"No obstante, ten cuidado, hijo, no sea que por la abstinencia de comida te hundas en la soberbia; y no vayas a envanecerte ante aquellos que no sean capaces de alcanzar el nivel que logras en tu ayuno: que nunca parezca que te abstienes de comidas carnales, pero llenas tu pecho de vicios.
Pues grande es la confusión delalma que, aun cuando subyugue a la carne, ella misma queda subyugada a los vicios. ¿Para qué sirve arrancar el vientre de la comida, pero hundir el alma en las pasiones? ¿Para qué el vencer el deseo de la carne, pero maquinar en el corazón los aguijonazos de la inquina? Así, quien practica la verdadera continencia se abstiene de las pasiones tanto del cuerpo como del alma, porque el ser humano parece estar compuesto de los elementos constitutivos de ambos.
En efecto, no es ninguna perfección el ser sublime en una parte, pero estar abatido en otra; resplandecer en una, pero en otra estar cubierto por la sombra de los vicios. Quien desea ser casto de cuerpo, debe perseverar también en la castidad del espíritu, porque de nada servirá ser casto de cuerpo pero corrupto de alma. Una ciudad, si está bien fortificada por un sitio, pero destruida por otro, le facilitará la entrada al enemigo. Y una nave, si está bien consolidada con una compacta ensambladura, pero tiene una tabla perforada, se llena de agua por efecto de las olas y se hunde en las profundidades.
Sí, quien practica la verdadera continencia desprecia todo lo que es vano y no persigue gloria humana alguna; reprime la furia de la ira, renuncia a lanzar maldiciones y es capaz de soportar su propio daño antes de romper el vínculo de la caridad. No está pronto a criticar al prójimo ni escucha con agrado al que critica; siempre desea desviarse de los vicios y se estimula a sí mismo a alcanzar las virtudes del alma"
(S. Basilio Magno, Exh. a un hijo espiritual, n. 15)
La falta de AMOR, la dureza de CORAZÓN, tiene tantas formas y maneras, que solo la GRACIA puede desenmascaralas todas. Y solo hay una forma de lograrlo, no estorbar y dejar actuar a la GRACIA, para que el centro sea solo y exclusivamente el que tiene que ser, el AMOR, ese DIOS UNO y TRINO, que lo abarca todo, que llena todo, y que supera infinitamente toda expectativa. Es curioso, la apariencia de asepsia, higiene y impecabilidad con la que se puede presentar la soberbia. Solo tener el centro en la TRINIDAD, y no estorbarla es lo que permite ponerla en evidencia, por muy de noche que sea, si, aunque sea de noche. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.
ResponderEliminar¡Son unos consejos maravillosos, dignos de un santo!
ResponderEliminar“… quien practica la verdadera continencia se abstiene de las pasiones tanto del cuerpo como del alma… perseverar también en la castidad del espíritu… ".
ResponderEliminarLos que nos precedieron en la fe sabían que si el corazón no se unifica en sus potencias, el hombre se pierde irremediablemente, aún creyendo haberse encontrado. Ante estas palabras de san Basilio ¡qué ridículos parecen aquellos que los califican de obtusos y masoquistas!
En oración ¡Qué Dios les bendiga!
Conviene conocerse y saberse pecador. Es práctica muy asidua la de aquel que siendo un buen cumplidor y maestro en el arte de atender a todas sus obligaciones y preceptos, descuida quizás el amor y, sobre todo, la Misericorida.
ResponderEliminarLuego, en el atardecer de su propia vida se sorprenderá cuando, iluminada su conciencia, encuentre que lo importante no está en el cumplimiento de las reglas, sino en la vivencia de las mismas empapadas de amor y misericordia. Por eso, Jesús nos advirtió: "Misericordia quiero y no sacrificios".
Lo que San Basilio nos dice es realmente fuerte y me recuerda a la parábola de publicano y el fariseo. También en la parábola de los talentos. A quien más se le da más se le pide. Quien es capaz de ayunar, se le pide que multiplique ese don por medio de la humildad. A quien le cuesta la vida misma dejar de comer unas horas, se le pide la misma humildad, en este caso, suplicante.
ResponderEliminarHoy en día nos vanagloriamos de todo lo que tenemos y somos. La sociedad nos "pesa" constantemente por nuestros alardes. Cuando venga el hijo del hombre ¿Encontrará fe en el mundo?
Que Dios le bendiga D. Javier :)
La Exhortación de san Basilio me trajo ecos de la Subida al Monte Carmelo de san Juan de la Cruz. Y entonces, digo: ¿Tan difícil es ser santos? Y me acuerdo del Evangelio, cuando Jesús dice que para nosotros es imposible, pero para Él todo es posible. Así que ánimo... "Nada te turbe, nada te espante, solo Dios basta"...
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