrasarse.



 
 La puntualidad favorece el encuentro y la armonía entre las personas. No somos quiénes para dejar a los demás esperándonos, perdiendo su tiempo. 

La puntualidad es una virtud cristiana; algunos dirán que eso es ser “esclavos del reloj” y que los cristianos somos libres, sin embargo, es la caridad cristiana, que es delicadeza, la que pide la puntualidad para no impacientar al prójimo ni hacerle perder su tiempo.

La exquisitez en la puntualidad es cualidad de la caridad, y revela mucho del respeto que se tiene a los demás. 

Quien es puntual lo es siempre y con todos; no llegará con mucho tiempo antes, sino minutos antes del tiempo fijado; pero tampoco es delicadeza de caridad llegar siempre tarde cinco o diez minutos. 

viernes, 6 de octubre de 2023

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu - y II (Respuestas - LIII)



3. Al parecer, ya en el siglo IV se había extendido por todas partes la costumbre de terminar el canto de cada salmo con el “Gloria al Padre”, costumbre ininterrumpida.

        La Introducción General a la Liturgia de las Horas determina el uso del “Gloria al Padre”. Esta doxología concluye la invocación inicial “Dios mío, ven en mi auxilio” (IGLH 41). Cada salmo y cada cántico concluye también con esta doxología (a no ser que expresamente se diga lo contrario, como ocurre con el Cántico de las criaturas de Dn 3): “al final de cada salmo se mantiene en vigor el concluir con el “Gloria al Padre” y “como era”. Pues el Gloria es la conclusión adecuada que recomienda la tradición que da a la oración del Antiguo Testamento un sentido laudatorio, cristológico y trinitario” (IGLH 123).

            El Gloria cantado al final de los salmos eleva el canto a la Trinidad, alabando, y mirando a Cristo Jesús. Un elemento original, “una característica típicamente cristiana fue, luego, la doxología trinitaria, que se añadió al final de cada salmo y cántico: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”. Así cada salmo y cántico es iluminado por la plenitud de Dios” (Juan Pablo II, Aud. General, 4-abril-2001). Es un magnífico remate para culminar cada salmo con una luz cristiana-trinitaria: “Si se sienten y se viven así, la doxología trinitaria que corona todo salmo se transforma, para cada creyente en Cristo, en una continua inmersión, en la ola del Espíritu y en comunión con todo el pueblo de Dios, en el océano de vida y de paz en el que se halla sumergido con el bautismo, o sea, en el misterio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Ibíd.).

            Esta doxología menor resalta cómo toda oración cristiana es trinitaria: