miércoles, 27 de noviembre de 2013

Velamos porque estamos esperando

Las dos últimas semanas del tiempo Ordinario y la primera semana de Adviento repiten insistentemente, en las lecturas bíblicas, las oraciones, prefacio y preces de Laudes y Vísperas, "velad", "vigilad".

Este es un concepto muy cristiano: vigilamos, velamos, porque estamos atentos a que Cristo venga, a que Cristo vuelva en su gloria, a que Cristo se manifieste día a día en la historia de nuestra vida.


Se vigila, se está velando despierto, se mira por la ventana con inquietud si se aguarda a que llegue alguien que nos importa, a quien queremos; si no es así, nos da igual sialguien viene o no, no nos provoca ningún deseo, permanecer apaciblemente sentados.

La vigilancia, el velar por la noche aguardando, tiene que ver con el deseo y la esperanza: el deseo de Cristo, la esperanza en Él sabiendo que cumple sus promesas y que es Fiel.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Cáritas es eclesial

De la secularización interna de la Iglesia, pocas cosas se libran: un espíritu de postmodernidad exige desacralizarlo todo, olvidar la propia identidad, relegar lo católico al silencio y ofrecer una propuesta filantrópica, de un genérico "amor", de un servicio social, de una ayuda, sin que se vea su conexión real ni con el Don de la Caridad ni con la Iglesia misma. En la liturgia esta expresión de la secularización está clarísima, y muchísimas veces la hemos abordado, pero también hay otras dimensiones de la vida católica que están afectadas; entre ellas, también Cáritas.

Cáritas, nada más hay que ver bien su nombre, es la prolongación de la Cáritas sobrenatural, del Amor de Dios entregado, que la Iglesia recibe y luego comunica a todos santificando en la liturgia, evangelizando en la predicación y catequesis, acompañando a los enfermos, sirviendo a los necesitados. Son todas áreas de la vida de la Iglesia irrenunciables, y prestamos un mal servicio a la verdad, cuando, con mentalidad secularizada, olvidamos todo y centramos el para qué sirve en la Iglesia en un simple "ayudar a los pobres"; mal servicio prestamos cuando, olvidando la originalidad del cristianismo, la reducimos a las prestaciones sociales y servicios asistenciales que la Iglesia realiza. ¿Acaso la Iglesia es simplemente una ONG más?

Ya Benedicto XVI, en su primera encíclica, puntualizaba estos aspectos que es bueno recordarlos. Ninguna ideología (y sabemos que hay "teologías" que son "ideologías") puede guiar la acción caritativa de la Iglesia:

"Por lo que se refiere a los colaboradores que desempeñan en la práctica el servicio de la caridad en la Iglesia, ya se ha dicho lo esencial: no han de inspirarse en los esquemas que pretenden mejorar el mundo siguiendo una ideología, sino dejarse guiar por la fe que actúa por el amor (cf. Ga 5, 6). Han de ser, pues, personas movidas ante todo por el amor de Cristo, personas cuyo corazón ha sido conquistado por Cristo con su amor, despertando en ellos el amor al prójimo" (n. 33).

Nace del amor de Cristo, buen samaritano, y forma parte de la naturaleza de la Iglesia misma:

domingo, 24 de noviembre de 2013

Renovar el propio sacerdocio

Es tarea de cada día y es un fruto de una oración ferviente: el sacerdote, cada día, da gracias a Cristo por su sacerdocio.

Muchas cosas y circunstancias, muchos avatares y situaciones de oscuridad, pueden debilitar el entusiasmo, apagar el ardor; pero, siguiendo las palabras del Papa, la oración y una profunda y sincera unión con Cristo renueva el alma sacerdotal.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Controlar la lengua (Exht. a un hijo espiritual - XVI)

"Muéstrate así, hijo mío, cuando quieras practicar el ayuno; y a la hora de la abstinencia, abstén también tu lengua de palabras ilícitas. 


Aleja de ti toda blasfemia y que no salgan de tu boca habladurías superfluas, porque en el día del juicio también por tus palabras ociosas deberás rendirle cuentas a Dios.

No habitúes tu lengua a maldecir a nadie, proque fue creada para bendecir y alabar al Señor.

De las cosas que ignoras no hables en una reunión, sino que las palabras oportunas salgan de tu boca cuando llegue el momento oportuno, para que todos los que te oigan te den las gracias.

De toda charlatanería modera tu lengua, para que quienes te oigan nunca se espanten y se tapen los oídos y quedes tú avergonzado delante de todos.

De lo que no te veas molestamente afectado, no discutas con acritud, ni te habitúes a esta pésima costumbre, porque lo que, de tanta rutina, se encallece, no es poco el trabajo que cuesta evitarlo"

(S. Basilio Magno, Exh. a un hijo espiritual, n. 16)

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Participar de verdad en la liturgia


            Durante el Año de la Fe, se plantearon una serie de objetivos e iniciativas, entre ellas, según señalaba la Congregación para la Doctrina de la Fe, “el Año de la fe «será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía». En la Eucaristía, misterio de la fe y fuente de la nueva evangelización, la fe de la Iglesia es proclamada, celebrada y fortalecida. Todos los fieles están invitados a participar de ella en forma consciente, activa y fructuosa, para ser auténticos testigos del Señor”[1].





            Sigue siendo un objetivo necesario: tenemos por delante que intensificar en la medida de nuestras posibilidades, la participación verdadera en la liturgia, el cultivo de la liturgia, de su solemnidad y sacralidad al celebrarla, renovando la participación plena, consciente, activa, interior, fructuosa, ya que la fe se nutre y se expresa en la liturgia. 


               En esto cada cual, según su ministerio y vocación, como sacerdote, religioso o seglar, habrá de ver qué puede hacer (o en algunos casos, dejar de hacer porque se hace mal) y mejorar.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Magisterio: sobre la evangelización (XII)

Una vez más, e intentando ser exhaustivo con el Magisterio, un Mensaje de Benedicto XVI afronta el reto de la nueva evangelización, esta vez con un clarísimo tono personal.

La preocupación por vincular fe y razón en diálogo, sin oposición ni enfrentamiento ni rivalidad, induce a Benedicto XVI a tratar los nuevos areópagos de cara a la evangelización.


Para esto hace falta amplitud de miras. Reducida nuestra mirada al ámbito del campanario, poco entenderíamos. Pensaríamos que evangelizar es hacer lo que siempre se ha hecho aquí y que lo demás o es absurdo o es una pérdida de tiempo. Sin embargo, esos nuevos areópagos que han surgido son los que fraguan una cultura y una mentalidad, un estilo de vivir, que llega de forma poderosa a todas partes, incluso al "campanario" más perdido y remoto. De la pastoral (y mentalidad) de "campanario" hemos de pasar a tener una visión más global y amplia de la acción evangelizadora. A lo mejor en una pequeña aldea la evangelización de una parroquia será más limitada, pero eso no justificaría que se desprecie o minusvalore otros campos de evangelización (cultura, universidad, internet).

sábado, 16 de noviembre de 2013

Pensamientos de San Agustín (XXI)

La vida del hombre está envuelta de muchas realidades, y le añadimos, además, muchas necesidades, unas más básicas e imprescindibles, pero otras no tan necesarias, sino caprichosas. Sin embargo, ¿qué constituye nuestra vida y orienta a nuestro fin? ¡Sólo Dios! Entonces descubrimos que todo lo demás no es ni tan importante, ni tan urgente, ni tan imprescindible. ¡Qué libertad dará esto al hombre! Ya lo proclamó el Señor al pronunciar las bienaventuranzas.

"Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". Este ese fin de nuestro amor: fin con que llegamos a la perfección, no fin con el que nos acabamos. Se acaba el alimento, se acaba el vestido; el alimento porque se consume al ser comido; el vestido porque se concluye tejiéndolo (San Agustín, Sermón 53,6).

viernes, 15 de noviembre de 2013

Crisis de fe y respuesta creyente

Ante la crisis generalizada de fe, con múltiples causas que influyen, no una sola, la respuesta sólo puede ser, en primer lugar, una fe más firme, más ardiente, más valiente, más clara, más decidida. La respuesta ha de ser creyente, la de católicos con una fe fuerte, vital. Y, en segundo lugar, una fe que lejos de arrinconarse, sale a la plaza pública, proclama, llama, anuncia, testimonia: es la evangelización, el apostolado.

Una crisis de fe azota a las sociedades modernas desde hace ya varios decenios, la indiferencia cunde.


"Somos conscientes de la inquietud que agita en relación con la fe ciertos ambientes modernos, los cuales no se sustraen a la influencia de un mundo en profunda mutación en el que tantas cosas ciertas se impugnan o discuten. Nos vemos que aún algunos católicos se dejan llevar de una especie de pasión por el cambio y la novedad. La Iglesia, ciertamente, tiene siempre el deber de continuar su esfuerzo para profundizar y presentar, de una manera cada vez más adaptada a las generaciones que se suceden, los insondables misterios de Dios, ricos para todos de frutos de salvación. Pero es preciso al mismo tiempo tener el mayor cuidado, al cumplir el deber indispensable de búsqueda, de no atentar a las enseñanzas de la doctrina cristiana. Porque esto sería entonces originar, como se ve desgraciadamente hoy en día, turbación y perplejidad en muchas almas fieles.

Conviene a este propósito recordar que, por encima de lo observable, científicamente comprobado, la inteligencia que Dios nos ha dado alcanza "lo que es", y no solamente la expresión subjetiva de las estructuras y de la evolución de la conciencia; y por otra parte, que la incumbencia de la interpretación -de la hermenéutica- es tratar de comprender y desentrañar, con respecto a la palabra pronunciada, el sentido propio de un texto, y en ningún modo crear este sentido de nuevo a merced de hipótesis arbitrarias.

Pero, por encima de todo, Nos ponemos nuestra inquebrantable confianza en el Espíritu Santo, alma de la Iglesia, y en la fe teologal, sobre la que descansa la vida del Cuerpo Místico. Sabemos que las almas esperan la palabra del Vicario de Cristo y Nos respondemos a esta expectativa con las instrucciones que normalmente damos"

(Pablo VI, Disc. en la clausura del Año de la Fe, 30-junio-1968).

jueves, 14 de noviembre de 2013

La historia de la Iglesia es historia de sus santos

La historia, la gran historia, a veces se escribe de la manera más oculta y discreta, velada para los ojos profanos, cuando Dios entra en diálogo con un alma y la va transformando. En esos diálogos decisivos de oración, intimidad y amor, Dios está escribiendo una nueva página en la historia.


¡Qué manera tan eficaz, tan sorprendente, tan alejada de centros de poder político o económico, de ideología, es la manera de los santos! Ellos han partido de la iniciativa divina revelándose, dándose a ellos. Todos suelen coincidir en aquel versículo de Isaías, "secretum meum mihi", "mi secreto para mí", sin exponer a la mirada indiscreta la hondura de Dios con el alma. Y aun cuando hayan narrado mucho de su proceso interior, como san Agustín en sus Confesiones o santa Teresa en su Libro de la Vida, siempre saben y así lo expresan que hay un núcleo último, inexplicable, inefable, que es Dios obrando y el hombre ante Él.

martes, 12 de noviembre de 2013

Los milagros y curaciones del Señor

¿Por qué tantos milagros y curaciones en los evangelios?
¿Qué interés tiene Cristo en curar?
¿Y sobre todo, por qué?

Podría en un acto de su voluntad divina haber curado de una vez a todos los ciegos, cojos, paralíticos, leprosos... Podría haber ahorrado mucho sufrimiento. ¿No era Jesús un filántropo, un amigo de la humanidad? ¿El iniciador de una ONG nueva?

Los milagros pretendían sobre todo un fin espiritual. Mostraban su divinidad de manera clara, actuando mediante su carne, su humanidad. Y así, curando, se veía que aquel Hombre era el Dios-con-nosotros, que el poder de Dios residía en Él, porque era Dios mismo, y su actuación señalaba el orden más importante, el que más le preocupaba e interesaba.

Los milagros y curaciones son signos del Reino de Dios, de la victoria pascual del Señor.

Esto no es negar la verdad histórica: fueron realmente curados y no son relatos mitológicos o simbólicos. ¡Que se lo pregunten a estos enfermos que tanto se alegraban! Lo que hemos de conseguir es ir más allá de una lectura del milagro concreto para comprender la intención de estas actuaciones salvadoras de Jesus.
La enfermedad y la sanación en el Evangelio tienen que ver con el Reino de Dios que en Cristo se está inaugurando:

lunes, 11 de noviembre de 2013

Robustecer la fe

¡Señor, auméntanos la fe!

