miércoles, 31 de diciembre de 2014

La paz de Cristo, el rito de la paz

Volvamos una vez más a ello. Volvamos a tiempo y a destiempo para formar y enseñar.

En varias ocasiones se ha mostrado aquí el rito de la paz en la liturgia romana (por ejemplo catequesis I, II y III); una vez más ha de hacerse, para que, a base de repetir, queden fijados los conceptos.



Mil veces lo hemos escuchado y, otro año más, ensanchando el corazón, volveremos a escuchar lo mismo: las profecías se han cumplido. El “Príncipe de la paz” (Is 9,1s) nos nace en Jesucristo, el Verbo de Dios encarnado. Su reino extenderá una paz sin límites: en sus días florece la justicia y la paz abunda eternamente (cf. Sal 71). Los ángeles mismos, tan atareados en Navidad, se aparecen a aquellos pastores que velan al raso cantando: “y paz a los hombres de buena voluntad”, “paz a los hombres a los que Dios ama”. 

Con el nacimiento de Jesucristo, comienza el Reino de paz de Dios. “Él es nuestra paz”, declarará san Pablo (Ef 2,14), porque la enemistad entre Dios y el hombre, y entre los hombres entre sí, por el pecado, ha sido destruida. La fuente de la verdadera paz, la paz misma, es Jesucristo. Cuando Él, ya resucitado después de su Sacrificio, salude a los apóstoles, les dirá: “La paz con vosotros” (cf. Jn 20,1ss.).

No todo puede recibir el nombre de “paz”: Cristo sí ha creado la verdadera paz, nacida de la comunión con Dios y con los hombres. No es la paz de los cementerios, ni la paz de la dependencia económica, ni la paz de los pactos frágiles y llenos de rendijas. No todo puede recibir el nombre de “paz”. El beato Pablo VI, gran y desconocido Papa, lo predicaba así:

lunes, 29 de diciembre de 2014

¡Cuotas para Cáritas!

Los días previos a la Navidad desatan un sentimentalismo meloso y, como tal sentimentalismo, es bastante estéril y pasajero, muy pasajero.

En los días previos a la Navidad se organizan campañas de distinto tono -¡porque es Navidad!- para recoger alimentos, ropas y juguetes. Está bien porque todo ayuda, todo sirve.


Pero la pobreza dura todo el año; la exclusión social también. Las necesidades están ahí durante todo el año y no sólo en los días de Navidad.

¿Por qué no hacemos todos, todos, algo más?

La fe es verdadera si pasa por el bolsillo, si gestiona nuestra economía dejando espacio para los demás, para los que no tienen y también para las necesidades de la Iglesia.



Cáritas diocesana trabaja todo el año y de manera sumamente eficaz. Atiende casos particulares, crea Hogares, Casas de Transeúntes, Comedores sociales, iniciativas laborales distintas para dar un oficio y buscar salidas...

jueves, 25 de diciembre de 2014

¡Has venido, Señor! (Pablo VI)

"Señor, has venido, has nacido por nosotros,
Salvador nuestro,
lleno de gracia de y verdad.




Tu verdad, tu palabra para nosotros
es maestra de vida,
nos revela quién es Dios,
nos enseña quién es el hombre,
nos indica lo que debemos hacer,
nos muestra lo que debemos amar,
nos hace ver en el hombre que sufre
aún más que un hermano:
a ti mismo;

nos devuelve la libertad, la dignidad,
nos hace capaces de bondad,
de justicia y de paz.

Tú eres la luz del mundo.


martes, 23 de diciembre de 2014

Mi tercera conferencia teresiana (nuevo audio)

La tercera conferencia teresiana que he impartido en esta Año jubilar trata sobre la Reforma teresiana, su intuición original -que más que "reformadora", la hace ser propiamente "fundadora" de algo nuevo- y las distintas fundaciones que realizó santa Teresa de Jesús, peregrina por Castilla y Andalucía.



El Año Jubilar teresiano está suponiendo, para mí, profundizar y exponer temas teresianos como un servicio más que se me ha pedido.

Se imparten en la parroquia de Santa Teresa de Jesús (los días 15 de cada mes) y en el Convento de Carmelitas descalzas (los primeros viernes de mes), ambos en Córdoba.

Muy amable y eficazmente, la Delegación Diocesana de Medios de comunicación de mi diócesis les ha puesto un banner en la página inicial de www.diocesisdecordoba.com y sube el audio de cada conferencia mensual.