La petición de los discípulos hemos de hacerla nuestra también nosotros en este año de la fe. Al fin y al cabo, un año de la fe busca clarificar y robustecer la fe, cuando se puede encontrar debilitada, fría, acomodaticia o con el virus de la secularización.

Volvamos los ojos a Cristo para robustecer y afianzar la fe -esto siempre- y crezca el gozoso sentido de pertenencia a la Iglesia, columna y fundamento de la Verdad, la que conserva el depósito de la fe transmitiéndolo.

Una vez más será la sabia palabra de Pablo VI, en una catequesis, la que va a servirnos para formarnos y profundizar. Leedla como quien nada sabe, como quien por primera vez oye estas verdades, dejaos impactar y pensad luego despacio.

"Ante vosotros, queridos visitantes, peregrinos a esta tumba del Apóstol Pedro, brotan en nuestros labios las palabras que Cristo dijo en la última cena a sus discípulos, cuando sólo quedaban once, después de la salida del traidor: 'No se turbe vuestro corazón. Creed en Dios y también creed en mí" (Jn 14,1). Sí, es lo que deseamos para vosotros, lo que os recomendamos: tened fe en Dios y tened fe en Cristo, es el tema del año que, a finales de este mes, va a concluirse, y que precisamente Nos mismo llamamos el Año de la Fe en memoria y honor del centenario del martirio de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.

Al pronunciar estas palabras solemnes y benditas advertimos el contraste que encuentran con las ideas turbulentas que corren por el mundo contemporáneo sobre el santo nombre de Dios, y que, como tremenda oleada, ahogan la fe de muchos hombres de nuestro tiempo. Estas ideas, habréis oído hablar de ellas sin duda, acaso las habéis escuchado como una agresión contra vuestro espíritu, y quizá se han insinuado en vosotros como una solución lógica y convincente, estas ideas son muchas, graves y complicadas, adquieren nombres nuevos y extraños: secularización, desmitización, desacralización, oposición global y, finalmente, ateísmo y antiteísmo, es decir ausencia o negación de Dios, bajo muchos aspectos, siguiendo las escuelas filosóficas de las que procede este rechazo de Dios, o los movimientos sociales y políticos que lo defienden o lo promueven, o el descuido práctico de todo sentimiento y de todo acto religioso.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Teología, canto, redención

Hay una crítica de Nietzsche, el filósofo nihilista que lleva marcando el pensamiento contemporáneo casi dos siglos, que posee una grandísima parte de verdad y a todos nos obligaría a pensar y reflexionar.

"Mejores canciones tendrían que cantarme para que yo aprendiese a creer en un redentor: ¡más redimidos tendrían que parecerme los discípulos de éste!

Desnudos quisiera verlos: pues únicamente la belleza debiera predicar penitencia. ¡Mas a quien persuade esa tribulación embozada!

¡En verdad, sus mismos redentores no vinieron de la libertad y del séptimo cielo de la libertad! ¡En verdad ellos mismos no caminaron nunca sobre las alfombras del conocimiento!

¡De huecos se componían el espíritu de esos redentores; mas en cada hueco habían colocado su ilusión, su tapahuecos, al que ellos llamaban Dios!" (Nietzsche, Así habló Zaratustra, Parte II: De los sacerdotes).

¡Mejores canciones, más caras de redimidos!

¿Qué testimonio ofrecen hoy los católicos?

jueves, 7 de noviembre de 2013

Sacerdocio bautismal que ofrece

Hay que recordar que, por el bautismo, participamos todos del sacerdocio de Cristo: somos sacerdotes, profetas y reyes. Es una impronta del Espíritu Santo en nosotros que marca y configura cuanto somos y hacemos. Somos sacerdotes por el bautismo -se llama "sacerdocio común-.