Aquí tenemos ya la 3ª conferencia, pronunciada el pasado 15 de diciembre en la parroquia de Santa Teresa de Jesús, de Córdoba:

http://www.diocesisdecordoba.com/conferencias-con-motivo-del-jubileo-teresiano/




 


domingo, 21 de diciembre de 2014

El IV prefacio de Adviento



Un prefacio profundamente mariano, casi un compendio de teología mariana, es el prefacio IV, cuyo uso está reservado a las ferias mayores del Adviento. Canta la grandeza y el misterio de “María, nueva Eva”.



En verdad es justo darte gracias,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos
por el misterio de la Virgen Madre.

Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina,
en el seno virginal de la hija de Sión ha germinado
aquel que nos nutre con el pan de los ángeles,
y ha brotado para todo el género humano
la salvación y la paz.

            Dos páginas bíblicas se contraponen; son el anverso y el reverso de un drama: el pecado original en el libro del Génesis y la anunciación a María en el evangelio de san Lucas.

            En el Génesis, el antiguo adversario (la serpiente, el Maligno, el demonio) por envidia hizo caer al hombre en la soberbia, endiosándose y desobedeciendo. Mintió a Adán y Eva porque es un embustero (toda mentira viene del Maligno) y arruinó el orden creado en armonía y belleza. Eva fue seducida por el Maligno, su pecado dañó a toda su descendencia.

            Pero hay otra página que provoca estupor y esperanza: la anunciación a la Virgen. Todo va a cambiar: va a crearse un orden nuevo, de gracia, de comunión con Dios.

            “En el seno virginal de la hija de Sión”: la Virgen María es llamada “hija de Sión”, calificativo que los profetas como Sofonías aplicaban al resto de Israel, a los pocos que fueron fieles al Señor y que son lo mejor de Israel. María, que es el mejor fruto del pueblo de Israel, concibe en su seno al Verbo de Dios, “aquel que nos nutre con el pan de los ángeles”, preciosa imagen para señalarnos la Eucaristía, no como alimento prohibido (¡el del árbol del Génesis!), sino como manjar bendito y necesario. Ya no es fruto que Eva no podía tocar del árbol, sino el Pan de los ángeles que María entregará en Belén.

jueves, 18 de diciembre de 2014

El prefacio II de Adviento (para las ferias mayores)



Llegadas las ferias mayores, el Adviento dispone a los hijos de la Iglesia a prepararse con intensidad para el tiempo de Navidad. Es una semana que mira y celebra los momentos previos al nacimiento de Jesucristo, su primera, humilde y salvadora venida. La Virgen María cobra especial relieve en los textos litúrgicos de estas ferias mayores.



            El prefacio II de Adviento, que se emplea sólo en estas ferias mayores, se titula “la doble expectación de Cristo”. Posee el sabor clásico, tradicional, escueto, de la liturgia romana.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación…
por Cristo, Señor nuestro.

A quien todos los profetas anunciaron,
la Virgen esperó con inefable amor de Madre,
Juan lo proclamó ya próximo
y señaló después entre los hombres.

            Es un compendio de todos los temas bíblicos del Adviento que se van sucediendo día tras día.

            Los profetas sostuvieron la esperanza de Israel anunciando la venida del Mesías, del Salvador, del Señor. Anunciaban el reino mesiánico. “La pondrá por nombre Emmanuel que significa: Dios-con-nosotros” (Is 7,9), “un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado… Príncipe de la paz” (Is 9). Los salmos cantaban la venida del Salvador y los rezaremos en este tiempo con anhelo y fervor: “Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve” (Sal 79), “que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente… Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector… Él será la bendición de todos los pueblos” (Sal 71), “el Señor llega para regir la tierra” (Sal 95).

martes, 16 de diciembre de 2014

Esperando la Navidad (para jóvenes)

Ya cercana la Navidad, a punto de entrar en las deliciosas ferias mayores de Adviento, donde se acrecienta tanto la esperanza como el deseo, vayamos a una mirada interior y firme sobre el Misterio de la venida de Cristo.

La Navidad corresponde a las búsquedas del corazón, a las preguntas últimas. Ante el hombre que busca y desea algo más que le llene de verdad y que responda a sus interrogantes, la respuesta se halla en Dios que sale al encuentro en la encarnación de su Hijo.


Más aún: en la etapa de formación universitaria, en la juventud, donde tantas preguntas se plantean y tantos tanteos existenciales llaman a la puerta, la Navidad de Cristo es una luz orientadora a las búsquedas y a los deseos. Su contenido es profundamente existencial.

“Sed contantes, hermanos, hasta la venida del Señor” (St 5,7)

Con estas palabras el Apóstol Santiago nos indica la actitud interior para prepararnos a escuchar y a acoger de nuevo el anuncio del nacimiento del Redentor en la cueva de Belén, misterio inefable de luz, de amor y de gracia. A vosotros, queridos universitarios de Roma, con los que tengo la alegría de reunirme en esta cita tradicional, dirijo con afecto mi saludo: os acojo en proximidad de la santa Navidad, con vuestros deseos, vuestras esperanzas, vuestras preocupaciones; y saludo también a la comunidad académica que vosotros representáis...

Queridos amigos, Santiago nos exhorta a imitar al agricultor, que “espera con constancia el precioso fruto de la tierra” (St 5,7). A vosotros que vivís en el corazón del ambiente cultural y social de nuestro tiempo, que experimentáis con las nuevas y cada vez más refinadas tecnologías, que sois protagonistas de una dinámica histórica que a veces parece abrumadora, la invitación del Apóstol puede parecer anacrónica, casi una invitación para salir de la historia, a no desear ver los frutos de vuestro trabajo, de vuestra búsqueda. ¿Pero es realmente así? La invitación a la espera de Dios ¿está fuera de nuestra época? Y una vez más, podemos preguntarnos con radicalidad: ¿Qué significa para mí la Navidad?, ¿es realmente importante para mi existencia, para la construcción de la sociedad?

domingo, 14 de diciembre de 2014

La alegría, una alegría nueva

Con el III domingo de Adviento, con insistencia, se repite la invitación a la alegría, la renovada llamada y exhortación a vivir alegres. Claro está, una alegría que no es la de la risa fácil, la carcajada artificiosa, el chiste a todas horas en la boca, sino la alegría serena, honda y pacífica incluso cuando, humanamente, pocos motivos pueda haber para ello.


Esta alegría nueva y cristiana sólo halla un fundamento: la presencia cercana del Señor, y se puede vivir incluso en las circunstancias humanas más duras o difíciles. No depende esta alegría de lo exterior, de las circunstancias positivas y felices en que pueda transcurrir la vida, sino de lo interior: Cristo. Es la alegría del enfermo o de quien está perseguido por el Evangelio o de quien vive en oscuridad, y nada de esto le provoca rebeldía y amargura, sino que el sufrimiento es vivido con una alegría que el mundo no conoce ni entiende.

¡Estad alegres!

Sólo Jesucristo en la vida provoca y despierta la alegría que nada ni nadie puede arrebatar y que deja el alma pacificada. Tampoco se podrá pedir a quien sufre pero tiene esta alegría que esté sonriendo y sea chistoso, no se puede forzar la naturaleza más, pero sí hay un tono de serenidad alegre y piadosa.

¡Estad alegres!

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Las ofrendas de la Misa (III)

Seguimos avanzando para comprender mejor qué son las ofrendas de la Misa, qué contienen, qué se lleva al altar, qué se ofrece y porqué.

Ya vimos lo que establece al actual Misal, y por tanto es normativo para todos.

También hicimos una rápida incursión por la historia de la liturgia.

Ahora avanzamos en otra dirección.

 

3. El ejemplo comparado de otras familias litúrgicas

            Argumentemos, además, con dos ritos: el bizantino y nuestro rito hispano-mozárabe, porque la liturgia comparada puede ayudar a entender la nuestra y realizarla mejor, eliminando los añadidos, tan antropocéntricos, que la han distorsionado.


                        a) Divina Liturgia bizantina

            En la liturgia bizantina, la llamada “Divina Liturgia de san Juan Crisóstomo”, los dones son llevados en procesión por la nave de la iglesia, en manos del diácono y del sacerdote, hasta entrar por el iconostasio y llegar al altar.

domingo, 7 de diciembre de 2014

El prefacio III de Adviento



Otro prefacio para la primera parte del Adviento es el prefacio III, de redacción nueva, más largo, más explícitamente bíblico en su estilo. Canta a “Cristo, Señor y Juez de la historia”.