El Concilio Vaticano II, en la Constitución Lumen Gentium, aludía a este carácter sacerdotal de todo el pueblo cristiano por el bautismo. Decía:

"Cristo Señor, Pontífice tomado de entre los hombres (cf. Hb 5,1-5), de su nuevo pueblo «hizo... un reino y sacerdotes para Dios, su Padre» (Ap 1,6; cf. 5,9-10). Los bautizados, en efecto, son consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo, para que, por medio de toda obra del hombre cristiano, ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien el poder de Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz (cf. 1 P 2,4-10). Por ello todos los discípulos de Cristo, perseverando en la oración y alabando juntos a Dios (cf. Hch 2,42-47), ofrézcanse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rm 12,1) y den testimonio por doquiera de Cristo, y a quienes lo pidan, den también razón de la esperanza de la vida eterna que hay en ellos (cf. 1 P 3,15).



martes, 5 de noviembre de 2013

Unción de enfermos

En la pastoral de la Iglesia, más concretamente, la pastoral parroquial, el sacramento de la Unción de enfermos ocupa un lugar importante a la par que oculto. El septenario sacramental incluye este sacramento para atender una situación tan precaria y difícil como es la enfermedad grave y las situaciones de postración. La verdad del sacramento requiere que se catequice sobre él y no simplemente administrarlo, de manera indiscriminada, a todo el que cumpla 65 años. 

El nombre mismo del sacramento ya nos señala sus destinatarios, "enfermos". A ellos viene el Señor con su gracia y su Espíritu Santo. Por eso se merece catequesis que eduquen nuestra mentalidad para vivirlo bien cuando nos llegue la hora, y saber acompañar y preparar a los enfermos para gozar del consuelo y fortaleza de este Sacramento. Se merece tratarlo en la predicación, en las homilías...

Con este sacramento de la Unción, el Señor busca salvar y ayudar a toda la persona, en su cuerpo y en su alma, ya que el dolor y la enfermedad va más allá de lo corporal y físico para golpear agudamente el alma.

"Reconocemos que la Unción de los Enfermos se comprende en beneficio de toda la persona. Lo hallamos demostrado en los textos litúrgicos de la celebración sacramental: "cuantos sean ungidos con él sientan en cuerpo y alma tu divina protección y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores. Que por tu acción, Señor, este aceite sea para nosotros óleo santo". La unción es fuente de fuerza tanto para el alma como para el cuerpo. La oración de la Iglesia pide que el pecado y las consecuencias del pecado sean canceladas. Invoca también la recuperación de la salud, pero siempre con el fin de que la salud del cuerpo lleve a una unión más profunda con Dios a través del acrecentamiento de la gracia" (Juan Pablo II, Hom., Catedral de Southwark (Gran Bretaña), 28-mayo-1982).

domingo, 3 de noviembre de 2013

La soberbia (Exht. a un hijo espiritual - XV)

"No obstante, ten cuidado, hijo, no sea que por la abstinencia de comida te hundas en la soberbia; y no vayas a envanecerte ante aquellos que no sean capaces de alcanzar el nivel que logras en tu ayuno: que nunca parezca que te abstienes de comidas carnales, pero llenas tu pecho de vicios.


Pues grande es la confusión delalma que, aun cuando subyugue a la carne, ella misma queda subyugada a los vicios. ¿Para qué sirve arrancar el vientre de la comida, pero hundir el alma en las pasiones? ¿Para qué el vencer el deseo de la carne, pero maquinar en el corazón los aguijonazos de la inquina? Así, quien practica la verdadera continencia se abstiene de las pasiones tanto del cuerpo como del alma, porque el ser humano parece estar compuesto de los elementos constitutivos de ambos.

En efecto, no es ninguna perfección el ser sublime en una parte, pero estar abatido en otra; resplandecer en una, pero en otra estar cubierto por la sombra de los vicios. Quien desea ser casto de cuerpo, debe perseverar también en la castidad del espíritu, porque de nada servirá ser casto de cuerpo pero corrupto de alma. Una ciudad, si está bien fortificada por un sitio, pero destruida por otro, le facilitará la entrada al enemigo. Y una nave, si está bien consolidada con una compacta ensambladura, pero tiene una tabla perforada, se llena de agua por efecto de las olas y se hunde en las profundidades.

Sí, quien practica la verdadera continencia desprecia todo lo que es vano y no persigue gloria humana alguna; reprime la furia de la ira, renuncia a lanzar maldiciones y es capaz de soportar su propio daño antes de romper el vínculo de la caridad. No está pronto a criticar al prójimo ni escucha con agrado al que critica; siempre desea desviarse de los vicios y se estimula a sí mismo a alcanzar las virtudes del alma"

(S. Basilio Magno, Exh. a un hijo espiritual, n. 15)