En verdad es justo darte gracias,
es nuestro deber cantar en tu honor
himnos de bendición y de alabanza,
Padre todopoderoso,
principio y fin de todo lo creado.

Tú nos has ocultado el día y la hora
en que Cristo, tu Hijo,
Señor y Juez de la historia,
aparecerá, revestido de poder y de gloria,
sobre las nubes del cielo.
           

            El lenguaje es apocalíptico: fenómenos en el cielo, los astros tambaleándose, etc. Y los discípulos preguntan: “¿cuándo será eso?”, pero la respuesta es enigmática: “ni el Hijo del hombre lo sabe, sólo el Padre. Vosotros velad y orad”.

            Se nos “ha ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y Juez de la historia, aparecerá”. Quien fue juzgado por un Sanedrín prevaricador y por un gobernador romano acobardado, que rehuía la Verdad incómoda, va a venir como Señor y Juez de la historia: “se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros…” (Mt 25).

sábado, 6 de diciembre de 2014

Pensamientos de San Agustín (XXIX)

Es propio de la enseñanza saber compendiar en frases lo principal de una doctrina, facilitando así la tarea de síntesis en el oyente de todo un discurso prolongado y dejando que se grabe en la memoria. De esta manera, el oyente puede volver una y otra vez a lo escuchado gracias a esa sentencia memorizada, compendiar grandes verdades en una fórmula breve.


Los pensamientos de san Agustín, si los leemos varias veces y llegamos a memorizar, son una enseñanza espiritual y teológica de primer orden para nosotros; al fin y al cabo, hemos de nutrirnos y aprender de la Tradición. Miserere los ofrece con frecuencia; aquí gracias a su trabajo, los recopilamos y ofrecemos.

La oración nunca puede ser formal, exterior, hiératica, por mero cumplimiento de deberes; sólo el afecto a Dios, amado, sumamente amado, puede mover la oración, y es ese afecto el que toca las puertas del corazón de Dios.
Lo que decís, decidlo de corazón. Haya afecto en quien ora y causará efecto en quien escucha (San Agustín, Serm. 56,5).
Nuestra situación existencial es la de "viatores", es decir, caminantes, peregrinos. Antiguamente había una concepción vital más clara de este aspecto, porque la escatología no era algo extraño ni lejano, sino que estaba muy presente en la predicación y en la vida cristiana. Nuestra patria es el cielo y aquí estamos como desterrados; nuestra morada es el cielo y nuestro deseo debe ser la vida de los bienaventurados.
¿Qué prometió? La vida eterna, dejándonos las arras del Espíritu. La vida eterna es la posesión de los moradores, mientras que las arras son un consuelo para los peregrinos (San Agustín, Serm. 378).

jueves, 4 de diciembre de 2014

El prefacio I de Adviento



El primer prefacio se titula “las dos venidas de Cristo”. Su factura es clásica, romana, concisa. Relaciona las dos venidas de Cristo marcando sus diferencias, pero formando parte de un mismo plan de Dios: la historia de la salvación.



En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias…
por Cristo, Señor nuestro.

Quien al venir por vez primera
en la humildad de nuestra carne,
realizó el plan de redención trazado desde antiguo
y nos abrió el camino de la salvación.


            Dos venidas de Cristo: la primera ya se produjo, con absoluta sencillez, en Belén, naciendo de la Virgen María, la segunda, muy distinta, será al final de la historia, el momento último de todo, como confesamos en el Credo: “y vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin”.

martes, 2 de diciembre de 2014

Esperanza, esperanzas... ¡posibles!



Una esperanza grande, verdadera y superior: a eso nos convoca el tiempo santo de Adviento.

Busca ensanchar el corazón. La mirada va más allá que la de las inmediatas fiestas navideñas. El trabajo interior al que conduce el tiempo de Adviento supera lo inmediato de la Navidad siguiente.


           La esperanza cristiana se ancla en el Señor y en su Palabra; de Cristo nos podemos fiar siempre y de Él siempre podemos esperar.

            Es verdad que muchas cosas nos roban la esperanza: decepciones y fracasos personales, experimentar una y otra vez nuestras caídas y pecados. Nos cansamos y casi nos desesperanzamos.

            La realidad que nos rodea y salta en los medios de comunicación también decepciona y cansa: problemas, crisis, corrupción en todos los órdenes, violencia constante, injusticias…